Concha Velasco, Alberto Conejero, Santiago Ramos y Nina, nombres con mayúsculas en el Palacio de Festivales de Cantabria

DESDE MI BUTACA se adelanta y ofrece un primicia un aperitivo de lo que se podrá ver hasta final de esta temporada en el Palacio de Festivales. Tras el gran éxito de este fin de semana con Los Caciques, Juanjo Seoane volverá a su tierra de la mano de Concha Velasco con Reina Juana. También se podrá ver la laureada La Piedra Oscura de Alberto Conejero, Páncreas con Santiago Ramos y el musical Mamma Mia! que protagoniza Nina.

‘La Velasco’ afronta 2016 con un proyecto apasionante: “Tengo una ilusión tremenda, estoy segura que va a ser uno de los personajes más importantes de mi vida. Ahora no paro de estudiar, me levanto a las seis de la mañana para leer y me doy cuenta de lo poco que sé de historia, Juana la Loca es la gran desconocida”, explica a Efe Velasco, con esa vitalidad que pone esta actriz en todo lo que hace. Será en abril cuando se pueda ver en Santander Reina Juana justo antes de hacer temporada en el Teatro de la Abadía. Gerardo Vera dirigirá por primera vez a la actriz en este texto de Ernesto Caballero.

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Sin duda, este ha sido el gran año de Alberto Conejero. El autor de La piedra oscura, galardonado en los Premios Ceres y también por sus compañeros de la Asociación de Autores de Teatro, continuará en 2016 con la gira de esta función que tiene resonancias del paso de La Barraca por Santander como contamos en la crítica sobre la misma en este blog. Se podrá ver los días 4 y 5 de marzo de 2016.

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Santiago Ramos vuelve a los escenarios tras unos años de ausencia con Páncreas (Actualmente en el Teatro Valle Inclán de Madrid). La productora Concha Busto también regresa a las andadas con esta función que dirige Juan Carlos Rubio en la que participan además de Ramos los actores Fernando Cayo y Alfonso Lara. Se podrá ver el 20 y 21 de mayo de 2016 en el Palacio de Festivales.

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También llegará a Santander el musical Mamma mia! que llenará de ritmo la capital cántabra a ritmo de ABBA. Nina encabeza un reparto en el que no faltan rostros habituales de nuestro teatro musical como Eva Diago, Nando González, Talía del Val, Laura Enrech, Carlos Solano y Felipe Forastierre. Se podrá ver del 12 al 15 de mayo en la capital cántabra.

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Un vistazo al teatro que viene: Concha Velasco será Juana La Loca bajo la mirada de Ernesto Caballero

Concha Velasco se enfrentará a un monólogo sobre Juana La Loca que podrá verse en el Teatro de la Abadía y antes en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, donde tendrá lugar el estreno nacional el 7 de abril de 2016. Será la segunda colaboración entre Juanjo Seoane y Siempre Teatro tras Los caciques.

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‘La Velasco’ afronta 2016 con un proyecto apasionante: «Tengo una ilusión tremenda, estoy segura que va a ser uno de los personajes más importantes de mi vida. Ahora no paro de estudiar, me levanto a las seis de la mañana para leer y me doy cuenta de lo poco que sé de historia, Juana la Loca es la gran desconocida», explica a Efe Velasco, con esa vitalidad que pone esta actriz en todo lo que hace.

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Será la primera vez que se ponga a las órdenes de Gerardo Vera. Será en un proyecto, Reina Juana, que ha escrito Ernesto Caballero: «A medida que iba escribiendo el monólogo y viendo la cara y los gestos del personaje iba pensando en Concha, porque necesitaba que el personaje tuviera vitalidad y alegría, deseo de reinventarse y de dejar las mazmorras, y eso sólo lo podía hacer una actriz inmensa como es Concha Velasco», argumenta Caballero en declaraciones a la citada agencia.

