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El teatro ayuda a mi vida, me hace feliz y me ayuda a vivir cuando no escribo
Juan Mayorga
Una noche Juan Mayorga vio «salir de las sombras a Nuria Espert» y entonces descubrió que una de sus pasiones sería el teatro, un arte de futuro reflejo de la fragilidad del ser humano. En su comparecencia por la entrega del Premio La Barraca de la UIMP evocó un tiempo en el que el poder político apoyó ese acto de amor a la gente que es el teatro. Esa Barraca que recorrió España, con parada en la propia universidad incluida, que llevó un teatro culto y, a la vez, popular. Este autor inquieto que se mantiene «a la expectativa de ese crítico que me enseñe sentidos ocultos de mi obra» reivindicó la importancia del profesor, del docente entregado que como el profesor de El chico de la última fila viven por y para enseñar a sus pupilos. Uno de esos profesores y teóricos apasionados por enseñar es José Luis García Barrientos, a cuyas clases tuve la suerte de acudir en el Máster en Historía, Teoría y Crítica del Teatro por la Universidad Complutense. Él leyó el laudatio a Mayorga al que definió como «un artista admirable, sin paliativos». Filósofo y también matemático, el autor de la celebrada Himmelweg se ha caracterizado por «un teatro de ideas sin anestesia», pero lejano a los maniqueísmos ideológicos que asolan el arte en los últimos tiempos. Así, pone en escena un trocito de temas que nos siguen conectando como seres humanos. Temáticas que nos emocionan y que nos hacen examinar la vida. Celebración, crítica y utopía. Un lugar frente al que los cobardes tuviesen miedo. Una vida inesperada que te desestabiliza. Eso y mucho más es el TEATRO para el reciente Premio Ceres. Y entre los proyectos de esta mente en constante ebullición creativa se encuentra El arte de la entrevista, título tan evocador como prometedor, cuyas páginas tendré la suerte de recorrer gracias a la generosidad del autor. Para verla en escena habrá que esperar a diciembre cuando se estrene en Avilés nada menos que con Luisa Martín y Alicia Hermida.
Tres momentos de la entrega del Premio La Barraca.
Y estas ya tradicionales «Notas desde la Menéndez Pelayo» terminan con este colofón insuperable. Solo nos queda esperar que en 2014 de nuevo este «faro de conocimiento» en palabras de Mayorga nos vuelva a iluminar gracias a esos MAESTROS que pasan por sus aulas y a esos trabajadores que cada año nos hacen el trabajo informativo más llevadero en la Península de la Magdalena. Personas como Marta, una de las chicas de actividades culturales a la que los asiduos a la UIMP conocen bien y a la que pueden ver en la foto que ilustra esta entrada. Nos vemos el año que viene, seguro.
“Me preguntaron que si eras famoso y yo les dije que no veía la tele”. A la orilla del mar, en una terracita costera de Santander, el camarero desconoce la identidad de nuestro entrevistado cuando unas jóvenes y su madre se acercan a Cifrián para pedirle una foto. Y eso que se ha convertido en una cara conocida no solo de la televisión, sino también del cine. En la pequeña pantalla nos ha hecho reír con Agitación + IVA y nos ha hecho sacar el Sherlock Holmes que llevamos dentro con Hermanos y Detectives. Esta historia de una pasión comenzó la tarde en que este cántabro descubrió El tartufo de Moliére y entonces el veneno del teatro se le quedó clavado en lo más hondo. Televisión, pero también cine. El próximo Oriente le abrió las puertas del Séptimo Arte de la mano de nada menos que Fernando Colomo. Aunque admite que hace menos teatro de lo que le gustaría por compromisos familiares, evocó recientemente sus tiempos de estudiante con la obra Roma en la Sala Azarte de Madrid. Ahora, le veremos por partida doble. En Vive cantando desde el próximo martes en Antena 3 será un futbolista retirado por una lesión. Una serie que ha conseguido emocionar al protagonista del cortometraje Oxitocina. Y solo un mes después vivirá una gran aventura evocando los tebeos de Zipi y Zape.
¿Cómo ha sido trabajar a las órdenes de Óskar Santos en Zipi y Zapi y el club de la canica?
Ha sido una experiencia fantástica. Aquí los protagonistas son los niños y Javier Gutiérrez. Mi personaje es de apoyo, pero a los actores nos gusta decir que no hay personaje pequeño. Trabajar con él ha sido una gran experiencia, tenía muy clara la película. Enriqueció muchísimo su dirección la idea que tenía yo sobre el personaje y la puesta en escena de cada secuencia de la película.
Haces de un profesor de gimnasia tartamudo, ¿Ha sido difícil huir de los clichés?
Hemos huido de buscar la comicidad a través de su tartamudez. No queríamos que se convirtiese en un motivo de chufla. Tiene ese defecto debido a una timidez casi enfermiza, tiene sus motivos. Me preparé con un logopeda y con la ayuda de algunos amigos intenté encontrar la verdad del personaje. Falconetti impone un régimen carcelario en el colegio y mi personaje apuesta por un modelo de educación muy diferente. Él quiere que los niños crezcan en un entorno sano, lleno de valores. Como es muy diferente su punto de vista al de las altas instancias de la institución, de alguna forma chocará con ese sistema y, por ello, será relegado a un segundo plano.
