Mis 14 montajes del 2014

Ahí va nuestra particular selección de los 14 montajes de este año. Como en todo ranking se quedan fueran montajes que deberían estar, pero a pesar de todo, este año la cosecha teatral ha sido excelente y sólo pueden quedar un puñado de recuerdos, un puñado de experiencias escénicas que por diversos motivos nos han marcado en este 2014 que toca a su fin.

El viaje a ninguna parte

Novecento

Non Solum

Aunque el espectáculo se estrenó en 2005, hasta este año no había hecho temporada en Madrid. Publicaremos la entrevista con el actor el próximo 2 de enero.
Aunque el espectáculo se estrenó en 2005, hasta este año no había hecho temporada en Madrid. Publicaremos la entrevista con el actor el próximo 2 de enero.

La Venus de las Pieles

El Baile

eb

Cuando deje de llover

El cojo de Inishmaan

Donde hay agravios no hay celos

celos agravios

Misántropo

La Calma Mágica

El eunuco

"El eunuco", gran éxito del Festival de Mérida.
«El eunuco», gran éxito del Festival de Mérida.

Desde Berlín

El disco de cristal

Largo viaje del día hacia la noche

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Enric Benavent: «En el escenario me reencuentro con la esencia de esta profesión»

Se mete cada tarde en la casa de millones de personas a través de la pequeña pantalla, pero admite que necesitaba volver a respirar encima de un escenario. Y es que el teatro ha marcado la carrera de un actor que ya en los tiempos de Tábano se dio cuenta que el trabajo de los cómicos es algo que hay que hacer en equipo. Y eso se transmite en un escenario como el del Infanta Isabel, donde ‘respira’ cada tarde con uno de los mejores repartos vistos en nuestro teatro reciente. Y entonces, se crea la magia. Se apagan las luces y comienza la vida de El Cojo de Inishmaan.

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¿Cómo es el Johnny que ahora interpretas en el Infanta Isabel?

Es el hilo conductor, cuenta las noticias del pueblo, nos describe a la gente de esa isla. Es como un narrador clásico, que nos introduce en la historia, nos dice cuánto tiempo ha pasado…

¿Cómo han sido los ensayos con Gerardo Vera y el resto del reparto de El cojo de Inishmaan?

Hice con él El enemigo del pueblo y, desde entonces, hemos intentado colaborar varias veces y no ha sido posible. Él se definía como un director un tanto invasivo, pero yo nunca he tenido esa percepción la verdad. Me siento muy cómodo con Gerardo, hablo el mismo lenguaje que él. Tengo la sensación de que ha sido un proceso de ensayos muy acelerado para mi gusto. Uno de los puntos fuertes ha sido mi reencuentro con Teresa Lozano, que llevamos décadas coincidiendo en distintos montajes.

Y esa compañía que habéis creado, y eso se ve en escena, tiene una química ‘mágica’…

Hemos encontrado una manera de relacionarnos entre nosotros muy especial. La función desde el estreno ha subido muchísimo. Determinados engranajes de la función están ahora perfectamente engrasados. Hemos creado un reparto compacto teniendo a gente de edades y procedencias tan distintas como Adam y Terele. Es Gerardo el que ha sabido compactar sin dejar ni una figura a este reparto del que me siento tan orgulloso de formar parte.

¿Qué le atrapó a Enric Benavent de un texto como El cojo de Inishmaan?

Tiene un punto de ironía mezclado con un lirismo muy poético y afectivo que lo hacen un cócktel maravilloso. Humor, ironía, políticamente incorrecta y hace especial atención.

Su autor, Martin McDonagh, hasta ahora ha sido un completo desconocido en nuestro país…

Yo creo que es un autor que ahora es cuando está empezando a ser reconocido. Precisamente, haciendo esta obra he caído en la cuenta de que, sin pretenderlo, mi carrera ha estado marcada por el teatro del siglo XX: Eduardo de Filippo, Pinter… Y con El cojo de Inishmaan he entrado de lleno en el siglo XXI con un una obra que bebe de Becket y de los mejores autores irlandeses.

Y aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Enric Benavent?