«Agosto» con Amparo Baró volverá a Madrid en 2015

En 2012, Amparo Baró volvió a subirse un escenario y advirtió que Agosto sería la última vez que se subiría a un escenario seguramente. Los dos meses, con el cartel de «No hay localidades», parecieron quedarse escasos para un público que demandaba más fechas. Casualidad o no, en mitad de tanto desgarro emocional, las dos protagonistas se pusieron malas y hubo que suspender alguna que otra representación. Desde entonces, se había intentado poner en pie de nuevo el montaje en varias ocasiones como comentó el presidente de Smedia, Enrique Salaberría, en un reciente encuentro sobre artes escénica. Será por tanto  una esperada reposición, aunque aún tendremos que esperar un poquito. Será en 2015 cuando Baró vuelva a subirse a un escenario y, sí, lo hará de nuevo con la obra que prometió que sería su despedida y será Gerardo Vera quien la dirija de nuevo. Sin duda es el punto fuerte de una temporada en el Teatro Español de la que hoy se han presentado las primeras propuestas. Como avanzó José Sacristán en exclusiva a DESDE MI BUTACA, abrirá la programación del Español la obra El loco de los Balcones de Mario Vargas Llosa, que estará en el teatro de la Plaza de Santa Ana del 17 de septiembre al 29 de octubre. Ricardo III  de William Shakespeare con dramaturgia de José Sanchis Sinisterra tendrá un cartel con nombres tan atractivos como Juan Diego, Julieta Serrano y Asunción Balaguer. Otra de las propuestas más destacadas será Desde Berlín con Pablo Derqui y Nathalie Poza bajo la dirección de Andrés Lima. Ya en 2015 se podrá ver una adaptación de El discurso del rey dirigida por Magüi Mira. Se sube el telón así de la última temporada comandada por el polémico Natalio Grueso, que dará paso al primer director que saldrá de un concurso público en la historia del emblemático teatro madrileño.

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Terele Pávez: «El teatro es enloquecedoramente hermoso»

Podríamos decir que Terele Pávez es una mujer muy libre. Ella va «en su línea» como la solían decir. Espera en el camerino del Español desde hace un buen rato. Ella llega con varias horas de antelación y se toma algún que otro cafecito y se va maquillando poco a poco, a su aire. Está feliz por su nominación a los Goya y poder compartir con el público un trabajo tan honesto, tan de verdad como es El cojo de Inishmaan. Solo entonces se crea la magia del teatro, cuando hay  una complicidad clara en el reparto, una sensación de que todos van en el mismo barco. Y ella siente que ahora la vida la mira con una sonrisa. Y disfruta de cada momento encima del escenario con sus compañeros en una profesión «en la que no existe la edad». Lúcida, crítica y cercana, es un torbellino dentro y fuera del escenario difícil de parar. Energía pura. PASIÓN pura por una profesión en la que no se ha planteado metas y en la que siente que se ha encontrado con un puñado de seres mágicos como su adorado Álex de la Iglesia o el equipo de este montaje que después del Español hará temporada en el Infanta Isabel. Y ella hechiza en las distancias cortas, te atrapa y te contagia de un pedacito de esa energía de vivir que la caracteriza. Siéntense en sus butacas y disfruten de ‘La Pávez’, de verdad que no les defraudará. 

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¿Qué le atrapó a Terele Pávez de una propuesta como El Cojo de Inishman?

La llamada de Gerardo Vera, con el que hacía mucho que no trabajaba. Venir al Español era otro aliciente la verdad. Otra cosa es el texto, cuando me lo mandó, no entendí nada. Hay que saber leer teatro y yo no tengo práctica la verdad. Aparentemente, no pasaba nada. Le pedí que me la contase a Gerardo y en ese momento me di cuenta de que era un texto muy especial, que José Luis Collado ha traducido de una forma muy rigurosa. Es una obra sin apoyos de ningún tipo. No hay un “Anda”, es un idioma de piedra, en el que se repiten las palabras y cada vez tienen un sentido diferente, lo que requiere un estudio muy preciso del sentido de cada vocablo. Entre ellos dos nos han hecho profundizar en un texto nada fácil. Son personajes complejos, llenos de aristas, que tienen drama, soledad, ternura, humor… Como la vida misma… Son personajes que tienen su momento en la función, pero tienen mucha relación con el otro. No actúan de una forma aislada. Gerardo ha pintado una acuarela al milímetro en el que cada personaje encuentra su forma de moverse y estar sobre el escenario con el otro. Todo en esta propuesta es una verdadera golosina, desde la escenografía a la música y la dirección. Estamos siendo muy honestos luchando con una propuesta en la que creemos de verdad.

