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Cada vez que voy a visitar a Tere, la persona que me crió, es habitual que termine recordando aquellas mañanas de infancia en que tras sonar la campana del colegio salía escopetado a mi casa, a escasos metros. No era el hambre lo que incentivaba mis prisas. Era la presencia casi hipnótica de María Teresa Campos en televisión. Solo llegaba a ver el debate político en el que probablemente no comprendía gran cosa -lo más seguro. Era lo de menos, era una cita ineludible. Mis vacaciones estaban marcadas por cierto DÍA A DÍA por la oportunidad de ver a ‘La Campos’ haciendo un poco de todo como aquellos sketches en que descubrí a un señor de voz profunda llamado Paco Valladares, al que tuve la suerte de poder ver en teatro y por supuesto entrevistar. Tuve la inmensa suerte de vivir un tiempo muy feliz en mi infancia viendo sus programas. Encima tuve la oportunidad de conocer a María Teresa y a todo su equipo en la boda de Terelu en Santander en la que pude estar -cual reportero dicharachero infiltrado. Decir que fue uno de los días más felices de mi infancia es quedarme corto. Fue la única vez que la vi en persona y me quedo con lo cariñosa que fue conmigo en aquel día tan especial. Atesoro un álbum de autógrafos en casa de mis padres aún de ese día del que le hablé hace poco a Enrique del Pozo con el que tantas veladas culturales he compartido en los últimos meses.
Paco Valladares y María Teresa Campos, complicidad dentro y fuera de la pantalla
DÍA A DÍA cumplió su ciclo en televisión y ‘La Campos’ siguió en diferentes proyectos, pero yo tenía ganas de volver a sentir aquello que me había provocado cuando sin darme cuenta entonces estaba sentando las bases de mi vocación periodística. Ese proyecto llegó y se llamó ¡QUÉ TIEMPO TAN FELIZ!
En una televisión huérfana de música en directo, María Teresa recuperó a nombres que a mi generación ni siquiera le sonaban. Es el caso del inmenso Albert Hammond al que encima pude entrevistar cuando se embarcó en el musical El último jinete. Pronto el programa supo combinar de manera magistral el legado y la nostalgia con la actualidad… y no solo la musical. Recordemos que desde Rajoy a Pedro Sánchez pasaron por su programa. ‘La Campos’ era un animal político muy comprometido, pero era capaz de entrevistar y conectar con todo tipo de personas y eso en una sociedad tan polarizada como la actual es digno de aplaudir.
Albert Hammond, un imprescindible en los inicios de ¡Qué tiempo tan feliz!
Me encantó que después de esta etapa de pronto un día David Broncano la invitara a su programa y ocurriera lo que ocurrió. A María Teresa la encantaba el espectáculo -pueden rescatarla hasta haciendo un particular Hello Dolly!- Esa noche lo dio todo y el público joven se rindió a sus pies en Tiktok. Trabajadora incansable, tenía ganas de más y era difícil para ella asumir que su tiempo había pasado. Ese día sintió un subidón en su ánimo, pero la dura realidad es que ese esperado regreso televisivo nunca ocurrió. Machacada por Telecinco como no se mereció nunca, solo su desaparición hace un año puso las cosas en su sitio. Eso sí, ha tenido que ser la televisión pública la que la ha homenajeado primero con una gala en Reyes y ahora con el estupendo documental que a cargo de su hija Carmen Borrego podemos disfrutar en RTVE PLAY y que ha sido el motor de que escribiera este post.
Desde luego la sociedad no es la misma que ‘pasaba la vida’ con ella, pero nos quedamos con el legado de un tiempo en que TELEVISIÓN se escribía con letras mayúsculas.
“Ver a Lina me recuerda que me dedico a esto por cómo jugaba”. María León es una de las muchas profesionales que se sinceran sobre Lina Morgan en la serie documental que ha estrenado Movistar +, Lina: La mujer espectacular.
Los ingleses dicen to play y para Lina la comedia tenía mucho de eso, de juego. Ella empezó a jugar como nadie para escuchar la lluvia y es que la primera cascada de aplausos de su vida se le asemejó al ruido de una lluvia intensa. A partir de ahí comenzaría la vida artística de una persona que se convertiría en un absoluto icono de la cultura popular de nuestro país.
«Piensa en la cantidad de compañeros míos que han muerto». Quizás el único testimonio vivo de la primera compañía en la que estuvo Lina sería su primer (e infantil) primer amor, el legendario Manolo Zarzo que es sin duda uno de los testimonios más valiosos de esta apasionante serie documental. Eran unos tiempos difíciles para los cómicos pero según reflexiona la propia Lina en una entrevista de archivo contenida en el documental para ella era fascinante formar parte desde adolescente del mundo del espectáculo.
Las otras Linas. Aunque Lina en el fondo era inimitable por esa capacidad de captar la atención y las risas del respetable, en el documental se salpican las notas biográficas con momentos de recreación de algunas escenas de su carrera. Desde el ‘chanante’ y desternillante Joaquín Reyes a Goizalde Núñez pasando por la emotiva recreación de La Barraca del Amor con unos poéticos Anabel Alonso y Pepe Viyuela haciendo las veces de Lina y el inolvidable Paco Valladares.
El perfil más completo de un icono hasta la fecha. Aunque el documental tenga un tono respetuoso con la figura que trata no por ello deja de tocar temas de los que poco o nada hablaría ella misma en vida. Me refiero por supuesto a los que conciernen sobre su vida personal y de los que en este medio de caracter cultural no entraremos por no ser nuestro ‘negociado’.
Lo que sí nos importa es reivindicarla como empresaria teatral, como la primera mujer que compró un teatro en Europa, como la artista ‘revientataquillas’ que tras un pase de su obra en televisión conseguía que aún más gente fuera a su querido Teatro La Latina a verla. A ello contribuye mucho el hecho de tener perfiles entre los testimonios tan variados como Jesús Cimarro, propietario actual del Teatro La Latina, Dani Mateo, Silvia Abril, Nacha La Macha, Juan Andrés Araque, productor de Un chico de revista precisamente en La Latina o incluso el chófer de la artista, Daniel Pontes.