Me comentaba Javier Gutiérrez que más que una adaptación fiel al espíritu de los tebeos era una traslación de ese universo al género de aventuras y misterio de películas familiares como El club de los cinco o Los Goonies...
Totalmente. Es importante señalar que no es una adaptación de ninguno de los tebeos, es una historia totalmente nueva. Una historia familiar llena de misterio y muchas aventuras.
Vive cantando es más que una comedia… una tragicomedia como la vida misma en donde has tenido la oportunidad de interpretar un personaje, Mariano, con el que por fin vas a explotar tu vena más dramática…
Es una comedia dramática. Pretende reflejar un estrato de la vida social de nuestro país. Vemos cómo afrontan los problemas en un barrio bajo el prisma de un director que imprime su alma en cada proyecto, Miguel Albadalejo. Mariano es un hombre noble venido a menos. Es un ex jugador del Rayo Vallecano que tuvo que dejarlo todo por una lesión. Entonces, cambiará su vida completamente cuando monte el “Bar El Caño”. Empieza a ver la vida de otra manera. El triunfo nubla a la gente, pero él se ha dado cuenta de que la vida real es muy difícil de llevar. Tengo que dar las gracias por esta ‘golosina’ de personaje. Es una suerte tener un personaje dramático… sin abandonar la comedia eso sí. Esta serie me gusta por reflejar que no todo en la vida es drama ni todo es comedia. Y la guinda a esos guiones lo pone que nos hacen cantar…
Precisamente, ¿Es el karaoke se convierte en el punto de encuentro de los personajes verdad?
Sí, desde luego, aunque en mi caso yo tengo mi propia localización que es el bar. El karaoke, el bar y las casas de los vecinos del barrio van a ser las principales localizaciones.
Hablaba hace unos días con toda una veterana de las tablas como Aurora Sánchez que decía que era difícil a veces que la vieran en otro tipo de papeles, ¿Has tenido miedo al encasillamiento?
Para nada, ¿Alguna vez le dijeron a Humphrey Bogart que estaba encasillado? Lo dudo. Por esa regla de tres, un fontanero también lo está. Yo creo que lo importante son los guiones. Si estás especializado en comedia, bienvenido sea. A mi de todas formas, me gusta más la comedia. Me lo paso muy bien la verdad. Y si haces drama al final sufres. De todas formas pienso que los actores que somos capaces de hacer reír podemos hacer llorar más fácilmente. Estoy seguro que va a sorprender al público mucho si logro conmoverlos con mi personaje en la serie, aunque es un placer que me reconozcan por ser un actor que les hace pasar buenos momentos.
Volviendo a Vive cantando en el reparto se encuentran veteranos como Manuel Galiana que se mezclan con una debutante como Roko, ¿Va a ser una mezcla explosiva de intérpretes?
Desde luego y Roko va a ser la revelación de la serie. Tiene cierta formación como intérprete y eso se nota en cada una de las canciones que interpreta. Lo ha trasladado a la interpretación y hace un trabajo realmente bueno en la serie.
Y si te ocurriese como a Mariano y tuvieses que dejar tu profesión, ¿Podrías entender tu vida sin este oficio y ‘conformarte’ con otra cosa?
Está claro que algo muy trágico le tiene que pasar a un actor para que deje su oficio. La verdad es que nunca me lo he planteado y espero no tener que hacerlo nunca. Sería algo realmente duro para mi.
«Vive cantando», una de las grandes apuestas de Antena 3 para esta temporada.
Previamente tuviste dos experiencias reseñables en la pequeña pantalla, Hermanos y detectives y Agitación + IVA, ¿Cómo recuerdas esos dos trabajos televisivos?
Agitación + IVA ha sido mi niño pequeño, mi primera experiencia en el primetime. Tengo un recuerdo maravilloso de esa época llena de grandes compañeros y amigos. Es un producto que habla por si solo. Nos divertíamos mucho grabándola. Me levantaba todos los días con una sonrisa por ir a pasármelo bien con mi trabajo. La verdad es que soy un afortunado. Nunca he tenido la sensación de ir a trabajar. Intento que cada experiencia sea un juego. En el programa la clave del éxito estaba en que nuestros sketches llegaban a todo tipo de públicos. Una persona se podía ver identificado con uno y otras con otro. Me siento muy orgulloso de que la gente la siga recordando con cariño gracias a las reposiciones de La 7. Con Hermanos y Detectives tuve mi primer gran trabajo en televisión, tengo un gran cariño a esa serie y a mis compañeros.
Saltamos al cine donde debutaste con El próximo Oriente, ¿Cómo fue trabajar a las órdenes de uno de los grandes de nuestro cine, Fernando Colomo?
