Trijueque Pegalajar reinterpreta a los Reyes Magos en su debut en el Real Teatro de Retiro

El nuevo espacio dependiente del Teatro Real apuesta por un título que atraerá la atención de toda la familia. En Amahl y los Visitantes Nocturnos (Del 21 de diciembre de 2023 al 7 de enero de 2024 en el Real Teatro de Retiro), el director de escena Trijueque Pegalajar ahonda en «una nueva visión de los Reyes Magos como sabios o científicos».

Esta reinterpretación moderna y científica de los Reyes Magos tiene como objetivo hacer que estos personajes sean relevantes y resuenen en el imaginario de las nuevas generaciones «fomentando un profundo respeto por la tierra y un compromiso continuo con el aprendizaje y la preservación del conocimiento a través del tiempo» en palabras del responsable de la puesta en escena.

Un particular cuento de Navidad nacido en la pequeña pantalla. Amahl y los Visitantes Nocturnos es una celebrada ópera en un acto de Gian Carlo Menotti estrenada en 1951. Se trata de la primera ópera específicamente encargada para la televisión en Estados Unidos. Situada en un pequeño pueblo cerca de Belén, sigue la historia de un niño con discapacidad, que camina con la ayuda de una muleta y vive con su madre, una viuda pobre y de su encuentro con los Reyes Magos. Para Trijueque Pegalajar «es comparable a Cuento de Navidad en el sentido de que, aunque es adecuada para niños, trata temas universales que también les resonarán a los adultos». 

Trijueque Pegalajar debuta en la programación del Real tras una intensa carrera con títulos como The Indian Queen de H. Purcell en el Festival Internacional de jóvenes Danail Chirspansky que le valdría el premio al Mejor Espectáculo y después de su paso por el programa Crescendo del Teatro Real. La Fundación Amigos del Teatro Real, en el marco de su compromiso con el talento joven, ha creado este programa que promueve, estimula y apoya el desarrollo artístico y profesional de futuras promesas de la ópera.

Una prometedora carrera que llega a un punto de inflexión con su debut en este nuevo espacio escénico dependiente del Teatro Real.

Fotografía: Oner Studio

Un equipo de lujo con nombres como los de Juan Sebastián Domínguez. Para este espectáculo, el director de escena ha contado con la sabiduría de este creador que se encarga de la plástica escénica del montaje. Para la dirección de orquesta cuenta con Lucía Marín dentro de un equipo implicado en dar esta nueva visión de los seres más mágicos de nuestro imaginario colectivo infantil. Además, Trijueque Pegalajar se enfrenta al reto de trabajar por primera vez con tres niños que se alternarán en el papel de Amahl. El espectáculo cuenta además con la participación de cantantes del citado programa CRESCENDO de la Fundación Amigos del Teatro Real, la Joven Camerata y la Joven Orquesta de la ORCAM, y del Coro de Jóvenes de Madrid.

En resumen, esta ópera del compositor italo-americano Gian Carlo Menotti es especial para el período de Navidad. La historia escenifica la noche de Reyes de una familia humilde, con un milagro de por medio y final precioso. Se trata de una de las piezas operísticas más deliciosas que se han compuesto nunca. Es una historia que toca el corazón y los oídos de todo el público que seguro se emocionará en el Real Teatro de Retiro.

Música y libreto de Gian Carlo Menotti (1911-2007)

Ópera en versión semiescenificada

Dirección musical: Lucía Marín

Pianista: Alicia Hernandez Huebra

Dirección de escena: Trijueque Pegalajar

Plástica escénica: Juan Sebastián Domínguez (AAPEE) 

Con la participación de cantantes del programa CRESCENDO de la Fundación Amigos del Teatro Real, la Joven Camerata y la Joven Orquesta de la ORCAM, y del Coro de Jóvenes de Madrid

Idioma: castellano


Reparto 

Madre: Begoña Gómez  

Melchor: Gabriel Mas  

Gaspar: David Barrera  

Baltasar: Gonzalo Ruiz  

Paje y narrador:  Milan Perišić


Funciones

21, 22 de diciembre 2023 y 6 de enero de 2024, 18:00 h

23, 24, 27, 28, 29, 30, 31 de diciembre 2023, 5 y 7 de enero de 2024, 12:00 h
Para todos los públicos

El gran abrazo de Liz Callaway a Sondheim en una noche estrellada en el Real

Un artículo de Carlos Rivera Díaz con fotografías de Javier del Real

Agradecimientos: Inés Tostón (Departamento de Prensa del Teatro Real)

El pasado jueves el Salón de Baile del Teatro Real acogía en 3 únicos días la posibilidad de disfrutar de cerca de Liz Callaway, una de las artistas que mejor han sabido captar el alma de las canciones de Stephen Sondheim. Era su primera vez en Madrid como nos hizo saber enseguida en una noche mágica bajo el estrellado techo de esta sala en la que pudimos ver a la artista de la mano de la Fundación Amigos del Real.

La de Liz es una historia de amor por el compositor de Company fraguada a fuego lento. Precisamente fue ese el título con el que comenzó a amar al compositor. El primer musical que vio junto a unos padres que en el segundo, Follies, se removieron tanto en sus butacas que terminaron abandonando la sala. El poder de las letras de Sondheim sin duda. En poco tiempo estarían divorciados. Estos dos musicales precisamente ocuparon unos cuantos minutos del exquisito repertorio que partiendo del disco nominado a los Grammy To Steve with Love: Lizz Callaway celebrates Sondheim, ofreció también alguna sorpresa a modo de bonus track como el Being Alive que dedicó al exitoso Company de Antonio Banderas que admitió la hubiese gustado disfrutar en una noche en la que el malagueño fue precisamente premiado en los Latin Grammy. En el cercano escenario del Salón del Baile la acompañó al piano Alex Rybeck.

