Y las últimas notas del piano de Walt dejaron de sonar

«Su pregón da siempre emoción

es un ruego que va al corazón:

Compre usted, tenga piedad,

compre, compre, migas de pan»

No es ningún secreto que la canción favorita de Walt Disney era Feed the birds. Hoy, su coautor, Richard M. Sherman, nos ha dejado a los 95 años con una de las trayectorias más prolíficas de la industria del entretenimiento. A la muerte de Walt, los hermanos Sherman siguieron tocando en su despacho esta canción al piano que hoy sin duda resuena en los corazones de varias generaciones que hemos vibrado y hemos aprendido a amar el género del musical gracias a sus canciones. Quizás sea la canción que mejor ejemplariza lo que es dar y recibir amor, ese mensaje tan implícito en el Disney clásico. De eso iba esta canción y probablemente el propio legado de los Sherman que se dieron en cuerpo y alma para llevar sus mensajes optimistas y emocionales a los espectadores de todas las edades.

El primer recuerdo que tengo de su música sin duda es a través de Mary Poppins en una emisión televisada por el espacio Cine Disney de Telecinco. Me quedé pegado a la pantalla con esa historia y esas canciones que fui incapaz de quitarme de la cabeza. La descubrí como mi generación y las anteriores doblada con voces en castellano que para mí resuenan a infancia. Poco después emitirían por cierto La Bruja Novata y otra vez la magia me invadiría con esas canciones. Por supuesto a los 7 u 8 años yo no conocía la figura de estos hermanos, pero a través de su música me han acompañado toda mi vida. Después llegarían a mi vida las melodías de Merlín, el encantador, El libro de la selva y la muy reivindicable Chitty Chitty Bang Bang, fuera de la Disney y con guion del mismísimo Roald Dahl.

Quizás el momento en que fui consciente de lo que los Sherman han supuesto en la historia del cine y del espectáculo fue con una película por la que tengo una especial inclinación. Se trata de Al encuentro de Mr. Banks en la que vemos la lucha de Walt Disney por conseguir los derechos cinematográficos de Mary Poppins, mi película favorita desde aquel citado primer visionado hace cerca de 30 años. En la cinta que mostraba el proceso creativo de la inolvidable cinta, los Sherman se convertían también a los ojos del espectador en protagonistas merecidos de la historia de Disney. Después llegaría el documental The Boys, donde conocíamos la trayectoria y la no tan idílica relación de los hermanos y que tanto me sirvió de base para un proyecto que confío sacar adelante muy pronto.

Esta madrugada, sobresaltado por la noticia, la segunda canción que me vino a la cabeza en este momento fue una que los Sherman compusieron ante la ‘incredulidad’ de la pérdida de Walt. Hoy, como el protagonista infantil de La Bruja Novata nos sentimos así. Hemos perdido un trocito de la MAGIA que nos ha construido como adultos y es que «Cuando crees que ya no eres un niño y cuando en jugar no hay ya ilusión, viene la edad un poco triste y la incredulidad nació».

Richard M. Sherman tuvo la oportunidad de tocar por última vez la canción favorita de Walt en su despacho no hace mucho. Lo hizo para el momento más emotivo de Érase una vez un estudio en el que Mickey mira un retrato de Walt Disney mientras suena de fondo Feed the birds. Si es que existe un cielo ‘mágico’, seguro Richard y Robert se la estarán tocando al eterno Tío Walt.