Lo que se ve en el Teatro Infanta Isabel, es puro ARTE, el “duende” hecho voz y carne en uno de los nombres con mayúsculas de nuestro teatro musical: Ángel Ruiz. Hoy que celebramos 15 años de Stage Entertainment sería interesante recordar que el actor ya brilló con luz propia precisamente en una producción de la gran casa de musicales en este país: Los productores. El actor cuenta y canta las mil y una hazañas de un artista que supo hacerse a si mismo y, sobre todo, ser uno mismo en un tiempo en que ser “rarito” públicamente no era lo más habitual ni mucho menos lo más recomendable. El público interactúa con un actor que sale del brete como mejor sabe: Con mucho ARTE. Hay que tener muchas tablas, mucho OFICIO para acometer a un personaje como Miguel de Molina… Y más si se tiene un público ‘respondón’. Y por supuesto, Ángel entra en el juego y nos hace disfrutar. Disfrutamos de su impecable voz, de su gracejo innegable y, llegado el momento, nos estremecemos ante las confesiones más fuertes de este De Molina- Ruiz. Dirige este íntimo homenaje a una de las grandes figuras de la música española nuestro querido Juan Carlos Rubio, al que es difícil encontrar- esa es la verdad- en un montaje cuyo resultado no roce la excelencia. En este caso no es que la roce, sino que llega a la excelencia este sencillo monólogo musical al que pone música el Maestro César Belda. Vayan a verlo al Infanta o a cualquier punto de la gira. Sólo hay que ver lo que ha ocurrido en el Teatro Arriaga de Bilbao- donde las entradas han ‘volado’- para darse cuenta de que estamos ante uno de los fenómenos teatrales de la temporda. Todo ello nos demuestra que para contar una buena historia sólo se necesita un buen intérprete que sepa acometerla. Bravo Ángel, gracias por una velada inolvidable.
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La Firma Invitada: Alberto Castrillo-Ferrer
EL PROYECTO FEELGOOD: teatro libre de ataduras
No nos cansamos de decir que el proyecto Feelgood nace del buen rollo, de las ganas de seguir disfrutando del compañerismo, del teatro y de las emociones de una gira junto a un elenco con el que nos encontrábamos muy a gusto.
Este origen tan sencillo de explicar, con el tiempo nos ha revelado que encerraba algo más profundo, algo que nos ha sustentado durante esta andadura de más de dos años y nos ha servido para superar los momentos difíciles: la ambición de independencia artística, las ganas de salirnos de un mercado en ocasiones demasiado manipulado y de poder contar cosas que nos interesen e interesen al público. No ser peones de una maquinaria demasiado mercantilista, sino volver a la ilusión primigenia de ser actores para tener nuestro lugar en el mundo. Ser parte de la sociedad.
Nos conocimos como parte del elenco de la obra Todos eran mis hijos, dirigida por Claudio Tolcachir. Nos entendimos muy bien y quisimos seguir juntos en una segunda producción. Arrancamos nuestro plan en esa gira, en los trenes y autobuses que nos llevaban de una plaza a otra, hacíamos reuniones, aportábamos textos, organizábamos lecturas en las habitaciones de los hoteles…
PRIMER RETO: EL TEXTO
Hubo varios intentos de textos que no llegaron a prosperar. Buscábamos algo muy difícil, que todos pudiésemos actuar en una obra coral, con “enjundia”, y que fuese una comedia…
Leímos, preguntamos e investigamos mucho y al final llegó: fue Fran Perea el que recibió en su casa varios textos ingleses y entre ellos Feelgood del autor británico Alistair Beaton.
A partir de ahí y de algunos reajustes de personal (no había papel para todos, nos hacían falta un chico y nos sobraba una chica, no teníamos director…) en los cuales Amanda Recacha pasó a ser ayudante de dirección y regidora, entró Javier Márquez como el actor que nos faltaba y yo pasé a la dirección del proyecto, Jorge Usón me sustituyó entonces en el papel que me estaba destinado y así, junto a Jorge Bosch y Ainhoa Santamaría quedó configurada la parte artística y la compañía enTRAMAdos Teatro.
Manuela Velasco y yo trabajamos en una primera versión del original de Beaton, alejándonos del mundo anglosajón y acercando el humor. En los ensayos, el elenco terminó de dar forma al texto. Todos adquirimos una responsabilidad aparte de la artística con respecto a la compañía: ayuda en la producción, relaciones públicas, promoción, blog, redes sociales, búsqueda de nuevos textos para el futuro… Todo es poco para que este barco que salía a alta mar no se hundiera en la primera marejada.
