Antonio Dechent: "El ministro se cree que todos somos vedettes de revista"

Llevaba tiempo queriendo ‘celebrar’ la entrevista número 400, que en realidad ya ha pasó hace unos meses. No podía ser una entrevista cualquiera, ni mucho menos una simple promoción de la película o espectáculo de turno. Después de años en que nunca se habían dado las circunstancias oportunas para tal encuentro, me acerqué al Teatro Bellas Artes a charlar un rato con Antonio Dechent. Le pillo en mitad del ensayo técnico que interrumpe para atender a DESDE MI BUTACA. Cada noche, se encuentra a si mismo en el escenario, su hábitat natural. Reconocido principalmente por su trabajo en el cine, Dechent dice sufrir la enfermedad del rojo y el oro, ese color que caracterizaba históricamente a los telones del teatro. Y en las penumbras del Bellas Artes, su mente lúcida y crítica se abre paso para hablar de un oficio que le ha llevado a interpretar a todo tipo de ‘generalotes’ y duros personajes que se alejan mucho de la imagen que tiene de si mismo. Él se ve más como el protagonista de La Voz Humana, un hombre roto por el amor que busca recuperar en una última llamada desesperadamente a su enamorada. Siéntense en sus butacas y disfruten de sus palabras. No les defraudará. 

 

¿Cómo es esa última llamada al amor que refleja La voz humana?

La idea de hacer esta función surge del espacio para el que fue creado. Se realizó para esa pequeña sala que han montado en el Mercado de Triana. Tenía que hacer algo íntimo, que el público tuviese la sensación de que estaba invadiendo la intimidad del personaje. Me vino a la cabeza La voz humana, pero al momento lo deseché. Luego, lo pensé bien y me decidí por convertir al personaje en un hombre en un marco de una relación heterosexual. De hecho, ya la habían interpretado hombres haciendo de homosexuales e incluso travestidos de mujeres. El desamor no tiene género. Creo que esta función hace mucho por la igualdad de género, el dolor es el mismo y los sentimientos también.

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«La voz humana», los martes a las 20:30h en el Teatro Bellas Artes.

¿Ha tenido que recurrir Antonio Dechent a su particular “armario de las emociones” para hacer La voz humana?

En este caso he tenido que ir… al fondo del armario. Ojalá conserváramos siempre esa ingenuidad que te dan los sentimientos profundos. El amor es una enfermedad que te hace olvidar todo lo demás. La vida conforme va pasando no te permite vivir de una forma tan profunda. Me ha venido muy bien, he recuperado emociones que en la vida real ya habían desaparecido casi por completo. Conforme nos hacemos mayores, nos creamos una coraza para que no nos hagan daño. Todos hemos vivido esa capacidad de transformarse para complacer al otro. Envidio mucho a los que aún tienen esa capacidad de darlo todo por los suyos.

¿Tenía ganas de quitarse los galones de militar y meterse en la piel de un personaje que es pura emoción?

La verdad es que no. Creo que es más una cuestión de superar la imagen que tiene el público de mi. Es un espectáculo ideado por mi, lo que demuestra que yo no me veo tanto en ese roll que me ponen siempre de militar ni el más macho de los machos con el que siempre me identifican. He escogido un personaje que de alguna forma es similar a mi. Es un hombre frágil, débil y roto. De alguna manera, sé que crea una cierta curiosidad ver como el ‘generalote’ se puede acercar a este texto.

¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Antonio Dechent?

El teatro es mi hábitat natural. Siento que es mi particular microcosmos. Soy parte de las bambalinas. Decían que Cocteau tenía la enfermedad del rojo y el oro, el color de los telones del teatro. Tengo esa enfermedad. Me encuentro cada noche a mi mismo en las penumbras del teatro.

Uno de los autores que más ha trabajado ha sido Valle Inclán con sus esperpentos tanto en el teatro como en esa ‘curiosa’ y espléndida adaptación cinematográfica que vimos hace unos años, ¿Qué le ‘toca’ del teatro de Valle Inclán a Antonio Dechent?

No sé si considerarlo un elogio, pero alguien me dijo una vez que soy un actor esperpéntico -sale a relucir una grave y cálida risa que acompaña a buena parte de la entrevista- Valle Inclán es el padre y maestro mágico de todo lo demás. Me dedico a esto por no tener talento para inventarme las historias. Tengo que contar las historias que escriben otros. El lenguaje de Valle es el mayor placer que puede sentir un actor. Si fuera inglés diría Shakespeare, pero en España es nuestro dramaturgo por excelencia. Puedes hacer muchas veces la misma función, pero siempre encontrarás cosas nuevas. Define muy bien al género humano, cómo ve a las personas con ese crisol de ternura tan maravilloso.

