Notas desde la Menéndez Pelayo: Cuando el teatro y el cine se dan la mano

La pasada semana la Universidad Internacional Menéndez Pelayo acogió el Seminario Del escenario a la pantalla: teatro y cine en España (1990-2016).

Durante este curso en un formato de conferencias y mesas redondas se analizó la relación entre el teatro y el cine poniendo su foco en las adaptaciones cinematográficas de  ¡Ay, Carmela!, El perro del hortelano,  El chico de la última fila y  Bodas de Sangre. Cerró el curso  Las furias, la primera cinta de Miguel del Arco.

El lunes fue el turno de la adaptación que Carlos Saura y Rafael Azcona hicieron sobre ¡Ay, Carmela!

En la primera sesión del curso se pudo disfrutar de algunas imágenes de la puesta en escena que protagonizaron un espléndido Santiago Ramos y Verónica Forqué, una actriz muy ligada a este texto de José Sanchis Sinisterra. Tuve la suerte de ver esta producción, dirigida por Miguel Narros, en dos ocasiones, y aún tengo en la cabeza la primera vez que la vi en el Teatro Mira de Pozuelo de Alarcón hace una década.

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Por esas casualidades que se dan a menudo en la Menéndez Pelayo, el autor participó la pasada semana en la actividad de la UIMP, pero en otro curso. Por la tarde, tras ver la versión cinematográfica de este texto teatral, se puso sobre la mesa un tema importante: ¿Traicionó la cinta de Saura el espíritu del texto teatral? Indudable el valor cinematográfico de una cinta que arrasó en los Goya. Ahora bien, ¿Hasta qué punto es fiel a la obra teatral esta cinta? Parece claro que lo justo es valorarlas como dos obras artísticas bien distintas. Sin duda, se le podría criticar a la película la eliminación de ese epílogo que hace tan especial la función teatral, pero no es óbice para valorar la calidad de la cinta.

La actividad cultural de la UIMP tuvo una protagonista de lujo por la noche con Julieta Serrano. Corría el año 1981, cuando la actriz interpretó, junto con Irene Gutiérrez Caba y Amparo Rivelles, el monólogo Antes del desayuno de Eugene O’ Neill, un proyecto dirigido por José Carlos Plaza, que le dejó tan buen recuerdo, que hace una semana volvió a recurrir a él: “O’ Neill me gusta mucho, lo he hecho tres veces, una siendo muy jovencita, que fue cuando conecté con él y me entusiasmé con sus textos”. Por eso, más de treinta años después, la actriz barcelonesa escogió esa misma lectura para su participación en el ciclo Noches de teatro de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) que este año por primera vez se produce en el Campus de Las Llamas y que esta noche tendrá como protagonista a las 22h al actor Israel Elejalde. Serrano acompañó este monólogo con una escena de Largo viaje del día hacia la noche del mismo autor, para dar voz a este dramaturgo que ha fascinado siempre a la veterana actriz que fue acogida con un caluroso aplauso.

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Foto: Esteban Cobo

El martes fue analizada El Perro del Hortelano, la ‘ortodoxa’ adaptación que hizo Pilar Miró junto a Rafael Pérez Sierra que participó en la segunda jornada junto a Germán Vega García-Luengos, Director del Festival de Teatro Clásico de Olmedo, que incidió también en la importancia que ha tenido el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro en la revitalización del teatro clásico en nuestro país. La cinta de Miró fue galardonada con un aluvión de Goyas, pero el extraordinario trabajo de Santiago Ramos en Como un relámpago le ganó la partida a Carmelo Gómez, que parecía el favorito en los Premios de la Academia.  Durante el miércoles se analizó la adaptación de El Chico de la Última Fila que se hizo en la cinta En La Casa, una película cuya presentación cubrimos DESDE MI BUTACA. “Las numerosas traducciones a diferentes idiomas dan fe de una muy buena proyección internacional del texto, y es que, además de los idiomas más comunes como el francés, el inglés, el italiano o el portugués, El chico de la última fila, ha sido traducida a lenguas como el búlgaro, el rumano e incluso el coreano”, resaltó Enrico Di Pastrana, Catedrático de Literatura Española que ha hecho un recorrido por los montajes de la pieza fuera de las fronteras nacionales, convirtiéndose así en uno de los textos españoles contemporáneos más representados en todo el mundo.

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Foto: Juan Manuel Serrano

Precisamente, el autor de la obra original, Juan Mayorga, recibió el Premio La Barraca que la UIMP entrega cada año a una destacada personalidad de las Artes Escénicas, como ya relatamos en las Notas desde la Menéndez Pelayo del verano de 2013.

El jueves fue el turno de la visión que Paula Ortiz hizo de Bodas de Sangre en su película La Novia. Durante la sesión del jueves la tragedia y el mundo lorquiana fueron protagonistas en la jornada de este interesante curso en la UIMP: “La tragedia es un género, desde nuestra perspectiva, imprescindible en este momento” comentó. Es el género de las crisis, grietas y bisagras históricas: “Lorca ahora es más necesario que nunca, contando con las herramientas que tenemos hoy, porque él se asoma a esa grieta, y se hace esas preguntas primeras y últimas de la tragedia” añadió a su paso por la Menéndez Pelayo la directora. Esencial fue en sus comienzos, desde sus primeros cortometrajes, Raúl García Medrano, responsable del Festival de Cine de Comedia de Tarazona.

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Foto: Esteban Cobo

El viernes al colofón final del curso con la presencia de Miguel del Arco con Las Furias unimos, por esas cosas mágicas que ocurren en la Menéndez Pelayo, la participación de Raquel Lobera, una de las integrantes del Gabinete de Prensa de la UIMP, en el curso ¿Una maldición que salva? Escritoras y locura. La periodista participó en la dramatización que el dramaturgo José Sanchis Sinisterra hizo dentro del curso junto a Eva Redondo en uno de los cursos con mayor afluencia del verano, que acogió la lectura con un sonoro aplauso y que se interesaron por cómo habían abordado el texto las intérpretes. En la intervención del autor de la citada ¡Ay, Carmela! destaca su concepción de lanarraturgia’ como un género híbrido que abarca “una frontera cada vez más presente en la escritura dramática contemporánea”. Se trata de una mezcla, ha destacado, de “la forma dramática canónica, interpretada por voces ficcionales, y el material narrativo, donde hay una voz autoral que se hace cargo del desarrollo de los acontecimientos”. Un segmento importante de la escritura dramática de los últimos quince o veinte años, ha explicado: “Se encuentra en esta ‘narraturgia’, donde a veces es difícil discernir que el los propiamente dramático y lo narrativo”.