Viendo el documental soy consciente de qué forma se han quedado anclados en mi memoria emocional personajes como Lina Morgan. Para mí, Lina Morgan era la protagonista de esas comedias teatrales televisadas tan divertidas -tenía especial devoción por Vaya par de gemelas que tenía en VHS, pero ante todo fue la protagonista de una serie que me marcó como televidente. Sin duda, Hostal Royal Manzanares es el icono televisivo por el cual Lina será recordada en mi generación. Esa cercanía que imponía esa televisión hecha con público al más puro estilo teatral quien sabe si marcaría incluso mi pasión por el teatro. Lo pensaba viendo la serie.
Quiero pensar que de alguna forma gracias a la memoria esa tonta del bote, esa chica de revista poco convencional, esa empresaria teatral, esa mujer barbuda de la que tanto se enorgullecía y esa Reme de ‘taytantos’ enamorada de Joaquín Kremel seguirá jugando para que al final de cada función sigan llegando las lluvias… de aplausos.
Hubo un tiempo no tan lejano en que trabajar para televisión era mal visto para las supuestas élites culturales. Hace no mucho vi a un (supuesto) eminente actor y director molestando en mitad de una función comentando en alto que «se nota que hace televisión». El trabajo de ese actor por cierto era extraordinario a los ojos de cualquiera con dos dedos de frente. Un menosprecio afortunadamente cada vez menos frecuente. Hace casi dos décadas llegó a las tardes de La 1 Amar en tiempos revueltos con un reparto encabezado por Ana Turpin y Rodolfo Sancho en unos papeles que sin duda marcarían el exitoso rumbo de sus carreras. Pocos podían prever entonces que esa ficción diaria que se estrenó para un periodo corto de tiempo en principio como confesaban Manu Baqueiro e Itziar Miranda sería un ciclón televisivo que se mantendría en antena con cambio de cadena y título incluso más tiempo que Sálvame. Y es que Amar es para siempre y nunca mejor dicho. De eso se debieron dar cuenta los cientos de actores titulares de la serie en las distintas temporadas que dieron un sí rotundo a pasarse una temporadita por la Plaza de los Frutos. Me refiero tanto a actores menos mediáticos como a primerísimas espadas como Lola Herrera, Jorge Sanz, Anabel Alonso, Iñaki Miramón, Pilar Bardem, María Garralón, Secun de la Rosa o Antonio Valero que protagonizó las tramas de la única temporada que vi de la serie original junto a Sara Casasnovas. Precisamente Valero junto a Cayetana Guillén Cuervo protagonizaría la versión teatral de Amar en tiempos revueltos que pude disfrutar en el Teatro Bellas Artes de Madrid. Un hecho creo que inédito en la escena española lo de adaptar una serie a los escenarios.
«En la Plaza de los Frutos hemos vivido la historia de nuestro país durante décadas». Una de las frases de Manolita en el último capítulo creo que resume una de las claves del éxito de la serie. Esa Plaza por la que van pasando los hechos que han marcado la historia de España desde el devenir diario de personas comunes en su cotidianeidad. Eso sí, todo ello bajo el filtro de la ficción, que a esta familia Gómez Sanabria le ha pasado lo mismo que a 20 familias juntas con esa prole de hijos tan extensa, sus altos y sus bajos -cárceles incluidas.
«Pelayo, Marcelino y Manolita son un trío de personajes que hoy sigue funcionando a la perfección y que ha sobrevivido al cambio de serie y de cadena»
Para dar vida al espacio estrella de la serie, El Asturiano, tres actores que son ya por derecho propio historia de la televisión. Me refiero a Itziar Miranda, Manu Baqueiro y José Antonio Sayagués. Bueno para los espectadores siempre serán Manolita, Marcelino y Pelayo. Imposible pensar en esta serie en sus dos etapas sin ese nexo de unión que son estos tres integrantes base de una familia televisiva que lo ha sido también de los espectadores. Muchos caímos en la cuenta durante el confinamiento, donde me enganché a la serie como un hábito maravilloso y cotidiano, de la compañía que podían hacer estos personajes con sus historias a todos aquellos espectadores que, con pandemia o sin ella, permanecían solos en sus casas. En definitiva, los Gómez Sanabria han hecho compañía con una ficción hecha con respeto por el espectador, dignificando las series diarias españolas que se han convertido en una piedra base de las parrillas gracias a esta serie. Mi reconocimiento para los creadores originales de la serie a los que se mencionó en el último episodio: Josep Maria Benet i Jornet, Antonio Onetti y Rodolf Sirera.
«Solo espero que refleje el amor que nos tenemos. Un amor que será para siempre». Tras miles de episodios entre La 1 y Antena 3, la ficción acabó de la mejor posible, sin estirar el chicle más de la cuenta y con una temporada final a la altura del legado de la serie. Ese momento final de la familia viendo el comienzo de Amar en tiempos revueltos frente al televisor era el mejor homenaje posible. Y sí, Manolita, al final la serie lo consiguió y reflejó el amor que se tiene esa familia dentro y fuera de la pantalla y es que lo vuestro, Familia Gómez Sanabria, es y siempre será un amor para siempre.
Pirulí Forever, La tele no se rinde (Círculo Rojo, 2024, 18 euros) es una carta de amor con sus luces y sus sombras a nuestra televisión pública en las últimas tres décadas ya en competencia con las televisiones privadas. El libro se puede adquirir ya en librerías, en Círculo Rojo y en Amazon.
Un amplio recorrido por los hitos de la público como éxitos incontestables como El Grand Prix del Verano, el Festival de Eurovisión, Saber y Ganar, sus rostros más emblemáticos como Ramon García, José Mota o Ana Blanco e incluso los programas menos recordados por el gran público como aquel La noche de los castillos en el que Anthony Quinn nos introducía en un particular y mastodóntico formato. Todo ello con textos de Gerardo Reyes e ilustraciones de Iván García dando una amplia panorámica de la evolución de nuestra televisión que ha debido ir transformándose no solo debido a la competencia de las privadas, también a la irrupción de las plataformas de streaming y los nuevos hábitos de consumo de la televisión en la era digital. Además, sin olvidar su servicio público, especialmente importante en los formatos culturales y divulgativos de LA 2, a la que se dedica un especial espacio al igual que a sus programas informativos.