SEGUNDO RETO: LA PRODUCCIÓN
El segundo reto fue la producción. No fue fácil. Tuvimos nuestros altibajos, nuestros malentendidos y torpezas, nuestras confianzas y decepciones, probablemente como en todos los proyectos. Finalmente, nos unimos con Producciones OFF, que creyeron en el proyecto y se lanzaron a la piscina con nosotros sin saber si había agua. Nos hicimos cooperativa y decidimos autofinanciar un work in progress, esto es: trabajar durante dos meses en la adaptación, ensayar, buscar el vestuario, crear una escenografía eficaz y barata, aportar dinero para los pocos elementos de mobiliario y atrezzo, pedir muchos favores y al final mostrar en la sala García Lorca de la RESAD (que también nos había dejado ensayar por ser algunos egresados). Afortunadamente, la cautela ha sido bandera de esta producción, hemos ido dando pasos, sin correr, y no nos hemos caído.
Es justo agradecer aquí a PTC su apoyo en esa primera etapa, puesto que compraron los derechos de la obra, adelantando una cantidad de dinero inviable para nosotros. No llegamos a un acuerdo de producción pero fueron importantes en el origen del proyecto.
Tras esa muestra en la RESAD, que tuvo una excelente acogida, se abrieron algunas puertas, la más importante fue la del Teatro Español que nos propuso programarnos y coproducir con nosotros. Los derroteros de Feelgood se definieron cuando Traspasos Kultur se interesó por la distribución y el 3 de abril de 2013 estrenábamos en las Naves del Español (Matadero) de Madrid. Tras seis semanas de temporada y una nutrida gira posterior, volvemos a Madrid al Teatro Infanta Isabel desde el 20 de agosto al 28 de septiembre y todavía nos queda gira hasta diciembre. No nos podemos quejar.
Parte de este éxito se lo debemos al buen hacer de Marea GlobalCOM, que se ha volcado en redes, entrevistas, blogs, programas de televisión, Gastro Gira… Es parte de nuestro oficio darnos a conocer, que sepan que existimos para que nos puedan apreciar o juzgar y parece demostrado que en nuestros días El buen paño, en el arca NO se vende solo. Desde www.feelgoodteatro.com podéis disfrutar de toda nuestra red online.
Personalmente, por mi formación, gusto y andadura, me gusta vivir el teatro como una familia, con sus discusiones navideñas y sus secretos que se lavan en casa, pero con algo que nos arraiga, que nos hace crecer y ser felices con nuestra profesión. Disfrutar dentro y fuera de las tablas, tener proyectos en común, soñar… En alguna entrevista afirmaba que “no me debo a otra patria que al teatro” y cada vez lo pienso con más fuerza.
Esta andadura nos ha hecho plantearnos un segundo montaje, con lo positivo del primero e intentando evitar los errores cometidos anteriormente. El proyecto Feelgood ha sido el germen de un encuentro de artistas que quieren seguir la estela de otras muchas compañías que están dejando su buen hacer en el universo teatral. El respeto y la responsabilidad son los pilares para que se creen los puentes de la creación artística y del disfrute máximo en el mejor lugar que existe en el mundo: el escenario.
Un vistazo al teatro que viene: «Cancún», lo nuevo de Galcerán, llegará en octubre a Madrid
El idilio de Jordi Galcerán con el público madrileño continuará esta temporada con el estreno de Cancún, que llegará al Teatro Infanta Isabel el próximo 3 de octubre. El omnipresente Gabriel Olivares dirigirá a un reparto de lujo con María Barranco, Aurora Sánchez, Vicente Romero y Francesc Albiol a la cabeza.
Cancún cuenta las últimas vacaciones de Lola, Vicente, Laura y Pablo, dos matrimonios amigos desde hace más de 20 años que deciden veranear juntos en la playa. Una noche, después de unas copas y algunas palabras de más, Lola confiesa que todas sus vidas podrían haber sido diferentes. A la mañana siguiente la realidad ha cambiado y todo lo que para ella era su vida, será efectivamente diferente.
