Se mete cada tarde en la casa de millones de personas a través de la pequeña pantalla, pero admite que necesitaba volver a respirar encima de un escenario. Y es que el teatro ha marcado la carrera de un actor que ya en los tiempos de Tábano se dio cuenta que el trabajo de los cómicos es algo que hay que hacer en equipo. Y eso se transmite en un escenario como el del Infanta Isabel, donde ‘respira’ cada tarde con uno de los mejores repartos vistos en nuestro teatro reciente. Y entonces, se crea la magia. Se apagan las luces y comienza la vida de El Cojo de Inishmaan.
¿Cómo es el Johnny que ahora interpretas en el Infanta Isabel?
Es el hilo conductor, cuenta las noticias del pueblo, nos describe a la gente de esa isla. Es como un narrador clásico, que nos introduce en la historia, nos dice cuánto tiempo ha pasado…
¿Cómo han sido los ensayos con Gerardo Vera y el resto del reparto de El cojo de Inishmaan?
Hice con él El enemigo del pueblo y, desde entonces, hemos intentado colaborar varias veces y no ha sido posible. Él se definía como un director un tanto invasivo, pero yo nunca he tenido esa percepción la verdad. Me siento muy cómodo con Gerardo, hablo el mismo lenguaje que él. Tengo la sensación de que ha sido un proceso de ensayos muy acelerado para mi gusto. Uno de los puntos fuertes ha sido mi reencuentro con Teresa Lozano, que llevamos décadas coincidiendo en distintos montajes.
Y esa compañía que habéis creado, y eso se ve en escena, tiene una química ‘mágica’…
Hemos encontrado una manera de relacionarnos entre nosotros muy especial. La función desde el estreno ha subido muchísimo. Determinados engranajes de la función están ahora perfectamente engrasados. Hemos creado un reparto compacto teniendo a gente de edades y procedencias tan distintas como Adam y Terele. Es Gerardo el que ha sabido compactar sin dejar ni una figura a este reparto del que me siento tan orgulloso de formar parte.
¿Qué le atrapó a Enric Benavent de un texto como El cojo de Inishmaan?
Tiene un punto de ironía mezclado con un lirismo muy poético y afectivo que lo hacen un cócktel maravilloso. Humor, ironía, políticamente incorrecta y hace especial atención.
Su autor, Martin McDonagh, hasta ahora ha sido un completo desconocido en nuestro país…
Yo creo que es un autor que ahora es cuando está empezando a ser reconocido. Precisamente, haciendo esta obra he caído en la cuenta de que, sin pretenderlo, mi carrera ha estado marcada por el teatro del siglo XX: Eduardo de Filippo, Pinter… Y con El cojo de Inishmaan he entrado de lleno en el siglo XXI con un una obra que bebe de Becket y de los mejores autores irlandeses.
Y aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Enric Benavent?
Pisar un escenario supone reencontrarme con la esencia de esta profesión. Lo que me gusta del teatro es que puedes ahondar en los personajes, escarbar en lo más profundo de su ser para sacar su esencia. Uno empieza en esto seguramente por vanidad creo, pero de repente en los ensayos te das cuenta que transitar por la vida de otros nos da la oportunidad de vivir tantas vidas… Y entonces te das cuenta que este trabajo no solo te gratifica con el aplauso del público, sino también con algo mucho más profundo.
Entre las experiencias cinematográficas recientes está tu paso por Gente en Sitios de Juan Cavestany, ¿Cómo fue el rodaje?
Trabajar con Juan Cavestany me da un chute de euforia. Estoy muy contento por haber participado en Gente en sitios, una película tan libre en la que nos ha junto a gente del cine, el teatro y la televisión para contar unas historias que, en cierto modo, son un reflejo de la España en la que vivimos. Fíjate como fue ese rodaje. Yo salía de rodar El secreto de Puente Viejo y, sin desmaquillarme, me iba a rodar con él tras ponerme el traje en mi casa. Para mi suponía buscar un ratito para pasarlo bien y rodar con mi amigo Juan. En el momento del rodaje ‘pedíamos’ los improvisados permisos para rodar en sitios como la Audiencia Nacional o el bar de debajo de mi casa. Y tuve la suerte de compartir, una vez más, escenas con mi querida Nuria Gallardo. Sin duda, es la experiencia más eufórica de mi carrera. Entiendo muy bien su humor, aunque haya cosas que haya que cogerlas ‘con pinzas’, y eso nos hace tener una conexión muy especial.
Como tantos actores españoles su camino en esta profesión comenzó en Tábano…
Era el medio en el que me tocaba moverme entonces. Empecé en el grupo universitario UEVO. Veníamos de trabajar en Colegios Mayores, donde la Policía nos solía clausurar los espectáculos. Hice un espectáculo con Tábano en el que hacía ¡14 personajes! Recuerdo que mi objetivo únicamente era salir vestido al escenario, que entre tantos cambios saliese a escena con el vestuario correcto.
Con una larga carrera a tus espaldas, ¿Tienes algún personaje que se ha quedado por el camino, alguna espinita clavada?
Nunca tuve el sueño de hacer un personaje concreto. Creo que de alguna forma esto es herencia de mis tiempos en el teatro independiente. Allí no existían las individualidades, creíamos en el proyecto, en el trabajo en equipo. Yo valoro los papeles que me van llegando. He tenido la suerte de hacer personajes maravillosos con los que no contaba y con los que, desde luego, no había soñado. Soy un actor afortunado. Mi objetivo es que esta profesión siga sorprendiéndome con personajes tan bonitos como los que he tenido hasta ahora. Para que te hagas una idea, yo no conocía El arte de la comedia y cuando me dieron esa obra me di cuenta que era un bombón. Con personajes como ese me doy cuenta de lo afortunado que he sido como persona por poder transitar por personajes tan ricos.
Un comentario sobre “Enric Benavent: «En el escenario me reencuentro con la esencia de esta profesión»”