Se me acumulan las obras interesantes de las que hablar. Me es difícil hablar de ellas una o una, pero es que tan (apasionantemente) variada la cartelera madrileña que inevitablemente me dejaré alguna en el tintero. Hoy para comenzar el viernes con buen pie me he propuesto saldar algunas cuentas pendientes, incluida una mención a un espectáculo que me ha parecido bochornoso.
La primera parada la hago en ese fenómeno teatral llamado Microteatro por dinero. Un año después de mi primera visita, regreso al espacio de Loreto y Chicote atraído por la presencia de dos actores a los que sigo la pista desde hace tiempo: Dani Muriel y Fernando Albizu. El primero, al que he visto 4 veces en teatro en los últimos 10 meses, se ha convertido en un rostro seguro de nuestra escena. Desde que le vi en Agonía y éxtasis de Steve Jobs me atrapó su energía y talento. En la microobra La cena interpreta a un novio del que vemos la evolución de su relación de pareja en un restaurante. En las distancias cortas, Muriel gana aún más. Divertidísimo texto el de La cena con el gran Fernando Albizu en la que descubro a un actor muy interesante: Iván Luis.
Hace unos años me llamó la atención un actor en la serie Hispania. Admito que no le conocía. Su nombre: Pablo Derqui. Interpretaba a un personaje ruín, oscuro y capaz de vender a su padre por un puñado de monedas de oro. Cuando me entero que llega a las Naves del Matadero su Roberto Zucco solo puedo ir con las expectativas muy altas. Ni la impresionante escenografía ni el resto de correctísimos trabajos interpretativos quitan el foco de atención de este actor de mirada penetrante. Con esa mirada de no haber roto un plato en su vida se gana a sus víctimas y al entregado público que se estremece al descubrir su otra cara cuando el rostro torna en una imagen viva del horror. Una obra de esas que merecen estar en un espacio de titularidad pública. Cosa muy distinta ocurre con Capitalismo, Hazles Reír, el espantoso espectáculo de Andrés Lima en el Price que parece una improvisada propuesta escénica en un taller de teatro, que en parte es eso, pero está muy poco pulida, el texto es maniqueo y simplón. Al elenco, eso sí no tengo nada que reprocharles, simplemente se han dejado llevar por la corriente.
Hace una semana llegó al Conde Duque el nuevo trabajo escénico del maestro de actores Juan Carlos Corazza. Le acompañaron en el estreno algunos de sus pupilos y cómplices como Javier Bardem. Acudí a ver Comedia y sueño, La mentira más hermosa. con la intención de ver TEATRO y vaya que si lo vi. Un espectáculo que es pura poesía y que mezcla la Comedia sin título de Lorca con El sueño de una noche de verano, ¿De verdad hace falta citar al autor? Aplaudo este espectáculo en primer lugar por reivindicar esa obra inconclusa de Lorca. De alguna forma, el teatro se ha convierte en un bellísimo campo de batalla en el que reivindicar las cosas que aún nos escuecen. Y se cuela por las rendijas de esta obra que es puro ‘teatro dentro del teatro’ alguna que otra reivindicación de la memoria histórica. Y por último aplaudo este montaje, como se puede entender, por un puñado de buenos trabajos actorales. Me quedo con dos actores, sin desmerecer a los demás, que admito que son una debilidad mía y creo que muy merecidamente: Manuel Morón y Ana Gracia.
Y aunque ya hablé de ella hace unos meses, no podía resistirme a reconocer la nueva producción de Por los ojos de Raquel Meller que firma Juanjo Seoane. El espectáculo de Hugo Pérez coge una renovada fuerza en esta puesta en escena que recoge el apasionante juego de telones del intimista montaje original y lo amplifica para llegar al gran público. Si ya lo visteis en Tribueñe y os enamoró, repetid, hay algunos cambios en varias escenas, nuevos vestuarios y se ha «limpiado» el texto para darle una estructura más convencional. Todo ello redondeado con un reparto maravilloso en el que vuelven a sobresalir esa actriz llena de ángel llamada Maribel Per y Chelo Vivares. Si la han visto repitan y si aún no la han visto, descubran el talento creativo de esta compañía.