Pisar un escenario supone reencontrarme con la esencia de esta profesión. Lo que me gusta del teatro es que puedes ahondar en los personajes, escarbar en lo más profundo de su ser para sacar su esencia. Uno empieza en esto seguramente por vanidad creo, pero de repente en los ensayos te das cuenta que transitar por la vida de otros nos da la oportunidad de vivir tantas vidas… Y entonces te das cuenta que este trabajo no solo te gratifica con el aplauso del público, sino también con algo mucho más profundo.

Entre las experiencias cinematográficas recientes está tu paso por Gente en Sitios de Juan Cavestany, ¿Cómo fue el rodaje?

Trabajar con Juan Cavestany me da un chute de euforia. Estoy muy contento por haber participado en Gente en sitios, una película tan libre en la que nos ha junto a gente del cine, el teatro y la televisión para contar unas historias que, en cierto modo, son un reflejo de la España en la que vivimos. Fíjate como fue ese rodaje. Yo salía de rodar El secreto de Puente Viejo y, sin desmaquillarme, me iba a rodar con él tras ponerme el traje en mi casa. Para mi suponía buscar un ratito para pasarlo bien y rodar con mi amigo Juan. En el momento del rodaje ‘pedíamos’ los improvisados permisos para rodar en sitios como la Audiencia Nacional o el bar de debajo de mi casa. Y tuve la suerte de compartir, una vez más, escenas con mi querida Nuria Gallardo. Sin duda, es la experiencia más eufórica de mi carrera. Entiendo muy bien su humor, aunque haya cosas que haya que cogerlas ‘con pinzas’, y eso nos hace tener una conexión muy especial.

Como tantos actores españoles su camino en esta profesión comenzó en Tábano…

Era el medio en el que me tocaba moverme entonces. Empecé en el grupo universitario UEVO. Veníamos de trabajar en Colegios Mayores, donde la Policía nos solía clausurar los espectáculos. Hice un espectáculo con Tábano en el que hacía ¡14 personajes! Recuerdo que mi objetivo únicamente era salir vestido al escenario, que entre tantos cambios saliese a escena con el vestuario correcto.

Con una larga carrera a tus espaldas, ¿Tienes algún personaje que se ha quedado por el camino, alguna espinita clavada?

Nunca tuve el sueño de hacer un personaje concreto. Creo que de alguna forma esto es herencia de mis tiempos en el teatro independiente. Allí no existían las individualidades, creíamos en el proyecto, en el trabajo en equipo. Yo valoro los papeles que me van llegando. He tenido la suerte de hacer personajes maravillosos con los que no contaba y con los que, desde luego, no había soñado. Soy un actor afortunado. Mi objetivo es que esta profesión siga sorprendiéndome con personajes tan bonitos como los que he tenido hasta ahora. Para que te hagas una idea, yo no conocía El arte de la comedia y cuando me dieron esa obra me di cuenta que era un bombón. Con personajes como ese me doy cuenta de lo afortunado que he sido como persona por poder transitar por personajes tan ricos. 

Terele Pávez: «El teatro es enloquecedoramente hermoso»

Podríamos decir que Terele Pávez es una mujer muy libre. Ella va «en su línea» como la solían decir. Espera en el camerino del Español desde hace un buen rato. Ella llega con varias horas de antelación y se toma algún que otro cafecito y se va maquillando poco a poco, a su aire. Está feliz por su nominación a los Goya y poder compartir con el público un trabajo tan honesto, tan de verdad como es El cojo de Inishmaan. Solo entonces se crea la magia del teatro, cuando hay  una complicidad clara en el reparto, una sensación de que todos van en el mismo barco. Y ella siente que ahora la vida la mira con una sonrisa. Y disfruta de cada momento encima del escenario con sus compañeros en una profesión «en la que no existe la edad». Lúcida, crítica y cercana, es un torbellino dentro y fuera del escenario difícil de parar. Energía pura. PASIÓN pura por una profesión en la que no se ha planteado metas y en la que siente que se ha encontrado con un puñado de seres mágicos como su adorado Álex de la Iglesia o el equipo de este montaje que después del Español hará temporada en el Infanta Isabel. Y ella hechiza en las distancias cortas, te atrapa y te contagia de un pedacito de esa energía de vivir que la caracteriza. Siéntense en sus butacas y disfruten de ‘La Pávez’, de verdad que no les defraudará. 

