Había una vez un país que no dejaba de perder a esos actores que han servido a los planos secuencia de las películas de Berlanga para llenar con sus pequeñas intervenciones la pantalla. Ellos eran protagonistas de la película un rato y eclipsaban a la pareja protagonista. Había una vez una película maldita, que se tubo que firmar como ‘Anónima’ por estar firmadas entre un reputado director, que abandonó el barco, y un hombre enmascarado. Nada de lo que les cuento es producto de mi imaginación, ocurrió tal cual. Tras varios años intentando estrenar La mula, este mismo viernes se ha estrenado con, en mi opinión, demasiado modesta acogida. Un séptimo puesto en la taquilla para una película que ha costado sudor y lágrimas sacar adelante es casi un insulto a la inteligencia, y encima tiene al huracán publicitario Mario Casas de prota, ¿Por qué menospreciamos tanto nuestro cine?
Vamos a quitarle el anonimato. La película la firma Michel Radford… Con un planteamiento totalmente berlanguiano, La mula fija su mirada en el bando nacional, el de los supuestos vencedores en la Guerra Civíl, fija su mirada en el animal y en los héroes anónimos de la contienda. El humor y el planteamiento recuerdan a La vaquilla, pero sin duda el desarrollo de la trama es más amable, menos punzante que el guión de Berlanga. El protagonista, Mario Casas, firma uno de sus mejores papeles. Siempre que sale del patrón de protagónico chuleta y ligón que le impone la industria cinematográfica, lo borda. Ya lo hizo en Grupo 7 y Carne neón. Y no, no se quita la camiseta para lucir palmito en mitad de la Guerra Civil. Cual Quijote en mitad de la batalla contra los molinos, su Juan Castro busca en mitad del bombardeo a su mula, su confidente animal. Le acompaña su Sancho particular, su escudero en mil y una batallas. Y de nuevo Secun de la Rosa nos atrapa. Sí, señores, es un digno heredero de actores de estirpe cual José Luis López Vázquez o Alfredo Landa. Construye en El Chato, un personaje muy humano, de esos a los que coges cariño. Un aspecto que también comparte con las cintas de Berlanga es el protagonismo de los maravillosos secundarios. Empezando por Maite Sandoval, una actriz que los amantes de las tablas tenemos la suerte de disfrutar en los montajes de Los Ulen. Doña Concepción no ve un buen partido a Juan para su hija, pero cuando se convierte en héroe por azar, le mirará con otros ojos. Luis Callejo, Antonio Gil y Eduardo Velasco siempre lo dan todo en cada trabajo, ya sean protagonistas o meras comparsas. Tres actores curtidos en las tablas, ¡Cómo se nota!, que nos regalan momentos inigualables en cada intervención.Y ¿Qué decir de la maravillosa Pepa Rus cuando se junta con su amorcito Secun? Que se crea la magia, otra actriz que podría emular a Gracita Morales o a la gran Rafaela Aparicio.
Y además, el guión no es maniqueo ni partidista. Todos los personajes viven sumidos en mitad de la sinrazón de la guerra. No tenemos la sensación, como en otras películas de similar cuño, de que nos están dando el discurso partidista. Y esa es una de las claves de que esta mula galope a buen ritmo. Es divertida, con ciertos giros ingeniosos y hay unidad en la narración a pesar de la consabida llegada del director enmascarado.
Ninguna de los tres grandes trabajos de Casas ha sido un bombazo en taquilla y sí otros títulos de dudoso interés cinematográfico, cuanto menos curioso. En esta película también debería ser un aliciente su presencia, hace un gran trabajo, esperemos que la taquilla mejore en los próximos días gracias a las mario adictas. Vayan ustedes a verla, merece la pena. Sí, es de la Guerra Civil, pero es muy divertida, ¿Hay mejor medicina para estos tiempos que una buena ración de risas?
Y si les apetece una ración doble de buen cine, no se pierdan la imaginativa Stoker. Les aseguro que no han visto nada igual. Tirando de guiños a referentes como Hitchcock se crea un universo cinematográfico nuevo, que te envuelve en una espiral narrativa de la que no serás capaz de escapar. Ha entrado en sexta posición en taquilla.