El frenético 2022 de Gabriel Olivares: BURUNDANGA, LAS HERMANAS DE MANOLETE, su «debutante» HAMLET y OUR TOWN

No es ninguna novedad la presencia de varios montajes de Gabriel Olivares en la cartelera de Madrid. Lo que sí supone una novedad importante es que en una de ellas está como actor. Gabriel Olivares se pasa a la interpretación por primera vez metiéndose en la piel de Tomás, el director de una compañía de teatro amateur que en el último momento se queda sin el actor que iba a interpretar a Hamlet. Ese es el punto de partida de Yo soy Hamlet que mañana llega a las tablas del Reina Victoria con un viejo conocido del director de escena: Leo Rivera.

Horarios: lunes 20h00
Del 17-01 al 28-02

Vuelve a la escena una de las joyas del director, Our town vuelve al Teatro Lara. He tenido la oportunidad de emocionarme cada vez que he visto este montaje que es una verdadera delicatessen teatral creada a través del TeatroLAB Madrid con el que lleva años fascinándonos. Mañana se reestrena en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara de Madrid. En lo que se puede denominar una temporada para coleccionistas por su especial carácter, Our town se podrá disfrutar en sus ocho funciones en el Teatro Lara en los martes de enero y febrero y los miércoles 26 de enero y 23 de febrero a las 19h30. 

Según el autor, Thornton Wilder (1897-1975), esta obra “es un intento de encontrar un valor por encima de todo premio para los acontecimientos más pequeños de la vida”. Y parece que lo logró, ya que se ha convertido en la función más representada en los EEUU. Al éxito de su estreno en 1938, le siguieron el Premio Pulitzer y la primera adaptación cinematográfica, junto a la traducción y representación en infinidad de países -en España en 1944, apenas cinco años después de su estreno- que no ha cesado hasta el día de hoy que podemos seguir disfrutando de esta producción que dirige Gabriel Olivares.

La formula de la risa cómplice tiene nombre propio: Burundanga. Cuando hace más de una década llegó este título a Madrid, pocos podrían imaginar que pulverizaría los éxitos del título más internacional de Jordi Galcerán. Estrenada inicialmente en el Maravillas, la obra ha hecho largas temporadas en el Lara hasta su vuelta al Maravillas, donde permanece siendo la apuesta estrella. La ágil dirección de Gabriel Olivares se ha ganado las risas del público que ha aplaudido a los distintos repartos que la han hecho con un extraordinario Eloy Arenas que se ha hecho probablemente el mayor número de funciones de todos los actores que han pasado por la obra.

Gabriel Olivares nos presenta también en este hiperactivo comienzo de año a Las hermanas de Manolete. Nos encontramos ante una ficción basada en los personajes reales que rodearon la muerte del torero. Un retrato de la sociedad franquista de esos años, en la que las mujeres eran meros objetos que no debían sobresalir sin permiso. Una negra historia de ineptitudes y oscuridad que lleva a la tragedia de varios seres: a un hombre considerado un dios, a un toro y a una actriz enamorada. Se podrá ver a Alicia Montesquiu, Alicia Cabrera y Ana Turpin en el Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa del 8 al 30 de enero en esta producción de Elreló y TeatroLab.

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Este año sí podrás vivir «Una boda feliz» en Santander

Uno de los platos fuertes del ciclo escénico Talía del pasado verano era la obra Una boda feliz. Una indisposición de su protagonista, Agustín Jiménez, dejó a los cántabros sin su ración de risas con esta divertida comedia. Para saldar esa deuda con el público de Santander, la obra estará este viernes a las 21h y el sábado en doble función (20 y 22:30h) en el CASYC. 

Roberto, un soltero empedernido, va a heredar de una lejana tía. Pero para poder acceder a la herencia ella le ha impuesto la condición de que se case en el plazo de un año con la intención de que siente cabeza de una vez. Como él no quiere renunciar a su vida de mujeriego, le propone a su mejor amigo, Lolo, casarse con él y así cubrir el expediente. Ese matrimonio de conveniencia, para lo bueno y para lo malo, se va a convertir pronto en una pesadilla…

Agustín Jiménez lidera un reparto en el que también están Txabi Franquesa, Francesc Albiol, Manu Badenes y Celine Tyll. Tras su gira veraniega, esta comedia que ha dirigido Gabriel Olivares volverá a Madrid. Desde el 17 de septiembre se podrá ver en el Teatro Reina Victoria con la incorporación al reparto del televisivo Santiago Urrialde. UNA BODA FELIZ

Reflexiones sobre el artista en tiempos revueltos

En esta reseña conjunto nos vamos a referir DESDE MI BUTACA a tres montajes teatrales y una película que ahondan en el carácter del artista, en unos tiempos en los que la cultura ha dejado de ser una prioridad, ¿Realmente alguna vez lo ha sido?, para la clase política que maltrata al arte con un despiadado 21% de I.V.A Voy a referirme a Ay Carmela, Por los ojos de Raquel Meller, El fántastico Francis Hardy, Curandero y El Payaso en orden en que disfrutamos de estas bellísimas propuestas.