Cuando leo el término ‘actor-obrero’ con el que se autodefine en algunas entrevistas me acuerdo de ver su nombre en 2006 por todas partes. Hasta en 4 películas en menos de dos meses, ¿Podría entender su vida sin un oficio tan absorbente?

Mi vida es bastante aburrida cuando no trabajo. Cuando más vivo estoy es cuando interpreto a otras personas. No me molesta estar trabajando de una forma tan intensa. Colaboro con un montón de proyectos por amor al arte. No puedo estar parado, me lo paso muy bien. Es lo que me mantiene vivo, igual es una forma de apagar mis carencias vitales, pero es lo que hay la verdad.

Uno de los últimos hitos de su excelsa carrera ha sido ese vendedor hastiado de la vida de A puerta fría

Ese señor mayor me salió muy bien. Fue una apuesta muy arriesgada. El personaje fue escrito para mi pensando en esa imagen de hombre castigado y duro que doy en cámara. Es un punto y aparte en mi carrera junto a mi trabajo en Smokin Room. Se rodó en mi Sevilla y no pude volver a mi casa a llevar mi vida familiar con mujer e hijos. Una experiencia muy absorbente y decidí por ello quedarme en el hotel. Paseaba por los mismos pasillos que el personaje y tomaba una caña en el mismo abrebadero que el personaje. Queda explícitamente marcado en pantalla ese cansancio físico y vital de este hombre que se queda atrapado en un callejón sin salida.

a puerta fría

Cine, teatro, pero también televisión, ¿Cómo fue la experiencia de La familia mata?

Fue durillo. Puede que pensasen en mi por ser una persona en apariencia divertida, pero la verdad es que a las seis y media de la mañana no tengo mucho de eso. Es una experiencia envidiable, tener un trabajo diario lo es. Eso sí, a veces tenía la sensación de que con más tiempo las cosas hubiesen salido mucho mejor. Conservo buenos amigos como Pepe Ruíz- al que vi en el patio de butacas el pasado martes- al que sigo llamando ‘Papá’.

¿En qué momento se le metió el veneno del teatro en el cuerpo a Antonio Dechent?

No lo recuerdo exactamente, el teatro siempre ha estado presente en mi vida desde que hacía teatro en el colegio y llegué a ser coordinador. Lo que sí recuerdo es que era una mente muy cambiante. Estudié Psicología, viví en Lisboa y he tenido multitud de trabajos de diverso pelaje, que combinaba muchas veces con la interpretación, que aún no era mi oficio. De vez en cuando me planteo hacer otras cosas, pero en el fondo… Me he dado cuenta de que solo sé hacer esto.

Supongo que el to play de los ingleses cobra aún más sentido cuando se trabaja con capa y espada en proyectos como Alatriste

Estoy encantado de hacer un trabajo tan íntimo como esta obra, pero amigo mío, me encantaría montarme en una nave especial y descubrir nuevos mundos…

Dejó la carrera de Psicología, pero ¿No le hubiesen venido bien esos estudios para conocer a los personajes o es la profesión de actor directamente una de locos o inconscientes?

Es mucho más loco lo de la Psicología que el trabajo de actor, algunos estudian para intentar entenderse a si mismos. Las carreras universitarias están anclados en la memorización. De hecho, sacaba unas notas estupendas, pero luego lo olvidaba, no adquirí ningún conocimiento la verdad. El conocimiento académico sirve para poco en esta profesión. Es el conocimiento de las personas el fundamento de este oficio.

¿Hacia dónde va un país que ‘acribilla’ su cultura con medidas como el 21%?

Según el ministro, la cultura no existe. El arte es entretenimiento por lo visto. Somos todos vedettes de revista según el ministerio. Hay que estar muy loco para hacer teatro en estos tiempos. De lo poco que me llevaría de la entrada, encima me quitan el 21%. Debo tener un problema por querer hacer algo con tanta pasión cuando sé que el rédito económico va a ser escasísimo. Esto viene de lejos. Me hace gracia que se llame subvención a las ayudas a la cultura. Hay ayudas en todos los sectores, incluido el de la banca, y a nadie le molesta precisamente por el término ‘ayuda’. Todo es un suma y sigue. Algunos nos llaman ‘titiriteros’ y se permiten el lujo de criticar el cine español sin ver ni una sola película. ¿Por qué quieren ser ignorantes? ¿Por qué se autolobotomizan? Es como si digo que no leo literatura traducida. No creo que les haga mucho bien esa actitud. Es una barbaridad.

Ha participado en decenas de cortometrajes, ¿Piensa que el futuro del largometraje está en manos de estos talentos emergentes?