Pirulí Forever, La Tele no se rinde en palabras de Gerardo Reyes
«Pirulí Forever no es un ensayo nostálgico, ni un manual televisivo, ni una sátira social ni un atlas ilustrado, pero sí es una mezcla de todos ellos. Es el primer libro que presta atención a la historia más reciente de TVE, la que surge en 1990 a raíz de la llegada de la llegada de las cadenas privadas, y pretende ironizar sobre la última época de influencia y audiencias millonarias de las televisiones generalistas antes de ceder el protagonismo a otras vías digitales de entretenimiento que ya se han instalado en nuestros hábitos y han desplazado a la televisión convencional como elemento aglutinador de una generación»
Los autores
GERARDO REYES (1980, Málaga)
De adolescente adoraba esos días en los que caía enfermo y al no ir a clase podía quedarse viendo a María Teresa Campos en Pasa la vida. En el instituto trasnochaba para ver Cine Club en La 2, más por su evocadora sintonía que por el clásico de turno, y ya en su primera juventud fue de los pocos espectadores que tuvo “La vida de Rita” de Forqué y Echanove o era incapaz de decidirse entre Ainhoa o Vega en las dos largas semanas que compartieron nominación en OT2. Defiende que todo lo anterior es compatible y no soporta a los que en la actualidad presumen de no ver la televisión como acto de superioridad: les recomienda ojear este libro.
IVÁN GARCÍA (1979)
Es un ilustrador y autor de cómics ovetense que, además de ser el creador del universo de ciencia ficción en formato cómic Capitán Eclipse, ha trabajado para editoriales como Ediciones B/ Penguin Random House, siendo el dibujante de la adaptación en formato cómic de Africanus, primera novela de Santiago Posteguillo con guion de David Domínguez para La Cúpula, en varias de sus revistas de cómic, o para Espasa Editorial. También ha realizado trabajos para Netflix, Fangoria, Orion Pictures, Suma Lartina o Los Javis, como director creativo en una animación para su serie Veneno (Atresmedia y HBOMax) y para medios como La Vanguardia o El Mundo, además de su más reciente colaboración con Amazon para OT 2023.
En días como hoy, tan tristes, tengo sentimientos encontrados. Por un lado, tengo ante mi la pérdida de alguien que gracias al camino que elegido ha sido mucho más que una actriz a la que he visto un montón de veces sobre el escenario. Por otro, pudo decir con orgullo que tuve cierta cercanía con Concha y eso es un privilegio que me ha dado mi trabajo. Aquí no leerán, para eso están las secciones de cultura de los periódicos, un parafraseo de su carrera. Aquí haré un acercamiento a la persona a través de mis pequeñas vivencias con la eterna chica yeyé.
Comienzo haciendo una confesión que no por tópica deja de ser real. Yo sí le dije a mi madre aquello de MAMÁ, QUIERO SER ARTISTA. Desde muy niño canté y participé en concursos emulando a Nino Bravo. Por eso, para mí encontrarme de niño con Concha Velasco fue una auténtica revelación. Tuve la inmensa suerte de que después de quedarme con la boca abierta viéndola en primera fila en Hello, Dolly! -gracias Reyes Magos por las entradas- pude conocerla en su camerino. Era además en un escenario simbólico para mí, la Sala Argenta del Palacio de Festivales de Cantabria donde años después como estudiante de teatro pude hacer el musical Oliver! Recuerdo cada instante de esa postfunción, como Concha abría de par en par las puertas de su camerino para recibir el cariño del público con su inseparable Paco Marsó. Esa noche le confesé que haría mi primera reseña sobre teatro sobre su Hello Dolly! Me dijo que se la mandara por fax y oh, destino, perdí la tarjeta y disgusto al canto- muchos años después en un rodaje de Cine de Barrio le conté la historia a la propia Concha. De esa noche mágica guardo momentos imborrables como esos autógrafos de la propia Concha y de mis queridos Marta Malone, Roberto Saiz y Juan Carlos Martín, con los que muchos años después hice un reencuentro radiofónico.
En este camino del periodismo tuve la suerte de cruzarme años después unas cuantas veces con Concha y desde los dos lados. Como entrevistador en entrevistas tan emocionantes y bonitas como la que la hice en su camerino del Teatro Arriaga cuando estaba ya sufriendo la enfermedad haciendo Hécuba. La artista se preparó para posar para mi modesta cámara. Se puso más guapa aún, si eso era posible y al final de la entrevista me dijo que no olvidara «mandar el enlace para el clipping de prensa». Hasta en eso estaba nuestra querida Concha.
En mi otra faceta profesional, la de agente de prensa, también de alguna forma fue una especie de ‘madrina’. Concha cumplía 75 años y cuando yo andaba dando mis primeros pasos en este camino se me ocurrió proponer que un grupo fuera a Cine de Barrio a cantarla el Cumpleaños Feliz. Bingo, mi primera tele como agente de prensa fue junto a Concha. Un programa inolvidable en el que viví de primera mano la profesionalidad de la artista que esperaba en plató los cambios entre actuación y actuación repasando guion y sembrando buen rollo con sus cariñosas palabras. Volvería un tiempo después al programa, esta vez de promo con mis queridos amigos de Teatro Tribueñe. Como siempre, fue Concha en estado puro. La vida profesional casi nos cruzó en una ocasión, pero no pudo ser finalmente y admito que es una espinita clavada, ese proyecto que iba a comunicar y que al final no pudo ser. Al menos pude coincidir muchas veces con Concha en noches tan bonitas como en la que recibió uno de los Premios del Teatro Musical en el Teatro Sanpol. De nuevo la vida poniéndola en un lugar y en unos premios que tendrían su lugar destacado en mi vida futura.
Hace un par de años quise despedirme de ella en el mejor sitio posible, el Teatro Arriaga. Aunque anunciaría su retirada unos días después tenía la sensación de que sería mi última vez para disfrutarla. Allí que me fui con mi amigo Adrián-«tienes que verla al menos una vez en la vida», para disfrutarla por última vez. No importaba que ya las fuerzas no fueran las de la actriz inmensa que en ese escenario me asombró con La vida por delante o aún a golpe de piernas de escándalo repasando su vida con Mamá, yo lo que quiero es bailar. Simplemente verla y sobre todo escucharla en esa representación de La habitación de María de su hijo Manuel -al que mando un abrazo inmenso en estos momentos- mereció la pena con ese discurso final que difundí en mis redes sociales. Era nuestra despedida querida Concha y ahora que te has ido solo puedo darte las GRACIAS por amar y dar dignidad a este sector que tanto he amado y de lo que tú tienes tanta culpa. Aquella noche a la salida, con mucha gente esperando a pesar del COVID que nos tenía sumidos en la tristeza entonces, quisiste sonreírle a tu público y me acordé de mi querido Juanjo Seoane que siempre me decía «hay pocas actrices que después de una doble función se tiren dos horas atendiendo al público a la salida y una de ellas es Concha Velasco». Dignidad hasta el último momento. Serás eterna en el recuerdo de tu público querida Concha.