Unas buenas vacaciones te pueden cambiar la vida. Cancún es una historia sobre lo que pasa cuando las vacaciones soñadas se convierten en la vida que nunca soñaste vivir. La pareja, la felicidad y la realización personal a veces dependen de las decisiones más insignificantes. Una comedia en la que el tiempo y el espacio se han vuelto definitivamente extraños. Una comedia ágil y divertida sobre lo que cada vida podría haber sido. Una historia en la que esas otras vidas posibles y los amores imposibles se han vuelto lo cotidiano. Vidas paralelas que, en un punto no tan lejano, terminan por tocarse.
Enric Benavent: «En el escenario me reencuentro con la esencia de esta profesión»
Se mete cada tarde en la casa de millones de personas a través de la pequeña pantalla, pero admite que necesitaba volver a respirar encima de un escenario. Y es que el teatro ha marcado la carrera de un actor que ya en los tiempos de Tábano se dio cuenta que el trabajo de los cómicos es algo que hay que hacer en equipo. Y eso se transmite en un escenario como el del Infanta Isabel, donde ‘respira’ cada tarde con uno de los mejores repartos vistos en nuestro teatro reciente. Y entonces, se crea la magia. Se apagan las luces y comienza la vida de El Cojo de Inishmaan.
¿Cómo es el Johnny que ahora interpretas en el Infanta Isabel?
Es el hilo conductor, cuenta las noticias del pueblo, nos describe a la gente de esa isla. Es como un narrador clásico, que nos introduce en la historia, nos dice cuánto tiempo ha pasado…
¿Cómo han sido los ensayos con Gerardo Vera y el resto del reparto de El cojo de Inishmaan?
Hice con él El enemigo del pueblo y, desde entonces, hemos intentado colaborar varias veces y no ha sido posible. Él se definía como un director un tanto invasivo, pero yo nunca he tenido esa percepción la verdad. Me siento muy cómodo con Gerardo, hablo el mismo lenguaje que él. Tengo la sensación de que ha sido un proceso de ensayos muy acelerado para mi gusto. Uno de los puntos fuertes ha sido mi reencuentro con Teresa Lozano, que llevamos décadas coincidiendo en distintos montajes.
Y esa compañía que habéis creado, y eso se ve en escena, tiene una química ‘mágica’…
Hemos encontrado una manera de relacionarnos entre nosotros muy especial. La función desde el estreno ha subido muchísimo. Determinados engranajes de la función están ahora perfectamente engrasados. Hemos creado un reparto compacto teniendo a gente de edades y procedencias tan distintas como Adam y Terele. Es Gerardo el que ha sabido compactar sin dejar ni una figura a este reparto del que me siento tan orgulloso de formar parte.
¿Qué le atrapó a Enric Benavent de un texto como El cojo de Inishmaan?
Tiene un punto de ironía mezclado con un lirismo muy poético y afectivo que lo hacen un cócktel maravilloso. Humor, ironía, políticamente incorrecta y hace especial atención.
Su autor, Martin McDonagh, hasta ahora ha sido un completo desconocido en nuestro país…
Yo creo que es un autor que ahora es cuando está empezando a ser reconocido. Precisamente, haciendo esta obra he caído en la cuenta de que, sin pretenderlo, mi carrera ha estado marcada por el teatro del siglo XX: Eduardo de Filippo, Pinter… Y con El cojo de Inishmaan he entrado de lleno en el siglo XXI con un una obra que bebe de Becket y de los mejores autores irlandeses.
Y aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Enric Benavent?
Pisar un escenario supone reencontrarme con la esencia de esta profesión. Lo que me gusta del teatro es que puedes ahondar en los personajes, escarbar en lo más profundo de su ser para sacar su esencia. Uno empieza en esto seguramente por vanidad creo, pero de repente en los ensayos te das cuenta que transitar por la vida de otros nos da la oportunidad de vivir tantas vidas… Y entonces te das cuenta que este trabajo no solo te gratifica con el aplauso del público, sino también con algo mucho más profundo.
Entre las experiencias cinematográficas recientes está tu paso por Gente en Sitios de Juan Cavestany, ¿Cómo fue el rodaje?
Trabajar con Juan Cavestany me da un chute de euforia. Estoy muy contento por haber participado en Gente en sitios, una película tan libre en la que nos ha junto a gente del cine, el teatro y la televisión para contar unas historias que, en cierto modo, son un reflejo de la España en la que vivimos. Fíjate como fue ese rodaje. Yo salía de rodar El secreto de Puente Viejo y, sin desmaquillarme, me iba a rodar con él tras ponerme el traje en mi casa. Para mi suponía buscar un ratito para pasarlo bien y rodar con mi amigo Juan. En el momento del rodaje ‘pedíamos’ los improvisados permisos para rodar en sitios como la Audiencia Nacional o el bar de debajo de mi casa. Y tuve la suerte de compartir, una vez más, escenas con mi querida Nuria Gallardo. Sin duda, es la experiencia más eufórica de mi carrera. Entiendo muy bien su humor, aunque haya cosas que haya que cogerlas ‘con pinzas’, y eso nos hace tener una conexión muy especial.