Antes había que gastarse una pasta para hacer un corto, ahora hay una gran eclosión de pequeños cineastas con la revolución tecnológica. Algunos sí que lo conseguirán, pero otros se quedarán por el camino. Todos no van a conseguir triunfar. La semilla está ahí y hay gente muy buena en ese campo.

¿Cuál es el proyecto más inmediato de Antonio Dechent?

Estoy con Tomar Partido de Ronald Harwood, el guionista de El pianista y El Cuarteto. Es un texto maravilloso. Es sobre unos juicios paralelos a los Juicios de Nuremberg que se hicieron a la gente de la justicia y de la cultura. Es el espectador el que debe tomar partido y sacar sus propias conclusiones en este montaje.

Para acabar, ¿Con qué proyectos sueña Antonio Dechent?

No están las cosas para soñar… Con conseguir que me de para vivir con este montaje yo sería feliz. No quiero ser una estrella ni ganar mucho dinero. Soy un trabajador como bien dijiste antes. Estoy muy de acuerdo con el Papa Francisco cuando dice que no tener trabajo es indigno. Solo pido vivir de esto sin que me toquen las partes nobles.

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El (excesivo) aquelarre conyugal de Álex de la Iglesia corona la taquilla

Llevamos unas semanas en que el cine español ha vivido el feliz acontecimiento de ver como La gran familia española se ha colocado como número 1 en taquilla. Ayer, se estrenaba Las brujas de Zugarramurdi y de nuevo nuestro cine se ha colocado en lo más alto de la taquilla, esperemos que siga la racha…

Tiene la capacidad este director, de los pocos en nuestro cine, de haber creado un universo propio con sus aciertos y sus… excesos. El director se sumerge en el mundo de la brujas sacando lo mejor y lo peor de si mismo como creador superlativo. Tras una espectacular escena de arranque con ¡Bob Esponja con una recortada en plena Puerta del Sol!, mira que le gusta Madrid como escenario de rodaje al director de La comunidad. Pues sí, Madrid es una ciudad «de cine», uno de los escenarios naturales más interesantes de nuestra geografía como ya demostró el cineasta en El día de la bestia. Y de ahí, con unos atracadores que simulan ser estatuas humanas de esas que poblan las calles del centro de Madrid, emprendemos la huida a Zugarramurdi, el lugar donde se dice que comenzó la brujería en España. Y conocemos a una tabernera que confiesa que a ella no le dan miedo las brujas, sino los hijos de puta. De la Iglesia, aún moderado, en estado puro. La frase la suelta una de las actrices más libres de nuestro país, Terele Pavez, sin duda alguna lo mejor de la cinta. La acompaña Carmen Maura en un registro muy diferente al que nos tiene acostumbrado últimamente. Pasa una cosa con las grandes, me da la impresión. Llega un momento en que, conscientes de lo buenas que son y los directores que se lo permiten, ponen el piloto automático en su modo de interpretación. Álex de la Iglesia hace divertirse a la actriz y eso se nota y mucho en su, de nuevo, gran trabajo interpretativo. Del resto del reparto destacar al siempre eficaz Enrique Villén, Manuel Tallafé y María Barranco, a la que se ve demasiado poco en el cine últimamente. Las cualidades interpretativas de Carolina Bang, como de costumbre, son limitadas. Curiosamente, Las brujas de Zugarramurdi funciona mejor como relato de un padre que intenta conseguir la custodia compartida que como excesivo aquelarre de brujas. De la Iglesia mezcla su realidad, es padre separado, con su universo de una forma que en ocasiones brilla y en otras se pasa de rosca. Todo transcurre de una forma brillante hasta que llegamos a la excesivamente alargada escena del aquelarre. Las primeras secuencias son de infarto, impecables técnicamente con un montón de extras y efectos especiales de gran nivel, pero cuando el chicle se estira, te termina explotando en las narices. Pienso sinceramente que esta cinta hubiese funcionado mucho mejor con un tijeretazo. A nivel global es una película notable, divertidísima… Una pena que, al final, los excesos del director en la indagación de su propio universo hagan que la cinta no sea redonda.

Un Madrid sin teatros, Un Madrid sin alma: Las cuentas pendientes.

Se me acumulan las obras interesantes de las que hablar. Me es difícil hablar de ellas una o una, pero es que tan (apasionantemente) variada la cartelera madrileña que inevitablemente me dejaré alguna en el tintero. Hoy para comenzar el viernes con buen pie me he propuesto saldar algunas cuentas pendientes, incluida una mención a un espectáculo que me ha parecido bochornoso.

