Blanca Portillo: «La televisión no es un seguro de continuidad»

Es difícil contar algo nuevo sobre alguien como Blanca Portillo. Me podría referir una vez más a su trayectoria ascendente en teatro, cine y televisión. Podría decir que ha trabajado con Almodovar, Tomaz Pandur o Milos Forman entre otros. Podría citar incontables premios como el Nacional de Teatro. Creo que todo ello la hacen merecedora de ganarse el sobrenombre de ‘La Portillo’, como las grandes, al más puro estilo de Nuria Spert. Ella pasará a la historia de nuestra escena no solo por sus trabajos en los que demuestra una y mil veces su superlativo talento, sino por el amor que profesa por su oficio. Y parece hacer suya la frase de su querido Asier Etxeandia: «Para mí el amor es un teatro lleno». Y precisamente, sobre las tablas comparte emociones o, mejor dicho, risas con Fisterra, un texto que se podrá ver el viernes y el sábado en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao. Un lujo que sea la segunda en pasar por Tras la emoción compartida.  Pero no se olvida de su Segismundo, que retomará en el Pavón el 19 de marzo. No sabemos si todo podría haber sido un sueño desde que la empezamos a querer en 7 Vidas, pero lo que no queda ninguna duda es que si ella ha llegado a lo más alto es gracias a su constancia y saber hacer encima de los escenarios. Un placer tenerla DESDE MI BUTACA 6 años después, ¡Cómo pasa el tiempo!, de que la entrevistase en un céntrico hotel santanderino durante las representaciones de Afterplay.  Siéntense en sus butacas y disfruten de la pura sabiduría de esta maga de la escena.

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Fotografía de Javier Naval.

Después de unos años, teatralmente hablando, en que la comedia no ha sido precisamente una cosa continuada en su carrera, ¿Por qué ha aceptado un proyecto como Fisterra?

Pues precisamente por eso. Porque llevaba mucho tiempo sin hacer comedia y me apetecía mucho volver a escuchar la risa del público.

Se incorpora además con la peculiaridad de que el montaje estaba ya muy rodado, ¿Ha sido difícil amoldarse a alguien como Ángeles Martín que ya tenía el espectáculo ‘rodado’?

Todo lo contrario. Trabajar con Ángeles es muy fácil y, además, es una gran profesional, consciente de que, cuando un actor nuevo se incorpora a un espectáculo ya hecho, eso influye en su trabajo. Se ha adaptado y me ha regalado momentos maravillosos. Es una gran compañera y una gran profesional.

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¿Qué siente Blanca Portillo Tras la emoción compartida en Fisterra? ¿Se lleva supongo una energía muy diferente a la que tenía con La vida es Sueño no?

Lógico, son obras muy diferentes y personajes muy distintos. No se pueden comparar. Fisterra me deja una energía muy lúdica, con una satisfacción enorme por escuchar la risa del público.

Volviendo precisamente al Segismundo, le ha traído un reconocimiento que, supongo, tendrá como uno de los más queridos de su carrera, el Premio Nacional de Teatro, ¿Qué le vino a la cabeza cuando le dieron esa noticia?

Pues la verdad es que no me lo creía. Fue muy emocionante. Pero no creo que sea el premio más querido. Tengo la fortuna de haber recibido unos cuantos y todos ellos tienen algo muy especial para mí.

Viendo el éxito de Carmen Machi o el suyo propio y el de tantos actores de 7 vidas, ¿Piensa que esa serie ha sido «el mejor trampolín» para dar a conocer a muchos intérpretes que sin la ayuda de la tv no hubiesen llegado a ser lo que son hoy?

Es obvio que la televisión la ven muchas más personas, eso es un hecho incuestionable. Pero creo que también influyó el hecho de que, en Siete Vidas, éramos todos gentes de teatro, con un curriculum detrás y eso, junto a unos excelentes guiones, hizo que mereciera el cariño y el respeto del público. Yo, personalmente, no sé si no hubiese «llegado a ser lo que soy”. En cualquier caso, lo que hubiera sido, estaría bien. Pero le aseguro que la televisión no es un seguro de continuidad profesional, ni muchísimo menos. Cuando la gente valora una serie, luego hay que seguir trabajando y haciéndolo bien, porque si no no llegas a ningún lado, desapareces…

Su trabajo de construcción de personaje en la reciente Niños robados demuestra que se pueden hacer grandes trabajos en la pequeña pantalla, ¿Qué nota le pondría a nuestra ficción?

