Al amanecer todo habrá acabado.

Espero que Los días no vividos encuentre su lugar. El director, Alfonso Cortés Cabanillas, tiene un espíritu ochentero  maravilloso, que bebe de Spielberg o Zemeckis. Mueve mucho el corazón esta película. Mi personaje es maravilloso, en las peores circunstancias saca lo mejor de si mismo.

Javier Godino, protagonista de Los días no vividos.

Un grupo de ancianos celebra que todo se acaba, ya no son los únicos condenados. Es como si, de alguna forma, el fatídico destino de la humanidad les hubiese inyectado un chute de energía. Cuando todo está a punto de acabar, las calles se quedan desiertas. Nadie sabe cómo ocurrirá todo, pero lo cierto es que parece poco probable que la situación pegue un giro inesperado en el último momento. Obama ya ha comparecido ante los medios. Las comunicaciones son cada vez más escasas, no hay cobertura y sin internet el pueblo vive en un aislamiento absoluto. Solo algunos escépticos no creen que todo vaya a acabar como un hombre que desde la barra de un bar cerrado por el fin del mundo, apura sus últimas monedas en una máquina tragaperras acompañado de unos cuantos copazos y es que a partir de la segunda ya todo deja de tener importancia. Héctor Colomé se desgarra emocionalmente para interpretar a este alcohólico atormentado que pasa sus últimas horas entre el ruido incesante de una hipotética combinación que le permita ganar el premio gordo de la maquinita. Y son en esos momentos de último aliento cuando el ser humano tiene necesidad de redención. Eugenio (Mariano Venancio) es empujado por su hijo Jaime (Asier Etxeandia) a vivir esas últimas horas junto con algunas de las personas más queridas de su vida. Juntos podrán purgar sus penas y pensar en los momentos no vividos. En una relación sentimental, la de Jaime, que termina en lo más alto. Etxeandia vuelve a demostrar una vez más qué clase de actor es con este Jaime que pone buena cara cuando las cosas van mal. Pero, en el fondo, es el más inseguro, el más débil. Se derrumba ante su amigo del alma cuando le dice «Me he preguntado ¿Qué es lo que quería hacer? Y solo se me ocurría llorar». Y la rabia y la impotencia corren por sus venas en el último encuentro con su ninfa que se entrega a él en cuerpo y alma. El actor que ha enamorado esta temporada con El intérprete, proyecto en el que también ha colaborado La Caña Brothers,  vuelve a hacer una construcción de personaje con aristas, lleno de recovecos emocionales, que vuelve a cautivar. Así hablaba con pasión sobre este proyecto DESDE MI BUTACA: «Es una de las cosas más bonitas que he hecho en mi carrera. Teníamos un equipo que me ha sorprendido mucho y me ha hecho creer que todo es posible. Gente que se dedica al cine solo por amor uniendo fuerzas en una especie de factoría, hecho todo con mucho amor y una honestidad alucinante. Estoy muy orgulloso de haber trabajado en ese proyecto de La Caña Brothers».

Javier Godino y Asier Etxeandia en una escena.
Javier Godino y Asier Etxeandia en una escena.

Su mejor amigo, su cómplice es David que en manos de un actor de un sobrado talento como es Javier Godino coge una hondura que vuelve a emocionar al público. Les acompañan en este último día actores como el maravilloso Mariano Venancio, Ingrid Rubio, una actriz cada días más  emocionalmente sobresaliente, y Ruth Díaz, intérprete a la que sigo la pista desde hace ya unos cuantos años y que trabajo tras trabajo sigue demostrando su valía interpretativa. Es esta una película de una atmósfera asfixiante, hecho al que de alguna forma ayuda el escaso presupuesto con el que contaron para este proyecto, haciendo de la necesidad virtud. Todo un ejercicio de estilo, de cine de autor, que vuelve a demostrar que los nuestros se desenvuelven con soltura en todo tipo de géneros. Actualmente en emisión exclusiva para Canal +, esperamos que pronto se pueda disfrutar Los días no vividos en plataformas digitales y en formato físico.

Carmen Ruiz: "La magia del teatro está en la respuesta del público"

Señores directores de casting, queremos ver a Carmen Ruiz con un bombín al son del jazz en un espectáculo que emule los musicales de Bob Fosse. Currículum intachable. Televisión con series de éxito como Mujeres o Con el culo al aire. En teatro ha trabajado en montajes como La cantante calva. Y hasta tiene experiencia en cine. La han podido ver, por ejemplo, en Fin, compartiendo escenas con Maribel Verdú. Actriz versátil y de una naturalidad expresiva que siempre emociona, camaleónica, es capaz de adaptarse a cualquier medio sin pestañear. Si quieren verla en directo, no se pierdan No se elige ser un héroe, una brillante tragicomedia de David Desola que dirige Roberto Cerdá.

Llevabas un tiempo sin hacer teatro, ¿Qué te atrajo de No se elige ser un héroe?