Trabajar con él ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Como es arquitecto, tiene la película pensada a la perfección. Como vivíamos muy cerca, nos íbamos juntos al rodaje. Todos los días le preguntaba si le había jodido la película y él me contestaba que estaba muy bien. Lo que pasa es que yo tenía muy poca confianza. Mi experiencia había sido televisiva y el cine es un medio mucho más lento, pero me gusta mucho poder preparar el personaje con detenimiento. En televisión solo se repite por motivos de fuerza mayor, pero el cine es mucho más detallista.
Y del cine al cortometraje donde has participado en trabajos como Oxitocina de José Luis Santos, ¿Crees que el cortometraje es el mejor campo de pruebas de los jóvenes talentos?
Desde luego, no hay un director de cine que no haya hecho cortometrajes. Es fundamental que reciban apoyos. Deberían saber algunos de los que mandan que apoyar la cultura es sinónimo de buena imagen de un país fuera de nuestras fronteras. El mundo del cortometraje es muy diferente al del cine solo a nivel de medios. Yo venía de rodar Zipi y Zape, una superproducción, y, de repente, pasar a un corto con 600 euros de presupuesto es algo mágico. Entonces salir a pagar la OLA del coche se convierte en la principal preocupación. Es un contraste maravilloso. Estoy abierto a cualquier tipo de proyectos, son los guiones lo que me atrapa. Eso me pasó con José Luis. Me llegó el guión por alguien al que tengo muchísimo cariño como es mi amigo Paco España de Sotocine y al leerlo no pude decir que no.
Y del corto al teatro, medio en el que has participado recientemente en la obra Roma, donde una sala como Azarte os llevaría a un contacto directo con el público, ¿Cómo fue respirar con el público?
Me llevó a otro tiempo. Recordé la época en que hice teatro bar durante la carrera de Arte Dramático. Es casi otro género. Estar en una sala alternativo es algo que no tiene comparación. Oyes la respiración y, si tienes los sentidos bien agudizados, puedes escuchar los latidos de su corazón. Tiene una magia muy especial.
Me imagino que tus comienzos estarían ligados precisamente al teatro aquí en Cantabria, ¿No?
Te sorprenderá, pero nunca me he subido a un escenario en Santander. Un amigo me invitó al teatro y a los cinco minutos ya sabía qué hacer con mi vida. Quería ser actor. El veneno del teatro se quedó muy dentro de mi. Con El Tartufo de Moliere, Cúpido me lanzó una flecha y aún hoy la tengo clavada en el corazón. Cuando llevo tiempo sin trabajar, me doy cuenta de que lo necesito, es algo totalmente vocacional. Después de esa función, me apunté a la escuela del Palacio de Festivales y comencé con el curso ya empezado. Al acabar el año académico, me apunté a la escuela de Arte Dramático de Canarias, ideal para trabajar con profesores de toda Europa.
Y si miramos hacia el futuro, ¿Con qué sueña Javier Cifrián?
Mi sueño más inmediato es que el público disfrute como yo lo hago con Vive cantando. Es la primera vez en mi vida que me emociono leyendo un guión. Se me caían las lágrimas cuando me llegaron los dos primeros capítulos a casa. Y por supuesto espero que funcione Zipi y Zape, ya que tiene una factura que parece una película de Hollywood. Estoy superorgulloso de haber participado en esa película.
Una familia al completo a mi lado observa el concierto. La hija adolescente parece que es contagiada por el entusiasmo de la madre desde los primeros acordes de Mi gran noche que llegaría tan solo cinco minutos después de comenzar el concierto. En un segundo plano, permanece el pequeño de la familia, de unos 10 años, que mira discreto y apoyado en los hombros de su padre a Raphael.
Y se presenta ante su público «Feliz de cantar hasta que ustedes quieran». Y gracias a ese excelso repertorio, la noche del pasado domingo en Torrelavega fue, una vez más y en mi caso ya van seis, una GRAN NOCHE… Unas 10.000 personas abarrotaron el Boulevard Demetrio Herrera de la ciudad cántabra para disfrutar de, ojo al dato, 160 minutos de espectáculo, pocos lo hacen en un tiempo en que los 90 minutos e incluso menos se han convertido en el estándar de los conciertos. «Vaya repertorio que tengo, ¿Cómo he podido aprendérmelo?» lo dice el de Linares en uno de los conciertos de la gira Mi Gran Noche, que le llevará a su espacio talismán, el Teatro de la Zarzuela, del 10 al 15 de septiembre. Y comienza un espectáculo que es pura «provocación» y es que «sigue siendo aquel» que un 11 de noviembre de 1999 me convirtió al raphaelismo… por así decirlo.
Entrada de aquel 11 de noviembre de 1999.
14 años después sigue conservando una fuerza que es un verdadero «escándalo». Ahora que el tiempo ha pasado él no ha dejado de lado la competición. Sigue siendo el más competitivo o, mejor dicho, sigue siendo el ARTISTA por antonomasia en nuestro país. Y un tema como La canción del trabajo se convierte en uno de los más coreados de la noche, ¿Alguna vez había sido más pertinente cantar esta canción que en esta apestosa crisis? Trabajaremos con fe y esperanza por conseguir un mundo mejor, muy utópico desde luego, pero con la música de Raphael al menos conseguiremos un momento de solaz esparcimiento. Un artista que, cual ave fénix, se ha reinventado una y otra vez… sin dejar de ser él mismo. Se adapta a un mundo muy distinto al que conoció en sus comienzos, ahí le tienen presente en redes sociales como Facebook o Twitter (@RAPHAELartista) con una interacción directa con sus fans.