En televisión se pueden hacer grandes trabajos. Yo creo que tenemos una muy buena ficción, prueba de ellos es que son muchos los países que compran nuestras series y se está empezando a coproducir con otros países. Es injusto que no sepamos valorarla. Yo le pongo una nota alta, sin duda.

Cine, televisión, pero ante todo TEATRO, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Blanca Portillo?

Porque el público está ahí, a tu lado, para decirte si le has convencido o no.

Y si miramos hacia el futuro, ¿Qué proyectos tiene y con que proyectos sueña?

Sueño con lo mismo que soñaba cuando salí de la Escuela de Arte Dramático: seguir trabajando en esto. Y proyectos… pues… muchos, ¡Afortunadamente! Dados los tiempos que vivimos es un auténtico lujo.

Carlos Santos: «No me siento encasillado»

La televisión suele marcar. Durante años, un actor se mete en la piel de un personaje con el que los espectadores suelen identificarlo. Carlos Santos llegó a millones de hogares con su entrañable Povedilla en una conocida teleserie, pero ha tenido la suerte de labrarse una carrera que le ha permitido ir más allá de personajes que podrían asemejarse al de su éxito televisivo. En pleno rodaje de la serie que le lanzó a la fama, Los hombres de Paco, trabajó en una película como También la lluvia. Y después han llegado proyectos como Miel de naranjas y El negociador, un micromontaje en el que comparte tablas con Cecilia Solaguren y Ricardo Reguera, cuyas entrevistas podéis disfrutar en nuestro podcast.  Desde hoy podrás verlo además en la exitosa El tiempo entre costuras y muy pronto en Lolita Cabaret, la que promete ser una de las series de la temporada. Y aún le queda tiempo para embarcarse en otro proyecto teatral, La vida resuelta, que llegará en 2014 a Madrid.

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Microteatro en gira con El negociador, otra función de teatro, televisión, ¿Cómo se organiza un actor como Carlos Santos para encajar las piezas de este particular puzzle artístico?

Se organiza uno. Cuando el texto es tan atractivo como El negociador de Bárbara Alpuente, sacas el tiempo como sea. No es una cosa para vivir de ella, lo hacemos por gusto. A veces puede resultar agotador, pero merece la pena. A veces digo que no a cosas con las que ganaría dinero, simplemente no me motivan. Hacer algo como este microteatro es maravilloso. A Ceci ya la conocía y es un placer repetir con ella y con todo el equipo. Hemos tenido la suerte de que han ido saliendo bolillos por ahí de manera casual, sin pretenderlo.

La otra función en la que andas enfrascado ahora mismo es La vida resuelta

Se estrenó en San Javier delante de 800 personas que interrumpieron cinco veces para aplaudir . Es también el primer guión de unos guionistas de televisión y cine, como en el caso de El negociador. David Sánchez Olivas y Marta Sánchez, artífices de éxitos como Áida, Fuera de carta, Los Serrano…me lo ofrecieron y tener una compañía murciana era un aliciente extra para aceptarlo. En principio, esperamos hacer temporada en Madrid pronto.

¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para ti?

El teatro es igual de bueno que el cine o la televisión. No me interesa tanto el medio como que sea una buena historia. El medio es lo de menos, como dice mi amigo Pepe Sacristán. Siempre que se puede se ‘funciona’ así. Yo no soy un purista de esos que solo ama el teatro. Yo he aprendido muchísimo de mi mismo como intérprete de la televisión. El teatro es la cuna, la base, todos empezamos encima de un escenario. Lo que lo hace especial es el tú a tú con el público, la interacción, sentir su reacción en directo lo convierte en un termómetro muy interesante. Para los creadores de La vida resuelta era su primera experiencia teatral y comentaban que les encantaba tener un audímetro en vivo, pudiendo captar sus reacciones en vivo y en directo. En cine y en tele tenían que esperarse a las críticas y a las cifras.

Pocas veces habrás aprendido tanto en televisión como en una producción como El tiempo entre costuras supongo…

Nunca se ha visto un nivel de producción así en nuestra televisión. La sensación cuando la rodamos hace dos años, ya cuesta hasta acordarse, era la de hacer cine para televisión. Toda la producción puesta al servicio de este guión era idéntica a lo que viví en películas como Miel de naranjas o Y también la lluvia. No se hizo como tele. La gente ha sabido valorar un gran trabajo desde luego.

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Povedilla te convirtió en un icono televisivo, ¿Ha tenido miedo Carlos Santos al encasillamiento?