Así es, llevaba unos dos años sin hacer teatro. Era imposible combinarlo con Fin y Con el culo al aire. Me ofrecieron este proyecto hace tiempo, pero quedó paralizado. Me gustó que eran personajes muy reales, que en un momento dado daban un giro a lo que aparentemente son. El conflicto sobre lo que llegarías a hacer por dinero también me atrajo. Con la crisis, este tema pasa aún más a primera plana. Otra cosa que me encanta es la construcción de los personajes. Ni los buenos no son tan buenos como parece ni los malos son tan malos. Es una comedia con un toque dramático muy potente. Además, he tenido la suerte de poder ensayar sin problemas. Los ensayos me coincidieron con un descanso del rodaje de la serie. Si he dicho que no a otros fantásticos proyectos teatrales ha sido por no tener tiempo material para el proceso de ensayos. Además, el equipo artístico y humano ha sido fantástico. Hemos tenido un director, Roberto Cerdá, que nos ha hecho enfrentarnos a nosotros mismos como actores. Ha sido un proceso muy enriquecedor.

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Roberto Cerdá os ha dirigido, pero habéis contado también con Carlota Ferrer para definir los movimientos…

Carlota ha sido un apoyo muy importante para nosotros. Son personajes muy ‘físicos’ especialmente en el caso del personaje de Mirta, para el que se trabajó el movimiento de una emo con la muñeca rota. Yo interpreto a una actriz soberbia, y esa actitud física ante la vida y ante los demás la he tenido que trabajar junto a ella. Todo este trabajo ha ido muy unido al de Roberto. Ellos se entienden muy bien. Nos ha hecho estar conectados como equipo. Hemos trabajado tanto con ella que antes de cada representación hacemos ‘carlotismos’, ejercicios de preparación en grupo para adentrarnos en esta historia tan asfixiante. Tenemos una asfixia interna, no se trata de una materialización física en el sentido de sudar mucho, sino de sentimientos reprimidos que llevamos dentro.

Casi casi comenzaste con La Cantante Calva, una obra de Ionesco con nada menos que Yllana…

Se me ponen los pelos de punta de recordarlo. Conservo muy buenos amigos de aquella experiencia y, además, fue mi primera gran experiencia profesional. Yo estaba muy nerviosa. Hice de la Señora Martin y al casting se presentaron más de 300 personas. Pensaba que no me iban a coger, pero la experiencia con Yllana fue tan divertida… Con el director, Joe O’Curneen, lo pasamos muy bien. Fue una verdad aventura, conseguimos unir formas de trabajo muy distintas, aprendimos mucho los unos de los otros.

Y de repente, tu cara se hace conocida gracias a la serie Mujeres, ¿Crees que ha sido la clave del éxito de tu carrera?

Se empezó a emitir a la vez que Yo soy Bea, pero lo cierto es que me cogieron para hacer el serial gracias a Mujeres. Tengo mucho que agradecerle a ese maravilloso equipo con Dunia y Félix a la cabeza. Es una serie que llevo en mi corazón, fue mi primera experiencia televisiva. No había hecho ni un episódico, supuso para mi un máster en el campo del audiovisual. Luego llegó una serie diaria como Yo soy Bea e ¡Imagínate la mili que hice yo con esa serie! Desde entonces, he tenido parones, pero me ha sonreído esta profesión de una forma impresionante la verdad.

Has encadenado diversos trabajos televisivos como Con el culo al aire, llena de personajes tan propios de la picaresca española…

Desde luego. Son personajes que parecen sacados de la picaresca española. Son personajes que se buscan la vida, muy reales. Me encanta mi personaje, Eli, y sobre todo por la oportunidad que supone después de un personaje tan distinto como el de Elena en Cuestión de sexo, cuyos guionistas son los mismos que los de esta serie. Es muy segura, macarra. Me pareció un caramelo de personaje que no podía rechazar. Ese buen rollo que transmiten los personajes, lo tenemos también entre nosotros en el rodaje. Somos muchos y bastante bien avenidos. Somos un equipazo.

Supongo que grabar en un camping real convierte a la experiencia en algo muy especial…

Desde luego. Hemos parado la grabación el 25 de julio, pero nos faltan cinco capítulos de la temporada por grabar. En agosto, el camping tiene overbooking con las vacaciones. En julio hemos tenido de espectadores a los turistas que pasan unas semanas allí. Depende mucho de las inclemencias del tiempo. Pasamos muy mal el frío del invierno. Hemos estado a dos grados bajo cero con manga corta, pero bueno son gajes de este oficio que te hace grabar las escenas de verano en pleno invierno. El calorazo del verano lo soportamos un poco mejor la verdad.

Y has vuelto a coincidir con Raúl Arévalo en el cine y nada menos que en la Gran Manzana con La vida inesperada, ¿Cómo ha sido ese rodaje?

Ha sido una experiencia muy bonita. Hemos tenido cinco semanas de rodaje en Nueva York. A Raúl le conozco hace unos 15 años, desde que estudiamos juntos en Cristina Rota. Hemos hecho mucho teatro juntos, pero nunca pensamos que nos ‘liarían’ en el audiovisual. Encontrarnos en esta película ha sido como un sueño. Nos hemos dado cuenta de lo afortunados que somos por poder vivir de un oficio que amamos tanto.

Con sus compañeros de reparto en "La vida inesperada".
Con sus compañeros de reparto en «La vida inesperada».

De nuevo, te ha vuelto a dirigir Jorge Torregrosa tras la experiencia en Fin…

Lo conocía desde Mujeres, donde dirigió algunos episodios. Sabe mucho de la parte técnica, pero también del trabajo con los actores. Sabe lo que necesita y cómo transmitirlo. Lo quiero mucho y es un director estupendo.

Mutis a escena es una empresa pequeñita que ha apostado por un proyecto tan complejo como No se elige ser un héroe, ¿No es una verdadera locura en estos tiempos tan difíciles?