Raphael mostró a sus seguidores en Twitter su «improvisado» camerino en Torrelavega.
Al igual que yo me «enganché» a la fuerza de Raphael aquella noche de hace 14 años, el domingo pasado también se ganó unos cuantos adeptos. Entre ellos, el niño que miraba el recital entre los hombros de su padre. Su hermana le pregunta si le está gustando y el chavalín solo puede responder con un entusiasta movimiento de cabeza. Esperamos tener pronto una entrevista DESDE MI BUTACA con este titán de la música al que, aún lo recuerdo con cariño, conocí una tarde en un teatro madrileño.
Quererte, sí, y creerte. ¿Tú me esperas?
¿Me quieres Tú? ¿De veras que yo existo?
¿Tú me crees, Señor? Yo creo y quiero
creer en Ti, quererte a Ti y contigo.
Gerardo Diego
Hace treinta años José María Pou pisaba el ‘improvisado’ escenario de los Jardines de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander. Lo hacía para homenajear al ilustre poeta Gerardo Diego. Y de nuevo volvieron a salir de la voz imponente del catalán treinta años y un día después esos versos llenos de alma. Lo hizo como ‘propina’ a una noche en la que deleitó al público con el estreno en castellano de El Gallitigre de Javier Tomeo tras descubrir la efeméride en un libro que le habían regalado a su paso por la capital cántabra. Una noche ‘mágica’ en la que la rotundidad del protagonista de A cielo abierto hizo que no se oyese ni un solo sonido en esta representación al aire libre. Ni siquiera los ladridos del perro de un vecino cercano que, a menudo, suelen hacer acto de presencia durante las representaciones del ciclo Noches de la Biblioteca de la UIMP, decidieron molestar al maestro de las tablas. No hubo tiempo tampoco para los dichosos silbidos del Guasap ni mucho menos para sonoras sintonías a ritmo de canción montañesa. Metido en la piel de un payaso, con nariz roza incluida que confesó haber comprado por solo unos céntimos en Santander, presentó este monólogo como homenaje al autor de Amado Monstruo. Pou habla a su público y le cuenta un cuento que sin el bagaje de contador de historias que lleva el actor a sus espaldas no no creeríamos. Pero él saca sus armas de gran intérprete y nos sumerge en ese mundo circense en el que comprendemos que el gallitigre difícilmente superará las barreras de un mundo incapaz de comprender al diferente, al que se sale de la norma establecida. Y lo hace con un tono sobrio sin entrar en la estridencia ni en lo bufonesco, lo que le da una gran verdad y humanidad a este personaje. Y esa noche que dedicó a Tomeo el aforo estuvo a reventar, ¡Qué alegría ver que el TEATRO sigue interesando! El actor pasaba por Santander en un descanso de sus múltiples proyectos. Dirige ahora mismo Los hijos de Kennedy y se prepara para medirse sobre las tablas con otro GRANDE como es Lluís Homar. Estrenan en Barcelona, pero en enero pasarán también por el Matadero de Madrid con Tierra de nadie de Harold Pinter, una obra que no se ha representado nunca en España . Y muchos más proyectos tiene entre manos, pero eso lo contó off the record…
De charla con Pou tras la representación.
Y el teatro volvió a ser protagonista el miércoles en la Menéndez Pelayo con la representación de La lozana andaluza, una pieza que adelanta los cánones de la picaresca española. Esta lozana, entre celestina, curandera y prostituta, es una buscavidas sin complejos, una pícara que intenta sobrevivir en tiempos revueltos… como le pasa a nuestro teatro. Lo hace una compañía que adapta novelas clásicas que no suelen ponerse en escena. Y es que ante la crisis, toca agudizar el ingenio y por eso han montado esta obra que solo necesita 3 intérpretes. Un libro perdido durante siglos y que en los 70 fue adaptado al cine, siendo uno de los primeros desnudos de nuestro cine. Anécdotas aparte, la compañía ha revivido este montaje, cuyo ciclo pensaba ya extinto, por petición expresa de teatros de medio mundo. Aunque no tienen el poder de «comunicación» de la CNTC, su director admite que el clásico pasa por un buen momento en España, dentro de las limitaciones que siempre tiene ese enfermo perpetuo que es el teatro. Buen testimonio de ello lo dan montajes como El perro del Hortelano que la compañía 300 Pistolas representó recientemente en las salas Garaje Lumiére, desaparición que lamentaron los miembros de la compañía Morfeo Teatro, y Nave 73. Un clásico sin aderezos, sin escenografía ni vestuario rimbombante. Para Francisco Negro, director y protagonista de la obra, «Lo importante es que se respete al autor. Si adaptan la historia y el vestuario a la actualidad es lo de menos si se hace bien».