La primera parada la hago en ese fenómeno teatral llamado Microteatro por dinero. Un año después de mi primera visita, regreso al espacio de Loreto y Chicote atraído por la presencia de dos actores a los que sigo la pista desde hace tiempo: Dani Muriel y Fernando Albizu. El primero, al que he visto 4 veces en teatro en los últimos 10 meses, se ha convertido en un rostro seguro de nuestra escena. Desde que le vi en Agonía y éxtasis de Steve Jobs me atrapó su energía y talento. En la microobra La cena interpreta a un novio del que vemos la evolución de su relación de pareja en un restaurante. En las distancias cortas, Muriel gana aún más. Divertidísimo texto el de La cena con el gran Fernando Albizu en la que descubro a un actor muy interesante: Iván Luis.

Hace unos años me llamó la atención un actor en la serie Hispania. Admito que no le conocía. Su nombre: Pablo Derqui. Interpretaba a un personaje ruín, oscuro y capaz de vender a su padre por un puñado de monedas de oro. Cuando me entero que llega a las Naves del Matadero su Roberto Zucco solo puedo ir con las expectativas muy altas.  Ni la impresionante escenografía ni el resto de correctísimos trabajos interpretativos quitan el foco de atención de este actor de mirada penetrante. Con esa mirada de no haber roto un plato en su vida se gana a sus víctimas y al entregado público que se estremece al descubrir su otra cara cuando el rostro torna en una imagen viva del horror. Una obra de esas que merecen estar en un espacio de titularidad pública. Cosa muy distinta ocurre con Capitalismo, Hazles Reír, el espantoso espectáculo de Andrés Lima en el Price que parece una improvisada propuesta escénica en un taller de teatro, que en parte es eso, pero está muy poco pulida, el texto es maniqueo y simplón. Al elenco, eso sí no tengo nada que reprocharles, simplemente se han dejado llevar por la corriente.

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Hace una semana llegó al Conde Duque el nuevo trabajo escénico del maestro de actores Juan Carlos Corazza. Le acompañaron en el estreno algunos de sus pupilos y cómplices como Javier Bardem. Acudí  a ver Comedia y sueño, La mentira más hermosa. con la intención de ver TEATRO y vaya que si lo vi. Un espectáculo que es pura poesía y que mezcla la Comedia sin título de Lorca con El sueño de una noche de verano, ¿De verdad hace falta citar al autor? Aplaudo este espectáculo en primer lugar por reivindicar esa obra inconclusa de Lorca. De alguna forma, el teatro se ha convierte en un bellísimo campo de batalla en el que reivindicar las cosas que aún nos escuecen. Y se cuela por las rendijas de esta obra que es puro ‘teatro dentro del teatro’ alguna que otra reivindicación de la memoria histórica. Y por último aplaudo este montaje, como se puede entender, por un puñado de buenos trabajos actorales. Me quedo con dos actores, sin desmerecer a los demás, que admito que son una debilidad mía y creo que muy merecidamente: Manuel Morón y Ana Gracia.

Y aunque ya hablé de ella hace unos meses, no podía resistirme a reconocer la nueva producción de Por los ojos de Raquel Meller que firma Juanjo Seoane. El espectáculo de Hugo Pérez coge una renovada fuerza en esta puesta en escena que recoge el apasionante juego de telones del intimista montaje original y lo amplifica para llegar al gran público. Si ya lo visteis en Tribueñe y os enamoró, repetid, hay algunos cambios en varias escenas, nuevos vestuarios y se ha «limpiado» el texto para darle una estructura más convencional. Todo ello redondeado con un reparto maravilloso en el que vuelven a sobresalir esa actriz llena de ángel llamada Maribel Per y Chelo Vivares. Si la han visto repitan y si aún no la han visto, descubran el talento creativo de esta compañía.