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Además de su trabajo con Las Furias que, aunque no adapta ninguna obra de teatro tiene ciertas conexiones con el hecho escénico, Del Arco también se refirió en rueda de prensa al Teatro Pavón Kamikaze tras mi pregunta: «Artísticamente ha sido un bombazo, el ruido que hemos hecho ha sido brutal, la recepción del público ha sido fabulosa, y aun así ha sido una ruina gigantesca”, ha reconocido el dramaturgo, guionista, actor y director de escena. “Seguiremos tirando de la cuerda hasta que no podamos más, tampoco me voy a hipotecar la casa o a pagar por hacer teatro”, ha añadido. Con esta segunda temporada, esperan conseguir interés por parte de las administraciones, algo que no ha pasado hasta ahora: “Sobre el papel le gustaba a todo el mundo, pero nadie daba un paso adelante. Creo que eso es un problema de la cultura de este país.”, ha advertido como balance de la primera temporada y avance de una segunda temporada que está dando sus primeros pistoletazos con Antígona que supone el debut teatral de un actor vinculado al propio Palacio de la Magdalena. Se trata de Yon González, que fue el protagonista de Gran Hotel, grabada en este espacio que es sede la UIMP. Fue tras ver Misántropo cuando el conocido actor se interesó por el trabajo de Miguel del Arco. Cuando el director le ofreció un pequeño papel en la función que se ve estos días en el Pavón. Kamikaze lo tuvo claro y no lo dudó. La presencia del actor se siente cada tarde en el teatro con la presencia de multitud de adolescentes esperándole en la puerta, aunque sólo alguna suelta entra a ver la función como admitió el director con una sonrisa. Cantabria ha sido precisamente esencial en su película ya que los paisajes de la tierruca son protagonistas en la cinta: “Decidí que la película tenía que rodarse en el norte para conseguir esa inquietud ancestral que produce la naturaleza”.

Parece claro que el cine y el teatro, aunque con una relación inestable en el tiempo, seguirán ligados en el futuro con propuestas como una posible adaptación de El Arte de la Entrevista que prepara Paula Ortiz junto al propio Juan Mayorga, autor de la obra teatral. Durante una semana hemos podido disfrutar en primera persona de esa relación teatro-cine gracias al empuje de José Manuel González Herrán, catedrático de Literatura Española y profesor emérito de la Universidad de Santiago de Compostela y el secretario Anxo Abuín, profesor titular de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Santiago de Compostela. Confiamos que en el próximo verano podamos seguir analizando la relación del cine y la literatura como ya se hizo también el año pasado en el referido a Mario Camus.

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Del Arco junto a los responsables del curso en una foto de Esteban Cobo
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Notas desde la Menéndez Pelayo: Julia Gutiérrez Caba, una gran Cómica de la Lengua

Julia Gutiérrez Caba: “Cuando sales y desgastas tu primer zapato en el escenario ya es imposible dejar este oficio”

Julia Gutiérrez Caba es un torrente de recuerdos. Historia viva de nuestra escena. Por su memoria pasan Miguel Mihura, Alberto Closas o José Luis Alonso. En el Teatro de la Abadía, donde se ha reencontrado con las tablas en los últimos meses, confiesa que con esta nueva experiencia escénica se ha sentido “aprendiendo de nuevo”. Se refiere a su acercamiento a los textos de Teresa de Ávila, que ha dirigido José Luis Gómez. Ella es la madrina de lujo de una década DESDE MI BUTACA. Siéntense en sus butacas, la función de hoy contará con una excepcional Primera Actriz: Julia Gutiérrez Caba. Hoy la actriz inaugurará el ciclo Cómicos de la Lengua en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, cuyo actividad miraremos con lupa un año más en estas Notas desde la Menéndez Pelayo. La cita con los textos de Santa Teresa será a las 20h en el  Paraninfo de Las Llamas.

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Teresa, una mujer adelantada a su tiempo. Julia llevaba una larga temporada sin pisar un escenario: “No puedo aguantar la dinámica del teatro a mi edad”. Una llamada de José Luis Gómez la hizo cambiar de parecer. Tras muchos años acariciando la idea de que Gómez la dirigiese, Teresa de Ávila ha sido la escusa perfecta para que, por fin, se produjese el milagro. De la Santa, Julia destaca que fue una mujer muy adelantada a su tiempo: “Era combativa, tenaz, trabajadora…”. Ella sabía leer en un tiempo en que las mujeres tenían un papel muy secundario. Además, se interesó por la figura de Teresa por todo lo que ha supuesto para la lengua: “Se siguen utilizando muchas palabras que usaba ella, pero con otro sentido”. Y de repente, recuerda que la estancia en la que estamos fue donde se produjo la primera lectura de estos textos: “Estoy feliz de poder seguir aprendiendo, eso es lo que le dije a José Luis y al académico cuando pasamos el texto por primera vez”.

Irene Escolar, sigue la saga. Julia Gutiérrez Caba ha seguido con interés la carrera de su sobrina nieta Irene. Más allá del hecho de que se haya decantado por esta profesión, lo que más la emociona es: “Ver el rigor con el que se enfrenta a esta profesión”. Algo tendrá que ver ser parte de una familia que ha conocido desde la infancia “No sólo la parte más luminosa de esta profesión, si no también las dificultades”. Julia quiere seguir aprendiendo: “No me veo con fuerzas para acudir a talleres, pero me encanta que ella me cuente cómo trabajan los directores de ahora, a cuyos montajes acudo únicamente como espectadora”.

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Los cómicos, una profesión maldita

Este oficio siempre ha sido más tolerante, más avanzado. Siempre hemos estado malditos, cosa que me divierte, ahora la sociedad ha aceptado cosas que nosotros teníamos asimilado desde hace muchos años. Esa sociedad que nos ha reprochado que éramos ‘gentes de malvivir’, me hace gracia ver cómo han tenido que aceptar cosas que nosotros tenemos asimiladas hace siglos.

Es una palabra cariñosa, los que la utilicen de una forma peyorativa esa palabra, prefiero ignorarlos. Yo me siento orgullosa de pertenecer junto a toda mi familia a una profesión mágica, diferente a otras muchas, no se si mejor o peor. Somos afortunados cuando vivimos momentos buenos. Conocemos lo mejor y lo peor. Estamos acostumbrados a grandes teatros y a teatros de pueblecitos perdidos. Estamos acostumbrados al éxito y al fracaso, a la sala llena y a dos únicas filas de butaca algunos días. Es terrible, pero te lo tienes que plantear, es tu oficio, tienes que hacer tu trabajo igual con 20 o 200 espectadores. Hay que hacerlo bien. Es un oficio mágico, aunque tenga momentos duros.

Malos tiempos para la profesión. Su generación tuvo que luchar mucho por conseguir los derechos de los que otras profesiones ya gozaban. Por eso, la entristece ver la situación actual de sus compañeros: “Las salas alternativas en las que no cobra nadie están bien como aprendizaje, pero este trabajo no se debería hacer toda la vida por amor al arte”. Aún así, valora el ímpetu, el empuje de los creadores que a pesar de todo, siguen nadando a contracorriente.