Comparte buena parte de la función con su hermana en la ficción, Marisa Paredes…

Trabajar con Marisa Paredes es un verdadero lujo. Es una de las experiencias más cómodas y enriquecedoras de mi carrera. Siento que he podido crecer con ella encima de un escenario. Trabajamos con entrega y con algo muy importante: Con una sonrisa y con confianza. Estamos viviendo lo más bonito que tiene el teatro: El respeto del trabajo de cada uno y tener la sensación de que todos navegamos en el mismo barco.

Terele y Marisa, pura complicidad en escena.
Terele y Marisa, pura complicidad en escena.

El teatro es catártico y terapeútico” 

¿Es esa entrega, ese ir en el mismo barco lo que hechiza a Terele Pávez del teatro?

Desde luego. Si no es así, yo no quiero hacer teatro. Es un sufrimiento absoluto y una estafa para el espectador. Hay que hacer teatro en comunión con tus compañeros y con el público. Creo que se refleja encima del escenario. Me dicen algunos amigos que la han visto que cuando nos aplauden tienen ganas de que la función no se acabe, no quieren desprenderse de la energía que irradiamos en escena. Es el secreto de que salga así la función. Estamos como hermanas dentro y fuera del escenario. Además, en el teatro tenemos la suerte de poder contar historias que se alejan de ti, pero en las que en el fondo te sientes identificado. Es un espejo interior donde mirarse. En el fondo, lo más especial del teatro es que es una ceremonia, en la que debemos entregarnos, desnudarnos de nuestro propio alma para vestirnos del personaje con todas las consecuencias. Es muy katártico y terapéutico. En definitiva, el teatro es enloquecedoramente hermoso.

¿Cómo se ha sentido Terele Pávez ante ese particular regalo de Reyes que recibió la semana pasada con la nominación al Goya por Las Brujas de Zugarramurdi?

Ha sido muy bonito, lo he disfrutado mucho con mis compañeros, pero me da rabia que no estén nominados el resto de mis compañeros como Macarena Gómez, Carmen, Carolina… Álex de la Iglesia me dijo que no le importaba no estar nominado, que lo que le hacía feliz es que yo estuviese nominada.

¿Qué le une a ese creador que la ‘redescubrió’ para el público joven en El día de la bestia?

He podido sobrevivir en esta profesión gracias a Álex. Él ha hecho que la gente joven se interese por mi trabajo. Me encanta cuando me dice algún chaval que las películas de Álex les han hecho interesarse por mi trabajo y que vean películas tan distintas como Los santos inocentes. Me ha llevado de la mano al mundo del cine, que para mi ha sido un descubrimiento… Aprendo mucho en cada rodaje, es un señor que te hace unos planos imposibles… Siempre me pregunto qué hará con mis escenas. Encima, tengo un feeling impresionante con él. Es un verdadero genio y hay que tratarlo como tal. Es sencillo y divertido.

Su última experiencia con él ha sido Las brujas de Zugarramurdi, ¿Cómo ha llevado eso de transformarse en una bruja?

Yo añadiría que era una bruja fea y asquerosa -Risa muy sonora- ¿Cómo me podía soportar el equipo con esa pinta? Y ellos me decían que en el fondo soy una mujer llena de ternurita… Es un equipo maravilloso. Tengo la suerte de trabajar con gente mágica, no sé cómo me la encuentro, pero lo hago. Es difícil de encontrar gente así, pero cuando la encuentro parece hecha para mí.

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Dándole un mordisquito a Mario Casas en la última de Álex de la Iglesia.