Empiezo a escribir este artículo unas horas antes del último episodio de un fenómeno televisivo que hace muchos años trascendió lo meramente televisivo. No solamente por la longevidad de la ficción del Grupo Ganga. También por cómo esta familia ha sabido conectar con todas las sensibilidades que marcan el latir de un país como el nuestro. Hasta el último momento han sabido llegar no solo al público adulto que recordaba cómo pasaron los hechos de nuestra historia reciente. También con millones de espectadores jóvenes que se engancharon a la serie cuando estaba ya bien avanzada. Una de las últimas lecciones la volvió a dar Herminia, que nos ha dado los mejores momentos de esta temporada. En la boda de su nieta, el hijo de Tony, interpretado por un joven talentazo llamado Asier Valdestilla, va a presentarle a un ‘amigo’ a lo que Herminia responde con incredulidad anunciando que sabía perfectamente que era su novio. Sin duda, Herminia ha sido el ancla que ha servido a esta familia para tener los pies en la tierra durante estos 22 años y en el último episodio como ya pronosticaban los avances también lo ha sido con su petición a Carlos Alcántara, un estupendo Ricardo Gómez de vuelta, para conseguir que la familia siguiese adelante.
Un final no por anunciado menos emotivo. Sabíamos que tenía que llegar. Después del emocionante programa especial previo llegó el episodio final tras una pequeña temporada que nos ha reconciliado con lo mejor de la serie que, como es comprensible ha tenido altibajos -tramas pandémicas innecesarias mediante- en estos 22 años de emisión. Se ha hecho con una temporada corta, pero intensa y con las emociones que nos suscitaba la serie especialmente en las primeras temporadas. En el último episodio de la serie nos encontramos una brecha en la unión de esta familia. Herminia reclama la presencia de su Carlitos que vuelve al origen de todo: Sagrillas. Retomo este post ahora que acaba de terminar el episodio pasada largamente la medianoche. En el pueblo volvemos a ver a nuestra querida Paquita, uno de los personajes más entrañables de estas dos décadas a la que también echaremos muy en falta. Otra Alcántara por derecho propio la que ha construido Ana Arias.
Herminia al final consiguió llamando a Carlos que la serie tuviera el final feliz que los espectadores merecíamos tener. Los guionistas con la sensibilidad que les ha caracterizado pusieron a ‘bailar’ a la familia haciendo valer como hubiese querido la abuela las risas en los momentos difíciles. Con la voz de Elena Rivera, nuestra querida Karina de vuelta con el Cómo han pasado los años nos puso el alma en un puño en una noche en la que también pudimos escucharla cantar la sintonía de la serie en el especial previo.
Cuéntame cómo pasó se despide dando lecciones de vida a través de sus personajes que nos laten dentro y nos hacen reflexionar sobre nuestra propia vida y nuestras propias familias. Televisión que cuenta, que narra y que aporta al espectador.
Teatro y Periodismo: Historia de una vida a través de la ficción. Cuando Cuéntame, que era el título originalmente, llegó a La 1 allá por 2001 apenas tenía 12 años. Veía la televisión en mi salón familiar en el que viví las primeras 7 u 8 temporadas hasta que fui a la Universidad. Fueron años de aprendizaje también de la mano de una familia que siendo de ‘otro tiempo’ en el fondo conectaba con los usos y costumbres de la sociedad que me ha tocado vivir.
Además introdujo en dos de los miembros de la familia dos pilares que han marcado mi vida: el periodismo y el teatro. Comentaba Imanol Arias en el especial previo al final que «Tony Alcántara es la humanización del archivo de TVE» . Sí, algo de eso hay en un personaje siempre en busca de la fidelidad a sus principios cada vez que acometía un desafío periodístico como ese último medio online del que no era capaz de desconectar ni en el entierro de su abuela. Un trabajo impecable de Pablo Rivero que nos ha ido llevando por los vaivenes del personajes durante estas más de dos décadas. El otro mundo que ha retratado de una forma muy hermosa, en primetime y para el público masivo es el del teatro. Desde aquel primer grupo de teatro que montó el Padre Eugenio, inolvidable Pere Ponce, y que trajo al barrio al director teatral Diego Barrios, personaje de Antonio Valero. Nuestra Inés, en voz y carne mayormente de Irene Visedo y un tiempo de Pilar Punzano, ha sido protagonista en su faceta de actriz en momentos memorables de la serie como aquel en el que pensamos que la ficción echaba el telón con los Alcántara en una gran ovación final. Mucho habrá tenido que ver desde luego la presencia del dramaturgo Ignacio del Moral, que coescribe el último episodio, en esas tramas. Tampoco me olvido de los últimos tiempos de Inés como directora. Teatro y periodismo en una serie que ha marcado muchas vidas, pero quiero pensar que efectivamente la mía especialmente.
Durante estos 22 años he vivido de la mano de los Alcántara momentos históricos que no pude vivir -memorable la recreación del asesinato de Carrero Blanco en mi memoria. También en esta última temporada pude revivir momentos que recordaba vagamente por ser aún un niño -estremecedor el momento Miguel Ángel Blanco en la serie, divertida la conversión en euros con aquellas calculadoras que eran nuestro día a día o el temible Efecto 2000 que no significó absolutamente nada a pesar de los miedos.