PERSONAJES

CATALINA BÁRCENA, la noche en que el veneno del teatro se metió en su cuerpo

“Cuando sales y desgastas tu primer zapato en el escenario ya es imposible dejar este oficio”. En Mariquilla Terremoto tuvo su primera oportunidad de subirse a un escenario. Hizo un papel que normalmente hacía la meritoria en la compañía de Catalina Bárcena. Fue tal el miedo que tenía, que fue su madre la que tuvo que decir su frase los primeros días. Desde entonces, con apagón incluido en esa primera vez, la actriz no ha dejado una profesión en la que a pesar de las dificultades sólo puede tildar de “Mágica”. Antes de esa primera vez, sus juegos ya ‘imitaban’ el trabajo de su familia. Su madre las dejaba a ella y a su hermana cosas que no usaba y ya entonces soñaban con ser la princesa del cuento.

JOSÉ LUIS ALONSO, el primer director de su carrera

Cuando hizo 10 negritos José Luis Alonso aún no era el director del María Guerrero. Aún siendo una obra menor, un policiaco, él la enseñó lo que era la figura del director. Lo montó como si fuera una obra de las grandes. Con él conoció a la figura del director, que antes lo era el empresario o el primer actor. Luego ya en A Electra le sienta bien el lutorecuerda con una sonrisa haber compartido escenario junto a Núria Espert y Alfredo Alcón, recientemente fallecido.

MIGUEL MIHURA, un buen amigo

Julia Gutiérrez Caba fue la secundaria de lujo en algunas de las comedias de Miguel Mihura. Ella, como los jóvenes intelectuales de la época, estaba fascinada por el humor de publicaciones como La Codorniz y que los mayores no entendían. Y en ese momento, le llegó su primer papel con Mihura: Sublima decisión. Para ella, lo más importante es que mantuvieron una amistad muy grande: “Me encantaba sentarme con él a hablar sobre este oficio y sobre la vida en general”.

Jaime de Armiñán, la primigenia Televisión Española

Él la permitió trabajar en los primeros programas de TVE. Él escribía guiones de 15 minutos al mediodía en directo en el Paseo de la Habana en un simple piso, nada que ver con los futuros estudios de Prado del Rey: “Eran programas de humor, pero él metía elementos de crítica, muy diferentes…” En esos programas coincidió con muchos actores que provenían del teatro como Bódalo, Rodero, Chus Lampreave o Amparo Baró.

ALBERTO CLOSAS, todo un pionero

“Nunca tuve ningún problema a pesar de la fama de irascible que tenía”. Más allá de esa aureola de mal humor que rodeaba a Closas, Julia Gutiérrez Caba destaca que fue un director pionero. Fue de los primeros que eliminó la figura del apuntador. Además, mucho antes de la famosa Huelga de Actores, concedió a los actores una noche de descanso, primero, y más tarde un día. Con respecto al carácter comenta divertida: “Yo creo que montaba un poco el show para mantener a los actores en su sitio. Yo siempre respeté su espacio de director, por eso nunca tuvo una mala palabra para mí”.

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LUIS SAN NARCISO, actor antes que director de casting

En la última etapa de su carrera, Julia ha participado en dos importantes series: Los Serrano y Águila Roja. Dos productos televisivos que la ayudaron a “salir de un bache personal” admite la actriz. El director de casting de ambas series, Luis San Narciso, era un viejo conocido para ella. La primera vez que coincidieron fue en la obra Petra Regalada. Él hizo el personaje de un chico autista tanto en Barcelona como en la gira.

El recuerdo del público, más allá de los aplausos.

Para Julia Gutiérrez Caba ahora que su carrera está llegando a su fin lo más gratificante de esta profesión es la respuesta del público: “Me emociona ver que me siguen parando por la calle para recordarme aquel momento inolvidable en que me vieron haciendo tal o cual obra”. Y con este mensaje optimista sobre esta profesión mágica despedimos a esta actriz que sigue conservando la elegancia que la llevó a pisar los mejores escenarios de España. Si están en Santander hoy, no olviden su cita con esta Dama de la Escena.

Manuel Vicent: «La gran tertulia moderna es el botellón»

 Esta mañana estuvimos con el escritor Manuel Vicent, que cierra hoy los Martes Literarios de la UIMP.

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La parte autobiográfica es una constante en su obra, ¿Podría entender la literatura sin contar de alguna forma su propia experiencia vital?

No se si tiene sentido escribir ficción pura. Quiero plasmar lo que siento como materia literaria. Eso sí,  para mi lo esencial es contar cosas que has vivido, pero sin caer en batallitas, contando cosas que realmente puedan compartir tus lectores. Si te pones de protagonista contando historias que sólo te tocan a ti, no tiene ningún sentido, puede llegar a ser estomagante. Hay una cosa que está clara de este oficio y es que es muy impúdico, te expones sin que nadie te llame.  Cualquier crepúsculo sobre el que escribas, en el fondo es tu propio crepúsculo.

Uno de los géneros del que es todo un maestro es el perfil, ¿Cómo se consigue brillar en un género tan complejo?

Lo fundamental es elegir un punto de vista concreto. No es una caricatura, una distorsión del personaje. Tienes que encontrar el ángulo acertado y no siempre es posible.

Era un asiduo de las tertulias del Gijón, ¿Cree que volverán?

De alguna forma creo que no se han perdido del todo y que se seguirán haciendo. De hecho, la gran tertulia moderna es el botellón.

En estos tiempos en que prima la inmediatez, ¿Dónde queda el periodismo riguroso?

Queda casi en la época del Último Mohicano. Como una isla desierta que se está perdiendo. Estamos atravesando un río y al otro lado viven los nativos digitales. A este lado se está quedando la gente que no se atreve a cruzar el río o que piensan que lo que hay al otro lado no les interesa.

Ha dicho que lo que nos rodea es bastante peor que una tragedia griega…

Cualquier telediario desborda a Sófocles y Eurípides. Así como decía Aristóteles que la tragedia sirve para purificar las pasiones, los telediarios se han convertido en una especie de versión de El caso, lleno de asesinatos y tragedias varias, haciendo que nos hayamos acostumbrado a ver la violencia más atroz como un hecho anodino.

Anoche vivimos una noche mágica con sus cuentos en la voz de Emma Suárez, ¿Qué cree que encuentra el público en el teatro?

La gente está deseosa de que le cuenten historias en el teatro y de participar en ellas. Antes, el público se preparaba para la ceremonia con sus mejores galas, pero ahora sigue siendo bonito ver las aceras de los teatros desbordadas con gente que comenta la función.

Emma Suárez: «El teatro es un ritual de comunión en el que la palabra es la protagonista»

La actriz Emma Suárez cierra esta noche el ciclo Noches de la Biblioteca de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo leyendo una selección de cuentos de Manuel Vicent, que mañana será protagonista dentro de los Martes Literarios.

La actriz esta mañana en Santander bajo la mirada del fotógrafo Pablo Hojas.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Emma Suárez?