Es una gente maravillosa, muy apasionada del teatro. Han hecho un gran esfuerzo para sacarla adelante. Nos tratan muy bien. Si está en pie es gracias a su tesón y a su lucha. Tengo muchas ganas de hacer temporada en Madrid. Es un trabajo muy bonito, del que estamos muy orgullosos.

¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Carmen Ruiz?

Es el que hace al actor. Cada día te enfrentas a un público nuevo y no se puede cortar ni repetir. El aquí y ahora es lo que da sentido a nuestro trabajo y eso solo lo consigues con el teatro, que es la raíz de esta profesión. Te hace estar abierto a cualquier tipo de medio. Creo que los actores no debemos ser encasillados en un medio concreto, sino adaptarnos. El que se adapta es que el sobrevive como actor. La magia del teatro reside en la respuesta del público. El teatro está vivo, es como la vida.

¿En qué momento se te metió el veneno del teatro dentro del cuerpo?

Desde pequeña he sido muy teatrera. Estaba siempre en las funciones del colegio. Luego la vida me llevó por otros derroteros. Lo que si es cierto es que un día me di cuenta que no podía seguir con un trabajo rutinario metida entre cuatro paredes mirando la pantalla de un ordenador. Empecé a formarme entonces y no he dejado de hacerlo, pienso que un actor debe estar reciclándose constantemente. Necesitamos buscar sucursales expresivas diferentes. Para mi los actores ingleses son el ejemplo a seguir, en constante reciclaje de su talento.

Con Juanjo Artero en "No se elige ser un héroe".
Con Juanjo Artero en «No se elige ser un héroe».

La televisión te da la oportunidad de entrar en las vidas de millones de espectadores todas las noches, ¿Ha sido la popularidad algo negativo para Carmen Ruiz?

La verdad es que no, solo encuentro muestras de cariño. Lo más curioso de la popularidad es que hay gente que me recuerda por todo lo que he hecho. Mi nombre no se lo saben, pero me enumeran todos mis trabajos. La gente es muy cariñosa. El papel de Eli gusta mucho, es muy gamberra y muy libre.

¿Te ha cambiado en algo tener una carrera a tus espaldas?

Desde luego que no, pienso que soy la misma que dio sus primeros pasos en la escuela de Cristina Rota. Eso sí, ahora me doy cuenta de todo lo que me queda por aprender. A medida que avanza mi camino en la interpretación, soy más consciente de mis carencias.

¿Con qué proyectos sueña Carmen Ruiz?

He tenido mucha suerte de encadenar proyectos maravillosos. En octubre empiezo a rodar la nueva película de Vicente Villanueva que se titula Móstoles no es lo que parece o la importancia de llamarse Encarna. Mi triunfo sería no dejar de trabajar nunca. Me encantaría hacer algo tipo Bob Fosse, un trabajo muy completo, dándolo todo en escena. Estaría dispuesta a prepararme musicalmente a tope. Me encantaría hacer una película de época, del siglo XVIII que me parece interesantísimo. Incluso estaría encantada de hacer algo muy friki, ¿Por qué no hacer una película de artes marciales? En definitiva, algo que me divierta y que me suponga todo un reto. No hay nada más maravilloso que esos musicales en los que el público está contigo bailando y cantando al unísono. Desde luego tendría que ponerme mucho las pilas, pero soñar es gratis.

Giuseppe Tornatore: "Es de sabios olvidarse de los premios al día siguiente"

A la entrada de los Cines Palafox se exhibe un proyector de 35mm. Se para delante alguien que declara abiertamente: «Amo el cine en 35 mm». Giuseppe Tornatore consiguió el éxito internacional con Cinema Paradiso, una emotiva cinta que emocionó a crítica y público. Desde entonces, se ha convertido en todo un icono. Los periodistas que acuden al pase de prensa empiezan a pararle desde que hace su entrada en los cines madrileños. Le piden autógrafos y fotos. Derrocha simpatía ante la inesperada avalancha de fans. Viene a España a presentar La última oferta, su última cinta que llegará a las pantallas mañana viernes.

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En su nueva cinta, Tornatore apuesta por una mezcla de géneros compleja, apuesta por un historia a medio camino entre la intriga y el drama romántica. Además, aprovecha para reflexionar sobre el mundo del arte comparándolo con el del amor. Hay un misterio interior en cada obra de arte de las que tasa el protagonista. Geoffrey Rush es un hombre seco, que vive por y para su profesión. Una trabajo interpretativo de una hondura y profundidad encomiables. Según comentaba el propio Tornatore: «Rush es un actor que trabaja mucho el personaje». Se nota también el cariño por el personaje de Tornatore en lo bien definido que está. Y es que admitió en la rueda de prensa que el personaje del tasador estaba en su mente desde hacía una década. Imagen esencial en la cinta es el primer encuentro que tiene este solitario personaje con esa sala llena de retratos femeninos. Ellas son su obsesión, que le sirven para curar esa herida tan profunda que no le permite tener contacto con el exterior… y mucho menos con el amor. Todo su mundo milimetricamente programado cae por su propio peso cuando recibe una misteriosa llamada. Una mujer cuya identidad tardará en conocer. Y a partir de ahí vamos descubriendo nuevos detalles de este laberinto narrativo de bellísimo y, hasta cierto punto, esperanzador final. Es difícil hablar de ella sin hacer spoiler, simplemente les digo que si quieren ver una película llena de sensibilidad, que no de sensiblería barata made in hollywood, ésta es su película. Tornatore ha apostado fuerte, su última oferta es una película de narrativa compleja llena de recovecos, que poco tiene que ver con su laureada Cinema Paradiso. Y la banda sonora vuelve a ser de ese maestro llamado Ennio Morricone. La clave de sus bandas sonoras está en que «Asocia las imágenes a la música». Consigue captar el sonido de las imágenes.  Y la última oferta del director de Baaria me «atrapa», me lleva a un universo tan personal que me  llegó a emocionar. Una última frase del maestro para cerrar este artículo: «El secreto está en dirigir cada película como si fuese la última». Este humilde creador de historias encandiló a los periodistas en más de una hora de rueda de prensa que se hizo incluso corta, por algo será… Después tuvo fila para autógrafos y fotos, pocas veces lo he visto en un pase de prensa…