Francisco Negro y Mayte Bona en el Palacio de la Magdalena.
Y el teatro seguirá siendo protagonista en los próximos días. Juan Mayorga presentará La lengua en pedazos en los Jardines de la Biblioteca el lunes y el martes recibirá el Premio La Barraca que otorga anualmente la universidad a una personalidad del mundo de las artes escénicas.
“Graciosa, viva y pintoresca Aurora Sánchez”. Aunque el gran público la descubrió por la televisión, Aurora Sánchez ya era referida en una crítica de Lorenzo López Sancho en 1987. En aquella época, la actriz ya había superado el primer obstáculo de su carrera. En su casa, su familia tenía claro que la joven quería ser actriz. Eran los tiempos del teatro independiente andaluz, de su paso por la compañía Esperpento “cuando en el sur no había nada”. Y es que, a pesar de todo, la protagonista de Arizona no puede entender su vida sin este oficio tan vocacional. Ha sido su particular camino de conocimiento que la ha llevado a subirse sobre las tablas con textos de García Lorca y Valle Inclán entre otros. Una actriz con una personalidad marcada, única, irrepetible, que se mete en el bolsillo al público nada más salir al escenario. Para ella fueron buena parte de los “bravos” que recibió la obra No te vistas para cenar en el CASYC de Santander. Siéntense y disfruten de Aurora Sánchez, una ACTRIZ… más allá de la comedia.
¿Cuáles son los ingredientes de No te vistas para cenar?
La base son situaciones equívocas que llevan a la risa al espectador. Los ingredientes son maridos, amantes y confusiones de nombres. Todo un tinglado para divertirse muchísimo.
Una compañía en la que los actores son los empresarios como se hacía en tiempos pretéritos…
Si, la verdad es que de alguna forma recuperan la forma de hacer de hace varias décadas. Es muy agradable, ellos son maravillosos, te hacen sentir muy a gusto. Han conseguido que seamos una compañía muy bien avenida.
El ritmo en el vodevil es la clave para que funcione esa perfecta maquinaria de carpintería teatral precisa, ¿Verdad?
Exacto, es esencial que esté todo muy medido. Nos hemos reído muchísimo y hemos conseguido una maquinaria teatral perfecta desde el primer día de representaciones. El ritmo, las situaciones y unos personajes tan bien definidos han atrapado al público.
Foto original de Carlos Rivera Díaz.
Viene de otro exitazo como El apagón, ¿Qué balance haces de esa experiencia junto a Yllana?
Es otro tono de comedia, mucho más clownesco, más bufonesco. Ellos son expertos en este juego de gags llenos de expresión mezclado con un texto maravilloso. Yllana ha creado un un sello propio, una marca.
“Aurora Sánchez, sorpresa de la noche, encarna a una primogénita de voz irritante y andares cómicos, ganso en un corral de gallinas” rezaba una crítica de Javier Vallejo de uno de los dramáticos que has hecho, La casa de Bernarda Alba, ¿Cómo fue ese acercamiento a la obra de Lorca junto a Amelia Ochandiano?
Amelia posee una mirada muy especial. Tenía muchas ganas de volver a hacer La casa de Bernarda Alba, que representé cuando era una principiante, casi una simple aficionada. Lo más emocionante fue tener un cara a cara con una actriz de la talla de Margarita Lozano. Lamentablemente, tengo muy pocas oportunidades de hacer dramáticos como éste de Lorca.
Me gustaría remontarme a los tiempos del teatro independiente, ¿Cómo recuerda sus años en la compañía Experpento?
Son años inolvidables, de mucho curro y nada de dinero. También fue un tiempo en el que lo pasábamos muy bien y eso que teníamos que teníamos nuestras inseguridades por la poca experiencia que teníamos sobre las tablas. Había un plus de crítica constante, intentábamos superarnos trabajo a trabajo. Tengo un recuerdo muy entrañable de aquella época, en la que ya había superado el primer obstáculo con el que me crucé en mi carrera, que fueron mis padres. Tuve que dejarlos claro que éste iba a ser mi camino.
Si le nombro a Juan Carlos Rubio…
Trabajar con Juan Carlos Rubio ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Creo que su Arizona es el trabajo más emocionante y más redondo en todos los aspectos. Estaba dirigido por el autor y tenía muy claro el enfoque. Me parece que tiene una cabeza privilegiada y espero que no pare de escribir. No me quejo de hacer comedias como Tres , aunque lo parezca. En el fondo, me río tanto con gente como Kiti, Octavi y Nuria que experiencias como esas solo puedo elogiarlas.
El reparto femenino de «Tres» junto a Juan Carlos Rubio en una foto de Sergio Parra.
Tras una larga carrera sobre las tablas, ¿Por qué piensa que el teatro es un buen lugar para ti para contar historias?
El espectáculo en vivo y en directo no tiene comparación con nada, aunque nos atrape el cine de esa forma. Hay que tener un gran temple para subirse a un escenario. Creo que el que es capaz de subirse a un escenario puede sin problema adaptarse a los otros medios.