Triunfar es poder trabajar en esta profesión”

Hablábamos de un ‘renacer’ de la carrera artística de Terele Pávez a raíz de sus películas con Álex de la Iglesia, pero supongo que habría momentos en que quiso tirar la toalla cuando veía que no sonaba el teléfono…

Pues no, la verdad es que no me he marcado la necesidad de seguir una carrera hasta cierto punto. Una vez que eres actor, no hay que regresar. Ser actor es empezar y hasta donde llegues. Cuando no trabajas, te conformas, es lo que hay. Cuando pasaban años sin sonar el teléfono, pensaba que ya habría algún proyecto más adelante… No he tenido un plan de triunfar. Para mi el triunfo es existir y poder trabajar en lo que me gusta. Nunca me he sentido que esto se había acabado. De hecho, la gente me dice por la calle que yo trabajaba en el cine y yo les contesto que sigo trabajando, aunque ahora no haga nada. Además, yo no siento eso del peso de la edad en esta profesión. Cuando trabajo por ejemplo con Irene Escolar, tengo la sensación de que estoy trabajando de igual a igual. Yo no me siento una señora mayor. Es curioso que los que somos actores no tenemos edad pero sí un cierto respeto que se añade con los años.

Y si en ese trato de igual a igual, un actor que está empezando en esta profesión le pide un consejo, ¿Qué le diría?

Consejos no doy, pero sí cuento mis experiencias. No me voy a poner a hablar de sellos y de geografía, me parece natural hablar con ellos sobre la profesión. Expongo algo que creo que es bueno para esa persona y se lo dejo para que lo administre como quiera. No voy de veterana sabelotodo la verdad. A veces, me contradicen y si tienen razón, por supuesto que se la doy. Me gusta participar, pero nunca me meto en el trabajo de nadie. Creo que es un obligación ayudar a tu compañero exponiendo lo que tú has vivido.

En esta profesión, a la que parece rodear un cierto ‘falso oropel’, se ha distinguido por ser una actriz distinta, muy libre y muy lejos de todo ese mundillo de la fama, ¿Ha sido algo premeditado?

Yo creo que no me he tenido ni que alejarme de todo eso. Yo soy como soy y el que no me ha buscado no me ha encontrado, simplemente he ido en mi línea como me decían antes. No me he esforzado en ser de otra forma y la verdad es que tengo muy buen rollo con la profesión. Si no me han llamado, pues no me importa, va por rachas.

Al principio de la entrevista, le pedimos a Terele que se dejase una autopregunta para cerrar la entrevista…

Después de tantos años en los escenarios, ¿Qué preguntaría le gustaría que le hiciesen a Terele Pávez?

Eso me pasaba de joven, que te autoentrevistabas… En ese momento no te das cuenta que es poco importante lo que tengas que contar. Con los años te das cuenta de que nada de lo que puedas hablar tiene importancia alguna… He tenido que hablar de tantas cosas y hay tantas otras de las que no me apetece hablar… Ahora la vida me mira con una sonrisa y pienso que ya me han hecho todas las preguntas posibles. No tengo nada bonito que contarles. 

Maribel o ensayo sobre la bondad humana

Anoche se estrenó en el Infanta Beatriz con decorados de Burmann y el ambiente escénico cuidado con exquisito gusto, «Maribel y la extraña familia», de Miguel Mihura. El público interrumpió con sus risas y aplausos el curso de la representación.

Corría el año 1959 cuando se estrenó la comedia por excelencia de Mihura. 54 años después y en esta ocasión en el Infanta Isabel, el teatro en el que más comedias estrenó el autor, la reacción del público fue idéntica que aquella noche del 29 de septiembre de 1959 en la que estuvo presente como espectadora Alicia Hermida, una de las actrices de la nueva puesta en escena. Demasiados años después de la última puesta en escena profesional de esta comedia- la versión musical de Ángel Fernández Montesinos fue la última vez si no recuerdo mal que se puso en escena- ha llegado a Madrid con el objetivo claro de sorprender a las nuevas generaciones. Y es que, aunque a los más veteranos les parezca que siempre se está representando a Mihura, mucha gente joven- entre la que me incluyo- nunca habíamos visto una puesta en escena profesional de este autor.

¿Se puede actualizar un Mihura o está tan apegado al ADN español que es imposible «peinar» el texto? Opto y creo que Gerardo Vera, artífice del proyecto, también se decidió por la segunda opción. Se ha tildado demasiado por cierta parte del artisteo patrio de «rancio» el teatro de Mihura, craso error sin ninguna duda.

