Han pasado 16 años, que se dice pronto, de la primera entrega del James Bond más nuestro. Han pasado 16 años desde que Santiago Seguro dio en el clavo por primera vez con una película sorprendentemente cainita, desagradable y tan ‘nuestra’ que, precisamente por eso, nos provocó un rechazo hipnótico, que nos hacía pensar con expectación en una hipotética secuela. Y llegaron las secuelas y el amiguete volvió a llevarse un botín que ya quisieran muchos blockbusters americanos. Y lo hizo exorcizando nuestros demonios. Poniendo en pantalla a personajes de dudoso pelaje y raigambre como Cañita Brava, Leonardo Dantés, El Señor Barragán… Una selección de tipos de excelsas cualidades culturales, oiga. Todo ello aderazado con mucha sal gorda y algunos guiños a la actualidad, real o fantaseada, de esta España mía, esta España nuestra. Ayer antes de ver la película, en las taquillas del cine, un cartel rezaba lo siguiente:

No es un chiste, no, es real. Al comenzar la película, uno de los acomodadores, aún queda alguno, vino a mandar a callar a un grupillo que se quisieron hacer los chulillos. No tendrían ni quince años y, seguramente, era la primera entrega de Torrente que veían en el cine. Pues los chavales, una vez comenzada la película, no es que permanecieran en un silencio sepulcral, pero se ve que las risotadas pudieron con todo lo demás y disfrutaron de la película sin armar mucho escándalo. El señor Santiago Segura lo ha vuelto a conseguir. Nuevas generaciones se han enganchado a su humor zafio y genuinamente nuestro. Más allá de ese factor de conexión con nuevas generaciones, Torrente 5 viene a ser lo mismo de siempre. Cameos, sal gruesa y algún que otro guiño más o menos perspicaz sobre el futuro de nuestro país. Vaya una pildorita por delante: Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno, y Pablo Iglesias, Líder de la Oposición. El mayor acierto de este Torrente está en recuperar un poco del brillo original con la recuperación de Neus Asensi y Chus Lampreave, inolvidables en la primera entrega de la saga. Brillante también el cameo de la otrora gran pareja de la comedia made in spain. Y si me tengo que quedar con un actor me referiré a Carlos Areces, que sin mediar palabra consigue provocarme más risa que cualquier ocurrencia del torero coprotagonista. Y también está Alec Baldwin, es verdad. Y es un placer verle en pantalla. Me he reído con algunas ocurrencias, pero una vez más tengo la sensación de que Santiago Segura tensa las cuerdas hasta límites que rozan el mal gusto en ocasiones. Me refiero por ejemplo a una escena en la que Mari Carmen, sin sus muñecos, es abofeteada vilmente. Los chavales de 13 años se reirían, pero en ese preciso instante me dieron ganas de abandonar la sala. Y es la primera vez que me pasa con una entrega de Torrente. No sé si es un síntoma de desgaste, de falta de ideas o qué, pero esta quinta entrega- la cuarta la verdad es que me sorprendió gratamente- me ha dejado esa sensación de estar presenciando una historia mil veces vista y eso cansa. Aún así, tiene Segura la capacidad de entretener, de hacerte desconectar y eso es muy loable. Vayan a verla si quieren. El público ríe a pierna suelta y el amiguete también, sabe que otra vez se llevará el botín, y no precisamente el de Eurovegas.