Cada día que te subes a un escenario tú te sientes de una forma distinta, pero lo que realmente hace que cambie la representación es la ‘escucha activa’ del espectador. Esos cambios en matices que consigues con la respuesta del público es algo que hace mágico el hecho teatral. Me gusta mucho que la relación con el público sea transparente. El teatro es un ritual de comunión en el que la palabra es la protagonista. En el teatro existe un espíritu de grupo, una gran confianza en el otro, una cierta hermandad con tus compañeros. 

Viene de hacer Los hijos de Kennedy bajo la dirección de José María Pou, ¿Qué ha aprendido de este maestro de las tablas?

Tengo la sensación de que no se pudo volcar tanto como le hubiese gustado. Él estaba ensayando Tierra de nadie de Harold Pinter. Lo que más me impresionó de él es su capacidad para documentarse, tiene una memoria prodigiosa. Nos dio muchísima información de la época. Con esta obra, hemos redescubierto estos años gracias a esa documentación. Poder revivir esa época de Kennedy ha sido muy gratificante.

¿Qué queda de esa niña que con sólo 14 años rodó su primera película en la actriz que participa hoy en las Noches de la Biblioteca de la UIMP?

Sigo siendo la misma persona. No creo que me haya transformado profundamente. Sigo luchando en este oficio y tengo la suerte de trabajar en algo que me gusta, haciéndolo lo mejor posible. Sigo siendo una persona familiar que trata de proteger a mis seres queridos. Conservo cierta timidez y estoy muy agradecida por poder seguir en este camino.

¿Qué ha significado en su carrera un trabajo como el de El perro del hortelano a las órdenes de Pilar Miró?

Está muy presente. La reponen mucho en televisión y la pasan en los colegios. Me dieron el Goya y, sobre todo, me vinculó a todo un referente como Pilar Miró, fue una persona muy íntegra y muy luchadora. Es una película que cuando participo en alguna retrospectiva siempre la ponen.

¿Qué es lo que le emociona de su profesión a Emma Suárez?

Significa el deseo de conocimiento del alma humana, la necesidad de conocer a los demás. A través de los personajes tengo la oportunidad de descubrir y comprender a los demás. Es un trabajo en el que es imprescindible la observación. A través de los personajes puedo comprender a otros.

Si miramos hacia el futuro, ¿Con qué tipo de proyectos la gustaría seguir en este camino de la interpretación?

Me sigo ilusionando con proyectos como Falling Apart de Ana Rodríguez, rodada en sólo tres semanas en la República Dominicana. He trabajado con un equipo fantástico. Se ha creado un espíritu en el que todos creíamos en el proyecto, esa forma de trabajar es imprescindible. Éste es un trabajo de grupo. Detrás de nosotros, los actores, que somos la cara visible, hay un equipo que es el que hace realmente grandes los proyectos. También estoy encantada de formar parte de Todos murieron por encima de sus posibilidades de Isaki Lacuesta, que presentaremos en San Sebastián con un reparto de lujo con nombres como José Coronado y Raúl Arévalo. 

Juan José Millás: «El teatro es el origen de todo, es el templo de la palabra»

Juan José Millás ha sido un verano más el autor más multitudinario de los ya clásicos ‘Martes Literarios’ de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Cual gran estrella del rock, se instalaron pantallas  fuera del recinto para poder escuchar a este autor que cuenta a sus lectores por millares. El autor de La mujer loca estuvo en la capital cántabra participando en el curso sobre Literatura y locura de la prestigiosa universidad de verano con sede en el Palacio de la Magdalena de la capital cántabra. Una ocasión única e irrepetible para poder charlar con este maestro de la palabra por primera vez DESDE MI BUTACA. 

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Comentaba uno de sus referentes en el columnismo, Manuel Alcántara, que un articulista es un conversador por escrito…

Hay mil modos de decirlo, pero Manuel Alcántara lo ha definido muy bien. En cierto modo, es una conversación por el hecho de que mucha gente te para como reacción a tus columnas y hablas con ellos. Alcántara fue uno de los primeros columnistas que yo leía en la prensa diaria. Por fortuna, hemos tenido muy buenos columnistas en este país. El periódico me sigue pareciendo un artefacto maravilloso como ya me lo parecía de pequeño. Escribir en un periódico es una de las mejores cosas que puedes hacer en tu vida.

¿Cómo nace ese deseo de ‘desnudar las palabras’ como hace la protagonista de La mujer loca en el propio Juan José Millás?

Nace del conflicto con la realidad. El lenguaje es una forma de realidad. Yo no entendía de pequeño que al decir la palabra ‘casa’ viese en mi cabeza una casa, pero en cambio si decía ‘Ca’ no veía media casa. La extrañeza, la relación entre la realidad y la palabra. Me provocaba una gran extrañeza que las cosas se podrían haber llamado de otro modo. ¿Cómo es posible haber creado un sistema tan diabólico como la lengua y que la relación entre la palabra y la cosa sea tan arbitraria? Es el conflicto con la realidad lo que te lleva a intentar escribir bien, a intentar acariciar con las yemas de los dedos el otro lado.

En La mujer loca de nuevo Millás es protagonista, ¿Cómo perder el pudor a hablar de uno mismo a través de la novela?

El pudor es una cosa que hace mucho daño al escritor. Cuanto antes lo pierdes, mejor será tu trabajo. Yo lo perdí hace muchos años. Cuando publiqué mi primera novela, después de la emoción inicial por ver mi nombre en el libro, me entró cierto pudor al pensar que esos detalles autobiográficos que había incluido iban a ser leídos por mi familia. Luego, lo publiqué y vi que no pasaba absolutamente nada. En ese momento, me di cuenta de que el pudor podía ser un lastre.

Se escribe de oído, no hay una partitura prefijada” como me comentaba Marcos Ordóñez, ¿Cómo es el proceso de escritura de una novela en sus palabras?

El proceso de escritura de una novela es algo muy misterioso. Sólo si llevas una especie de diario puedes intentar desentrañar ese misterio. A veces, las ideas te surgen en los lugares más insospechados. Cuando la novela se va construyendo, vas olvidando los detalles de cómo has llegado a ella. Fundamentalmente es una cuestión de oído. Tienes que escuchar todo lo que has escrito. La solución está en lo que has escrito. Desde el momento en que escribes las primeras cuarenta páginas de la novela, ya está contenido todo ahí. El trabajo de un buen escritor es saber escuchar lo que se esconde en esas primeras páginas.

En una cultura en que prima la imagen, ¿Cómo despertar el ‘aparato imaginario’ de las nuevas generaciones?

El aparato imaginario le tenemos todos, pero se reprime. En el mundo de los videojuegos, veo mucha imaginación. Pero está claro que hay que cultivarlo como un músculo para que no se atrofie. El acercamiento a cualquier arte es un modo de cultivarlo. Está bien el videojuego, el cine… En ese conjunto de cosas, la lectura resulta primordial también.