El espectador evidentemente me identifica con Povedilla, entraba en sus casas durante casi cinco años. No me recuerdan por las películas que he hecho. Solo puedo agradecerlo, es el personaje que me dio a conocer después de muchos años de trabajo. La verdad es que yo en ese sentido creo que he tenido suerte. En pleno rodaje de Los hombres de Paco hice algo tan distinto como También la lluvia y luego he tenido la suerte de hacer trabajos tan maravillosos como Miel de naranjas. Afortunadamente creo que los directores de casting han sabido ver en mi trabajo en Los hombres de Paco otras cosas. No tengo una sensación de encasillamiento.

¿Qué proyectos tienes y con qué proyectos sueñas?

Quiero seguir contando buenas historias, buenos personajes en el terreno que sean, que sean nuevos retos. Estoy embarcado en la serie Lolita Cabaret, estoy otra vez con el equipo de Los hombres de Paco y me siento como en casa. Estoy rodeado de unos compañeros fantásticos como Luis Varela, Natalia Verbeque, Beatriz Carvajal… Somos 18 actores fijos, muy amplio el reparto. Empezamos en julio a grabar, nos queda un mes de rodaje. Hay muy buenas vibraciones en esta serie que cuenta con una gran producción detrás. Los jefes ya han visto el primer episodio y parece que han quedado encantados, cosa nada habitual, todo sea dicho de paso. Se ha construido un teatro cabaret espectacular en un set de rodaje. La gente lo va a ver y van a pensar que es un teatro de verdad. Estoy encantado con rodar esta serie y siempre busco un huequecito para embarcarme en locuras como El negociador.

*Puedes escuchar las entrevistas a Ricardo Reguera y Cecilia Solaguren en nuestro podcast.

Viaje a una España de héroes anónimos

Todos hemos necesitado gritar HELP alguna vez en nuestra vida. Todos hemos necesitado liberarnos de las ataduras que no nos permiten ser felices y mirar hacia adelante ante un futuro incierto. Vivir es fácil con los ojos cerrados es una película que, bajo la aparente sencillez, esconde su mayor virtud. David Trueba hace de la anécdota argumental una máxima que lleva a cotas de emoción superlativas gracias a una construcción de personajes de carne y hueso. El profesor de Javier Cámara es, y ya sé que no es una novedad en su carrera, un trabajo de reclinatorio. Cámara sabe plasmar en su rostro la emoción de un héroe anónimo, aparentemente anodino. Él es el ‘Quinto Beatle’ para los alumnos a los que enseña inglés a ritmo de The Beatles. Un personaje que en las manos de Cámara coge una gran hondura, dándole un perfil entrañable, ¿Cómo no encariñarse de él con los gritos optimistas que lanza constantemente? Y por supuesto un personaje así resulta aún más oportuno en un tiempo en el que tantos quebraderos de cabeza está dando el deterioro de la educación pública. Nuestro protagonista es un maestro vocacional de esos que han llenado de pasión las aulas.  Los que no acuden a ver los espectáculos de Els Joglars, siempre atractivos, disfrutarán de un regalito en la película. Descubrirán a otro actor que dota a sus personajes de una gran humanidad. Ramón Fontseré es el tabernero catalán en esta historia de personajes. David Trueba ‘mima’ a sus personajes dándole una historia emocionante que contar a todos ellos. Como el personaje de Fontseré, cuya trama no desvelaré para que simplemente la disfruten, otro héroe anónimo que se ha tenido que enfrentar a las pedradas de la vida. Les acompañan en esta road movie ibérica Francesc Colomer y Natalia de Molina, toda una revelación, cuya naturalidad y belleza magnética enamorarán a los espectadores. Y entre los secundarios de lujo Jorge Sanz como padre autoritario del protagonista, que parece un trasunto de los personajes con los que Sanz comenzó en la gran pantalla. Sin olvidarnos tampoco de Ariadna Gil ni de los personajes reales que acompañan al reparto en esta historia, ¿Se puede ser más natural que el recepcionista del hotel rural en el que se hospedan los protagonistas? Habrán visto que no cito a Lennon y es que, en el fondo, es lo de menos. Es la escusa que ha usado ese personalísimo cineasta llamado David Trueba para hacer una particular radiografía de la España franquista con Fraga en Palomares, Lali Soldevilla y ¡Manolo Escobar!, al que consciente o inconscientemente Trueba equipara como icono nacional al propio John Lennon. Entre la emoción y la risa, el director de Madrid, 1987 nos regala una película optimista y luminosa sobre héroes anónimos. Si nuestro protagonista consiguió hablar con el ex Beatle, ¿Por qué no podríamos nosotros conseguir realizar nuestros pequeñas o grandes metas? Espero verla en los próximos Goya arrasando y, lo más importante, que la gente la disfrute en las salas, el equipo de Zenit Comunicación se ha esforzado  para que la película tenga visibilidad en los medios de comunicación y creo que lo han conseguido. No debería pasar desapercibida una joyita así.

