El que fuera niño peliculero, que se curtió como espectador de las películas de Tyron Power en su Chinchón natal aplaude con entusiasmo el empuje de los creadores escenarios, pero advierte que las condiciones en que se trabaja en las salas alternativas roza lo heroico y es que para él, cómico curtido en mil batallas dentro y fuera de los escenarios: «Es legítimo poder vivir dignamente de este oficio». Un oficio que comprender como un juego en el que hay que conocer y respetar sus normas. Está de vuelta en la televisión con la exitosa «Velvet» para cuyos creadores sólo tiene buenas palabras y por ahora tiene que dejar descansar un poco a su «Caminando con Machado» que espera recuperar más adelante. Y es que este actor, que descubrió el talento del dramaturgo David Desola, tiene entre manos dos películas, la serie y una función teatral… Ahí es nada o mucho más bien. Simplemente… José Sacristán.

¿Cómo animaría al público para que fuese a ver este Caminando con Machado?
Volver a Antonio Machado no es sólo volver a un poeta inmenso, sino también a un gran referente ético y moral. La clave de este espectáculo reside en la emoción de recuperar una figura tan importante.
¿Qué le ‘toca’ a José Sacristán de la palabra de Antonio Machado?
Joder… Me ‘toca’ muchísimo toda su obra poética y filosófica, pero sobre todo algo que sobrepasa su propia obra. Lo que me gusta es el contenido humano de sus textos, el referente moral, el cronista lúcido y certero de un tiempo que se esconde tras la poesía de sus palabras.
Un trozo invisible de este mundo parte como favorita a los Premios Max en un año en que los escenarios parece que han entrado en una ebullición creativa, ¿Qué le parece a José Sacristán la última cosecha de nuestra escena?
Es admirable el coraje, el entusiasmo y el talento que invade los escenarios, pero hay que tener cuidado con esos espectáculos que tienden a hacer un canto a la precariedad… Nos estamos ‘argentinizando’ en el peor sentido de la palabra, teniendo que trabajar muchos profesionales en unas condiciones poco propicias. Vaya por delante eso sí mi aplauso para todos aquellos creadores que se resisten a verse apisonados por la coyuntura actual. Solo espero que ese trabajo en precario no sea la constante… Es peligroso que esto se instale como la única forma de poder trabajar en este país. Es legítimo poder vivir dignamente de esta profesión. Al menos aún siguen existiendo, con sus recortes presupuestarios, espacios públicos como el CDN y el Español con obras como la favorita a los Max. Confío en que sigan programando con el rigor con el que lo han hecho hasta ahora.
“El ojo de Sacristán revela el gran talento de un joven autor español: David Desola”, rezaba un titular en 2005. Me gustaría rescatar una experiencia teatral como fue su trabajo en Almacenados de David Desola, ¿Qué le cautivó de la pluma del autor de La nieta del dictador?
Me atrajo la originalidad del texto. La verdad es que tuve que pelear con él bastante para colocar a Lino en el lugar moral que creo le correspondía a mi personaje. Noté entonces en él aún la impaciencia del joven aprendiz, pero le admiro muchísimo. Si me cautivó ese texto es por ser la mezcla perfecta entre lo patético y el humor. Tiene una mirada sobre la realidad muy divertida a pesar de que a veces trate temas terribles.
Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para José Sacristán?
Cualquier lugar es bueno para contar historias siempre que lo que se cuente sea interesante. Eso sí, el teatro es la tabla de gimnasia más completa para el actor. Lo importante son las historias y los personajes, el medio en el fondo me da igual.
Ante la proliferación de un único modelo de cine, el que rinde en taquilla y tiene el apoyo de las televisiones, han creado la Unión de Cineastas…
Esto se viene gestando desde hace tiempo la verdad… Los problemas que atraviesa el sector los viene arrastrando desde hace muchísimo tiempo. Los peliculeros se encuentran con problemas gravísimos para la distribución de sus trabajos con el advenimiento de un nuevo compartimiento de la industria… Sería importante discernir cuáles van a ser las nuevas reglas del juego. Estoy en calidad de presidente honorario y haré lo que pueda para apoyarles.