¿Cómo hacer un buen blockbuster y no morir en el intento?

Dícese Blockbuster al producto cinematográfico creado para reventar las taquillas. Esta semana he asistido a dos ejemplos de este tipo de cine, pero con dispar suerte. El bodrio se llama After Earth y el bendito entretenimiento se llama Star Trek, En la oscuridad. Asisto el martes perplejo a la proyección de la primera. Títulos de crédito y no se menta el nombre del director. Mal andamos. Y sobre todo si se trata del otrora gurú del cine norteamericano M.Night Shyamalan. La verdad es que no me extraña, yo tampoco me querría responsabilizar de tamaña basura filmíca. Padre e hijo se quedan solos y, nada, pues lo de siempre viaje por la supervivencia y, muy de Pascuas a Ramos, un poco de espectacularidad. El padre no cambia el rictus en toda la película y el hijo sufre de afectación excesiva. Sí, son los Smith. Will se ha empeñado en convertirlo en una estrella y lo hace con esta película cuyo guión brilla por su ilimitada capacidad de llevarnos hacia al aburrimiento más absoluto. Y así nos tiramos hora y media, menos mal que no es larga, viendo como el niño se da un paseo por esa tierra de nadie llena de monos salvajes, culebras y-  ¡ojo al dato!-  se sumerge en una cueva con pinturas que imitan ¡ALTAMIRA! Ver para creer, creer para ver. Mi querido Shyamalan, vuelve a hacer cine con mayúsculas, con lo que yo te admiraba… Aún recuerdo cuando  le conocí en la promoción de La trampa del mal, encima el tío parece buena gente, ¡Qué rabia que se desperdicie el TALENTO con bochornosos productos de encargo!

Y al día siguiente, por fin, pude ver algo bueno en este mundo de filmes ‘palomiteros’. Primero, una confesión: No había visto ninguna película de Star Trek. Confesiones aparte, solo por la arrolladora escena de arranque de la película ya merece la pena ‘tragarse’ las más de dos horas de película que, dicho sea de paso, no se hacen muy largas. Y no se hacen pesadas simplemente por tener un guión trepidante que no deja respiro al espectador. Sí, a un blockbuster de ese tipo se le pide ESPECTACULARIDAD y de eso sabe, y mucho, el señor director, J. J Abrams.  Y además los actores están fantásticos y ponen el doble de emoción  en una mirada que Will Smith en toda la película anteriormente citada. La clave de su éxito es que no nos deja de sorprender, que cuando creemos que esta historia acaba, aparece otro elemento que echa abajo la partida perfecta, que no termina de llegar el happy end y no nos importa. Sí, es muy entretenida, ¿Qué más se le puede pedir?

Esta misma mañana he visto un pesadísimo thriller sueco con ínfulas de pretendido cine de autor que nos regala una historia que por truculenta no deja de hacerse aburrida en sus dos horas de metraje. Se llama El hipnotista. Hay momentos en que coge ritmo, pero en la mayor parte del filme tienes la sensación de que estamos ante una película tediosa, que de lo rebuscada que es en ocasiones se pierde en su propia narración. A Carlos Boyero, hoy presente en la sala, parece que le gustó en su día pero me apunto una frase de su crítica de 2012: «Decae a veces por lagunas o cosas mal explicadas en el guión», ¿Qué hay más importante que un buen guión? Vale, que crea atmósferas desasosegantes hasta la náusea, pero ¿Solo con eso se puede contar una buena historia?

Sin vencedores ni vencidos…

la-mula-2013-04b-secun-de-la-rosa-mario-casasHabía una vez un país que no dejaba de perder a esos actores que han servido a los planos secuencia de las películas de Berlanga para llenar con sus pequeñas intervenciones la pantalla. Ellos eran protagonistas de la película un rato y eclipsaban a la pareja protagonista. Había una vez una película maldita, que se tubo que firmar como ‘Anónima’ por estar firmadas entre un reputado director, que abandonó el barco, y un hombre enmascarado. Nada de lo que les cuento es producto de mi imaginación, ocurrió tal cual. Tras varios años intentando estrenar La mula, este mismo viernes se ha estrenado con, en mi opinión, demasiado modesta acogida. Un séptimo puesto en la taquilla para una película que ha costado sudor y lágrimas sacar adelante es casi un insulto a la inteligencia, y encima tiene al huracán publicitario Mario Casas de prota, ¿Por qué menospreciamos tanto nuestro cine?