Como tantos actores españoles su camino en esta profesión comenzó en Tábano…
Era el medio en el que me tocaba moverme entonces. Empecé en el grupo universitario UEVO. Veníamos de trabajar en Colegios Mayores, donde la Policía nos solía clausurar los espectáculos. Hice un espectáculo con Tábano en el que hacía ¡14 personajes! Recuerdo que mi objetivo únicamente era salir vestido al escenario, que entre tantos cambios saliese a escena con el vestuario correcto.
Con una larga carrera a tus espaldas, ¿Tienes algún personaje que se ha quedado por el camino, alguna espinita clavada?
Nunca tuve el sueño de hacer un personaje concreto. Creo que de alguna forma esto es herencia de mis tiempos en el teatro independiente. Allí no existían las individualidades, creíamos en el proyecto, en el trabajo en equipo. Yo valoro los papeles que me van llegando. He tenido la suerte de hacer personajes maravillosos con los que no contaba y con los que, desde luego, no había soñado. Soy un actor afortunado. Mi objetivo es que esta profesión siga sorprendiéndome con personajes tan bonitos como los que he tenido hasta ahora. Para que te hagas una idea, yo no conocía El arte de la comedia y cuando me dieron esa obra me di cuenta que era un bombón. Con personajes como ese me doy cuenta de lo afortunado que he sido como persona por poder transitar por personajes tan ricos.
Alicia Hermida y Sonsoles Benedicto: "El teatro es pura comunicación"
Gerardo Vera ha reunido en su visión de Maribel y la extraña familia un reparto de primer nivel. Para las entrañables viejecitas que discuten sobre la diferencia entre la calle Horteleza y la Calle Fuencarral el director ha optado por dos sabias de la escena. Alicia Hermida, actriz y maestra de actores desde hace décadas, y Sonsoles Benedicto forman una pareja deliciosa encima de las tablas del Infanta Isabel, ese teatro que acogió tantos estrenos de Mihura. Sobre la modernidad del autor de El caso de la mujer asesinadita y la pasión por el teatro que aún permanece en sus ojos charlamos DESDE MI BUTACA.
Sorprende que se represente tan poco a un autor tan moderno como Mihura por absurdos condicionantes ideológicos, ¿Qué destacarían de una obra como Maribel y la extraña familia?
Alicia Hermida: Está llena de modernidad, con ese poso de teatro del absurdo que tienen algunos de los personajes. Considero que Maribel y la extraña familia es una de las mejores comedias de Miguel Mihura junto con Sublime decisión.
Sonsoles Benedicto: Sus personajes tienen mucha humanidad y son muy creíbles. Pienso que en todas las familias hay una tía mayor que vive anclada al pasado y no termina de entender un presente al que intenta adaptarse. La historia de amor y amistad es maravillosa. Además de la historia de amor de Maribel y Marcelino, tenemos a unas amigas que lo dejan todo para que a ella no le pase nada. Dudan de esta extraña familia. Ellas siempre están cerca de Maribel con una humanidad y una verdad que te atrapa. Además, la transformación de Maribel y Marcelino es algo con lo que Mihura quiso demostrar que todo lo puede el amor. Es una lección que debemos aprender de la obra.
La Tía Paula y Doña Paula son los personajes más absurdos de la comedia y creo que han trabajado su interpretación fijándose en el buen hacer de los clowns…
A.H: Desde luego. Ahora bien, hay clowns y clowns. Se puede hacer con la mínima expresión. Ya lo decía Shakespeare en Hamlet cuando daba esa lección a los cómicos y les decía que no exagerasen. Los actores no debemos trabajar para conseguir la risa del público, sino para hacer bien nuestro trabajo. Hay que ser muy exigente con nuestra interpretación. No debemos forzar la risa ni, mucho menos, reírnos de nuestra propia ‘gracieta’.