La princesita bajo el sauce llorón

En escena, un dictador, un tirador sin nombre, llámese Franco, Videla o Pinochet, agoniza en una habitación cargada de ecos del pasado. El olor es nauseabundo. No se pueden abrir las ventanas, no hay conexión con una realidad que a él y a su familia no les interesa escuchar. Y llega la visita de su nieta, una mujer metida en su propia burbuja y que no ha sido capaz de aceptar lo que las madres de «los comunistas» dicen de su frágil abuelito. No soporta el olor y necesita abrir las ventanas al mundo y se cuelan entonces los gritos que exasperan a su grandpa: «Asesino, dictador» corean desde fuera. La nietísima se ha propuesto demostrar que esas mujeres no tienen razón. Según sus pesquisas sus hijos están escondidos en países comunistas, seguro, desde luego que no están desaparecidos… El humor negro se cuela por primera vez en este brillante texto de David Desola que reflexiona sobre el olvido cuando nos cuenta esta nieta su teoría sobre los bigotitos. Comienzan así las carcajadas amargas que poblan este montaje. Han pasado diez años desde que su abuelo se reuniese con ella bajo el sauce llorón, pero en la mente del padre de la patria ella sigue siendo la princesita a la que cada cumpleaños regalaba una muñeca y mandaba una escueta carta de felicitación. Ella recrea para él otros tiempos en los que las novelitas del oeste eran su gran distracción. Y de esos ecos de la realidad exterior, la aparentemente mujer de una pieza comienza un cambio emocional que la hará ver a su queridísimo, hasta ahora, abuelo como algo muy distinto. Y en ese cambio de emoción van surgiendo las lágrimas o, mejor dicho, las gotas de lluvia que sirven para limpiar todas las mentiras.  Ella ha sido capaz de ver más allá de la idílica visión que tenía de él hasta ahora. Y en ese momento me viene claramente a la cabeza un dantesco momento televisivo. Un programa de crónica rosa entrevistó a la nietísima con el ‘dardo envenenado’ de una imitación de su abuelo. La reacción de la estrella del papel cuché, sabe Dios por qué narices se ha encumbrado a esa señora, demostró que ella no quiere ver lo que significó su abuelito del alma, se lo tomó como una ofensa al honor de su familia. Habla muy mal de nosotros mismos que aplaudan algunos, yo no desde luego, a esa señora que vive de la herencia recibida de un tiempo tan oscuro.

la nieta del dictador

La nieta del dictador es un texto necesario para no olvidar y no volver a repetir los errores del pasado. Sobre las tablas de la Kubik Fabrik Inma Cuevas, una actriz de capacidad emocional superlativa. En el tránsito entre la risa y la emoción volvemos a reivindicar a esta actriz como uno de los grandes talentos de nuestra escena. No era fácil encarnar a esta ‘excesiva’ nieta sin resultar precisamente… excesiva. Con el gesto justo y la emoción contenida, Inma Cuevas nos regala generosamente un trocito de su talento interpretativo en este (no) monólogo que explota por los aires con una sobrecogedora última escena. La nietísima habla a su abuelo, que solo en contadas ocasiones responde ante los estímulos. Para ese complejo papel, el director Roberto Cerdá ha utilizado a  un actor, Ramón Pons, que encarna la fragilidad humana como nadie. Ya en Fin de partida demostró su talento para encarnar personajes ‘impedidos’ cuando nos regaló a Nagg, que no podía salir de su caja bajo la atenta mirada de un aterrador José Luis Gómez. Siento rabia por saber que cuando lean estas palabras ya no tendrán oportunidad, salvo que quede alguna entrada para hoy o mañana, de disfrutar de este montaje. Un texto y un trabajo interpretativo tan colosales merecerían hacer temporada en una de las maravillosas «Salas 2» de espacios públicos como el Matadero, ¿Por qué no? La dramaturgia de David Desola debería ser una constante en nuestra cartelera, ahí lo dejo para que los programadores con ojo lo tengan en cuenta…

Sigue siendo Mike Ríos

«Aquí Mike» dice un fotógrafo para llamar la atención del intérprete de Bienvenidos a lo que has responde: «Me has ganado con eso tío». Pura naturalidad la de este viejo rockero que hace un par de años decidió dejar la carretera y que ahora ha concentrado sus esfuerzas una vida con mucho ritmo. En Cosas que siempre quise contarte (Ed. Planeta), el cantante que tocó la cima del éxito musical con la punta de los dedos reflexiona sobre su vida, sus propios excesos y, como no, los de una sociedad que no ha sabido responder lo suficiente a la realidad que le ha tocado vivir. Lúcido y siempre con una respuesta inteligente, reflexiona sobre un tiempo en el que ROCK AND ROLL se escribía con letras mayúsculas, aunque admite que hoy en día el género sigue gozando de buena salud en España. No se le ha acabado la mecha de la creatividad y no le importaría hacer una segunda parte de sus memorias en las que contar aquellas cosas que se le han quedado en el tintero. Y entre páginas y confidencias nos regala un nuevo tema que da título al libro. Ya no está en la carretera, pero en el fondo sigue siendo Mike Ríos…

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Los protagonistas de la temporada de Smedia

El grupo Smedia ha presentado esta mañana una temporada 2013-2014 en la que la diversidad será una vez más su seña de identidad. Monólogos ya clásicos como Espinete no existe o el reciente éxito de Taitantos, serán parte de una programación en la que habrá espacio también para el texto de Juan Mayorga El Chico de la Última Fila. Más clásicos: El Brujo, El Cavernícola, Maribel y la extraña familia y estrenos esperados como Los Hijos de Kennedy y el musical Marta tiene un marcapasos, del que os ofrecemos el número de apertura en primicia. Y otro regalito más, el monólogo que improvisó Rafael Álvarez ‘El Brujo’, aquí si nos atrevemos a decir que NO HAY DERECHO a que el fútbol tenga un IVA inferior al del teatro.