Si hay un momento de ficción que recuerdo como impactante, más allá del funeral de Herminia que por supuesto nos impactó sobremanera, fue el desmoronamiento de Antonio Alcántara. Un Imanol Arias derruido ante el espejo por todo lo que tuvo que sufrir con Construcciones Nueva York por el maldito Don Pablo, interpretado por un Pepe Sancho en estado de gracia interpretando al verdadero VILLANO de esta serie al que tampoco olvidaremos. Tampoco lo haremos del Desi de Roberto Cairo, del Tinín de Quique San Francisco, del Cervan de Tony Leblanc, de la abuela Pura de Terele Pávez -su muerte fue otro de esos momentos marcados en la historia de la serie-, incluso de apariciones estelares como las de José Luis López Vázquez, los capítulos iniciales con Fernando Fernán Gómez o un poco más adelante Luis Cuenca que se despediría de la profesión en la serie. Tampoco me olvido de intérpretes históricos como William Miller que volvió después de mucho tiempo a la serie, el inolvidable Miguelón de Juan Echanove, Rosario Pardo como Nieves, Manolo Cal como Ramón, Lluvia Rojo como Pili y Silvia Espigado como Clara. Mención especial merecería la entrañable Alicia Hermida que además de interpretar a su Valentina fue la maestra de actores de la serie que consiguió que esos niños pizpiretos con Ricardo Gómez a la cabeza acompañado por Manuel Dios, que muchos años después sería también guionista de la serie, y Santi Crespo dieran tanta verdad a la serie. Ha querido el destino o la vida que hoy precisamente hayamos sumado otra dolorosa pérdida. Nada menos que la del padre de la serie, Eduardo Ladrón de Guevara, que llegó a hacer un cameo en la serie como recogía RTVE en sus redes.
Un artículo entero merecería la química entre nuestros Antonio y Merche. Lo que han construido Imanol Arias y Ana Duato sobrepasa la pantalla desde hace muchos años y siempre lo llevaremos en nuestros corazones los espectadores. Aunque sea difícil de elegir en estos 22 años un episodio que me haya gustado por encima del resto viene a mi memoria aquel en el que Antonio y Don Pablo viajaron a Moscú: Hello Moscú: Vodka con Martini. Carlos Iglesias interpretaba a un niño de la guerra que me sigue conmoviendo aún a día de hoy cada vez que lo reviso como esta misma tarde justo antes del especial previo al último episodio.
Siento que cuando una ficción te ha tocado tan hondo, su llama, su recuerdo, nunca se apaga y que de vez en cuando tendré la necesidad de volver a los Alcántara como refugio, como hogar y es que hace mucho que dejasteis de ser personajes de ficción para convertiros en FAMILIA.
«He tenido el mejor guionista posible: Alejandro Dumas«. Así me hablaba hace poco más de un año sobre su película Dartacán y los tres mosqueperrosque llevó de nuevo a la actualidad al patrimonio cultural de la factoría BRB Internacional. Muchas décadas antes de que Enrique Gato arrasara en taquilla con animación ibérica, Claudio Biern Boyd consiguió llegar a las casas y a los corazones de millones de espectadores. Todo ello partiendo de una base dramática de tanta enjundia como la literatura de Alejandro Dumas.
La capacidad de las series de Boyd está en que supo conectar con varias generaciones. Cuando yo vi por ejemplo Dartacán y los tres mosqueperros, David el Gnomo o La vuelta al mundo en 80 días ya eran reposiciones, pero mezcladas en la programación con series más ‘de mi época’ admito que el tiempo ha hecho que recuerde infinitamente más estas creaciones que las series estrenadas en los 90. También es verdad que sí viví algunas de sus series en su momento de estreno. Me refiero a Sandokán y a la nueva etapa de los Gnomos.
Hoy es un día importante para reivindicar el camino recorrido. Sin sus series, lo más seguro es que nuestra animación no hubiese llegado a donde lo ha hecho. No olvidemos que el imaginario de las series de Claudio Biern Boyd llegó a todo el mundo y hoy en día sigue latente gracias a su reestreno en plataformas que hacen que sus historias sean eternas.
Hoy el mundo de la animación está de luto y con ella todos los que alguna vez soñamos con dar la vuelta al mundo, luchar contra el Cardenal Richelieu y que alguna vez pensamos que en el bosque seríamos más felices. Ojalá Claudio se reúna con todos esos personajes con los que nos hizo un poco más felices allí en ese árbol que dio tanta felicidad a su querido. Ojalá su proyecto de convertir en un musical animado su Vuelta al mundo en 80 días -qua ya lo fue por cierto en teatro- se haga realidad. Descanse en paz este trabajador incansable que llevó a nuestra animación al mundo.
Tras 17 años de entrevistas DESDE MI BUTACA siento que saldo una deuda. Por primera vez, nos ponemos delante de alguien que con su trabajo y pasión por las tablas nos lleva haciendo disfrutar desde hace décadas. Con el recuerdo lejano, pero presente al maestro Antonio Mercero se cuelan en la conversación Robert Mitchum, Juan Luis Galiardo o Gerardo Vera. Este intérprete admite que en su profesión «no te retiras, te retiran», pero se siente un privilegiado comparado con otras oficios como el de los bailarines «que tienen una pronta fecha de caducidad». La suya sin duda es un trayectoria impecable y variada, pero ahora se vuelve a sentir un ‘debutante’. Por primera vez, se enfrenta a la Zarzuela y a tenor por su entusiasmo con el género estamos seguros de que no será la última.Pan y toros se puede ver hasta el domingo 23 de octubre en el Teatro de la Zarzuela y solo podemos desear que este sea el primero de muchos encuentros con nuestro teatro musical y por extensión como entrevistado DESDE MI BUTACA. Siéntense y disfruten de sus palabras, ¡Arriba el telón!
“Tengo la sensación de que todo lo que he aprendido de mi oficio lo he podido volcar en Pan y toros”. Juan Echanove se muestra feliz con su primera experiencia como director de una zarzuela. Ha tenido que ir amoldándose a un género que es diferente a dirigir montajes de texto como la reciente Ser o no ser. En esta producción del Teatro de la Zarzuela ha aprendido de los cantantes que “trabajan desde la verdad y desde luego no puedes pretender que asuman laberintos a los que no enfrentarías a un actor”. En ese doble reparto “que ya lo quisieran todos los que dirigen lírica” hay nombres como el de Alberto Frías, cuyas palabras se cuelan al comienzo de nuestra plácida entrevista. Para Echanove “es un cantante que se convierte en actor o un actor que se convierte en cantante con un nivel en ambas áreas verdaderamente importante”. Al final, la pregunta de Frías sobre si volvería a trabajar con cantantes concluye con el director de Pan y Toros lanzándole el órdago a Frías: “¿Estarías dispuesto a volver a trabajar conmigo cuando dirija otra zarzuela? Yo te querría en mi equipo”.
