Jorge Bosch es uno de los protagonistas de El nombre en el Teatro Maravillas. Con el protagonista de obras como Babel o Feelgood charló en exclusiva DESDE MI BUTACA…
¿Qué te atrajo de un proyecto como El nombre?
El texto ya lo había leído un año antes y había visto la función en Buenos Aires e incluso la película. Cuando Pedro Larrañaga me lo comentó, sin duda dije que sí. Me llevo muy bien con el reparto y no había trabajado con ninguno de los actores la verdad. La función es una maquina de relojería teatral perfecta. Es una comedia con apariencia de ligera y acaba literalmente a ostias y eso me encanta…
¿Se nota la firma de Jordi Galcerán en la adaptación?
Sí que hay chistes muy de Jordi. Se ha mantenido en un segundo plano para que entren con sutileza los cambios que ha hecho en la obra. Lo ha trasladado a Madrid muy bien la verdad. Además de un gran autor, es un gran adaptador. Lo ha hecho muy bien precisamente por ser fiel al texto original, sólo ha cambiado pequeños matices que hacen que funcione de una forma mucho más redonda.
Te embarcaste hace un tiempo en Feelgood, una obra redonda, que ahora vuelve al Teatro Infanta Isabel…
Sigo ligado a la obra, como parte de Entramados. Me ha dado mucha pena dejar la función, ya que la función y el personaje son realmente buenos. Lo hemos buscado y adaptado nosotros mismos, es nuestro bebé y eso creo que se notaba. Era nuestra primera función como compañía. La experiencia en Matadero fue un tanto agridulce. Las obras que van a los espacios del Español se mueven más que por la promoción por el tema del boca a oreja y eso tarda en ocurrir. Así, lo que nos pasó es que la gente no acudió ‘en masa’ hasta los últimos días y es una pena. El público que venía se quedaba a felicitarnos a la salida. Por eso, creo que es de justicia divina que la función vuelva a hacer temporada en Madrid. Espero que vaya muy bien, es nuestro primer proyecto y pusimos mucha ilusión en él.
¿Es el teatro el mejor lugar para satirizar nuestra realidad como pasaba en Feelgood?
Lo espeluznante es que lo que contábamos en Feelgood es muy parecido a la realidad por lo que nos han contado la gente de la política que ha venido a verla. Pensábamos que era una sátira muy exagerada y nos dijeron que para nada, que se oyen cosas así en los gabinetes. Desde luego que poder utilizar al teatro como vehículo para denunciar lo que pasa en la vida es maravilloso.
Hablaba con César Camino de su único ‘blanco’ en escena, ¿Has tenido alguno últimamente?
Tuve un blancazo el segundo día de El nombre y es francamente horroroso. No se me va a olvidar nunca. Tengo un monólogo y se me olvidó completamente y menos mal que Antonio me echó un cable. Son segundos en los que quieres que acabe ya la función, se te cae el mundo encima.
Bienvenidos al Lolita, tu última experiencia televisiva, no funcionó nada bien…
Sabía que podía pasar, llevo muchos años en este mundo. Me ha dado pena por los actores jóvenes, que volcaron muchas ilusiones en la serie. Tenía muy buen rollo todo el equipo y eso no es nada fácil, pero con los años he aprendido a relativizar los éxitos y los fracasos.
Con 18 años te apuntaste a un curso de interpretación por una novieta, ¿Cómo recuerdas esos primeros pasos?
Yo iba para estudiar Derecho y empecé a hacer un curso de interpretación y me enganchó de tal forma que aquí sigo veinte años después. Es una droga de la que es difícil desengancharte. Si te atrapa desde el principio es maravilloso.
¿Tuviste un momento en el que el ‘veneno del teatro’ se te metiese dentro?
La verdad es que sí. Yo estaba haciendo un ejercicio en el que toreaba recitando un poema de Lorca y tenía a un compañero haciendo de toro. En ese momento sentí un miedo idéntico al que sentí la primera vez que me puse delante de un toro corriendo en un encierro cuando era un niño. Entonces comprendí que si una persona era capaz de experimentar el miedo ante un toro ficticio, ante un compañero que simplemente se ponía los dedos cual cuernos, esta profesión sólo puede ser calificada como mágica. A partir de ese momento, sentí la necesidad de ser parte de este gremio y comencé a sentir en la escena como en la vida misma. Sentía celos, amor, rencor, todos las pasiones humanos bajo la máscara de un personaje.
Creo que la parte ‘expuesta’ de esta profesión es lo que menos te gusta…
Eso no va conmigo desde luego. Nunca voy a una fiesta a buscar trabajo, termino con los cuatro amiguetes de siempre. Prefiero conseguir trabajo con mi esfuerzo, con mi trabajo y dedicación.
¿Con qué tipo de proyectos te gustaría seguir jugando a esta profesión?
Me gustaría que me dejasen seguir jugando a esta profesión, ya que no depende casi nunca de nosotros mismos. Somos unos afortunados los que podemos trabajar. Me gustaría seguir haciendo proyectos en los que crea en cualquier medio.