En La lengua madre le picó ‘el veneno del teatro’ con su gran amigo Juan Diego…

Ha sido una experiencia fantástica. Hace 12 años escribí un monólogo para Magüi Mira y fue un éxito rotundo. Ahora he podido repetir en el teatro con un actor como Juan Diego, que es uno de los grandes actores de este país. Yo siempre digo que si hubiese nacido en América sería un Robert De Niro. Estamos muy satisfechos con la experiencia. A mi me gustaría escribir más teatro, pero no tengo tiempo para todo. Lo que más me ha gustado es poder ver el teatro desde dentro. Poder asistir a los ensayos es algo maravilloso. El teatro es el origen de todo, es el templo de la palabra. Fíjate como muchos directores de cine cuando se hacen mayores se meten en el teatro. La lengua madre tiene mucho que ver con todo eso. Está basada en una conferencia que yo había dado muchas veces y que tenía siempre mucho éxito. La gente se lo pasaba muy bien, como si estuviesen asistiendo a una representación teatral y por eso se me ocurrió que era una buena idea para un monólogo.

En un lugar tan evocador como el Palacio de la Magdalena, ¿Con qué tipo de historias le gustaría seguir haciendo imaginar a sus lectores a Juanjo Millás?

Quizás una de fantasmas. Veo una historia con un caserón lleno de escaleras secretas. Llegar a conocer el Palacio de la Magdalena me parece casi imposible, lo que ayuda mucho al tema del misterio. Ayer cuando llegué se colaron por mi ventana las imágenes de una gran tormenta y eso le da una atmósfera muy especial a este lugar, aunque en el fondo no se muy bien qué historia escribiría aquí.

Ramón Barea: «Si se ha creado una maquinaria en el teatro público que no se puede mover habría que revisarla»

Sus primeros recuerdos teatrales los tiene como espectador teatral compulsivo. Cuando era adolescente, trabajaba como oficinista y el dinero que le quedaba se lo gastaba acudiendo al teatro. Sin antecedente familiar alguno, comenzó a programar a los grupos independientes de la época y se dijo a si mismo que ése era el tipo de teatro que quería hacer. Nacieron así en los 70, los primeros grupos de teatro profesionales del País Vasco con una vocación claramente contestataria. En esas primeras aventuras ya estaba presente su amigo Álex Ángulo, del que destaca su generosidad durante tantos años de andadura en común también en el cine. El que fuera Premio Nacional de Teatro conserva de esos primeros años el idealismo, esa idea de que el teatro puede ser una gran arma.  Estuvo en la UIMP presentando su personal visión de Sobre los perjuicios del tabaco. ¿Su mayor ilusión? Consolidar la sala Pabellón Nº6 de Bilbao: «Me siento muy ilusionado por poder encontrar un lugar de investigación estable». 

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Ha presentado en la UIMP una versión apócrifa de Sobre los perjuicios del tabaco, ¿Qué le hizo conectar con esta historia de Antón Chéjov?

En lo del tabaco, no voy a decir que es por ser fumador, sino que es el pretexto de la obra. Me gustan esos personajes pequeños, a los que les ocurren cosas que nos podrían ocurrir a cualquiera. El interés por esos personajes grises y anodinos quizás me viene del hecho de que son ese tipo de personajes secundarios del cine a los que he tenido la suerte de interpretar. Este personaje de Chéjov y muchos otros tienen ese punto de personaje común. También me motivaba mucho poder hacer una versión más realista, más naturalista que la obra original. En trabajos tan personales como éstos o te enamoras de ellos por alguna razón o no tiene sentido hacerlos. Si encuentras un punto de identificación con tu personaje es un disfrute absoluto.

También se ha enfrascado en otro monólogo, Confesiones de San Agustín, dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente…

Juan Carlos Pérez de la Fuente se suele embarcar en aventuras muy complicadas y San Agustín lo es y mucho. Tiene una capacidad de riesgo que me encanta. Es un locura de Juan Carlos y su equipo. Ha hecho una especie de perfil con las ideas clave de San Agustín. Tiene un aspecto de lectura teatralizada que se convierte en una función de teatro. Vengo curtido en el mundo del monólogo con Sobre los perjuicios del tabaco, que era mi primera experiencia en solitario. Es la primera vez que me he quedado en blanco, que he tenido el famoso miedo escénico por estar solo en escena. Una vez que ya has hecho tuyo el monólogo, eres capaz de retomar el texto si te pierdes y eso es algo que te da una seguridad en las tablas impresionante.

Precisamente, Juan Carlos ha sido nombrado director del Teatro Español y el resto de espacios del Ayuntamiento, ¿Qué le parece su nombramiento?

Creo que es un embolado muy grande para él. Al ser una persona del mundo creativo, espero que encuentre un buen equipo de gestión que le permita a él enamorarse de los proyectos. Espero que no caiga en la tentación de encadenar un montaje detrás de otro como director, que es algo muy habitual cuando se trata de espacios públicos. Le deseo lo mejor a este enamorado del teatro y me da mucha rabia que le hayan dejado la programación hecha para los próximos meses, creo que ha sido un poco a traición la cosa.

Una de las apuestas fuertes de esta temporada en el Teatro Arriaga de su querido Bilbao era Montenegro, ¿Cómo ha vivido esta suspensión de la gira?

Por lo visto han aducido que salen caras las giras por las horas extra de los técnicos. Da mucha pena. Es cuanto menos curioso que el espectáculo, siendo un Centro Dramático Nacional, se va a quedar prácticamente en las representaciones de Madrid y Barcelona. Se debería hacer una política de acuerdos con las autonomías para que giren los espectáculos. Teniendo unos presupuestos muy grandes, no es justo que no se pueda disfrutar en toda España. Si se ha creado una maquinaria que no se puede mover, habría que revisarlo para que se puedan mover estos bienes artísticos. De cara a nuestro trabajo además se da por supuesto que somos de Madrid. Yo vivo en Bilbao y me tengo que buscar la vida cuando voy a actuar al CDN. Se peca de un cierto centralismo. No es como en las giras, que se contemplan esas cosas en las dietas por ejemplo.

¿Cómo nace su pasión por el teatro?

Yo fui espectador compulsivo de adolescente. Trabajaba de oficinista, daba algo en casa y el resto me lo gastaba en el teatro. Quería ser actor en el fondo por mi timidez enfermiza. Yo no fui universitario, pero me encantaba toda esa movida del teatro independiente. Con veinte años teníamos la osadía de programarles. Alquilábamos un teatro para traerlos. Yo quiero ser como ellos me dije a mi mismo. Yo quiero hacer un teatro de denuncia social y de respuesta popular. Creamos las primeras compañías de teatro profesionales, no había apenas tradición. La primera generación profesional del teatro en el País Vasco fuimos nosotros, en los años 70.

¿Qué queda en el Ramón Barea de los tiempos de grupos como Cómicos de la legua?

