Dudamel hace historia en el Liceu con un memorable West Side Story

Fotografías: G.T.D.L/DAVID RUANO

Parece ser que Leonard Bernstein concibió West Side Story, que cuenta con el legendario Stephen Sondheim como letrista, como una ópera, pero los gustos del público americano hicieron que se decantara por las formas del imperante y exitoso teatro musical de Broadway. Sea o no así, queda claro por las dos noches de éxito (hoy harán la segunda) que este título, al igual que otros muchos, encaja y mucho en la programación de un coliseo lírico de la categoría del Liceu. Bajo la batuta de Gustavo Dudamel ha llegado como cierre de excepción esta versión en concierto y con voces líricas del que quizás sea el musical más apreciado en el imaginario colectivo por el público general.

Desde luego uno de los grandes atractivos de la noche era ver al estupendo Juan Diego Flórez como Tony, volviendo de alguna forma a un registro menos lírico y más en sintonía con sus comienzos. De Nadine Sierra como María es imposible no encandilarse con su melodiosa voz. Encarna a la perfección a un personaje al que se entrega en cuerpo y alma. Bellísimos momentos los que nos regaló a dúo con Flórez, donde demostraron una química innegable y sacando lo mejor de ambos también a nivel vocal. La mejor María posible. Sin duda.

La relación de Gustavo Dudamel con esta partitura es intensa, la conoce muy bien y se nota. Tal es así que nada menos que Steven Spielberg lo llamó para ser el director musical de su remake. En esa nueva visión del clásico, por primera vez Somewhere, una de las joyas de la corona de Leonard Bernstein, cayó en manos de un personaje distinto. En este caso con guiño al reparto original. Fue Rita Moreno, la Anita original del cine, la que se encargó de este tema en esta revisión cinematográfica. De alguna forma, en este caso con guiño al público liceísta, ocurrió algo parecido en el Liceu. De repente y sin previo aviso fue Sondra Radvanovky que a modo de aparición estelar nos regaló un Somewhere delicioso, delicado, íntimo y lleno de matices. Una interpretación para el recuerdo de los afortunados espectadores que pudimos escucharla.

También tengo que destacar a Jarrett Ott como Riff. Impecable y con la picardía necesaria Isabel Leonard como Anita. Ella junto a sus amigas en América llevaron al momento más lúdico del concierto, cuando se vio dentro del siempre rígido ambiente de un teatro lírico algún movimiento de hombros entre el respetable. No me quiero olvidar del impecable trabajo de la orquesta y el coro del Liceu que engrandecieron aún más la música de Bernstein.

Quiero cerrar esta crónica con una imagen del poder evocador de la música con una jovencita con capacidades “especiales” que emocionada por la música pasó seguramente una de las mejores noches de su vida. Y yo feliz de compartir butaca con ella desde esa pasión y ese amor puro por la MÚSICA en mayúsculas. Ojalá más veladas así en el Liceu en que dar el peso que se merece al TEATRO MUSICAL, así con mayúsculas. Al final, ovación merecida de más de 10 minutos del público liceísta. Una noche para el recuerdo.

Carlos Marín: La voz del DIVO que hizo vibrar al Broadway Español antes de triunfar en el mundo

La editorial Libros Cúpula acaba de lanzar Carlos Marín, el divo, relato artístico y humano de una persona que nos dejó con apenas 53 años. Como legado nos deja su obra inmensa y su carisma irrepetible como verdadera alma del grupo Il Divo que nunca volverá a ser lo mismo sin él.

Eran finales de 2019. El mundo comenzaba a oír los ecos de un virus del que poco o nada se sabía. Unos extraños síntomas atacaron al siempre enérgico Carlos Marín. El alma del grupo Il Divo parece que superó todo aquello, pero el destino le tenía preparado un fatal desenlace. El 19 de diciembre de 2021 con su hermana agarrándole la mano moría una de las voces y seres humanos más queridos del panorama artístico español. Alguien a quien sus allegados aún le siguen llorando e incluso el que aquí escribe que, sorprendentemente, nunca charló en persona con él, pero sí pudo verlo en uno de sus conciertos en solitario con su inseparable Geraldine. Admito que aquel 19 de diciembre de 2021 a mí también se me saltaron los lágrimas por todo lo bueno que transmitía Marín en cada uno de sus trabajos, por esa bonhomía de galán campechano que me cautivó desde que lo vi transformado en bestia en La Bella y la Bestia. Tuve en ese momento que hacerme con la grabación de su concierto en Gran Vía para que se quedase grabado en mi retina para siempre ese magnífico espectáculo.