Vamos a quitarle el anonimato. La película la firma Michel Radford… Con un planteamiento totalmente berlanguiano, La mula fija su mirada en el bando nacional, el de los supuestos vencedores en la Guerra Civíl, fija su mirada en el animal y en los héroes anónimos de la contienda. El humor y el planteamiento recuerdan a La vaquilla, pero sin duda el desarrollo de la trama es más amable, menos punzante que el guión de Berlanga. El protagonista, Mario Casas, firma uno de sus mejores papeles. Siempre que sale del patrón de protagónico chuleta y ligón que le impone la industria cinematográfica, lo borda. Ya lo hizo en Grupo 7 y Carne neón. Y no, no se quita la camiseta para lucir palmito en mitad de la Guerra Civil. Cual Quijote en mitad de la batalla contra los molinos, su Juan Castro busca en mitad del bombardeo a su mula, su confidente animal. Le acompaña su Sancho particular, su escudero en mil y una batallas. Y de nuevo Secun de la Rosa nos atrapa. Sí, señores, es un digno heredero de actores de estirpe cual José Luis López Vázquez o Alfredo Landa. Construye en El Chato, un personaje muy humano, de esos a los que coges cariño.  Un aspecto que también comparte con las cintas de Berlanga es el protagonismo de los maravillosos secundarios. Empezando por Maite Sandoval, una actriz que los amantes de las tablas tenemos la suerte de disfrutar en los montajes de Los Ulen. Doña Concepción no ve un buen partido a Juan para su hija, pero cuando se convierte en héroe por azar, le mirará con otros ojos. Luis Callejo, Antonio Gil y Eduardo Velasco siempre lo dan todo en cada trabajo, ya sean protagonistas o meras comparsas. Tres actores curtidos en las tablas, ¡Cómo se nota!, que nos regalan momentos inigualables en cada intervención.Y ¿Qué decir de la maravillosa Pepa Rus cuando se junta con su amorcito Secun? Que se crea la magia, otra actriz que podría emular a Gracita Morales o a la gran Rafaela Aparicio.

Y además, el guión no es maniqueo ni partidista. Todos los personajes viven sumidos en mitad de la sinrazón de la guerra. No tenemos la sensación, como en otras películas de similar cuño, de que nos están dando el discurso partidista. Y esa es una de las claves de que esta mula galope a buen  ritmo. Es divertida, con ciertos giros ingeniosos y hay unidad en la narración a pesar de la consabida llegada del director enmascarado.

Ninguna de los tres grandes trabajos de Casas ha sido un bombazo en taquilla y sí otros títulos de dudoso interés cinematográfico, cuanto menos curioso. En esta película también debería ser un aliciente su presencia, hace un gran trabajo, esperemos que la taquilla mejore en los próximos días gracias a las mario adictas. Vayan ustedes a verla, merece la pena. Sí, es de la Guerra Civil, pero es muy divertida, ¿Hay mejor medicina para estos tiempos que una buena ración de risas?

Y si les apetece una ración doble de buen cine, no se pierdan la imaginativa Stoker. Les aseguro que no han visto nada igual. Tirando de guiños a referentes como Hitchcock se crea un universo cinematográfico nuevo, que te envuelve en una espiral narrativa de la que no serás capaz de escapar. Ha entrado en sexta posición en taquilla.

Andrés Vicente Gómez e Inma Cuesta, unidos por "¡Ay, Carmela! El musical"

Andrés Vicente Gómez es una de las figuras clave en la producción cinematográfica española. Responsable de éxitos como ¡Ay, Carmela! y Belle Epoque, que podría ser su próximo musical según confesó en la rueda de prensa de su nuevo proyecto, debutó en la producción teatral con El último jinete, un musical que esperan que se estrene en Londres a finales de este año. Ahora, ha recuperado las Variedades a lo fino de Carmela y Paulino para hacerla, aún más, musical. Su Carmela es Inma Cuesta, una actriz con duende que desde el éxito de HNMPL no ha parado de cosechar éxitos y aplausos, como los que recibirá cada noche en el Reina Victoria. Carmela está de vuelta.

Andrés, ¿Por qué cree que el teatro no se había cruzado en su camino hasta ahora?

Me daba miedo. Pensaba que necesitaba una especialización. Siendo un hombre de cine meterme en teatro me parecía muy arriesgado y, además, he estado muy ocupado desde 1983 produciendo cine. He hecho unas 120 películas. En algunos años he producido tres películas a la vez. Ahora, me he decidido por lo mal que está el cine. La gente ha perdido el hábito de ir el cine. Ya no se considera cultura, es puro entretenimiento. Hay que hacer cine competitivo con las grandes producciones de Hollywood. El teatro me parece interesante por ser más colaborativo que el cine. En el cine, el director es el amo y señor de todo, que incluso puede destrozar el guión. En el teatro, el libreto, la palabra escrita es sagrada. Aquí el músico tiene tanta importancia en su sector como el director en lo suyo. En El último jinete teníamos a Yvonne Blake para el vestuario y ella se encargaba de toda esa área. Aquí el director y el productor lo que hacen es simplemente coordinar todas las secciones, creando una cierta armonía.

Inma, Nombres como el de Carmen Maura o Verónica Forqué estarán siempre ligados a Carmela, ¿Impone pensar en las actrices que la han interpretado?

Evidentemente, cuando una piensa en las actrices que han interpretado a Carmela, una siente un poco de vértigo. Eso sí, cuando te pones en manos de Andrés y deposita su confianza en ti, tienes la sensación de que estás construyendo otra Carmela.