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La tía Paula vive encerrada en su piso de la calle Hortaleza desde hace cincuenta años, alquila visitas a 50 pesetas para sentirse un poquito menos sola. Se ha quedado anclada en el pasado, pero ella quiera ser una mujer moderna y escucha a Katia Morlands y su Loca por el hot, tema que es introducido en la puesta en escena por uno de los números musicales que incluye la puesta en escena de Vera. Ha sido su hermana, Doña Matilde, la que le ha comprado el disco en la Calle Fuencarral, nada menos. Y de repente, surge el absurdo. Y la tía Paula y Doña Matilde se convierten en una especie de trasuntos de Vladimir y Estragón en una conversación cotidiana en la que discuten la diferencia entre la Calle Hortaleza y Fuencarral. Desde el momento en que entra en escena Alicia Hermida se lleva al público de calle. Para ella fueron los primeros aplausos y risas de la noche en ese bailecito que se marca a ritmo de Loca por el hot. Su Tía Paula es entrañable, divertida y, sobre todo, dotada de una naturalidad superlativa. La clave de los grandes trabajos interpretativos está en saber «decir» el texto sin remarcar, en este caso, el absurdo cómico de lo que se está diciendo en escena. Y la acompaña otra sabia de la escena, Sonsoles Benedicto, que por supuesto dota a su Doña Matilde de una frescura y naturalidad de la que solo son capaces aquellas actrices de raza, curtidas en las tablas de decenas de teatros de toda España. Son representantes de una generación de «cómicos» de los que cada vez nos quedan menos representantes. Y de la cotidianidad surge la risa y, de qué forma. Y la intriga, que tanto gustaba a Mihura, se introduce con un simple apunte: «¿Sabrá nadar?» se pregunta Doña Paula. Y entonces entra en escena Marcelino, un chico apocado y enamorado locamente de Maribel, una chica «de alterne» cuyo origen, estoy seguro, conoce perfectamente. Mihura que, dentro de ese caparazón de hombre huraño que se había formado, era un romántico empedernido. Maribel se ve abrumada por esa locura. No entra en sus cabales que alguien pueda enamorarse tan locamente de ella. No cree en ella misma, pero Mihura demuestra que el cambio es posible. Y entonces, se monta su propia película, su propia historia vital a contar a la Tía Paula y Doña Matilde. Ella era costurera, ¿Por qué no? Y sus amigas, todas muy muy formales y muy modernas… El autor dotó a las tres chicas de alterne de una ternura entrañable. Y entre ellas destaco el trabajo de Chiqui Fernández, una superdotada para la comedia, cuya carrera televisiva he seguido con fervor desde los tiempos de Un Paso Adelante. Y como en el 59 el público aplaudió en reiteradas ocasiones, una de las más sonadas fue la ovación que recibió Hermida con su «Cótel Manhattan».  Y no, no voy a dejar de hablar de los dos protagonistas. Para ellos son las últimas palabras de esta crítica. Markos Marín y Lucía Quintana nos van preparando a lo largo de la función para su duelo interpretativo final. En los últimos minutos, vemos la verdad que se esconde en estos dos actores de sobrado talento. Y entonces surge la emoción en su interpretación y quedamos prendados de su Marcelino y Maribel, tan reales que nos llegan a emocionar con sendos monólogos.

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Mihura, divertido. Mihura, ácido. Mihura, intrigante. Mihura, absurdo. Y, sobre todo, Mihura, bondadoso. Nunca se puso por encima de sus personajes, los miró de igual a igual y creyó en el ser humano y en su bondad, ¿Acaso pueden haber dos personajes más buenos e inocentes que esas deliciosas señoras asentadas en la Calle Hortaleza? Espero sinceramente que se pueda ver otro título de Mihura pronto en la cartelera madrileña y no tanto vodevil «casposo» y, esos sí que tienen caspa de verdad y huelen a naftalina. Apostemos un poco más «comercialmente» por nuestros autores. Quiero ver Mihuras, Jardieles, pero también obras de Juan Carlos Rubio, Paco Bezerra, Alfredo Sanzol, Miguel del Arco y, ¿Por qué no?, de jóvenes talentos como Daniel de Vicente.