Y precisamente tras muchos años haciendo teatro de la noche a la mañana te hiciste- me permito el tuteo por la familiaridad y la cercanía con la que habla- una más de la familia gracias a la televisión por tu Manuela en Ana y los 7, ¿Fue difícil adaptarse a un medio tan dinámico como el televisivo?
Cuando llegué a Ana y los 7 pensé que aquel ritmo de trabajo era una verdadera locura, luego ya te acostumbras y te adaptas. Además, el personaje no estaba nada definido. Ten en cuenta que no se ensaya nada. Para mi era un verdadero absurdo, se hacen capítulos como churros. Parece que, a veces, se repiten los mismos tipos de serie. Y si el equipo entra en esa dinámica, puede llegar a ser muy peligroso. Lo cierto es que tampoco se puede dar más, hay demasiado poco tiempo de elaboración de cada capítulo. Fue magnífico por permitirme seguir enganchando trabajos, pero tiene un contra muy claro. Por ese papel creo que se me está encasillando como actriz. Todo el mundo me ve en comedia, ya me gustaría a mi poder medirme como actriz en un drama.
A partir de ahí, ¿Te sientes de alguna forma encasillada?
Un poco sí, pero bueno en cierto modo es una percepción falsa. Me va muy bien con la comedia, lo de hacer drama es para medirme como actriz. Lo que sí es cierto es que cuando llevas mucho tiempo haciendo comedia, me doy cuenta que la gente es como si viese en mi frente tatuado que soy actriz exclusivamente de comedia.
¿Sigue conservando la pasión por este oficio?
Desde luego que hay momentos de altibajos, pero mi propósito ha sido tener una carrera de fondo. Quiero permanecer. No creo ni en los grandes éxitos ni en los grandes fracasos. Creo en sacar partido a cada personaje. No lo vivo con menos pasión que en mis comienzos, pero de alguna forma estoy un tanto desencantada. Empecé hace muchos años en el sur, donde no había nada y llegar hasta aquí y ver cómo está todo ahora mismo da mucha pena. A pesar de todo, no puedo entender mi vida sin este oficio. El teatro es mi forma de vivir y mi camino de conocimiento.
Un placer compartir este ratito de confidencias y solo nos queda reivindicar a Aurora Sánchez como una ACTRIZ… más allá de la comedia
(Suelta una larga y cálida carcajada a la que es inevitable sumarse)
Pou sale a un escenario vacío, agarra una silla, y le basta encasquetarse una narizota roja durante unos segundos para convencernos de que es un payaso y de que reventará si no nos cuenta lo que le pasa. Las frases hechas me traicionan: si he dicho que «le basta» encasquetarse esa nariz, es porque detrás hay un rostro, y en el centro una voz, y más abajo un cuerpo, y todo eso está al servicio de una sola y poderosa idea del personaje.
Marcos Ordóñez en «ABC» el 20 de marzo de 1.991, a propósito del estreno de «El Gallitigre» de Javier Tomeo en el Teatro Romea de Barcelona.
22 años después de su estreno, el veterano actor catalán recupera este monólogo en lo que supondrá su estreno en castellano. Lo hace en el marco de las Noches en la Biblioteca en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que cada año reúne en la capital cántabra a destacadas figuras de la escena española. Juan Diego Botto, Emilio Gutiérrez Caba, José Sacristán, Alberto San Juan o Luisa Martín han sido algunos de los nombres que han pasado por este ya clásico ciclo escénico. El próximo lunes 19 a las 22h en los Jardines de la Biblioteca Menéndez Pelayo, el protagonista de A cielo abierto hará su particular homenaje al escritor Javier Tomeo, fallecido el pasado mes de junio, con este monólogo que le valió el aplauso de la crítica hace dos décadas.
Espero que Los días no vividos encuentre su lugar. El director, Alfonso Cortés Cabanillas, tiene un espíritu ochentero maravilloso, que bebe de Spielberg o Zemeckis. Mueve mucho el corazón esta película. Mi personaje es maravilloso, en las peores circunstancias saca lo mejor de si mismo.
Javier Godino, protagonista de Los días no vividos.