¿Qué les ha atrapado de un proyecto como ¡Ay, Carmela! El musical?

Andrés: Me atrapa la música. Hemos conseguido una versión mucho más accesible para el público. No se necesita conocer el contexto de la Guerra Civil para entrar en nuestra historia. Es una historia que podría pasar en cualquier otra parte del mundo.

Inma: He aceptado por ser un tipo de musical muy diferente al Hoy no me puedo levantar. Es un concepto muy diferente. Es un texto maravilloso y de la mano de Andrés y Javier, hubiese sido un error decir que no. Además, el personaje es un regalo. Ha sido un experimento de teatro musical español, muy diferente a lo que estamos acostumbrados.

DSCF3299Andrés, El último jinete se estrenó en España con la idea de estrenarlo después en Londres, ¿Cuándo dará el salto al West End?

Estamos preparando el espectáculo para llevarlo a Londres. Allí hay que tenerlo todo muy ajustado. Ten en cuenta que hay obras que pasan de cinco a veinte años en cartel. Tenemos la posibilidad de un teatro. Estamos introduciendo muchos cambios en el libreto: En el final, en los hechos históricos y sobre todo haciéndola más ‘digerible’ para el público occidental. La música sí que la vamos a respetar. Espero poder estrenar a finales de este mismo año.

El libreto fue muy criticado en su estreno en Madrid…

A: Ha sido lo más criticado desde luego. Contamos una historia que ocurrió hace 150 años en el desierto, en una zona del mundo que desde nuestra mirada como occidentales no terminamos de entender. Ni siquiera geográficamente, ya que eran otros países e incluso se fundaron otros más tarde. Nosotros nos situamos en la época de la dominación otomana y meter todo eso en un espectáculo de dos horas era realmente difícil. Vamos a simplificar todos esos hechos en esta remozada versión del libreto.

¿Cómo ha cambiado la vida de Inma Cuesta desde el éxito de HNMPL?

I: Ha cambiado totalmente. Fue mi primer trabajo y después vinieron muchas otras oportunidades que han completado mi recorrido profesional. A nivel personal era una Inma que llegó a Madrid con la maleta llena de sueños y de ganas y eso no lo he perdido. Estoy muy feliz con todo lo conseguido.

Al igual que Javier ha combinado la obra con Águila Roja

I: Me he sentido muy arropada por el equipo de dirección de Águila Roja, pero ha sido durísimo. Me levantaba a las seis de la mañana, iba a rodar la serie, comía y después iba a ensayar. Llegaba a mi casa y me sentía casi como un mueble y ahora nos pasa factura este nivel de estrés al que hemos estado sometidos estos meses.

¿Te da tiempo a compaginar la obra y la serie con otros proyectos?

I: Sí. He rodado una comedia con Javier Ruiz Caldera, Tres bodas de más, que se presenta en Málaga.

Andrés, ¿Por qué productor?

Quizás por ser uno de los oficios más desconocidos. La gente no sabe a qué se dedica el productor, pero para mi, es una forma de vida, una pasión. Es realmente fascinante esta profesión. 

Reflexiones sobre el artista en tiempos revueltos

En esta reseña conjunto nos vamos a referir DESDE MI BUTACA a tres montajes teatrales y una película que ahondan en el carácter del artista, en unos tiempos en los que la cultura ha dejado de ser una prioridad, ¿Realmente alguna vez lo ha sido?, para la clase política que maltrata al arte con un despiadado 21% de I.V.A Voy a referirme a Ay Carmela, Por los ojos de Raquel Meller, El fántastico Francis Hardy, Curandero y El Payaso en orden en que disfrutamos de estas bellísimas propuestas.

El pasado martes, Andrés Vicente Gómez, con el que hablamos y cuya entrevista pronto podréis disfrutar DESDE MI BUTACA, presentó ante los medios ¡Ay, Carmela!  La novedad es que ahora es un musical, aunque en realidad la obra de Sanchis Sinisterra siempre ha tenido algo de musical. Es una de las obras más representadas en las últimas décadas y aún guardo en la retina la reciente producción con esa bestia escénica maravillosa que es Santiago Ramos. Para esta versión musical se han escogido dos actores que atraen a mucho público por sus papeles televisivos, pero eso da igual. Lo importante es que son unos soberbios actores. Javier Gutiérrez demuestra en cada montaje que ha nacido para la escena. Es un Paulino delicioso, divertido, que coge el testigo de sus predecesores y brilla, cosa que no por habitual en su caso deja de sorprendernos. No canta mucho, pero lo compensa con desparpajo y TABLAS.  Inma Cuesta enamora gracias a su voz, que emana ‘duende’, que enamora. Está la esencia de la maravillosa obra de Sanchis y si la excusa para recuperarla es este remozado musical con adaptación del gran José Luis García Sánchez, bienvenido sea. Siempre hay motivos para recuperar la historia de estos dos maravillosos cómicos de la legua y más ahora que tantas penurias está pasando el mundo del teatro. Y por supuesto, también es un ejercicio teatral de memoria histórica como la obra original, no nos olvidemos. La firma de Andrés Lima se nota sobre todo en una dirección en que todos los actores están a la altura.