S.B: Los personajes de Mihura son muy ingenuos, pero debíamos tratarlos desde la verdad. Hablan con una naturalidad envidiable, no se dan cuenta de que lo están diciendo es absurdo. Y así todo fluye mucho mejor y la risa surge espontáneamente por su manera de ser, son muy aniñadas. No hay que subrayar nada. Es muy ionesquiano, son personajes muy disparatados, pero dentro de la humanidad y la verdad.
Toda una vida encima de las tablas, ¿Por qué el teatro es para ustedes un buen lugar para contar historias?
A.H: El teatro y el arte en general son comunicación. Hay muchas formas de trabajar. Los actores somos un poco egocéntricos, pero siento que he sido una afortunada por tener compañeros de los que aprender muchas cosas. He tenido la suerte de viajar mucho además. He conocido a actores rusos, cuya escuela no se basa en uno mismo, sino en todo lo que estás haciendo y para quién lo haces. En los países del este valoran mucho el trabajo del otro, trabajan con mucho amor, con mucha entrega. En el Teatro de Arte de Moscú veías a 1000 niños emocionados con El pájaro azul. Tienen una cultura teatral enorme y un público realmente educado. Además, yo recuerdo que los mayores elogios que he recibido en mi vida han sido por parte de las primeras espadas de la escena rusa. Deberíamos aprender a valorarnos un poquito más.
S.B: Para mi el teatro es una necesidad de comunicación y una ilusión continua. A pesar de llevar tantos años en las tablas, conservo la pasión por mi oficio. Cuando recibo un nuevo proyecto lo hago con la ilusión del primer día.
Entrevista a Lucía Quintana: "El escenario es el mejor lugar para reflexionar en comunidad"
La hija del director de la compañía mira como descargan los camiones con la escenografía en un nuevo bolo. Al día siguiente, se levanta el telón y entre cajas nace en ella el veneno del teatro. Varias décadas después, esa niña que durmió en los camerinos de muchos teatros de provincias, se ha convertido en una de las actrices más activas de la escena. Sus trabajos con Alfredo Sanzol la pusieron en el punto de mira de crítica y público. Tras pasar por la experimental El café en La Abadía, se enfrenta ahora al personaje más reconocible de la escritura dramática de Miguel Mihura. Esta Maribel y la extraña familia se podrá ver desde hoy mismo en el Teatro Infanta Isabel, un teatro en el que el propio autor de Tres sombreros de copa estrenó algunos de sus mayores éxitos.
Todo un clásico de Mihura y después de muchos años sin ninguna puesta en escena profesional de Maribel y la extraña familia…
Tengo emoción por ser parte de este acontecimiento. Es un regalo maravilloso que me ha hecho Gerardo, es una comedia redonda. Si se hace en el teatro aficionado es por tener unos personajes muy golosos, todos son muy buenos. Creo que es uno de los mejores personajes del teatro español. Hemos querido contar muy bien la historia. El humor de Mihura es muy característico, original, único, ha cogido una hondura tal que llegamos a decir “Esto parece una situación de Miguel Mihura”. Es una responsabilidad enfrentarse a este autor, él nunca se pone por encima de sus personajes, los mira de igual a igual con una ternura maravillosa dentro de su acidez característica.
Vienes de hacer la experimental El café en La Abadía, ¿Ha sido un gran contraste verdad?
El café era un escupitajo al espectador. Los actores tenemos que ser todoterrenos, el texto era más un pretexto, era más una búsqueda de dirección para intentar contar una historia y provocar una reacción en el espectador. Tiene que haber de todo. A muchos les interesó, pero generó también muchos odios. Espero que con Maribel se llegue a mucho más público. En el teatro “convencional” no se suelen expresar los odios, pero en otro tipo de propuestas parece que sí. Una señora que vino a ver El café quería llamar a la policía argumentando que era intolerable en La Abadía un montaje así. Son dos maneras diferentes de contar historias…
¿Es el verano una época propicia para un gran estreno teatral como Maribel y la extraña familia?
No creo que la gente esté para muchos viajes. También me asusté cuando pensaron en el verano, viene mucha gente a Madrid. Es bueno que Madrid no cierre sus teatros en Madrid. De todas formas, es una comedia muy “fresca”, conecta muy bien con esta época.
Mihura era el rey de la «sonrisa inteligente». Resulta importante no forzar la risa para que el mecanismo de sus comedias funcione a la perfección…
Gerardo ha buscado la verdad de la historia. Hay momentos muy extremos que requieren trabajar de una forma que no suene forzado. Hay mucha evolución en los personajes. No se puede ir a hacer el chiste fácil, tiene que surgir de la vivencia, de lo que se está viendo en escena. La espontaneidad es muy importante en este trabajo, perdería la chispa si se subrayase el humor de la obra.