Queda muchísimo de eso. Yo me he formado ahí. No vengo de escuelas. Vengo de cargar y descargar furgonetas, de actuar en la calle… No he crecido en el mundo del glamour. Nunca he sido el actor de moda ni he estado en la cresta de la ola. Creo que queda todo, queda un estilo, una forma de hacer las cosas que te marca. Cuando tienes 20 años, te comes el mundo y piensas que el teatro es un arma de lucha maravillosa. Ese carácter idealista permanece. No es sólo el negocio del espectáculo, sino algo más. Queda también la necesidad de encontrar lugares y equipos de trabajo más o menos estables. Ahí está Pabellón 6 para atestiguar mis palabras.

A un actor curtido en las tablas, autodidacta, ¿A qué le suenan los métodos interpretativos?

A caminos, a vías, a recursos, pero nunca a soluciones. Los actores debemos saber encontrar las carencias y las virtudes. Tenemos que ser conscientes de lo que podemos hacer. No podemos hacer todo tipo de personajes por preparación física, por estilo, por forma de ser… No hay métodos universales, hay actores, formas de hacer. Mi método es el tanteo del error, reconocer mis fallos y tratar de mejorar con los métodos de trabajo. Cuantos más trabajos difíciles hagas, encuentras nuevos miedos, pero también más seguridad. Es un oficio en el que nunca dejas de aprender. Los métodos son recursos, nada más.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Ramón Barea?

Faltan espacios colectivos de escucha, donde las cosas transcurran con calma. Vemos una muestra de lo que les pasa a otros seres humanos. Es el espacio de reflexión y entretenimiento. El teatro no muere. Hay que buscar los contenidos que sigan atrayendo al público.

Con su amigo Álex Angulo no sólo trabajó en teatro, sino que también estuvo en sus aventuras como director cinematográfico…

Con Álex hice todos mis cortometrajes y mis dos películas. En la época de Pecata Minuta estaba en la cresta de la ola. Yo quería que estuviese él y el representante no quería que lo hiciese para no utilizar su nombre para vender más la película. Yo le dije a Álex que yo quería que estuviese no por famoso, sino por ser mi amigo. Lo que hicimos fue que en los títulos de crédito apareciese con otro nombre. Hace un papel de monja muy cortito, pero divertidísimo. Es una anécdota que demuestra la generosidad, la entrega y el cariño que tenía él por su trabajo. Para mi es una muestra de amistad muy grande.

Si miramos hacia el futuro, ¿Con qué tipo de proyectos le gustaría seguir ‘jugando’ a Ramón Barea?

Lo más apasionante es Pabellón 6. Para poder hacer muchas cosas: Proponer y probar muchos posibles proyectos. Me apasiona, es como volver a empezar. Me siento ilusionado por poder encontrar un lugar de investigación. No es sólo que puedan entrar las gentes de mi grupo, sino que damos voz a otros nuevos creadores. Estoy muy orgulloso de que los programadores se empiecen a interesar por lo que se está cociendo en nuestra sala. Crear una compañía estable estaría muy bien. Es un sueño por fin tener un lugar fijo de encuentro con los espectadores.

Llega «Sobre los perjuicios del tabaco» con Ramón Barea a la UIMP

Continúa el ciclo Noches de la Biblioteca que cada año organiza la Universidad Internacional Ménendez Pelayo con el actor y Premio Nacional de Teatro Ramón Barea. El próximo lunes 18 de agosto a las 22h en los Jardines de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander presentará Sobre los perjuicios del tabaco

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Este texto de Antón Chéjov es un juguete tragicómico, donde con el pretexto de una conferencia sobre el tabaco, el personaje filosofa entre efluvios etílicos y ataques leves de melancolía sobre la vida, la felicidad, el ser humano, la convivencia y la mediocridad. Un “pequeño texto” un “texto menor” de Chejov que tiene en esta tercera versión inédita un  sabroso gusto agridulce que lleva a la emoción y a la risa desde el envoltorio de una conferencia “por encargo”.

Kiti Mánver: «El Ceres te da vidilla como actriz, pero no sirve para subir el caché»

La primera vez que Kiti Mánver y Juan Carlos Rubio coincidieron fue en Humo, junto al desaparecido Juan Luis Galiardo. Junto a Rubio ha aprendido a perder ciertos miedos como actriz. Ya había interpretado a hombres en varias ocasiones, pero en Las heridas del viento el proceso ha sido muy especial. Todo empezó en los ensayos, abiertos al público: «Al principio no me hacía ninguna gracia, pero sentir su respiración ha sido muy importante en este proceso». Del director y escritor de Arizona ha dicho: «Es tan lindo, es muy generoso, muy templado, me ha enseñado a perder miedos como actriz». Hoy se mostraba orgullosa por el reconocimiento que gracias a Rubio ha conseguido en el Festival de Mérida, su teléfono no paraba de sonar nada más conocerse la noticia: «Me gusta que venga de un jurado de críticos como Marcos Ordóñez y con mi querida Verónica Forqué en el mismo». Admite que los premios la gustan, pero que no sirven para aumentar el caché en un tiempo tan difícil como el actual para el teatro. Esta noche será la protagonista de las «Noches de la Biblioteca» donde interpretará textos de Cervantes, Juan García Larrondo, Luis Alberto de Cuenca y, por supuesto, de su querido Juan Carlos Rubio. La cita, titulada Verso y prosa para tres mujeres, será a las 22h en los Jardines de la Biblioteca Menéndez Pelayo.

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«Éste ha sido el salón de mi marquesado». El Palacio de la Magdalena se convirtió en un plató de lujo para la serie Gran Hotel. De hecho, en el Hall Real rodó la veterana actriz. Sobre la producción de Bambú Producciones ha comentado la actriz: «Nuestras series hablan del talento que tenemos en España». Mientras los medios acreditados hacíamos las fotos de rigor, multitud de curiosos seguidores de la serie, comenzaron a sacar sus cámaras. Tenían delante a una actriz muy querida por el público y no dudaron en fotografiar el momento.

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Kiti vive cantando. La que fuera ‘Chica Almodovar’: «Una etiqueta que me encanta, pero me encantaría trabajar con Pedro más», se acaba de incorporar a la serie Vive cantando con un personaje realmente alocado: «Ella no tiene conciencia de su edad, se viste como una choni y baila como una loca». Siente que de alguna forma es un reflejo del personaje protagonista que interpreta María Castro, pero cuando sea mayor. Se siente feliz por compartir reparto con compañeros a los que admira como José Luis García Pérez, María Castro o el cántabro Javier Cifrián, al que fotografiamos en exclusiva DESDE MI BUTACA. Tiene una energía envidiable. De hecho, su hijo la dice que es muy niña. Y esta ‘niña’ que sigue jugando a hacer teatro mira al futuro con ilusión: «Me quedan muchos proyectos que me encantaría realizar. Lady Macbeth sería uno de esos personajes».

