Recuperamos esta entrevista a la actriz Anabel Alonso con motivo de la llegada de El eunuco al Palacio de Festivales de Cantabria. Se podrá disfrutar de la obra este viernes 5 y sábado 6 de junio en la Sala Argenta del Palacio de Festivales de Cantabaria a las 20:30h.
Una actriz poco conocida entonces empezó a sobresalir en la profesión en la serie Los ladrones van a la oficina. Ya entonces, esta cómica de oficio y convicción, descubrió la grandeza de esta profesión. Y rodeada de José Luis López Vázquez, Fernán Gómez o Agustín González comenzó a ser reconocida en una profesión que la ha llevado a interpretar infinidad de personajes en la pequeña pantalla y en los escenarios de toda España. Ahora es parte de esa oda al amor llamada El eunuco, de gira tras el aplastante éxito en el Festival de Mérida.
¿Qué ingredientes tiene El eunuco para que funcione de una forma tan impresionante?
Gran cantidad y calidad del reparto. La gente se va a divertir muchísimo, les va a sorprender. Es una gran fiesta del amor. Madre-Hijo, el correspondido, el no correspondido… En el amor como en la vida hay que arriesgarse, hay que jugársela. Todo ello aderezado con unos números musicales fantásticos.
Y en Mérida vivisteis una fiesta en toda regla con récord de espectadores…
3070 espectadores diarios. Un teatro con 2000 años de historia. Hay una energía mágica. El público está ahí. Es un montaje muy atípico para este festival, una versión muy actualizada con un lenguaje muy cercano. El vestuario y la escenografía es más universal, es atemporal. Es un público especializado y que haya entrado en la propuesta es maravilloso.
¿Cómo han sido los ensayos?
Nos hemos reído mucho además de memorizar y probar cosas. Ha sido un placer ensayar los números musicales. Además, tenemos el cubo que se mueve bastante. Estábamos en un cubo esperando nuestra entrada… Ha sido como una gran fiesta que empezó en los ensayos y continua en las representaciones. Conocía a todos menos a Edu y María. Hemos conseguido un feeling especial con todo el equipo.
Vienes de una experiencia teatral pequeñita, Reglas, usos y costumbres en la sociedad moderna, ¿Te has reencontrado de alguna forma con esa energía de los comienzos, de querer contar ciertas historias sin importar el espacio o la repercusión?
Estoy muy contenta la verdad, ya que hemos entrado en el plan de Cultura Activa del Ayuntamiento de Madrid. Es un proyecto muy especial, muy diferente a lo que he hecho hasta ahora. Es un autor bastante diferente. Darme el gusto de volver a hacer un espectáculo más íntimo en la Bruc eso es lo que me ha permitido este montaje, me acuerdo de mis comienzos en el café teatro. Es cierto que tiene un poco esa energía de los comienzos cuando quieres hacer ciertas cosas y no te preocupas por la repercusión. Simplemente, lo haces por amor al arte. Tiene algo de un rodaje de cine en el sentido de que el público te ve hasta el color de las uñas. Es como una especie de primer plano.
Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es el mejor lugar para contar historias?
Más allá de las historias que cuentes y de cómo las cuentes, tiene esa cosa maravillosa del aquí y ahora. La función que ven hoy los espectadores no será la misma que verán los de mañana. Nosotros tampoco somos los mismos, hay algo irrepetible. Es vivo, en el teatro nuestro trabajo no se acaba en el estreno, descubres cosas nuevas cada día. Es una manera viva de contar historias que juega con las circunstancias de cada momento.
¿Cuánto tiene de juego esta profesión?
Con 14 años me entró la vena teatrera por esa parte lúdica que lleva consigo esta profesión. Poder hacer cosas que nunca harías en tu vida. Te abre la cabeza cada vez que preparas un personaje. Ese juego, salir de la convención… Eso me engancha. Me gusta estar haciendo ahora mismo un personaje de ‘mala’ en televisión. Tenemos todos los sentimientos dentro de nosotros, pero en nuestra vida no tenemos la oportunidad de tocar muchas teclas. Y en esta profesión sí lo podemos hacer y eso es maravilloso.