Ha vuelto a la televisión con Velvet, la nueva producción de Bambú, que siempre suele cuidar mucho la parte visual y artística de los productos, ¿Esto es lo que ha impulsado a aceptar la oferta del equipo de Ramón Campos?
La verdad es que estábamos tanteado la posibilidad de trabajar juntos desde hace tiempo, pero por problemas de agenda no pudo ser. Efectivamente, son una productora muy rigurosa y tienen un gran trato con todo el equipo. Ha sido muy gratificante que la relación con los distintos directores, Carlos, David, Silvia y Jorge, tuviera ese trabajo de mesa previo igualito que el del cine. Podemos revisar los personajes y las situaciones y eso te hace pensar que estás delante de un trabajo cuidado, casi más propio de la gran pantalla. En Bambú se trabaja con un nivel de producción incustionable. Tenemos un decorado formidable y un reparto realmente impresionante…
Se incorpora a la serie hoy Ángela Molina con la que creo tenía muchas ganas de trabajar…
La verdad es que es una incorporación de lujo para la serie. Hoy mismo ruedo con ella. Además, venimos de trabajar juntos en la película de Isaki Lakuesta Murieron por encima de sus posibilidades, donde compartimos el último día de rodaje. Yo coincidí con ella por primera vez cuando ella era una niña en una película de Eugenio Martín que se llamaba No quiero perder la honra.
Relaciones casi públicas en 1968 fue su primer encuentro con Concha Velasco, Ahora mismo pasando por un momento difícil, ¿Cree que esa alegría de vivir que tanto la caracteriza la va a hacer más llevadero este trance o esas ganas de subir a un escenario la van a empezar a carcomer el ánimo?
Concha puede con todo. Acabo de hablar con ella y puede que no haya nueva intervención a la vista, sino que son pruebas que la están haciendo. Concha puede superarlo sin problema, es una fuerza de la naturaleza.
¿Entiende la interpretación como una ‘derivación natural’ del juego infantil?
Creo que ese juego infantil sigue siendo el motor de mi carrera. Tienes la posibilidad de prolongar los juegos infantiles. Por encima de si esto es arte o cultura, yo que sé, la interpretación es un juego del que hay que conocer y respetar las reglas. Mi fantasía infantil era hacer cine, el teatro era para ricos. Yo me fogueé como espectador en el cine de mi Chinchón natal. Yo antes de querer ser Adolfo Marsillach, Rodero o Lemos yo quería ser Tyrone Power. Fue con 16 años cuando tuve el primer contacto con un grupo de teatro aficionado. Eso ya fue en Madrid con el grupo de la Provincial y Descanso mientras trabajaba de mecánico tornero.
Si ponemos en la balanza los premios como el Goya y el cariño del público, ¿Qué es lo que más llena a José Sacristán?
Sin el público no eres nadie. Ya te pueden dar los premios más maravillosos del mundo, pero sin su favor no tiene ningún sentido dedicarse a esta profesión. Esto no quiere decir que tengas que ‘prostituir’ tu trabajo. Debes elegir los proyectos que te motiven y esperar que guste tu trabajo al público, pero siempre desde una elección que parte de ti. Esa es la mayor satisfacción, sin ninguna duda.
Si miramos hacia el futuro, ¿Qué proyectos tiene y con qué proyectos le gustaría seguir ‘jugando’ a esta profesión a José Sacristán?
Quiero seguir ‘jugando’ con los proyectos que tengo entre manos, que la verdad es que son bastante interesantes. Me encanta participar en películas de gente joven con un prisma arriesgado y diferente. Además, estoy muy motivado con el montaje de mi amigo Vargas Llosa que voy a protagonizar como apertura de la próxima temporada en el Teatro Español, El loco de los balcones, para la que aún se están haciendo los castings y que empezaremos a ensayar en julio. Además, mañana empiezo a rodar en Lérida Vulcania, película que dirige José Eskaf y que es un thriller dramático con elementos sobrenaturales.