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La vida no es una comedia musical

La vida de La gran familia española parece una almibarada comedia musical clásica al estilo Siete novias para siete hermanos, pero una serie de catastróficas desdichas convierten esta historia en una tragicomedia… como la vida misma. Sánchez Arévalo le toma el pulso a esta cinta llena de, marca de la casa, personajes ‘especiales’, ¿Qué decir de un niño que declara su amor eterno a los 10 años y se va a casar con su chica a los 18? ¿Y de un patriarca que parece sacado del citado musical? ¿Y de un personaje que solo se tranquiliza comiendo un quesito? Partiendo de la máxima de que lo normal en una familia es que no haya nadie normal nos regala una nueva cinta que va más allá de ese solaz esparcimiento que fue Primos. La gran familia española es una divertidísima comedia con poso y que, sin darnos cuenta, nos hace pasar de la carcajada sonora a una lagrimilla que nos cae en el tramo final de la misma. En el tramo cómico destaca un delirante diálogo en el que los contrayentes y los invitados dan unas réplicas de lo más delirantes. Y ese paso de la comedia al drama se hace con naturalidad como ocurre en nuestra propia vida. Y es que no todo son risas en nuestra existencia y eso lo sabe bien un creador con una mirada personal que consigue que esta película se convierta en algo más que una simple distracción de domingo por la tarde. Para ello se rodea de un puñado de ACTORES. Sí, encima elige bien los casts y es un director de actores espléndido. Todo lo tiene medido este creador en sus rodajes, algo de esto sé ya que tuve la suerte de trabajar como extra en Gordos y vi lo planificado que tenía todo en los rodajes. El pater familias de esta historia es uno de los mejores actores de este país, Héctor Colomé, cuya emoción nace de muy adentro, uno de esos intérpretes que consiguen hacer creíble lo increíble.

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Y su hijo mayor, el que se supone que tendría que llevar el rumbo familiar si su padre faltase, es otro actor talismán para Sánchez Arévalo, el magnético Antonio de la Torre que con una mirada es capaz de dejarte sin respiración. Les siguen a la zaga trabajos como el de Quim Gutiérrez. un actor que trabajo a trabajo ha ido evolucionando de una forma impresionante. En esta, además, se apunta el tanto de emocionar al público. El personaje de Roberto Álamo, otro intérprete con letras mayúsculas, nos remite inevitable a su también brillante trabajo en la obra De ratones y hombres, donde también hizo un papel de disminuido, pero en un registro mucho menos amable eso sí. Y siempre es un placer ver como los actores que se han curtido en los musicales, véase Miquel Fernández, empiezan a despuntar en el cine. Los que cada noche se desgarran sobre el escenario cantando, bailando y, sobre todo, interpretando. Talento en nuestros escenarios hay de sobra. Solo hay que ver cualquiera de los musicales que hay y habrá en cartel en los próximos meses. Un breve repunte referido a los actores que demuestran que no hay papel pequeño solo actores pequeños. Y los personajes de Raúl Arévalo, Rodrigo Poisón, Pilar Castro y Teresa Lozano demuestran el mimo con que Sánchez Arévalo elige a sus repartos. Todos están bien y eso no es fácil. Ojo a esa revelación que va a ser Patrick Criado y a su partenaire femenina, la bellísima y deslumbrante Arantxa Martí. Y al final cuando menos te lo esperas cantas el «Iniesta de mi vida» y ¿Te casas ese día? Eso solo lo sabrán si se pasan por el cine y disfrutan de este feliz reencuentro con el universo del director de Azuloscurocasinegro.

Un musical español (casi) afinado

Una voz en off nos recuerda el recorrido de HNMPL, un musical español que en 2005 y con la inestimable colaboración creativa de Nacho Cano, hoy no puede ni siquiera acercarse al teatro por motivos que no vienen al caso, se creó el mayor fenómeno del teatro musical español. Todo lo que tocaba este musical, que consiguió el récord de recaudación en un día, se convertía en oro. Incluido sus sucesivos protagonistas que hoy en día son estrellas del cine y la televisión. Era tentador volver a ponerlo en escena y Drive lo ha hecho con un apabullante nueva puesta en escena. Aclarar que no vi la producción original, solo hablaré de lo que vi anoche en el Coliseum. Y no la vi simplemente – a pesar de ese dato me encantan los musicales- no me ‘llegó’ el espectáculo, no me interesó esta historia. Por lo tanto, me enfrenté a esta puesta a punto del musical con cierto recelo… muy especialmente por las proyecciones que suelen ser todo menos ‘emocionantes’ y el libreto de este musical de eso tiene mucho.

