Vaya por delante que St Vincent es la película de St Bill Murray que más he disfrutado y, estoy seguro, que no es precisamente su mejor película. Al protagonista de la reivindicable Flores Rotas le han hecho un traje a medida con esta película, que no hubiese tenido sentido alguno hacer sin el talento y el carisma de esta rara avis en la mayor industria cinematográfica del mundo. Murray tiene el don de hacer creíbles y queribles -término que creo que no recoge la RAE por cierto- a seres huraños, misóginos y misántropos. Tiene algo en la mirada que sólo un ser libre puede aportar. Esa credibilidad nos hace navegar de la risa al llanto sin apenas darnos cuenta. No nos olvidemos una cosa, más allá de las excentricidades que se le atribuyen al actor de Lost In Translation, y es que es un actor de innegables registros tragicómicos, un ACTOR como la copa de un pino vaya. Y en su mirada hastiada y con un cierto regusto amargo todos nos sentimos identificados en algo. Nos sentimos identificado por su personaje creado alrededor de sí mismo, por el papel que le ha tocado acometer en esta ocasión o, ¿Para qué negarlo?, sentimos un poco de envidia por ver cómo un ser en un mundo tan encorsetado como el de Hollywood logra hacer lo que realmente le da la real gana, ¿No les gustaría a veces aplicárselo a sus propias vidas? Seguro que cuando salgan de ver St Vincent no volverán a mirar con los mismos ojos al vecino gruñón de al lado. St Bill Murray que todo lo puede. Un fenómeno de la naturaleza, un género en sí mismo.
Desde mi butaca comunica... Más que comunicación... pura ¡PASIÓN POR LA ESCENA! 