La vida de La gran familia española parece una almibarada comedia musical clásica al estilo Siete novias para siete hermanos, pero una serie de catastróficas desdichas convierten esta historia en una tragicomedia… como la vida misma. Sánchez Arévalo le toma el pulso a esta cinta llena de, marca de la casa, personajes ‘especiales’, ¿Qué decir de un niño que declara su amor eterno a los 10 años y se va a casar con su chica a los 18? ¿Y de un patriarca que parece sacado del citado musical? ¿Y de un personaje que solo se tranquiliza comiendo un quesito? Partiendo de la máxima de que lo normal en una familia es que no haya nadie normal nos regala una nueva cinta que va más allá de ese solaz esparcimiento que fue Primos. La gran familia española es una divertidísima comedia con poso y que, sin darnos cuenta, nos hace pasar de la carcajada sonora a una lagrimilla que nos cae en el tramo final de la misma. En el tramo cómico destaca un delirante diálogo en el que los contrayentes y los invitados dan unas réplicas de lo más delirantes. Y ese paso de la comedia al drama se hace con naturalidad como ocurre en nuestra propia vida. Y es que no todo son risas en nuestra existencia y eso lo sabe bien un creador con una mirada personal que consigue que esta película se convierta en algo más que una simple distracción de domingo por la tarde. Para ello se rodea de un puñado de ACTORES. Sí, encima elige bien los casts y es un director de actores espléndido. Todo lo tiene medido este creador en sus rodajes, algo de esto sé ya que tuve la suerte de trabajar como extra en Gordos y vi lo planificado que tenía todo en los rodajes. El pater familias de esta historia es uno de los mejores actores de este país, Héctor Colomé, cuya emoción nace de muy adentro, uno de esos intérpretes que consiguen hacer creíble lo increíble.
Y su hijo mayor, el que se supone que tendría que llevar el rumbo familiar si su padre faltase, es otro actor talismán para Sánchez Arévalo, el magnético Antonio de la Torre que con una mirada es capaz de dejarte sin respiración. Les siguen a la zaga trabajos como el de Quim Gutiérrez. un actor que trabajo a trabajo ha ido evolucionando de una forma impresionante. En esta, además, se apunta el tanto de emocionar al público. El personaje de Roberto Álamo, otro intérprete con letras mayúsculas, nos remite inevitable a su también brillante trabajo en la obra De ratones y hombres, donde también hizo un papel de disminuido, pero en un registro mucho menos amable eso sí. Y siempre es un placer ver como los actores que se han curtido en los musicales, véase Miquel Fernández, empiezan a despuntar en el cine. Los que cada noche se desgarran sobre el escenario cantando, bailando y, sobre todo, interpretando. Talento en nuestros escenarios hay de sobra. Solo hay que ver cualquiera de los musicales que hay y habrá en cartel en los próximos meses. Un breve repunte referido a los actores que demuestran que no hay papel pequeño solo actores pequeños. Y los personajes de Raúl Arévalo, Rodrigo Poisón, Pilar Castro y Teresa Lozano demuestran el mimo con que Sánchez Arévalo elige a sus repartos. Todos están bien y eso no es fácil. Ojo a esa revelación que va a ser Patrick Criado y a su partenaire femenina, la bellísima y deslumbrante Arantxa Martí. Y al final cuando menos te lo esperas cantas el «Iniesta de mi vida» y ¿Te casas ese día? Eso solo lo sabrán si se pasan por el cine y disfrutan de este feliz reencuentro con el universo del director de Azuloscurocasinegro.