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Tras un número de apertura, Hoy no me puedo levantar, apabullantemente… espectacular y, todo sea dicho de paso, frío, muy frío, el espectáculo va ganando a medida que las notas van sonando afinadas. Y en esas piezas afinadas está un Daniel Diges que es en este Mario donde encuentra su roll ideal, nunca le había visto darlo todo en escena de esa forma. Quizás también sea por la reacción que provoca este musical entre el público que aplaude y corea a los protagonistas en la práctica totalidad de los números. Y entre las notas desafinadas las escasas líneas cantadas por Ana María Polvorosa y Canco Rodríguez, que se ‘lucen’ eso sí con sus personajes. Para Rodríguez fueron buena parte de los aplausos. Merecidos, tiene una vis cómica innegable y hasta en tv consigue destacar. Desafinado también es esa apabullante apuesta por ‘atronar’ al personal con chorricientos watios de sonido y, sobre todo, por utilizar música grabada… Me da mucha rabia que un espectáculo de este calibre y, ¿Por qué no decirlo?, de esta calidad por encima de la media caiga en la imperfección por estos pequeños detalles que deslucen el global de un espectáculo que, con los mimbres adecuados, me hubiese emocionado. Un musical lleno de coreografías coloristas que se entremezclan con números más íntimos en los que, al menos anoche, el sonido- hubo algún momento en el que ‘atronados’ por la música no se escuchaba a los solistas- no estaba a la altura. Creo que le sobran proyecciones insisto, la escenografía tradicional tampoco está tan mal y, sobre todo, da sensación de verdad, esa que puede llegar a emocionar. Y si nos entretienen con proyecciones en 200 dimensiones nos olvidamos que el TEATRO es el lugar de la emoción y el segundo acto pierde fuerza emotiva. Eso sí nada que reprochar a buena parte del reparto ni mucho menos al libretista, David Serrano, que ha conseguido uno de los pocos musicales jukebox que tiene una historia interesante que contar. Nada que ver con los insulsos 40 el musical y Más de cien mentiras, también marca Drive. Si se le da ‘una vuelta’ a la producción volverá a ser un pelotazo, no tengo ninguna duda.

El álbum de La Meller

Con motivo del estreno de la nueva producción del musical Por los ojos de Raquel Meller en el Teatro Reina Victoria os ofrecemos una selección de fotografías de escena del espectáculo además de vídeos exclusivos y fotos de la escenografía del espectáculo original, que ha triunfado en la madrileña Sala Tribueñe. Para esta nueva puesta a punto del brillante espectáculo de Hugo Pérez se ha contado con la coproducción de un valor seguro de la escena, Juanjo Seoane.

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Una selección de imágenes de la escenografía del espectáculo original en la madrileña Sala Tribueñe.diseños originales

Un Madrid sin teatros. Un Madrid sin alma: "De fiebres, bodas, actores y otros bichos raros"

Nos sumergimos DESDE MI BUTACA en cuatro espectáculos de la cartelera madrileña tan distintos… como los espacios en los que se representa. Esta temporada seguiremos reivindicando todo tipo de espacios escénicos en la capital. De los teatros comerciales a las salas más alternativas tendrán cabida en este «Un Madrid sin teatros. Un Madrid sin alma» que nació como un grito en voz alta para reivindicar nuestro teatro que, hoy más que nunca, merece ser CELEBRADO.

Comenzamos esta nueva etapa haciéndonos devotos… del Santo Membrillo. Cerda ha abierto la temporada de ese ‘milagro escénico’ llamado La Casa de la Portera. Un espectáculo en lo que uno lo único que puede hacer es… dejarse sorprender. Una comedia transexual místico-musical con aroma psicalíptico, ¿Suena raro de cojones verdad? Pues sí, lo es, pero también es muy divertida. Las carcajadas empiezan a resonar en las paredes de esta portería desde el momento en el que conocemos a las habitantes de este particular universo místico. Y en ese pintoresco microcosmos solo podemos rendirnos al influjo de la palabra en la voz de Inma Cuevas, una monja inductora y practicante que  consigue dar verdad a un texto que en otras manos podría haber resultado, con todos los respetos, bochornoso. Hace creíble lo inverosímil. Eso es una ACTRIZ. Y encima la disfrutaremos por partida doble en los próximos meses. En La nieta del dictador y en True West. Estaremos atentos.