El pasado martes, Andrés Vicente Gómez, con el que hablamos y cuya entrevista pronto podréis disfrutar DESDE MI BUTACA, presentó ante los medios ¡Ay, Carmela!  La novedad es que ahora es un musical, aunque en realidad la obra de Sanchis Sinisterra siempre ha tenido algo de musical. Es una de las obras más representadas en las últimas décadas y aún guardo en la retina la reciente producción con esa bestia escénica maravillosa que es Santiago Ramos. Para esta versión musical se han escogido dos actores que atraen a mucho público por sus papeles televisivos, pero eso da igual. Lo importante es que son unos soberbios actores. Javier Gutiérrez demuestra en cada montaje que ha nacido para la escena. Es un Paulino delicioso, divertido, que coge el testigo de sus predecesores y brilla, cosa que no por habitual en su caso deja de sorprendernos. No canta mucho, pero lo compensa con desparpajo y TABLAS.  Inma Cuesta enamora gracias a su voz, que emana ‘duende’, que enamora. Está la esencia de la maravillosa obra de Sanchis y si la excusa para recuperarla es este remozado musical con adaptación del gran José Luis García Sánchez, bienvenido sea. Siempre hay motivos para recuperar la historia de estos dos maravillosos cómicos de la legua y más ahora que tantas penurias está pasando el mundo del teatro. Y por supuesto, también es un ejercicio teatral de memoria histórica como la obra original, no nos olvidemos. La firma de Andrés Lima se nota sobre todo en una dirección en que todos los actores están a la altura.

Cuando uno va a ver algo de la calidad de Por los ojos de Raquel Meller se pregunta cómo es posible que algo así no tenga mayor visibilidad. Es el ejemplo perfecto de que existe la excelencia artística en algunas salas de Madrid. La Sala Tribueñe defiende el teatro hecho con ñ, el de nuestras raíces. Nada a contracorriente, recupera la figura de un cupletista famosísima en estos tiempos en que todo lo que suene a «españolidad» tira para atrás a parte del respetable. «Si quiere conocerme el rey, que venga al teatro. Hay la misma distancia de aquí a palacio que de palacio a aquí». De costurera humilde a estrella internacional que llegó a protagonizar varias películas. Se dice que actuó delante de grandes estrellas e influyentes personajes de la vida pública de la época. Una artista que se construyó un personaje, una diva en toda regla: «No conozco más artistas que yo misma», llega a afirmar en un ataque de sinceridad en la brillante puesta en escena de Hugo Pérez. Por los ojos de Raquel Meller demuestra que se puede hacer un musical genuinamente español, sin depender unicamente de franquicias traídas de Broadway y Londres. Aclarar también que no es un biopic al uso, sino una mezcla de hechos históricos con meras invenciones y maravillosas ensoñaciones nacidas de la creativa mente de Pérez que funde en algunas escenas a la Meller joven y anciana. Un montaje que es todo un ejercicio de estilo con unos intérpretes sensacionales, una escenografía  y un vestuario imaginativos y coloristas y un conjunto al nivel de cualquier espectáculo «grande» de la Gran Vía.

Lo mismo se podría decir del trabajo que hacen en el Teatro La Guindalera. Ayer por fin tuve la suerte de una de las sensaciones teatrales de la temporada pasada. El fantástico Francis Hardy. Curandero. Con un texto brillante y tres intérpretes que lo dan todo en el escenario. Un teatro esencial, en que la palabra pasa a primer término gracias a la emoción contenida de tres sobresalientes intérpretes. La obra se vertebra a través de varios monólogos en que los tres intérpretes miran de frente al público en la acogedora sala de la que nos despediremos brindando con los actores con un licor de guindas. Este curandero, al que da vida Bruno Lastra , encandila al público, nos mira a los ojos y nos engatusa cuando nos cuenta cómo descubrió ese don que le ha convertido en «artista» y que tanto ha hecho sufrir a su querida Grace. Vive absorbida por la ficción de Frank: «Soy uno de sus personajes de ficción. No se si podría vivir sin su sustento» confiesa desgarradamente antes de contarnos un hecho trágico del pasado que la ha marcado. María Pastor es una actriz magnética, pura emoción, a la que desde el momento que pisa el escenario he visto inevitablemente como la dignísima sucesora de Vicky Peña. Vive sumida en un pasado en el que ella desaparecía para su marido cuando la actuación comenzaba al son de The way you like tonight. En ese momento, ella se sorprendía admirando a ese miserable charlatán. ¿Qué debe tener un artista? se plantea el representante de Frank: Ambición, talento y no saber cómo funciona ese talento. Una gran reflexión sobre los artistas en manos de un intérprete, Felipe Andrés, dotado de un talento interpretativo superlativo. Muy cómodo cuando nos aligera la «densa» función hablando de sus clienta que hablaba palomo, pero con la emoción a flor de piel cuando los recuerdos brotan de nuevo. Y todo lo hacía Frank, incluido ese daño que corroe a su querida esposa, por buscar la excelencia como artista. Sí, él buscaba desde lo más hondo de su ser la excelencia que le granjease el aplauso del público. Una excelencia que consigue el equipo de La Guindalera con esta verdadera obra de arte.

El payaso hace reír al público, pero ¿Quién hace reír al payaso? Cada tarde antes de la función, los payasos tienen que conocer los nombres del tonto del pueblo, el alcalde y algún chismorreo para hacer alguna gracieta. Un ritual que se repite una y otra vez en esta tribu de nómadas solitarios que presenta la película El payaso. Nuestro protagonista hace reír al público, pero él tiene otras ambiciones. Quiere tener un domicilio fijo, una mujer y… un ventilador. Un ventilador al que me mira fijamente en su imaginación, mientras se lleva el viento el polvo del caluroso camino, ¿Hacia dónde le llevarán sus aspas? Hacia un pueblecito, Passos, que se convierte en su particular Meca, en la que encontrar la felicidad. Dotada de un humor caústico, esa escena con el alcalde y su hijo «artista» es para recordar tanto como la del jefe de policía y la muda del pelo de su gato, El payaso es una película que llega al alma del espectador en cada fotograma con estos maravillosos personajes circenses que despertarán la simpatía del espectador, ¿Quién dijo que el circo había muerto?