Tu primera gran experiencia televisiva fue en la recordadas Los ladrones van a la oficinajunto a maestros como Fernán Gómez y José Luis López Vázquez, ¿Con qué te quedas de aquella experiencia?
Fue una escuela profesional y vital. Compartí tres años de mi vida con ese reparto maravilloso. Me sentía como en una tertulia del Café Gijón. Yo me sentaba y escuchaba a estos maestros que discutían sobre política, de la profesión, de la posguerra… Y a nivel profesional no me cansaba de aprender cada día, me pellizcaba para comprobar que todo aquello no era un sueño. Además del reparto fijo, hicieron papeles episódicos gente como Fernando Rey o Gracita Morales… Con el paso de los años me sorprendo aún más de que eligiesen a una completa desconocida como yo en aquel entonces para compartir escenas con estos actores que son historia de la interpretación en España.
Si te llamo ‘cómica’, ¿Qué te sugiere?
Tuve la suerte de que me acogieran en su círculo. De hecho, pasé muchos fines de año en la casa de Fernando Fernán Gómez. Hacía tertulias y unos arroces muy ricos. Un día me dijeron: “Eres buena cómica”, y para mi eso es lo máximo que te podían decir. Ni actriz ni intérprete, yo soy ante todo una cómica.
¿Cómo llevas el ritmo frenético de una serie diaria como Amar es para siempre?
Tienes que llevarte las escenas aprendidas. En las semanales tienes tiempo de pasar el texto por ejemplo. En un diario te llevas todo preparado. A la segunda toma tiene que valer. Tiene algo muy bueno al repetir tan pocas veces la secuencia… Sale algo muy vivo, muy orgánico… Estoy estudiando mucho. Me hice 8 secuencias, 26 páginas, en un día de rodaje. Es una manera de hacer que me está haciendo más disciplinada como actriz.
¿Con qué tipo de historias le gustaría seguir en esta profesión a Anabel Alonso?
Después de 25 años es la primera vez que canto en un escenario y que hago un personaje de mala como la Benigna de Amar es para siempre. Son muchas primeras veces de golpe. Eso es lo maravilloso de esta profesión. Nunca dejas de aprender.
El eunuco, una verdadera FIESTA del amor, llega al Palacio de Festivales de Cantabria
He podido ver una verdadera FIESTA. Tras las entusiastas críticas en Mérida iba con las expectativas tan altas que era fácil no cumplir con las mismas. Se levanta el telón y al minuto primeras carcajadas. Comunicación total con el público. Eso, ¿Cómo se consigue? Pues simplemente con la sensación que dan todos los actores de ir en el mismo barco, de haber creado una compañía de cómicos a la antigua usanza. Quiero destacar un aspecto de la versión, en manos de Pep Antón Gómez y Jordi Sánchez, que me parece relevante. Estamos en una gran fiesta, en una gran oda al amor de todo tipo y, sin embargo, no peca de soez. Es decir que no nos llenan de, con perdón, “mamadas, tetas y pollas”. Y eso se agradece y la función fluye y ¡De qué manera! Precisamente ritmo tiene mucho esta comedia rock. El espectador no tiene respiro en dos horas de función y teniendo en cuenta que la línea argumental es de lo más sencilla, pues mérito extra. Complementa la función una serie de números compuestos por Asier Etxeandía que provocan el regocijo del público. Vaya mi aplauso para todo el reparto con menciones especiales para Pepón Nieto- al que se ve realmente cómodo y divertido en el papel-, Anabel Alonso- esa meretriz con un toque de café-teatro a la que tendremos mañana DESDE MI BUTACA, Jorge Calvo– muy especialmente por ese número que protagoniza, ¡QUÉ MARAVILLA!- Marta Fernández Muro, de reclinatorio, y María Ordoñez- revelación absoluta por su voz y su energía en escena. Todo el reparto, en el que también sobresale Antonio Pagudo, cumple en esta función tras la cual uno sólo siente ganas de comerse el mundo, de vivir un poco más. Que sale uno optimista, vaya. Una dosis de buen rollo que nos hacía mucha falta. Unos afortunados serán los espectadores de Santander que la disfruten.