Seguimos repasando la temporada teatral madrileña parándonos en esta ocasión en algunos engendros teatrales que hemos ¿disfrutado? esta temporada. Curiosamente, los dos tienen elementos musicales. Uno se las daba de musical de gran formato y el otro pretendía ser una especie de confidencias familiares alrededor de un piano-bar.
Con toda la buena voluntad del mundo, una compañía pequeña, Butaca Vacía, se lanzó a la aventura de presentar su criatura escénica en la capital. Me acerqué con recelo y cierta curiosidad a ver el espectáculo hace unas semanas. Es cierto que hay maravillosas compañías de corte amateur-escolar que hacen producciones muy decentes de musicales, pero el «monstruo» que aún presentan en el Nuevo Apolo da mucho qué pensar. Un elemento básico falló la noche del estreno desde el comienzo de la representación: La microfonía. Sí, se escuchaba el ruido del micro en toda la representación y, de remate, en un momento dado se cortó el micro del solista y ¡zas! tuvo que cantar sin microfonía, pobrecillo. Si a esto le sumamos, fallos técnicos aparte, un reparto en el que solo el protagonista se salva, parecería que era imposible que el cóctel de horror acabase ahí. El libreto es confuso, aburrido y tiene tiempos muertos… La música no vuela nada alto y encima la escenografía es, por momentos, absurda con elementos que distraen al espectador, ¿Qué decir de los continuos cambios escenográficos con actores entrando y saliendo continuamente del escenario? Y mientras, el monstruito, por decirlo de alguna forma, nos da un recital interpretativo a ritmo de «ujums» y memeces varias. No se lo que ocurrirá en el resto de las funciones, pero el día que estuve la mitad de la platea salió ‘escopetada’ antes de los saludos finales. He tardado en escribir sobre ello, pero tenía ganas. Con una manita de arte, el resultado podría haber sido hasta pasable, pero bueno…
Otro espectáculo del que también pasé de hablar a su debido momento fue una cosa vista en el Teatro Fígaro. La «cosa» en cuestión se llamaba… déjenme que lo consulte, ya me acuerdo, De par en par… Les pongo en situación. Montaje entorno a relaciones familiares, originalísima la cosa, alrededor de un ¡Piano bar familiar! Se programó en una especie de ‘golfas’ del citado teatro y el resultado fue cuanto menos espeluznante. El único aliciente que tenía era ver a la gran Julia Trujillo, que cumplía su papel a la perfección. Por lo demás, un despropósito de monólogos en los que se mezclan homosexualidad, alcoholismo y perturbaciones familiares varias. Un gusto eso sí escuchar a Ana Ruíz, en la que descubrí a una buena cantante. Llena de topicazos y sin gracia alguna, otro «monstruo» oiga…
Otras obras que también me hicieron querer abandonar la sala por vergüenza ajena fueron Mitad y mitad, Wilt y la única obra del siglo de oro que he visto que me halla horrorizado, Celos y agravios. Y seguro que se me escapó algún que otro monstruo de la temporada, pero bueno es que a veces la intuición no me falla…
Os adrezco el compartir con todos nosotros toda esta practica información. Con estos granitos de arena hacemos màs grande la montaña Internet. Enhorabuena por este blog.
Saludos
Acostumbro cada tarde buscar webs para pasar un buen rato leyendo y de esta forma he localizado vuestro articulo. La verdad me ha gustado el articulo y pienso volver para seguir pasando buenos ratos.
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