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Marcos Ordóñez: «El teatro es una pasión que nace en la infancia»

«Ya tengo tres Pinters». Marcos Ordóñez tenía un particular álbum de cromos cuando era niño. En él iba contabilizando las obras que había visto de tal o cual autor. Imaginaba la Gran Vía madrileña como un Broadway lleno de marquesinas resplandecientes. Ya entonces empezó a escribir para lectores imaginarios, aunque él en el fondo pensaba que lo hacía como crítico de The New York Times. El teatro es una pasión que nace en la infancia y desde pequeño solía acompañar a su padre a ver muchas funciones. Una vez, un acomodador ante la pregunta de si podía pasar el niño, le dijo a su padre que «Es sólo teatro», fue entonces cuando de alguna forma comenzó a valorar  ese ‘sólo’, el hecho escénico como algo que iba a marcar su camino. Muchos años después, Ordoñez es el crítico teatral referente con su espacio semanal en Babelia. Muy al contrario de esa imagen de crítico fiero e implacable que implantó Mankievicht con Eva al desnudo, el autor de Comedia con fantasmas utiliza la crítica para devolver algo de lo que han dado en escena. Esta semana ha sido protagonista en los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo por partida doble con un curso de guión cinematográfico y una cita con los Martes Literarios dedicada a la crítica teatral. Tranquilos, el teatro parece tener futuro: «Con la crisis ha rebrotado el talento. Han salido a la palestra voces muy potentes». Palabra de Marcos Ordóñez.

Fotografía de Juan Manuel Serrano
Fotografía de Juan Manuel Serrano

En un medio tan caliente como el teatro, ¿Cómo no dejarse llevar por las pasiones más exacerbadas cuando redactas una crítica?

Por lo general, hago tres versiones. A bote pronto, nunca acabas de precisar lo que quieres decir en el momento justo después de la representación. Compruebas que hay repeticiones, que hay cosas que estarán más afinadas si las dejas reposar un poco. Lo caliente es maravilloso, pero hay que reposarlo. Afortunadamente, el espectáculo horroroso ha pasado a mejor vida. Cuando ni fú ni fa, es cansado hacer una crítica. Hay veces en que de verdad sales emocionado con lo que ves. Cuando te encuentras algo como lo que hace Blanca Portillo con El testamento de María intentas devolver algo de lo que te han dado. Es muy agradable escribir ese tipo de críticas. Sucede también que al hacer crítica semanal, puedo elegir. Esa sensación de magia volvió a aparecer el lunes cuando vi a Miguel Rellán en NovecentoLos instantes de maravilla que hubo anoche para mí son la esencia del teatro. Me sorprendió ver a muchísima gente. No sé hasta qué punto conocían el texto de Alessandro Baricco. Pasado por la palabra tiene una dimensión épica.

Si no me gusta mucho un espectáculo pequeñito, prefiero no hablar de ellos, les haría un flaco favor. Luego hay cosas que son de obligado cumplimiento como ver por ejemplo Los Mácbez que siento decir que en conjunto no me gustó. Tenía que hablar de ello por ser de Lima y si no lo hubiese hecho hubiesen pensado directamente que no me gustaba. Eso sí, La Machi y Javier Gutiérrez me encantaron. Javier Gutiérrez me parece un actorazo que comparo con José Luis Ozores, ‘Peliche’. Puede hacer personajes tremendos, pero tiene una luz interior maravillosa, una bondad de corazón innegable. Consigo creérmelo instantáneamente, consigue conmoverme incluso con personajes tan sanguinarios como ese. 

¿Cómo encuentra un crítico su mirada personal y no una serie de referentes a los que inconscientemente copia descaradamente?

El problema sería inspirarse en un único crítico. A mi me gusta leer críticas de aquí y de fuera. Yo me he curtido leyendo a críticos franceses y copié descaradamente durante un tiempo a Joan de Sagarra, lo seguía desde sus tiempos en El correo catalán. Si copias de muchas fuentes, de alguna forma vas creando tu propia mirada. Con los años intentas ser más claro en tus exposiciones. Cuando eres joven intentas meter todos los referentes que tienes sobre algún tema y de verdad que no es necesario. Escribir es tocar de oído, no hay una partitura prefijada. Ajustas tus sentimientos para comunicar más correctamente con tus críticas.

Muy al contrario de lo que pudiera parecer, creo que ser crítico le ha traído más amigos que enemigos…

Desde luego. De joven era más duro. Con 20 años era inclemente. Creo que por el hecho de conocer a la gente que hace el teatro, te das cuenta del milagro que es que una obra llegue a buen puerto. Puedes ser duro en tus críticas, pero varía la forma de decirlo. Puedes herir mucho. Toda creación artística es vulnerable, pero el teatro lo es aún más. Ellos se exponen con su cuerpo. Hacen falta muchos bemoles para salir a un escenario a defender una obra. Cuando algo no es que no te guste, sino que no te convence, cuando no sientes lo que se supone que deberías sentir tienes que encontrar una forma de decirlo con cierta educación, es lo que he aprendido con el tiempo. Siempre fastidia que le digas que no te gusta, pero la forma de decirlo es tan importante… Hay una frase de Truffaut que siempre cito: “Se nota la diferencia entre el tío que dice ¡Qué lástima se ha equivocado! O ¡Qué bien se ha equivocado!” No entiendo a esos críticos que disfrutan haciendo daño.

El escritor en un momento de la entrevista.
El escritor en un momento de la entrevista.

¿Qué tiene que tener una función de teatro para que Marcos Ordoñez no tosa?

Me gustan cosas muy variadas la verdad. Me gusta sobre todo que haya verdad en escena, eso es la madre del cordero. Cuando te toca una fibra de la emoción -de la risa al terror o el drama- eso es lo que hace grande al teatro. Eso sí, esa gente que está con el móvil encendido mandando mensajitos me parece que tienen una gran falta de respeto hacia el público y hacia los actores claro. Se ha recobrado de alguna forma la sensación, que ya estaba en la época de Shakespeare cuando la gente gritaba en mitad de la representación, de que están viendo la obra en el salón de su casa. En contraposición a eso, cuando se producen esos silencios eucarísticos ante una obra es algo mágico.

¿Existen suficientes vasos comunicantes entre Barcelona y Madrid, las principales arterias teatrales de España?

Cada vez hay más. Lluís Pascual en el Lliure está haciendo una programación muy interesante, es espectacular. Viene Misántropo por ejemplo. Es de un cierto riesgo, le han intentado ‘llamar al orden’ por no programar exclusivamente en catalán, pero ha conseguido al final imponer sus criterios de programación. Es cuanto menos esperanzador ver que el gran éxito de la temporada ha sido un montaje de Miguel del Arco en catalán, Un enemigo del pueblo. Me gusta que haya directores invitados. La programación de de la próxima temporada de la Abadía está muy catalanizada por ejemplo. Ojalá hubiese también presencia de otras comunidades como Galicia, pero parece que eso es muy difícil.