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Y damos un salto al vacío y nos sumergimos en el mundo… del vodevil. En el Teatro Marquina, Una boda feliz ya puso su primer ‘No hay localidades’ hace unos días. La culpa la deben tener las carcajadas que provocan este matrimonio de convivencia entre los ‘machotes’ Agustín Jiménez y Antonio Molero. Una historia de enredos en el que las puertas se abren, se cierran… y se mueven a discreción. Y siempre es un placer disfrutar del trabajo de un actor como Francesc Albiol, convincente en todos los registros y que cuando se ‘desmadra’ como en este caso, consigue brillar con luz propia. Las risas más necesarias que nunca harán de estas nupcias -que les advierto que no se ven nunca en escena- uno de los ÉXITOS de la temporada.

 «Traemos con nosotros al perro guía». El sábado La fiebre tuvo unos espectadores muy especiales. El poder evocador de la palabra permitió que un grupo de invidentes disfrutasen de la magia del teatro. En escena, Israel Elejalde, que se ha convertido en uno de los actores que más ha sobresalido en las tablas en los últimos años con sus trabajos a las órdenes de Miguel del Arco o en esa delicia llamada Maridos y mujeres. Y nos sumergimos en esa asfixiante habitación de hotel de un país del Tercer Mundo de ahí viajamos con él a los diversos espacios que habitan en su conciencia. Un ser en tierra de nadie que pasea por las calles mientras corre la sangre de inocentes. Él fue un niño bien ‘envuelto’ en su infancia y ahora decide reflexionar sobre lo que es lo mejor para él en este mundo podrido. Un texto que reflexiona, pero sobre todo y lo más importante un tour de force interpretativo que en manos de un actor de superlativo talento como Elejalde coge mucha altura. Un recital in crescendo que acaba con un Elejalde que se desgarra emocionalmente antes de entrar en caída libre. En La Cuarta Pared hasta el 15 de septiembre y con la colaboración en escena de la chelista y actriz Alba Celma.

Desde una butaca sucia y vacía que en otro tiempo fue una simple silla desde la que se enamoró del teatro de variedades cuando era pequeño, una vieja gloria del teatro reflexiona sobre lo que para él ha sido su oficio y su forma de entender la vida. Júbilo Terminal es el autohomenaje de un divo del teatro que deambula por el escenario siendo Hamlet, Cyrano y Puck. Y nos hace cómplices de esa pasión que le ha llevado a estar 40 años entre tinieblas. Medita y se pregunta emocionado ¿Dónde están los aplausos y la mujer que se enamoró de mi forma de actuar? Pero no crean que Júbilo Terminal es un espectáculo condescendiente con los actores y con el mundo del teatro, nada más lejos de la realidad. Al otrora divo de la escena le sale y, permítanme la expresión, una ‘mosca cojonera’ que pone sobre las tablas una visión muy distinta del teatro. Ella es aún una joven promesa, cuando pienso en ese término inevitablemente me acuerdo de Juan Luis Galiardo que se definía a si mismo como «La eterna joven promesa», vaya por delante mi recuerdo para él. Volviendo al júbilo, la actriz se enfrenta al maestro al que una vez mandó una misiva de admiración. Fue la noche que le vio hacer Hamlet. Y desde ese día, el veneno del teatro se la quedó dentro. Hoy, esa carta parece un dardo envenenado y fustiga al actor reprochándole la vanidad que ha derrochado en infinidad de actos ‘de cara a la galería’. Y con esta romántica del teatro se cuelan en escena los gritos del 15M y la eterna pregunta de sí debe ser el teatro un acto de contestación a la realidad social que nos toca vivir. Un enfrentamiento entre 2 concepciones de entender el teatro, pero que en el fondo confluyen en una pasión común por vivir la ficción más verdadera, la que cada noche crea la magia del teatro. Y en eso tienen mucha culpa dos actores que cada noche, independientemente del número de espectadores que haya en la sala, se dejan la piel sobre el escenario dotando de emoción y de VERDAD las tablas. José Pedro Carrión, historia viva de nuestra escena, nos ofrece un recital interpretativo de primer orden, donde la palabra y el actor pasan a primer término para conseguir emocionarnos. Y vaya si lo consigue este actor que fue rey, bufón y espadachín. Y le da la réplica una actriz soberbia, toda una revelación, Valery Tellechea. Sería una pena que esta bellísima apuesta, que enamorará a todos los amantes del TEATRO, pasase desapercibida en la cartelera. Aunque ahora que lo pienso, más bien sería una… vergüenza. Son apuestas como estas las que dan sentido y vida a espacios como El Sol de York. Yo que ustedes no me lo perdería, desde luego. Estarán hasta el 22 de septiembre de jueves a sábado a las 20:30h y los domingos a las 19h.