Cuando uno va a ver algo de la calidad de Por los ojos de Raquel Meller se pregunta cómo es posible que algo así no tenga mayor visibilidad. Es el ejemplo perfecto de que existe la excelencia artística en algunas salas de Madrid. La Sala Tribueñe defiende el teatro hecho con ñ, el de nuestras raíces. Nada a contracorriente, recupera la figura de un cupletista famosísima en estos tiempos en que todo lo que suene a «españolidad» tira para atrás a parte del respetable. «Si quiere conocerme el rey, que venga al teatro. Hay la misma distancia de aquí a palacio que de palacio a aquí». De costurera humilde a estrella internacional que llegó a protagonizar varias películas. Se dice que actuó delante de grandes estrellas e influyentes personajes de la vida pública de la época. Una artista que se construyó un personaje, una diva en toda regla: «No conozco más artistas que yo misma», llega a afirmar en un ataque de sinceridad en la brillante puesta en escena de Hugo Pérez. Por los ojos de Raquel Meller demuestra que se puede hacer un musical genuinamente español, sin depender unicamente de franquicias traídas de Broadway y Londres. Aclarar también que no es un biopic al uso, sino una mezcla de hechos históricos con meras invenciones y maravillosas ensoñaciones nacidas de la creativa mente de Pérez que funde en algunas escenas a la Meller joven y anciana. Un montaje que es todo un ejercicio de estilo con unos intérpretes sensacionales, una escenografía  y un vestuario imaginativos y coloristas y un conjunto al nivel de cualquier espectáculo «grande» de la Gran Vía.

Lo mismo se podría decir del trabajo que hacen en el Teatro La Guindalera. Ayer por fin tuve la suerte de una de las sensaciones teatrales de la temporada pasada. El fantástico Francis Hardy. Curandero. Con un texto brillante y tres intérpretes que lo dan todo en el escenario. Un teatro esencial, en que la palabra pasa a primer término gracias a la emoción contenida de tres sobresalientes intérpretes. La obra se vertebra a través de varios monólogos en que los tres intérpretes miran de frente al público en la acogedora sala de la que nos despediremos brindando con los actores con un licor de guindas. Este curandero, al que da vida Bruno Lastra , encandila al público, nos mira a los ojos y nos engatusa cuando nos cuenta cómo descubrió ese don que le ha convertido en «artista» y que tanto ha hecho sufrir a su querida Grace. Vive absorbida por la ficción de Frank: «Soy uno de sus personajes de ficción. No se si podría vivir sin su sustento» confiesa desgarradamente antes de contarnos un hecho trágico del pasado que la ha marcado. María Pastor es una actriz magnética, pura emoción, a la que desde el momento que pisa el escenario he visto inevitablemente como la dignísima sucesora de Vicky Peña. Vive sumida en un pasado en el que ella desaparecía para su marido cuando la actuación comenzaba al son de The way you like tonight. En ese momento, ella se sorprendía admirando a ese miserable charlatán. ¿Qué debe tener un artista? se plantea el representante de Frank: Ambición, talento y no saber cómo funciona ese talento. Una gran reflexión sobre los artistas en manos de un intérprete, Felipe Andrés, dotado de un talento interpretativo superlativo. Muy cómodo cuando nos aligera la «densa» función hablando de sus clienta que hablaba palomo, pero con la emoción a flor de piel cuando los recuerdos brotan de nuevo. Y todo lo hacía Frank, incluido ese daño que corroe a su querida esposa, por buscar la excelencia como artista. Sí, él buscaba desde lo más hondo de su ser la excelencia que le granjease el aplauso del público. Una excelencia que consigue el equipo de La Guindalera con esta verdadera obra de arte.

El payaso hace reír al público, pero ¿Quién hace reír al payaso? Cada tarde antes de la función, los payasos tienen que conocer los nombres del tonto del pueblo, el alcalde y algún chismorreo para hacer alguna gracieta. Un ritual que se repite una y otra vez en esta tribu de nómadas solitarios que presenta la película El payaso. Nuestro protagonista hace reír al público, pero él tiene otras ambiciones. Quiere tener un domicilio fijo, una mujer y… un ventilador. Un ventilador al que me mira fijamente en su imaginación, mientras se lleva el viento el polvo del caluroso camino, ¿Hacia dónde le llevarán sus aspas? Hacia un pueblecito, Passos, que se convierte en su particular Meca, en la que encontrar la felicidad. Dotada de un humor caústico, esa escena con el alcalde y su hijo «artista» es para recordar tanto como la del jefe de policía y la muda del pelo de su gato, El payaso es una película que llega al alma del espectador en cada fotograma con estos maravillosos personajes circenses que despertarán la simpatía del espectador, ¿Quién dijo que el circo había muerto?

Entrevista a Javier Gutiérrez: "No hay nada comparable a la emoción del público a cinco metros de ti"

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Javier Gutiérrez es un actor discreto. Considerado por muchos, incluido su amigo y director Andrés Lima, como uno de los nombres imprescindibles de su generación, Gutiérrez pasa desapercibido a las puertas del Reina Victoria. Es innegable que se ha convertido en una gran estrella de la pequeña pantalla, pero eso no le ha hecho renunciar a lo que quiere, subirse a un escenario con sus amigos de Animalario o regalarnos uno de los mejores trabajos de la temporada en El traje. No se da importancia cuando recibe una alabanza por su trabajo, que casi recibe con la cabeza gacha. Debuta en el musical, aunque no canta apenas por respeto a los profesionales que llenan de dignidad el teatro musical. Estamos sentados en una butaca del Reina Victoria, cerca de la que otro Paulino del pasado, Manuel Galiana, recibiría unos días después a manos de Enrique Cornejo. Desde mi butaca veo que en un futuro no tan lejano, él también, como los grandes tendrá una. Por ahora, no se lo pierdan en ¡Ay, Carmela!, como siempre su trabajo supera todas las expectativas.