Una trayectoria que comenzó de niño y continuó a ritmo de musical. Más allá del relato sobre la construcción del éxito del grupo Il Divo, este libro resulta también un valioso testimonio para conocer cómo llegó a ser el alma del grupo. Tras una trayectoria musical infantil con el nombre de Carlito y en la que fue estafado, su trabajo giró entre la lírica y el teatro musical, donde encontraría su lugar entre otros junto a uno de los pioneros de la producción de musicales en nuestro país y nunca lo suficientemente reivindicado, Luis Ramírez. Tanto es así que lo escogió como alternante de Sacristán en El Hombre de la Mancha. Poco después, no solo fue el primer Capitán Garfio en Peter Pan, también estuvo en labores de producción de un espectáculo que con distintas versiones y producciones ha llegado en diversas ocasiones hasta la actualidad. Todo un hito en el que por cierto contó con su querida Geraldine Larrosa como Peter Pan. Peor suerte correría Grease, primer musical que vi en mi vida, en el Teatro Lope de Vega, de nuevo con el eterno amor de su vida acompañándole, fue un duro golpe económico para Ramírez que nos dejaría muy joven sentando las bases de la futura industria del teatro musical.

También trabajó en aquellos años con José Luis Moreno, con el que vivió un tórrido episodio que a nadie extrañará tras todo lo que se ha ido sabiendo en los últimos años. Sin duda, el papel que más le marcaría en esta etapa pre Il Divo fue el protagonista de La Bella y La Bestia, que le llevó al límite e incluso a una importante lesión. Su extraordinario trabajo aún se mantiene en el imaginario colectivo de los que pudimos verlo en directo.

Junto a su inseparable Geraldine como protagonista de LA BELLA Y LA BESTIA

Unos años después llegaría ya la etapa internacional con Il Divo, de la cual el libro nos proporciona el testimonio de Simon Cowell, creador del grupo y que tuvo claro que Carlos debía ser el primer integrante y alma de Il Divo.

Mucho más que una de las voces de Il Divo. De natural inquieto desde aquellos tiempos lejanos en que despuntaba en la lírica, Marín pronto descubrió que podía sacar partido a los descansos con el grupo que le dio a la fama. Siempre apoyando a su amor eterno, Geraldine Larrosa, produjo sus discos como Innocence y la incluyó como artista invitada en unos shows en solitario realmente memorables. Fue entonces en la única ocasión en que pude charlar con ellos, vía telemáticamente para este blog que ahora sobrepasa ya los 20 años en la red. Recupero por su interés para la crónica sobre este libro, algunas de las declaraciones de Marín:

Sobre la fama que le trajo Il Divo comentó:

«La verdad es que soy un hombre con los pies en la tierra, tengo muy claro de dónde provengo y
la gente que me ha apoyado a lo largo del camino
. Estoy inmensamente agradecido al publico por
su grandioso apoyo, ya que considero que un artista no lograría alcanzar sus metas si no tuviese el
apoyo de los maravillosos fans».

Sobre los conciertos en Gran Vía al más puro estilo Las Vegas me comentó:

«Este proyecto nació realmente mucho antes que empezara en Il Divo. Era una ilusión que
tenía desde hace mucho tiempo y que quería compartir con todo el publico; un recopilatorio de
canciones que me han emocionado a lo largo de mi carrera musical. También tenía muchas ganas ya
de mostrarle al publico todas mis facetas pasando por diversos géneros musicales».

Marquesina de sus conciertos en la Gran Vía

La vida de Carlos Marín en sus escasos 53 años de existencia sin duda fue intensa, incluso con un episodio de acoso de una fan realmente terrible que le marcó en los últimos años, pero eso no quita la gran pérdida que ha supuesto para el mundo del espectáculo. Nos queda su legado musical y el testimonio de todos aquellos que tuvieron la suerte de tenerlo cerca como recoge este Carlos Marín, el divo, que debería ser lectura obligada para cualquier amante de las artes escénicas. El telón se echó para él, pero su LEGADO y su VOZ serán eternas.