Un grupo de ancianos celebra que todo se acaba, ya no son los únicos condenados. Es como si, de alguna forma, el fatídico destino de la humanidad les hubiese inyectado un chute de energía. Cuando todo está a punto de acabar, las calles se quedan desiertas. Nadie sabe cómo ocurrirá todo, pero lo cierto es que parece poco probable que la situación pegue un giro inesperado en el último momento. Obama ya ha comparecido ante los medios. Las comunicaciones son cada vez más escasas, no hay cobertura y sin internet el pueblo vive en un aislamiento absoluto. Solo algunos escépticos no creen que todo vaya a acabar como un hombre que desde la barra de un bar cerrado por el fin del mundo, apura sus últimas monedas en una máquina tragaperras acompañado de unos cuantos copazos y es que a partir de la segunda ya todo deja de tener importancia. Héctor Colomé se desgarra emocionalmente para interpretar a este alcohólico atormentado que pasa sus últimas horas entre el ruido incesante de una hipotética combinación que le permita ganar el premio gordo de la maquinita. Y son en esos momentos de último aliento cuando el ser humano tiene necesidad de redención. Eugenio (Mariano Venancio) es empujado por su hijo Jaime (Asier Etxeandia) a vivir esas últimas horas junto con algunas de las personas más queridas de su vida. Juntos podrán purgar sus penas y pensar en los momentos no vividos. En una relación sentimental, la de Jaime, que termina en lo más alto. Etxeandia vuelve a demostrar una vez más qué clase de actor es con este Jaime que pone buena cara cuando las cosas van mal. Pero, en el fondo, es el más inseguro, el más débil. Se derrumba ante su amigo del alma cuando le dice «Me he preguntado ¿Qué es lo que quería hacer? Y solo se me ocurría llorar». Y la rabia y la impotencia corren por sus venas en el último encuentro con su ninfa que se entrega a él en cuerpo y alma. El actor que ha enamorado esta temporada con El intérprete, proyecto en el que también ha colaborado La Caña Brothers, vuelve a hacer una construcción de personaje con aristas, lleno de recovecos emocionales, que vuelve a cautivar. Así hablaba con pasión sobre este proyecto DESDE MI BUTACA: «Es una de las cosas más bonitas que he hecho en mi carrera. Teníamos un equipo que me ha sorprendido mucho y me ha hecho creer que todo es posible. Gente que se dedica al cine solo por amor uniendo fuerzas en una especie de factoría, hecho todo con mucho amor y una honestidad alucinante. Estoy muy orgulloso de haber trabajado en ese proyecto de La Caña Brothers».
Javier Godino y Asier Etxeandia en una escena.
Su mejor amigo, su cómplice es David que en manos de un actor de un sobrado talento como es Javier Godino coge una hondura que vuelve a emocionar al público. Les acompañan en este último día actores como el maravilloso Mariano Venancio, Ingrid Rubio, una actriz cada días más emocionalmente sobresaliente, y Ruth Díaz, intérprete a la que sigo la pista desde hace ya unos cuantos años y que trabajo tras trabajo sigue demostrando su valía interpretativa. Es esta una película de una atmósfera asfixiante, hecho al que de alguna forma ayuda el escaso presupuesto con el que contaron para este proyecto, haciendo de la necesidad virtud. Todo un ejercicio de estilo, de cine de autor, que vuelve a demostrar que los nuestros se desenvuelven con soltura en todo tipo de géneros. Actualmente en emisión exclusiva para Canal +, esperamos que pronto se pueda disfrutar Los días no vividos en plataformas digitales y en formato físico.
Seguimos repasando la temporada teatral madrileña parándonos en esta ocasión en algunos engendros teatrales que hemos ¿disfrutado? esta temporada. Curiosamente, los dos tienen elementos musicales. Uno se las daba de musical de gran formato y el otro pretendía ser una especie de confidencias familiares alrededor de un piano-bar.
Con toda la buena voluntad del mundo, una compañía pequeña, Butaca Vacía, se lanzó a la aventura de presentar su criatura escénica en la capital. Me acerqué con recelo y cierta curiosidad a ver el espectáculo hace unas semanas. Es cierto que hay maravillosas compañías de corte amateur-escolar que hacen producciones muy decentes de musicales, pero el «monstruo» que aún presentan en el Nuevo Apolo da mucho qué pensar. Un elemento básico falló la noche del estreno desde el comienzo de la representación: La microfonía. Sí, se escuchaba el ruido del micro en toda la representación y, de remate, en un momento dado se cortó el micro del solista y ¡zas! tuvo que cantar sin microfonía, pobrecillo. Si a esto le sumamos, fallos técnicos aparte, un reparto en el que solo el protagonista se salva, parecería que era imposible que el cóctel de horror acabase ahí. El libreto es confuso, aburrido y tiene tiempos muertos… La música no vuela nada alto y encima la escenografía es, por momentos, absurda con elementos que distraen al espectador, ¿Qué decir de los continuos cambios escenográficos con actores entrando y saliendo continuamente del escenario? Y mientras, el monstruito, por decirlo de alguna forma, nos da un recital interpretativo a ritmo de «ujums» y memeces varias. No se lo que ocurrirá en el resto de las funciones, pero el día que estuve la mitad de la platea salió ‘escopetada’ antes de los saludos finales. He tardado en escribir sobre ello, pero tenía ganas. Con una manita de arte, el resultado podría haber sido hasta pasable, pero bueno…
Otro espectáculo del que también pasé de hablar a su debido momento fue una cosa vista en el Teatro Fígaro. La «cosa» en cuestión se llamaba… déjenme que lo consulte, ya me acuerdo, De par en par… Les pongo en situación. Montaje entorno a relaciones familiares, originalísima la cosa, alrededor de un ¡Piano bar familiar! Se programó en una especie de ‘golfas’ del citado teatro y el resultado fue cuanto menos espeluznante. El único aliciente que tenía era ver a la gran Julia Trujillo, que cumplía su papel a la perfección. Por lo demás, un despropósito de monólogos en los que se mezclan homosexualidad, alcoholismo y perturbaciones familiares varias. Un gusto eso sí escuchar a Ana Ruíz, en la que descubrí a una buena cantante. Llena de topicazos y sin gracia alguna, otro «monstruo» oiga…
Otras obras que también me hicieron querer abandonar la sala por vergüenza ajena fueron Mitad y mitad, Wilt y la única obra del siglo de oro que he visto que me halla horrorizado, Celos y agravios. Y seguro que se me escapó algún que otro monstruo de la temporada, pero bueno es que a veces la intuición no me falla…
El tradicional ciclo escénico Talía, celebrado en el CASYC de Santander, ha superado ya el ecuador de su edición actual. Tras pasar con gran éxito títulos como Hoy: El Diario de Adán y Eva y No se elige ser un héroe, las últimas citas tendrán a la música y al vodevil como principales protagonistas. Esta semana habrá doble ración escénica con Pagagnini y No te vistas para cenar. Y el broche de oro lo pondrá Una boda feliz, que pasará por la capital cántabra justo antes de hacer temporada en el madrileño Teatro Marquina desde el 29 de agosto.