Paulino es un personaje al que han dado vida Manuel Galiana, Andrés Pajares o Santiago Ramos, ¿Supone un plus de dificultad contar con esos referentes tan reconocibles?

El mayor reto para mi es ser fiel al texto de Sanchis. Podemos sentirnos muy orgullosos de poder decir que estuvo viéndola y se deshizo en elogios. Que yo quede mejor o peor parado en comparación con los grandes nombres que han interpretado a Paulino me da un poco igual, aunque para mi todos ellos son referentes en esta profesión. Cada uno tiene su forma de entender el personaje. No vi el mítico montaje de José Luis Gómez, pero sí la maravillosa interpretación de Andrés Pajares en el cine. Espero que más allá de comparaciones, el público se sumerja de lleno en esta historia de perdedores que transcurre en la Guerra Civil.

¿Qué se te pasa por la cabeza cuando te ofrecen tu primer musical?

Estaba horrorizado con la idea de cantar. No he visto muchos musicales, pero admiro mucho a los actores que hacen musicales por tener una disciplina tan férrea que es de aplaudir. Yo veía a Marta  Ribera en los ensayos y me preguntaba a mi mismo cómo iba estar yo al nivel de esa artista. Entre Andrés y yo decidimos que cantara poco. Paulino no sabe cantar bien, sino que se dedica a las varietés. Es cierto que se han eliminado algunos números musicales de Paulino que estaban en el texto de Sanchis, pero también otros números como los de magia china.

Pasar de un montaje pequeñito como El traje a este musical, ¿Ha sido muy duro?

Desde luego, estaba muy cansado y además lo he compaginado con la televisión también. Trabajar con Andrés exige un nivel físico muy grande. Ha sido un cambio grande pasar de hacer una cosa artesanal a ésta mi primera incursión en el teatro musical. Se ensaya por partes. Parece que no ensambla del todo ensayar por un lado el texto y por el otro la música, pero al final ha quedado una función de la que sentirnos muy orgullosos. La defenderemos con uñas y dientes.

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A pesar del éxito televisivo no hemos dejado de disfrutar de tus trabajos teatrales durante estos años, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias?

No puedo entender esta profesión sin el teatro. Me ha regalado mis mejores papeles. Trabajo con mis mejores amigos como Animalario y me lo paso realmente bien en las giras. No hay nada comparable a la risa, la emoción y el aplauso del público a cinco metros de ti.

¿Ha llegado a ser una losa la fama televisiva o solo le debes buenas palabras a ese medio?

A la televisión le debo mucho y jamás reniego de mis trabajos en ese medio. En este país se hace muy buena ficción hasta que TVE ha decidido cargársela, ¿Cómo es posible que TVE tenga en el cajón una serie que le ha dado seis millones de espectadores? Son casos muy extraños, que debería analizar hasta Iker Jimenez. Tenemos que estar orgullosos de hacer tan buenas producciones y de que el público responda tan bien a ellas.

¿Sigue conservando Javier Gutiérrez la fe en que Satur va a seguir sorprendiéndote temporada a temporada?

Tengo claro que sin líneas no hay personaje. El actor necesita trabajar con buenos textos. Puedes ser un gran actor, pero sin un buen guión detrás poco vas a conseguir. Satur es un regalo, los guionistas se superan capítulo a capítulo. Es un personaje que te permite transitar de la comedia al drama y eso es algo muy difícil de conseguir en el medio televisivo, donde los personajes suelen ser casi de una pieza. Si a eso le sumas que cada capítulo es casi como una película, la conclusión que sacas es que hacer Águila Roja es muy duro, pero muy gratificante también.

En el cine te has sumergido en el universo de Torrente y hace poco en el de Zipi y Zape…

Me gusta la saga Torrente y Santiago es un buen amigo. Creo que es uno de los grandes genios de nuestro cine. Con Zipi y Zape ha sido una experiencia inolvidable. Aún no la he podido ver, pero hemos tenido a un gran equipo con un director, Óscar Santos, que se lo ha tomado muy en serio. Hemos tenido una producción muy buena. Espero que funcione, que sea uno de los pelotazos del año. Soy el villano de la historia, pero no es un Zipi y Zape como el de los cómics. Rescata más bien el espíritu de El club de los cinco y Los Goonies. Soy el director del reformatorio, Falconeti, con el que he sacado mi vena más despiadada. Soy el terror de los niños.

Te has convertido en uno de los actores más activos de la escena, el cine y la televisión, ¿Te consideras un privilegiado verdad?

Al hilo de lo que decía Montoro, me gustaría romper una lanza a favor del mundo de los actores. Se piensa que éste es un mundo de oropel, que vivimos como marajás. Los que tenemos el privilegio de trabajar, tenemos que hacerlo de una forma muy dura. Quiero decir que como un noventa por ciento de los actores están en paros. No es fácil encontrar un trabajo en estos tiempos. Hay una visión interesada por hacer parecer que somos tan ricos como los galácticos del Madrid. Nadie se cuestiona lo que cuesta el fútbol y nadie cae en la cuenta de que para que un espectáculo como Ay Carmela sea rentable se necesita llenar el patio de butaca a diario.