Juan Echanove dirigiendo a Alberto Frías
El gran consejo de Lluis Pascual. Acostumbrado al trabajo de dirección de escena de texto en el que siempre su trabajo acaba el último, se ha dejado llevar por lo que le dijo Lluis Pascual a este ‘novato’ en las lindes de la Zarzuela: “Cuando empiecen los conjuntos aprende a desaparecer”. Así se lanzó a “disfrutar con lo que está ocurriendo en el proceso y tomar muchas notas”. En definitiva, ha tenido que acostumbrarse a que “el director de escena se vaya diluyendo y el ensayo se seguirá haciendo con o sin él”. Estos consejos le han aportado “tranquilidad” en un proceso que admite con una sonrisa que “echaré de menos”. Uno de esos momentos ‘disfrutones’ ha sido cuando por primera vez entró la orquesta en acción: “Me ha elevado a momentos de sensibilidad que nunca había experimentado dirigiendo e interpretando”. Todo ello además con su equipo habitual al que se ha sumado el del Teatro de la Zarzuela.
Una de las escenas de Pan y toros
“En todos los duelos, los españoles acabamos riéndonos en un bar de lo estrambótica que es la vida”. Cuando uno ve una función como Ser o no ser en estos tiempos es inevitable preguntarse ¿Cómo hacer reír cuando ves que el mundo se desmorona a tu alrededor? Echanove necesitaba sumergirse en la comedia en estos tiempos. De hecho, pudo haber estado en Kingdom de Bieito, pero le dijo a Pou que prefería apostar por Ser o no ser. Entonces no sabía que al poco de empezar a ensayar esta obra la realidad terminaría superando a la ficción.
Juan Echanove estaba en una entrevista en La Sexta. De pronto conectaron con la actriz Anabell Sotelo que estaba refugiada en un teatro en Varsovia. Nunca la ficción y la realidad habían estado tan unidas. Cuando pudo venir a ver la función, Sotelo confesó a Echanove que en la escena de la guerra “casi le faltaba la respiración”. En este contexto difícil, el protagonista de Madregilda confiesa que si se puede hacer comedia ahora es por ese espíritu tan genuinamente español de optar por la risa como bálsamo en los momentos más difíciles. Todo ello en su caso como creador teniendo en cuenta que “si haces comedia debe haber momentos que conmuevan”. Sin duda, con Ser o no ser lo han conseguido gracias en parte a haber conseguido consolidar una compañía más o menos estable con nombres como los de Lucía Quintana con la que ha establecido una relación tan buena que “incluso le pedí ser el padrino de su hijo”.
Lucía Quintana y Juan Echanove, pura complicidad en escena en Ser o no ser
“Remember, you aren’t the best, you are only the winner”. Echanove se siente un afortunado por haber recibido muchos premios a lo largo de su carrera. Poco se podía imaginar que uno de los más especiales estuviera marcado por Robert Mitchum. Cuando estaba a punto de recibir la Concha de Plata de San Sebastián, observó que en el lateral del escenario un hombre de riguroso negro con un vaso lleno de vodka lo observaba. Justo antes de subir al escenario, la estrella de Hollywood le espetó una frase que Echanove recibió atónito y que de alguna forma le sirvió para a partir de entonces aprender a relativizar el éxito en este duro oficio.
María Galiana, su ‘otra madre’. Más allá de los rodajes de la longeva Cuéntame cómo pasó, la relación de Echanove con la eterna Herminia televisiva se fraguó aún más en la larga gira de Conversaciones con mamá, cuya parada en el Arriaga aprovechamos para charlar con Galiana. El actor nos admite que “no era el tipo de obra que quería hacer, pero compartir con ella esa gira era mi motor para aceptar el proyecto”. Tras la experiencia, el director de Pan y toros solo pudo sentirse agradecido por cómo se portó con él “cuando en plena gira perdí a mi hermano”. El vínculo es tal que Galiana siente a Echanove como uno más de sus hijos con los que “mantengo un trato excelente”. Además, la actriz de Solas cumple años el mismo día que la madre de Echanove.
“Pasó de ser el niño del balón a uno de mis mejores amigos”. Los rodajes de Cuéntame cómo pasó suponían un auténtico esfuerzo para Echanove que siempre los combinó con funciones teatrales como El verdugo. Tal era el agotamiento que comía muy rápidamente para poder echarse un rato a descansar a la hora de la comida. Un día oyó mucho jaleo y es que los niños actores con Ricardo Gómez a la cabeza estaban jugando al balón y le estaban sacando de sus casillas. Abrió la puerta del camerino y justo pasó el balón que aplastó con furia. En ese momento en que les habían advertido que tratasen bien a los pequeños artistas, Echanove espetó -se recrea en ello-: “¡Vosotros no sois niños, sois actores, así que si queréis jugar al fútbol a la puta calle!”. A pesar del susto, desde ese día Ricardo Gómez y Juan Echanove se hicieron amigos. Para el intérprete la clave del éxito de esa relación es que “nunca he tenido un trato paternofilial con Ricardo por cuyo trabajo siento una gran admiración por su sólida formación escénica y por la impresionante carrera audiovisual que está desarrollando”.
Mercero, la humanidad detrás de un excelente retratista de seres humanos. Cuando Echanove recuerda a su padre televisivo, Antonio Mercero, lo primero que nos dice es que “era muy simpático, un tipo muy cachondo”. Para ilustrarlo nos cuenta lo que ocurrió en el rodaje de Turno de oficio. Grababan una partida de cartas en un bar y sonaba cada dos por tres en las tragaperras el Baile de los pajaritos y se colaba en las tomas. Cualquier director se hubiese cabreado, pero Mercero “paraba la toma y se ponía a bailar”. Esa anécdota le sirve para calibrar que “su humanidad estaba en momentos así”. Más allá de “tener un conocimiento técnico brutal por el cual con una o dos cámaras de 16 milímetros era capaz de hacer magia”, Mercero destilaba esa cercanía que conectó con los espectadores durante décadas. Lamentablemente los caminos de Echanove y Mercero no se volvieron a encontrar y cuando supo por Juan Luis Galiardo del Alzheimer que sufría le dijo: “No vayas a verlo, ya no nos reconoce ni a ti ni a mí”.
“De esta profesión no te retiras, te retiran”. Para Echanove hay dos formas de dejar este oficio al que se sigue dedicando en cuerpo y alma. Una es “cuando el público te baja para siempre del escenario”, cuando no llega ya el calor del respetable tras una vida subido a las tablas. La otra es la enfermedad, muy especialmente cuando la memoria y las fuerzas empiezan a fallar, como le ha pasado al excelente actor Santiago Ramos que vio que tenía que ponerse a un lado, en su caso por el Párkinson.