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¿Qué le atrapó a Terele Pávez de una propuesta como El Cojo de Inishman?

La llamada de Gerardo Vera, con el que hacía mucho que no trabajaba. Venir al Español era otro aliciente la verdad. Otra cosa es el texto, cuando me lo mandó, no entendí nada. Hay que saber leer teatro y yo no tengo práctica la verdad. Aparentemente, no pasaba nada. Le pedí que me la contase a Gerardo y en ese momento me di cuenta de que era un texto muy especial, que José Luis Collado ha traducido de una forma muy rigurosa. Es una obra sin apoyos de ningún tipo. No hay un “Anda”, es un idioma de piedra, en el que se repiten las palabras y cada vez tienen un sentido diferente, lo que requiere un estudio muy preciso del sentido de cada vocablo. Entre ellos dos nos han hecho profundizar en un texto nada fácil. Son personajes complejos, llenos de aristas, que tienen drama, soledad, ternura, humor… Como la vida misma… Son personajes que tienen su momento en la función, pero tienen mucha relación con el otro. No actúan de una forma aislada. Gerardo ha pintado una acuarela al milímetro en el que cada personaje encuentra su forma de moverse y estar sobre el escenario con el otro. Todo en esta propuesta es una verdadera golosina, desde la escenografía a la música y la dirección. Estamos siendo muy honestos luchando con una propuesta en la que creemos de verdad.

Comparte buena parte de la función con su hermana en la ficción, Marisa Paredes…

Trabajar con Marisa Paredes es un verdadero lujo. Es una de las experiencias más cómodas y enriquecedoras de mi carrera. Siento que he podido crecer con ella encima de un escenario. Trabajamos con entrega y con algo muy importante: Con una sonrisa y con confianza. Estamos viviendo lo más bonito que tiene el teatro: El respeto del trabajo de cada uno y tener la sensación de que todos navegamos en el mismo barco.

Terele y Marisa, pura complicidad en escena.
Terele y Marisa, pura complicidad en escena.

El teatro es catártico y terapeútico” 

¿Es esa entrega, ese ir en el mismo barco lo que hechiza a Terele Pávez del teatro?

Desde luego. Si no es así, yo no quiero hacer teatro. Es un sufrimiento absoluto y una estafa para el espectador. Hay que hacer teatro en comunión con tus compañeros y con el público. Creo que se refleja encima del escenario. Me dicen algunos amigos que la han visto que cuando nos aplauden tienen ganas de que la función no se acabe, no quieren desprenderse de la energía que irradiamos en escena. Es el secreto de que salga así la función. Estamos como hermanas dentro y fuera del escenario. Además, en el teatro tenemos la suerte de poder contar historias que se alejan de ti, pero en las que en el fondo te sientes identificado. Es un espejo interior donde mirarse. En el fondo, lo más especial del teatro es que es una ceremonia, en la que debemos entregarnos, desnudarnos de nuestro propio alma para vestirnos del personaje con todas las consecuencias. Es muy katártico y terapéutico. En definitiva, el teatro es enloquecedoramente hermoso.

¿Cómo se ha sentido Terele Pávez ante ese particular regalo de Reyes que recibió la semana pasada con la nominación al Goya por Las Brujas de Zugarramurdi?

Ha sido muy bonito, lo he disfrutado mucho con mis compañeros, pero me da rabia que no estén nominados el resto de mis compañeros como Macarena Gómez, Carmen, Carolina… Álex de la Iglesia me dijo que no le importaba no estar nominado, que lo que le hacía feliz es que yo estuviese nominada.

¿Qué le une a ese creador que la ‘redescubrió’ para el público joven en El día de la bestia?