Su estudiada imperfección siempre está al servicio de la comedia, incluso tratándose de música clásica. Consiguen que el publico joven les escuche atentamente a través de la risa.
Laurel Graeber, The New York Times
La próxima cita con el ciclo de teatro estival santanderino unirá el talento creativo de Yllana y Ara Malikian en Pagagnini. Reúne en un mismo plano el humor y la locura de Yllana y la música. A través del virtuosismo de cuatro grandes músicos, capitaneados por el maestro Ara Malikian, Pagagnini repasa algunos momentos cumbre de la música clásica fusionados con otros estilos musicales, consiguiendo un divertido y sorprendente des-concierto, con el que pretendemos reinventar la manera de concebir un recital, llegando al gran público que descubrirá en los pasajes musicales una mirada diferente. Un espectáculo reconocido con premios como el de Mejor Espectáculo del Fringe 2008 y que hará una única parada en Santander este jueves 15 a las 20 y 23h. Después hará temporada en el Teatro Calderón de Madrid a partir del 22 de agosto.
El viernes 16 a las 21h y el sábado 17 a las 20 y 23h será el turno de la comedia de enredos No te vistas para cenar. Fernando aprovechando que su mujer,Marina tiene que ir a visitar a su madre ,invita a su amante ,Susi a pasar el fin de semana con él, y también a un amigo suyo -Carlos- para tener una coartada. Todo es perfecto, incluso ha contratado una cocinera Susana para que no les falte de nada. Pero las cosas no le salen como él espera y la velada romántica se acaba convirtiendo en una noche muy movidita en la que todos fingen ser lo que no son para evitar ser descubiertos. No te vistas para cenar cuenta con un reparto excepcional formado por Yolanda Arestegui, Aurora Sanchez, toda una superdotada para la comedia como demostró en las exitosas El apagón y Tres, Cuca Escribano, Antonio Vico y Jesus Cisneros. Es una pieza de pura carpintería teatral, un auténtico metrónomo de las risas que ha sido representada en todo el mundo y en multitud de idiomas. La obra es fruto de la pluma de un auténtico maestro del género como es Marc Camoletti, que imprime a todas sus dramaturgias un ritmo frenético e hilarante que de alguna forma repite la fórmula del anterior éxito de esta compañía, Se infiel y no mires con quién.
Una boda feliz cerrará Talía 2013 los días 23 (21h) y 24 de agosto (20 y 23h). Roberto, un soltero empedernido, va a heredar de una lejana tía. Pero para poder acceder a la herencia ella le ha impuesto la condición de que se case en el plazo de una año con la intención de que siente cabeza de una vez. Como él no quiere renunciar a su vida de mujeriego, le propone a su mejor amigo, Lolo, casarse con él y así cubrir el expediente. Ese matrimonio de conveniencia, para lo bueno y para lo malo, se va a convertir pronto en una pesadilla. La comedia junta a nombres muy queridos por el público como los ‘televisivos’ Antonio Molero y Agustín Jiménez. Las risas están aseguradas en este montaje dirigido por el omnipresente en la cartelera madrileña Gabriel Olivares.
Carlos Hipólito y Asunción Balaguer muy cariñosos en su reencuentro tras «Follies».Carlos Hipólito, a punto de estrenar «El Crédito», es ya por méritos propios uno de nuestros actores más premiados y queridos.La naturalidad de una GRANDE de la escena, Asunción Balaguer.Su «En la luna» puso a Alfredo Sanzol en la primera línea de la escena española.
Los cántabros Escena Miriñaque, Max revelación.Un ‘victorioso’ Mario Gas antes de hacer suyo a Julio César.Juan Mayorga concedió unos minutos en exclusiva a DESDE MI BUTACA.
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Un profesor que utiliza las canciones de los Beatles para enseñar inglés en la España de 1966, se entera de que John Lennon está en Almería rodando una película. Decidido a conocerle, emprende el camino y en su ruta recoge a un chico de 16 años que se ha fugado de casa y a una joven de 21 que aparenta estar también escapando de algo. Entre los tres nacerá una amistad inolvidable.