Aún así, Echanove se siente “un privilegiado comparado con los bailarines que tienen una fecha de caducidad muy temprana”.
Los directores de escena, sus grandes maestros. Echando la vista atrás, Juan Echanove se siente un afortunado por haber aprendido de los mejores directores de escena desde sus comienzos de la mano de José María Morera. Admite que “solo actuando en los ensayos me llego a aburrir, lo que me interesa es absorber conocimientos sobre dirección de escena”. Tal es así que recuerda cómo Gerardo Vera le comentaba las claves por teléfono de la obra Rojo que finalmente no pudo dirigir. Recogió tanto de lo que le contaba en las insomnes conversaciones telefónicas que pudo sustituir al desaparecido director de escena en este montaje que compartiría con su amigo Ricardo Gómez.
Junto a todo un referente como Gerardo Vera
Volviendo a Pan y Toros para acabar vuelve a mostrar entusiasmo cuando afirma que “estoy viviendo un sueño y no busco el camino de baldosas amarillas, pero tengo la sensación de que a través de este montaje he podido volcar todo lo que sé”. Así lo sentirá seguro el público del Teatro de la Zarzuela, donde se podrá disfrutar de este montaje hasta el domingo 23 de octubre.
No deja de sorprenderme que uno de los posts de este blog traspasase nuestras fronteras traducido al ruso y es que solo ha ocurrido en una ocasión en estos 17 años. Se titulaba Mi sexta Gran Noche y no podía estar dedicado a otro que a ese fenómeno de la naturaleza que es Raphael. Esta anécdota sirve para ejemplarizar el fenómeno que supone el otrora niño de Linares que aspira a «renacer como el ave fénix», como sigue cantando como carta de presentación en conciertos como los que acaba de dar en el madrileño Wizink Center ante el delirio de sus miles de fans entre los que como contaba en ese post me encuentro desde que un 11 de noviembre de 1999 viese al artista en concierto por primera vez.
Ahora, el Raphaelismo encuentra una nueva vía de difusión de sus mantras en una espléndida serie documental que estrenará en unos días Movistar, tras el incuestionable éxito de la dedicada a Lola Flores. Es posible que piensen que se ha contado (casi) todo sobre el artista y puede que lleven algo de razón, pero las anécdotas no por contadas (ese momento en que el artista se dispustaba el protagonismo con una tal Dolly en su primera película es una anécdota mil veces narrada) dejan de gustarnos. El gran aliciente de esta serie, impecable y completamente «oficial», reside en puntos de vista sorprendentes como el que ofrece ese megafan que es Carlos Areces que colecciona «cosas bizarras» como los diferentes singles en diferentes idiomas del artista. Desde Mi Gran Noche tiene la suerte de poder llamarlo «papá» cada vez que lo ve.
La serie con una documentación exhaustiva y que aporta y mucho-felicidades al equipo de la serie por conseguir los derechos de todas esas imágenes y canciones, seguramente la labor más compleja de realizar- nos ofrece momentos impagables entre los que sobresale su reencuentro con Manuel Alejandro, con el que puede pasar tiempo sin verse, pero por cuya relación no parece haber pasado el tiempo que le han hecho un referente para compañeros de profesión como Alaska, Miguel Ríos, Perales o Bunbury.
Raphaelismo es la constatación de una carrera que en el fondo es inabacarble para una serie de 4 episodios y es que el artista más allá del pasado prefiere pensar que aún lo mejor está por llegar y sus espectadores, de todas las generaciones como demostró en aquel Sonorama tan indie, le estaremos esperando con la misma energía e ilusión siempre y es que como confiesa el intérprete de El Tamborilero en el fondo él siempre ha sido un indie y es que siempre ha hecho lo que le ha dado la gana. Y sí, nosotros estaremos ahí para volver a ponernos en pie cuando este ave fénix vuelva a renacer con melodías que son ya patrimonio de la humanidad. Ojalá, tarde o temprano, tenga también la fortuna de poder entrevistarlo DESDE MI BUTACA, una causa pendiente que esperemos pueda cumplir pronto.
La vuelta de los grandes musicales en un año que acaba con la pérdida de un ARTISTA ‘bestial’
El pasado mes de septiembre, tras la sequía de año y medio con excepciones como ¿Quién mató a Sherlock Holmes? en Madrid y La jaula de las locas en Barcelona, volvían los musicales de gran formato. Con el regreso de El rey león como adalid de la recuperación, se estrenaron multitud de títulos tanto en las dos principales arterias del género como incluso en gira. Estos días lamentamos que el dichoso Omicron haya impulsado a cerrar por unos días dos de los grandes títulos: Ghost y Tina, precisamente en la Gran Vía. Atentos que en breve os avanzaremos algunos de los títulos que, crucemos dedos, llegarán en el 22. De momento podéis visitar nuestros dos especiales sobre la temporada actual en la que además despedimos a Sondheim con un sentido homenaje. Otra pérdida que ha llorado el mundo del musical ha sido la de Carlos Marín, cuya bestia hace más de 2 décadas nos enamoró del género a muchos. El dichoso ‘bicho’ se lo ha llevado demasiado pronto. Teníamos demasiadas ganas de disfrutar aún de su talento. Te recordaremos con esa eterna sonrisa con la que iluminaste escenarios como los de esa Gran Vía a la que volviste con un show maravilloso al más puro estilo de Las Vegas de la mano de tu querida Innocence, compañera de escena y vida desde hace varias décadas.
Otros grandes espectáculos, al margen del teatro musical, han venido de la mano del circo con Productores de Sonrisas. A los deliciosos Clowns se han sumado una nueva entrega de El Circo de los Horrores -que a su socarrón humor suman un número circense de una belleza poética que encoge el alma- y el Circlassica con el que Emilio Aragón ha homenajeado a su padre Miliki. Podéis recuperar nuestro encuentro con este referente del mundo del espectáculo. No queremos olvidarnos tampoco del pequeño formato que ha seguido tirando del carro en tiempos difíciles ni mucho menos del teatro familiar con propuestas como la del Teatro Sanpol que siguen ‘creando espectadores’ temporada tras temporada. Por estos tiempos díficiles solo podemos aplaudir el empeño de florecientes productoras como Sing_us que esta temporada se ha embarcado en proyectos tan maravillosos como The Royal Gag Orchestra y Payaso!