He podido sobrevivir en esta profesión gracias a Álex. Él ha hecho que la gente joven se interese por mi trabajo. Me encanta cuando me dice algún chaval que las películas de Álex les han hecho interesarse por mi trabajo y que vean películas tan distintas como Los santos inocentes. Me ha llevado de la mano al mundo del cine, que para mi ha sido un descubrimiento… Aprendo mucho en cada rodaje, es un señor que te hace unos planos imposibles… Siempre me pregunto qué hará con mis escenas. Encima, tengo un feeling impresionante con él. Es un verdadero genio y hay que tratarlo como tal. Es sencillo y divertido.

Su última experiencia con él ha sido Las brujas de Zugarramurdi, ¿Cómo ha llevado eso de transformarse en una bruja?

Yo añadiría que era una bruja fea y asquerosa -Risa muy sonora- ¿Cómo me podía soportar el equipo con esa pinta? Y ellos me decían que en el fondo soy una mujer llena de ternurita… Es un equipo maravilloso. Tengo la suerte de trabajar con gente mágica, no sé cómo me la encuentro, pero lo hago. Es difícil de encontrar gente así, pero cuando la encuentro parece hecha para mí.

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Dándole un mordisquito a Mario Casas en la última de Álex de la Iglesia.

Triunfar es poder trabajar en esta profesión”

Hablábamos de un ‘renacer’ de la carrera artística de Terele Pávez a raíz de sus películas con Álex de la Iglesia, pero supongo que habría momentos en que quiso tirar la toalla cuando veía que no sonaba el teléfono…

Pues no, la verdad es que no me he marcado la necesidad de seguir una carrera hasta cierto punto. Una vez que eres actor, no hay que regresar. Ser actor es empezar y hasta donde llegues. Cuando no trabajas, te conformas, es lo que hay. Cuando pasaban años sin sonar el teléfono, pensaba que ya habría algún proyecto más adelante… No he tenido un plan de triunfar. Para mi el triunfo es existir y poder trabajar en lo que me gusta. Nunca me he sentido que esto se había acabado. De hecho, la gente me dice por la calle que yo trabajaba en el cine y yo les contesto que sigo trabajando, aunque ahora no haga nada. Además, yo no siento eso del peso de la edad en esta profesión. Cuando trabajo por ejemplo con Irene Escolar, tengo la sensación de que estoy trabajando de igual a igual. Yo no me siento una señora mayor. Es curioso que los que somos actores no tenemos edad pero sí un cierto respeto que se añade con los años.

Y si en ese trato de igual a igual, un actor que está empezando en esta profesión le pide un consejo, ¿Qué le diría?

Consejos no doy, pero sí cuento mis experiencias. No me voy a poner a hablar de sellos y de geografía, me parece natural hablar con ellos sobre la profesión. Expongo algo que creo que es bueno para esa persona y se lo dejo para que lo administre como quiera. No voy de veterana sabelotodo la verdad. A veces, me contradicen y si tienen razón, por supuesto que se la doy. Me gusta participar, pero nunca me meto en el trabajo de nadie. Creo que es un obligación ayudar a tu compañero exponiendo lo que tú has vivido.

En esta profesión, a la que parece rodear un cierto ‘falso oropel’, se ha distinguido por ser una actriz distinta, muy libre y muy lejos de todo ese mundillo de la fama, ¿Ha sido algo premeditado?

Yo creo que no me he tenido ni que alejarme de todo eso. Yo soy como soy y el que no me ha buscado no me ha encontrado, simplemente he ido en mi línea como me decían antes. No me he esforzado en ser de otra forma y la verdad es que tengo muy buen rollo con la profesión. Si no me han llamado, pues no me importa, va por rachas.

Al principio de la entrevista, le pedimos a Terele que se dejase una autopregunta para cerrar la entrevista…

Después de tantos años en los escenarios, ¿Qué preguntaría le gustaría que le hiciesen a Terele Pávez?

Eso me pasaba de joven, que te autoentrevistabas… En ese momento no te das cuenta que es poco importante lo que tengas que contar. Con los años te das cuenta de que nada de lo que puedas hablar tiene importancia alguna… He tenido que hablar de tantas cosas y hay tantas otras de las que no me apetece hablar… Ahora la vida me mira con una sonrisa y pienso que ya me han hecho todas las preguntas posibles. No tengo nada bonito que contarles.