Almuzara ha editado las esperadas memorias de un actor que hace ya décadas entró por derecho propio en la historia de nuestra escena, nuestro teatro y también de nuestra televisión.
Sus memorias que para nada inciden en aspectos negativos ni chismes sin interés sobre su profesión, nos muestra a un Pajares sincero, con un sentido del humor que impregna cada afirmación del artista. Centrado totalmente en su faceta artística, Pajares solo se detiene para hablar de Maby, su también pareja artística, que falleció con tan solo 33 años.
Estas memorias son el retrato de una época del espectáculo que ya no volverá. El retrato de un artista que se ha hecho en los escenarios del Price, La Latina o el Calderón, uno de los teatros en que más ha actuado con montajes como La extraña pareja en la que compartió escenario con su querido Fernando Esteso. Un empeño personal el de levantar esta obra que, sin embargo, no encontró los parabienes de las ayudas públicas. Ahora como espectador, el actor sigue acudiendo con asiduidad a este teatro como comparte en su cuenta de Instagram cuando ve espectáculos como Adiós Arturo de la compañía La Cubana. Tampoco falta la reivindicación del cine de Mariano Ozores que tanto ha marcado su carrera.

Hay actores que parecen predestinados a interpretar un papel. Sin duda, el periplo por escenarios de lo más insólitos, incluido el recordado teatro portátil de Manolita Chen, de Pajares le convirtieron en el actor ideal para hacer el Paulino de ¡Ay, Carmela! Un cambio de registro que le supuso muchos reconocimientos como el del Festival de Montreal o el Goya. Por fin, se había convertido en un actor aplaudido también por la crítica, ya que el público llevaba décadas disfrutando de sus trabajos. Y a partir de ahí más retos como el de Bwana, también con origen teatral y, sin duda, uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. Televisión con Ay, señor, un exitazo en Antena 3, con Tío Willy, primer protagonista homosexual de una serie de prime-time, y hace bien poco Paquita Salas, donde interpreta al ex de la representante de actores.
El libro, de muy agradable lectura para especialistas y simples aficionados al mundo artístico, está trufado de anécdotas divertidas y de un material gráfico impagable como sus encuentros con Mel Brooks -fan declarado de Cristobal Colón, de oficio… descubridor– o Benny Hill. Encontramos desde su carné de teatro, circo y variedades hasta varios informes de la censura. Y como bonus track las letras de sus canciones. Ah, ¿No sabían que también ejerció de cantante? Pues ya saben, una visita a las librerías para disfrutar de estas memorias antes de que se le olviden…