Cuéntame cómo pasó… La Pandemia y el final de un late que es ya historia de la televisión.
Afortunadamente, los creativos han decidido no dar mucho espacio en la ficción a la dichosa pandemia que nos ha hecho la vida imposible también en 2021. Poca acertada fue la decisión de nuestra ficción más longeva de darle hueco en sus tramas. Corramos un tupido velo y esperemos que la nueva temporada nos resarza de esta olvidable temporada a pesar de la participación de nuestro queridísimo Carlos Hipólito. Los Alcántara desde luego se merecen al menos otra temporada más a la altura de su legado televisivo. Para legado el que deja Late Motiv. He de admitir que en el último programa incluso me saltó una lagrimita con esos inesperados momentos. Andreu Buenafuente ha hecho el programa que quería hacer y eso se ha notado con amistades como el siempre impecable Miguel Rellán y por supuesto la música en directo, a la que tuvimos el placer como agencia de comunicación de contribuir con el musical Iberian Gangsters. Precisamente El Terrat ha estrenado Maricón Perdido, uno de los seriotes del año, y la divertidísima obra El éxito de la temporada que en su versión en catalán se emitirá en TV3 el próximo día 1 de enero. Se nos va un referente de Movistar, esa plataforma que nos ha traído regalos como B.S.O, la vuelta a lo grande de Emilio Aragón, La Fortuna, Lola, Milá versus Milá o Susi Free, propuestas marcadas por la diversidad y la calidad.
La despedida de ‘La Velasco’ y el impulso de Raphael y José Sacristán, la constatación de que la veteranía es un grado. Este año despedimos a Concha Velasco de los escenarios. De hecho, estuvimos en una de sus últimas funciones en el Teatro Arriaga de Bilbao. Se ha despedido como se merece. Por la puerta grande y con su público en pie. Afortunadamente nos quedan aún algunos artistas que parecen tener mecha y cuerda para rato. Un caso paradigmático sin duda es el de Raphael que ya en el 20 sorprendió haciendo dos multitudinarios conciertos -dentro de lo que se permitía. En el 21 ha repetido y ha sacado disco en directo. En el 22 comenzará estrenando serie documental en Movistar. Es admirable ver como sigue dando sus dos horas y media de recital tan puntual como siempre y con esa energía desbordante que nos puso en pie al público del Wizink Center hace solo unas semanas. Lo mismo puedo decir de José Sacristán que a sus 84 años ha homenajeado con El hijo de la cómica a su adorado Fernán Gómez. Charlamos con él y pudimos disfrutar con élen el Fernán Gómez en el que ha sido uno de los acontecimientos escénicos de la temporada.
El Flaco retrata a Concha junto a Berlanga y Juan Diego, inmenso en El Cover
La eclosión (aún más si cabe) del streaming. Ha sido un gran año para las plataformas de streaming. De eso no hay duda. Una de las últimas en asomar la patita ha sido la versión MAX de HBO. Con ausencias en nuestro país aún injustificables como las excelentes Las Brujas o In The Heights -tampoco editadas en formato físico-, la plataforma ha volado alto gracias a la última temporada de las (tragicómicas) aventuras de Juan Carrasco y al éxito de la ficción de Abril Zamora. Eso sí, para mí, las series del año se han visto en Disney +. Contra todo pronóstico ha sido Bruja Escarlata y Visión una de las series del año. Me resulta extraño al no ser precisamente yo el público habitual de superhéroes y mamandurrias Marvel varias. Desde el primer capítulo me ha fascinado, sin contemplaciones. Lo mismo podría decir de Solo asesinatos en el edificio, que de entrada me pudo interesar por esa cosa nostálgica que te invade cuando ves algo que puede parecerse a Se ha escrito un crimen. La serie no deja de sorprender en cada capítulo gracias a unos ingeniosos guiones y a la química de los protagonistas -y los deliciosos secundarios y episódicos que están de 10. No, no creí que acabaría el 21 diciendo que sí, Steve Martin vuelve a molar y mucho.
Un año DE CINE… a pesar de la partida de ‘La Forqué’. El último gran estreno del año en plataformas cuenta con la colaboración de Verónica Forqué. Nos hubiese encantado despedirla como ella se merece, en pantalla grande, pero nos queda el consuelo de que nos acompañó en una de las noches más mágicas del año a través de Netflix. Aún con el recuerdo de esas Cosas que sé que son verdad con la que nos desgarró el alma, queremos recordarla con esa eterna sonrisa llena de luz. Este año hubieran cumplido 100 años, como la Rafaela Aparicio de Saura, dos GENIOS incontestables como Berlanga y Fernán Gómez. Es tan difícil resumir su legado que solo podemos recomendar que echéis un ojo a Bienvenido Mr. Marshall, La saga Nacional, El viaje a ninguna parte o Esa pareja feliz, la unión de los dos genios (más Juan Antonio Bardem) en una cinta. La música ha estado muy presente entre nuestros gustos de este año con El Cover, West Side Story, El amor en su lugar, In the heights, Encanto, Respect y saliendo del musical nos quedamos con los inmensos Javier Bardem-no está nada mal Being the ricardos en Prime- y Óscar de la Fuente -echadle un ojo también en la espléndida Reyes de la noche en Movistar. En este 21 también ha cumplido años dos clásicos incontestables de Disney como son El jorobado de notre dame -25 años- y La Bruja Novata -50 años- dos películas a las que creo que poco a poco se está poniendo en su lugar en la historia del cine. Sin duda marcaron una época para el estudio como dejaré constancia en el libro que estoy preparando para el 2022. Pero esa es otra historia. Por ahora, echamos el telón del 2021 con la experanza de que el año que viene haya mucho más teatro, circo, cine, música, lecturas, buenas series y emociones DESDE MI BUTACA, que cumplimos por cierto 17 años en marzo. Ahí es nada.
A 10.000 kms de la Navidad, la última película de Verónica Forqué en Netflix
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Un profesor que utiliza las canciones de los Beatles para enseñar inglés en la España de 1966, se entera de que John Lennon está en Almería rodando una película. Decidido a conocerle, emprende el camino y en su ruta recoge a un chico de 16 años que se ha fugado de casa y a una joven de 21 que aparenta estar también escapando de algo. Entre los tres nacerá una amistad inolvidable.