Como toda buena historia la de DESDE MI BUTACA echa el telón o al menos se pone en modo stand by tras nada menos que casi 18 años en la red para dar voz a los proyectos que comunicamos en Carlos Rivera Comunicación. Para este entreacto o despedida -nunca se sabe- queríamos contar con alguien muy especial. Se trata del actor y productor Roberto Álvarez, que encara las últimas semanas de Equus en el Teatro Infanta Isabel. Con él repasamos una carrera atípica que le ha llevado a experimentar la fama con cierta edad y a lanzarse al vacío como productor o más bien conseguidor que siempre ha luchado por causas como el Teatro Albéniz o por dar el lugar que se merecía al Teatro de la Danza. Desde Okapi sigue apostando por aquello en lo cree con producciones que hemos disfrutado y mucho DESDE MI BUTACA en los últimos años.
Carlos Rivera: Parece mentira, pero una obra que se estrenó en España en los 70 sigue removiendo al público por algo como un desnudo masculino…
Roberto Álvarez: Así es sí. No es solo el desnudo, es la propia obra. Mira que a mí no me parece dura, es una obra muy bella, llena de virtudes con un mensaje final de que la vida es dura pero te puedes ganar la plenitud día a día. Estamos teniendo sorpresas con programadores que le ha parecida dura para su público. No tanto el desnudo como la obra que se mete con muchas sensibilidades de alguna forma. En el Real se desnudan sin ningún sentido y no pasa nada. Aquí en cambio esta obra que habla sobre una persona cuya sexualidad está marcada por la sociedad y la religión ha tocado especialmente a ciertos sectores.
C.R: Afortunadamente, la reacción del público es de lo más catártica…
R.A: Hay una palabra que se repite: «Brutal», nos lo dicen los amigos y espectadores anónimos. Es un thriller que acaba teniendo un disparo final de reflexión para el espectador. Les cuesta aplaudir, se sienten conmocionados por el final. No deja de contar la historia de una frustración sexual de un niño con una terapia que le lleva a catarsis y luego a la regresión final. Todo ello hace que salga muy emocionado. Es una de las obras que más estoy disfrutando como actor la verdad.
C.R: Compartes escenas con un actor muy joven y talentoso como Álex Villazán, ¿Qué has encontrado de especial en su mirada como intérprete?
R.A: Para mí supone la perplejidad de ver que una persona tan joven es absolutamente tan brillante en su trabajo. A veces crees que el oficio es lo que te llevas a metas más altas. Por naturaleza, está hecho para esto. Bebo mucho de él como actor y personaje. Me recuerda a Ángela Molina. Parece que ha nacido para que le pongan la cámara delante y hacer vibrar al espectador. Es un prodigio de la naturaleza. Salta en el escenario, se contorsiona, disfruta, vibra por naturaleza…
C.R: No tenías vocación de actor, pero sin embargo los noes que tuviste en la infancia se quedaron marcados en tus recuerdos…
R.A: Nunca pensé que iba a ser actor. Iba para Ingeniero de Telecomunicaciones. Inconscientemente debió ser que lo tenía ahí guardado entre mis recuerdos. Tengo una memoria muy retentiva y a corto plazo, pero mis grilletes de recuerdos son cosas que han quedado selladas en mi cabeza. Miles de recuerdos ya no están, mi ser no lo has necesitado guardar. Si es curioso que los recuerdos artísticos negativos en la primera comunión, con el hermano Esteban y con la tuna se han quedado ahí. Esas tres vivencias las tengo grabadas y otras muchas no. Por tanto, algún significado inconsciente debe tener guardar esos recuerdos.
C.R: Háblanos un poco de tu faceta como productor o más bien de «conseguidor» como tú dices…
R.A: El primer gran éxito en ese sentido fue el Teatro de la Danza que tuvo un éxito económico para subsistir con una cierta calidad de vida. Venía de que había talento, pero no había reconocimiento económico. Busqué subvenciones, distribución… Mis principales logros no están en lo económico. Más bien están en conseguir cosas como ser la primera compañía residente en España, eso fue un mérito. Lo calqué de otro país. Una de las compañías más subvencionadas llegamos a ser. Hicimos la primera residencia en Valdemoro, teníamos un lugar donde ensayar y allí hacíamos una primera representación gratuita. Recuerdo la reunión con Carme Chacón y el director del Inaem actual, les propuse que los directores artísticos fueran elegidos por concurso público y no a dedo. También estuve en la lucha por el Albéniz y el Matadero, detrás de eso hay una persona que quiere arreglar las cosas que van mal, que quiere optimizar. Con esta experiencia cuando José Velasco se planteó hacer teatro le eché una mano junto a Natalio Grueso y aquí estamos con este Equus y otras producciones como Ser o no ser con Juan Echanove al frente de Okapi Producciones.
C.R: Te he oído recalcar la importancia de un plan de vida antes de enfrentarse a un oficio tan duro como el del actor…
R.A: Fue una cosa que escuché en una entrevista y es que hay dos opciones cuando te plantean que por ejemplo tu hijo quiere ser escritor. Puedes decirle que se va a morir de hambre o empujarlo hacia adelante. Esas dos opciones no funcionan, tiene que plantearse ¿Qué vas a hacer tú ahí? ¿Cuál es tu plan para vivir? Esa ansiedad juvenil de que no te llaman para trabajar en un hecho. Yo veía el Fotogramas con esa sección de El futuro del cine español. Son la leche esas actrices que salían ahí, pero al año siguiente eran otras, ¿Qué fue de las primeras? No las he vuelto a ver, algunas despuntan y otras no, esta profesión es así de terrible. Al final, quedan cuatro de esa foto que también es extensible a los hombres claro. No vale solo el talento, es mucho las oportunidades y hasta el físico. Fíjate yo soy calvo y todo lo que he trabajado. Muchas de esas chicas que eran monísimas y estupendas actrices seguramente ya no están en activo. Yo siempre pienso en un video de Robert De Niro que va a la Academia de Artes Escénicas de Estados Unidos a la entrega de diplomas y les increpa: ¿Cómo se os ha ocurrido meteros en esto? Si hubierais elegido ser médicos estaríais con trabajo… Luego le da una vuelta cuando dice que si tuviese un hijo actor pues bueno, le dejaría serlo.
C.R: Te llegó la popularidad con cierta edad, ¿Cómo crees que lo hubieses digerido si te hubiese pasado muy joven como les pasa a muchos actores?
R.A: Yo siempre he sido un bendito de Dios. Yo creo que lo hubiese digerido bien. Además, cuando yo era joven era muy distinto al no existir toda esta interacción con los seguidores a través de las redes sociales. Era la época de Almodóvar o Trueba, hubiese entrado en un grupo bueno de actores a los que se pagaba mucho a esa gente que se creía que durarían mucho en esta industria. Por mi caracter no creo que me hubiese vuelto muy loco con la fama de joven.
C.R: Como eres una persona muy activa en Instagram, te voy a pedir que cerremos con esa frase con la que ‘venderías’ Equus en tu cuenta…
R.A: Lo que dice todo el mundo al salir: ¡Brutal!