Acaba de cerrar una de esas salas pequeñitas que han ido apareciendo en Madrid y Barcelona, El Sol de York, ¿Ve futuro a este tipo de iniciativas en la que los implicados trabajan casi por amor al arte?

No sabemos qué andadura tendrán estas salas de nueva creación. Han salido muchas más en Madrid que en Barcelona curiosamente. Son sostenidas por el entusiasmo de la gente. El entusiasmo tiene su fecha de caducidad, si no hay apoyo continuado, no podrán sobrevivir. El Ministerio de Cultura está aniquilando al teatro con medidas tan salvajes como el 21% de IVA. Si no se crea una complicidad entre el gobierno y la industria, esto puede ir muy mal. En la práctica, no se vislumbra un futuro en el que los que mandan valoren realmente el teatro.

Creo que uno de los principales motores por los que empezó a apasionarse por el teatro fueron las historias que le contaba su padre sobre los montajes de Enrique Rambal…

Te diría que me incentivó mucho la pasión por el teatro. Esos montajes y la visión que tenía yo de la Gran Vía madrileña que la veía como si fuese el Broadway español. Mandaba el teatro de Madrid. En Barcelona había muchas marquesinas apagadas. También el hecho de que mi padre me llevase al teatro desde pequeño influyó mucho. Recuerdo mucho eso de “¿Puede pasar el niño?” Una vez me dijeron “Si es solo teatro”, pero ese ‘solo’ me caló a mi muy hondo. Lo primero que vi más profesional fue en el Teatro Talía, La hora de la fantasía de Anna Bonachi, que inspiró la película Bésame tonto de Billy Wilder. Lo vi con la compañía de Irene Gutiérrez Caba, vi algo distinto, una comedia fuerte para la época. Una mujer casada que se hace pasar por puta. La vi con 10 años. Esto es distinto me dije a mi mismo. Mi padre me llevaba mucho al teatro. Mario Gas tiene 10 años más que yo. Viene de familia de cómicos y lo veía todo desde que era un niño. Esto me ha hecho caer en la cuenta de que el teatro es una pasión que nace en la infancia.

¿Cómo eran esas primeras críticas de la infancia mitad álbum de cromos y mitad diario personal?

Ya he visto tres Pinters y lo apuntabas como si fueran unos particulares cromos. Aunque parezca mentira, se estrenaban con poco tiempo de diferencia con respecto al estreno original. Me imagino que pasaría por ciertas censuras, pero creo que como era tan críptico y no tocaba temas ideológicos… Retorno al hogar quizás es la obra más dura, seguro que hubo recortes en esa. De alguna forma, yo me sentía un Asier Etxeandía que estaba en un rincón de su casa haciendo una crítica para unos lectores imaginarios. Era muy parecido y en mi imaginación yo fantaseaba pensando que era el crítico de The New York Times.

¿Dónde queda la figura del crítica en una sociedad de la información en que prima la instantaneidad?

Hay de todo. Hay gente que lo hace con mucho amor y con mucho criterio y luego hay gente que no se muy bien para qué vierten sus opiniones. Lo que sí te puedo decir es que odio ese término tan de moda llamado “Crítica express”. Opiniones tan vagas como “Me está gustando mucho o no me está gustando nada, los actores lo hacen muy bien…” La pasión y el gusto tienen que ir en consonancia con un juego especulativo, sabiendo poner en relación una obra con otras del mismo autor… A mi a veces cuando salgo del teatro eso tan inmediato de ponerme un micrófono y preguntarme ¿Qué me ha parecido? no puedo hacerlo. Me parece nocivo pulirme una obra en dos frases. Yo intento detenerme en toda la gente que ha hecho el espectáculo.

A pesar de la crisis, ¿El teatro es el arte del futuro?

Espero que sí, la verdad. Creo que era Kaufman, el autor de El hombre que vino a cenar, el que llamaba al teatro “El magnífico enfermo”. Lleva aguantando muchos años y eso que le ponen palos sobre las ruedas. La fuerza de alguien que te está diciendo algo a ti a seis pasos es algo único. Te está mintiendo, pero te está diciendo la verdad. Tienes la sensación de que sólo lo está haciendo para ti. Eso sí, hace falta una complicidad de los gobiernos. Cambian los hábitos en el cine por ejemplo. Se han cerrado dos salas en Barcelona y yo lo lamento, pero luego resulta que no voy al cine. Lo bueno es que al teatro hay que ir obligatoriamente. Es curioso que con la crisis ha rebrotado el talento. Han salido voces muy potentes a la palestra. Tiene mérito además que lo están haciendo casi con dos cojones y un palito.

Juan Carlos Pérez de la Fuente: «Tenemos un teatro del que tenemos que sentirnos orgullosos»

Nuestra historia podría comenzar hace más de treinta años cuando un joven ascensorista del Banco de España encontró en su camino a Rosario Calleja, su mitad escénica: «Este premio es tuyo y mío» dijo un Juan Carlos Pérez de la Fuente emocionado ante las palabras de Luis Alberto de Cuencia, que leyó la laudatio en la entrega del Premio La Barraca de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

El director posa para DESDE MI BUTACA unos minutos antes de la entrega del premio.
El director posa para DESDE MI BUTACA unos minutos antes de la entrega del premio.

El  flamante nuevo director de los espacios escénicos del Ayuntamiento de Madrid, con el Español como cabeza visible, recordó la importancia de la capital cántabra en su trayectoria: «Siempre que ocurre algo importante en mi vida, Santander está presente». Aquí nacieron algunos de sus grandes éxitos como Fortunata y Jacinta u Orquesta de señoritas entre otras. Ahora, cuando está a punto de emprender un nuevo camino en la gestión, de nuevo Santander aparece en su horizonte.

Junto al Rector de la UIMP, César Nombela.
Junto al Rector de la UIMP, César Nombela.

Sobre el proyecto de gestión que ha defendido con uñas y dientes destacó  el papel que tendrán nuestros autores: «Tenemos un teatro del que tenemos que sentirnos orgullosos, ¿Cómo es posible que no se conozca a Valle en Londres o Buenos Aires?». En este sentido ahondó en la idea de ‘internacionalizar’ a nuestros autores, conseguir que se conozca la grandeza de autores como Buero Vallejo, sobre el que se preguntó extrañado: «¿Cómo es posible que un autor de su calibre no se haya programado en el Español en los últimos 35 años?» Va a luchar por conseguir que esos turistas que vienen a ver el Prado, hagan parada en el Español, que se convierta en la referencia que debe ser un espacio que cumplirá 400 años en 2015. Para esa efemérides tan especial ya tiene algunas ideas en mente: «Quiero hacer un homenaje a los textos de ayer con dramaturgos de hoy y que salga el teatro a las calles». Por último, insistió en la necesidad que desde el Español se apostase por un teatro que hable sobre los conflictos de hoy, a los que es necesario dar voz desde un espacio como el que él dirigirá a partir de septiembre.

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El director en un momento de su emocionante discurso.