El delicioso Broadway Baby de Follies nos ayudó a desentrañar los primeros detalles de cómo la artista dio sus primeros pasos en el mundo del espectáculo como camarera cantante «y era una horrible camarera, pero había que pagar el alquiler». Y llegó el momento de su primera audición y para un musical de Sondheim y con dirección de Hal Prince. Marry me a little era su primera gran oportunidad y lo consiguió, pero tendría que esperar. Prince tenía que dirigir una ópera. Durante esos 9 meses la compañía se hizo una piña en unas fiestas en las que de vez aparecía el mismísimo Sondheim, para ella Steve un tiempo después, se ponía al piano y ella creía «estar en una película». El hombre que la había hecho dedicarse al teatro musical estaba junto a ella. Tras el estreno, el musical solo duró 2 semanas en cartel: «Como muchos no lo pudisteis ver, os lo voy a recrear». Y esa ‘recreación’ duró solo las 2 líneas solistas que tenía ante las risas del público. Poco se imaginaba la artista que mientras ella repasaba las líneas de la protagonista desde el patio de butacas, soñando quizás con ser ella la estrella en el futuro, le observaba y escuchaba el mismísimo Sondheim, el que se terminaría convirtiendo en su ‘old friend’.

Sunday in the park with George, su musical de Steve favorito. Ante esta confesión, una parte importante del público presente manifestó su aprobación. Para cantar la siguiente canción tenía un problema y es que era un dúo y ella actúa solo. Entonces pensó en alguien muy especial. Alguien que al igual que sus padres hicieron con Lizz ha ‘mamado’ desde niño el amor por Sondheim. Un entonces niño que adoraba la nana de Sweeney Todd, sí del brutal barbero de Fleet Street, ante la incrédula risa del respetable. No podía ser otro que su propio e imponente hijo, Nick Callaway Foster, que demostró con su intervención en Move on que ha heredado el talento de la madre para interpretar las partituras del genio Stephen Sondheim. Al final de la intervención, un gran abrazo que de alguna forma representa lo que hace la artista con el legado de un compositor que sigue moviendo y emocionando a las nuevas generaciones, gracias a la voz y la emoción con las que impregna Liz Callaway cada tema.

En el variado repertorio no faltaron canciones icónicas como la emocionante Send in the Clowns ni tampoco temas más desconocidos como I remember que levantaron dos de las grandes ovaciones del respetable. Uno de los momentos más divertidos de la velada fue cuando recordó la canción What Do We Do? We Fly? que unió al alimón el talento creativo de  Richard Rodgers y Stephen Sondheim que sigue ejemplarizando incluso hoy lo que supone volar para ella. Otro momento memorable fue cuando con la bendición del propio Sondheim interpretó la parodia de lo que supone cantar canciones del compositor con el título Another Hundred Lyrics. Aunque los nombres que más se repitieron durante la noche fueron los de su amigo Steve y el del director Harol Price, no faltó mención a la inolvidable Angela Lansbury con la que compartió proyecto hace varias décadas. El final, con el citado anteriormente Being Alive de Company, puso en pie al público ante una noche memorable. La guinda del pastel la puso para unos cuantos privilegiados la charla que mantuvo la artista con todo un experto en el legado de Stephen Sondheim: Alberto Mira. En resumen, una noche memorable para los amantes del teatro musical que esperamos tenga continuidad de alguna forma en la programación del Teatro Real y de la Fundación de Amigos del Teatro Real.

«Muerte en Venecia»: Las últimas notas de Benjamin Britten

La última ópera de Benjamin Britten, Muerte en Venecia, recibe el aplauso del público en el Teatro Real de Madrid hasta el 23 de diciembre bajo la dirección escénica de Willy Decker y la musical de Alejo Pérez. Esta coproducción del Real junto al Gran Teatre del Liceu de Barcelona, estrenada en 2008, está protagonizada por el tenor John Daszak en el papel protagonista, al que acompaña el barítono Leigh Melrose, que se mete en la piel de hasta siete personajes distintos

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Basado en el relato Der Tod in Venedig (1912) de Thomas Mann, en la ópera Muerte en Venecia el escritor Gustav von Aschenbach, alter ego del compositor, camina inexorablemente hacia la muerte, cautivado por la jovialidad de Tadzio, encarnación de la belleza, el erotismo y la eternidad. Esta obra está tejida en 17 escenas, presentando una serie de complejos motivos musicales con una orquestación que se articula alrededor de los monólogos reflexivos del protagonista. La puesta en escena del Real tiene su mayor cualidad en la capacidad de crear impactantes, oníricas y sugerentes imágenes que quedan al instante instaladas en la psique del espectador. Sin embargo, la música de Britten, al menos en mi caso, no me terminó de convencer, o más bien… me dejó un tanto frío.  El recitativo ad eternum en que se sume el protagonista, aunque eficazmente ejecutado por el tenor John Daszak, no  tuvo la cualidad de conmoverme, cosa que sí pareció ocurrirle a buena parte del respetable que aplaudió con efusividad la partitura de Britten. Sea como fuere, Muerte en Venecia es una nueva muestra de que para ver una ópera en nuestro país la mejor opción es acercarse a este coliseo artístico.

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