Este proyecto es el pistoletazo de salida a una nueva productora, Grey Garden, ¿Sientes que de alguna forma se ha creado una sinergia especial en la compañía al ser parte de algo nuevo?
Gerardo Vera ha sido el capitán ideal de este barco. En los ensayos ha transmitido un entusiasmo muy apegado a la gestación de este nuevo proyecto. Había trabajado con algunos actores y eso hizo que el trabajo fluyese de una forma muy especial. En efecto, hemos sido como una gran familia teatral. Es importante que una empresa teatral comercial apueste por un proyecto así. Es bueno que esté Gerardo detrás. Tenemos un equipo que ha trabajado en los mejores teatros, está dando calidad a la propuesta. Lo comercial no tiene que ser necesariamente malo. Apostamos por un teatro popular de calidad. Si a la gente le das calidad, le encanta. Si no cuidas a los guionistas y a los actores y no cuidas la factura, la gente exige menos. La exigencia tiene que partir de los propios artistas. Si apostamos por la calidad, el público lo demandará en el futuro calidad.
Y en esa compañía de cómicos se esconden dos veteranas de la escena como Alicia Hermida y Sonsoles Benedicto, ¿Cómo es compartir escenas con ellas?
Son dos ejemplos de humildad, de sencillez. Nunca notas ni un ápice de superioridad. El otro día cuando pasamos el final, me emocionó mucho la mirada de Alicia y lo hizo con la mayor naturalidad. En El Rey Lear con Alfredo Alcón me pasó lo mismo. Estos actores “están” contigo en el escenario. Anteponen todo para ser parte activa de la función.
Otro nombre imprescindible en tu trayectoria es Alfredo Sanzol…
Es un gran espectador de teatro. Le gusta mucho el trabajo con los actores. Él dice que uno de los mayores espectáculos del mundo es ver a un actor sobre el escenario. Tiene un compromiso muy fuerte con sus historias. Es un autor que, como Mihura, tiene un humor muy característico y nunca se pone por encima de sus personajes. Le da mucho valor y originalidad a su trabajo y eso hace que sea tan especial ser parte de sus espectáculos.
Eres una actriz eminentemente teatral y eso se nota en trabajos como El Café o los montajes de Sanzol, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para ti para contar historias?
He crecido en un teatro. Mi padre es Juan Antonio Quintana, actor y director, y mi madre era la escenógrafa de la compañía. He dormido en camerinos y he visto cómo cargaban los camiones a las cinco de la mañana. Para mi el escenario es el mejor lugar para reflexionar en comunidad e inventarnos entre todos un mundo mejor. Se pueden descubrir cosas y responder a preguntas que todos nos hacemos. Cada función en el teatro es diferente. Conseguir que el público salga diferente después de la representación es lo mejor que le puede ocurrir a un actor.
En mitad de toda esta desazón en el mundo de las artes escénicas, ¿Has pensado en tirar la toalla?
En absoluto. Se están poniendo muchas trabas con el iva y las licencias que han cerrado salas como Garaje Lumiére y casi lo consiguen también con la Kubick. Puso un amigo en el Facebook que si se pensaban que nos iban a callar, iban listos. Si hace falta nos subiremos a los carromatos. La gente va a querer seguir escuchándonos. Nosotros podemos hacer teatro en cualquier sitio, pero un país como éste debe valorar más su cultura. Parece que esto no lo quieren tolerar. Espero que encontremos la forma de cambiar las cosas como hace Maribel en la obra.
El gran problema del teatro es que no existe una afición de la gente joven por el teatro…
Es un problema educativo, no se ha fomentado la afición por el teatro general. No hay solo teatro clásico, es algo mucho más amplio. Hay que hacer hincapié desde pequeños en la importancia del teatro. El boca a boca es lo que nos queda. Espero que las señoras mayores que vengan a vernos animen a sus nietos a venir a verla. Va a ser esencial también la labor que hacéis blogs como DESDE MI BUTACA para comunicar nuestro trabajo. Y, por supuesto, las redes sociales, que en teoría facilitan mucho las cosas. Es importante que se conozco la profesión de actor, que está demasiado despreciada en España. Debemos partir de una cultura de base.