Scarlett Johansson: «Cuando somos dogmáticos perdemos la oportunidad de crecer junto al otro»

Con el puente de Todos los Santos llegan algunos interesantes estrenos como Don John, de la que habla una de sus protagonistas, Scarlett Johansson.

Jon (Joseph Gordon-Levitt) tiende a deshumanizar todo lo que ocurre en su vida: su apartamento, su coche, su familia, su iglesia y por supuesto, sus mujeres. Sus amigos le llaman Don Jon por la habilidad que tiene para conseguir una mujer diferente cada fin de semana. Sin embargo, hasta los ligues más sofisticados no pueden compararse con la felicidad que consigue Jon viendo pornografía delante de su ordenador. Insatisfecho, se embarcará en una aventura a la búsqueda de una vida sexual más gratificante y acabará aprendiendo las grandes lecciones de la vida y del amor a través de su relación con dos mujeres muy distintas: Barbara (Scarlett Johansson) y Esther (Julianne Moore).

Cuando el cine volvió a ser ‘de masas’…

Había una vez un país imaginario, pongámosle por nombre España por ejemplo, en el que la gente hacía colas para ir al cine. Un día, la gente dejó de ir. Unos por el precio de la entrada, otros por la incipiente presencia de la piratería y otros simplemente… por algún motivo indescifrable, ¿Quería decir esto que la gente había dejado de ver cine? Pues no, lo veían más que nunca, pero en plataformas que van de la televisión, sí aún emiten pelis por tv, o por internet, ya sea de forma legal o por vías ‘piratiles’. Durante el lunes, sí, un lunes, que no va casi nadie al cine, una imagen llenó las redes sociales y hasta ¡abrió telediarios! Filas descomunales para ir al cine, ¿Un espejismo o son imágenes de archivo? Lamentablemente será un espejismo si no se toman las medidas adecuadas. La Fiesta del Cine ha sido un éxito, la gente ha vuelto al cine por 2,90 euros, pero ahora toca otra vez intentar aunar esfuerzos para que esta imagen se pueda repetir, ¿Quién lo debe hacer? Desde luego que los distribuidores y los gerentes de las salas se tienen que poner de acuerdo y, por supuesto, el  dichoso 21% está ahí. También es cierto que es inviable que se mantenga el cine a ese precio, rebajarlo sí, especialmente en las ciudades grandes como Madrid, en donde ir al cine en fin de semana te sale como una entrada de teatro. Y sí ya es en 3D, la gracia se dispara.  Estos días me he acercado a ver dos películas de muy diferente corte. El lunes, Zipi y Zape y el club de la canica, con bastante gente en sala, todo sea dicho de paso. De alguna forma, me sentí recobrando la ilusión infantil por el cine, esa que me hizo pisar el cine por primera vez con apenas 5 años. Creo recordar que fue para ver El Rey León, en los desaparecidos Cines Capitol de Santander. Divertida, entretenida y con unos efectos muy vistosos, la película corrobora que el cine español está lleno de talento… en todos los géneros cinematográficos, Además, Javier Gutiérrez, uno de los mejores actores de este país, hace un villano de película de aventuras maravilloso. Un gustazo también disfrutar del buen trabajo de mi paisano Javier Cifrián.  Y el miércoles, El Quinto Poder, con dos actores de infarto, Benedict Cumberbatch y Daniel Brühl, este último de origen español y con una de las carreras más meteóricas en la Meca del Cine en los últimos años. En la línea de La Red Social, se indaga en la controvertida figura del creador de Wikileaks con sus luces y, especialmente, sus sombras, para ahondar en la relación del «Cuarto Poder» (los medios tradicionales) con el rebautizado como «Quinto Poder» (aquel de los nuevos medios) y su tensa relación con los gobiernos. Entretenido e interesante retrato de uno de los rostros que ha abierto más telediarios y ocupado más portadas en los últimos años. Una película reflejo de la realidad de nuestros días. 

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La gente ha vuelto al cine, sí, había gente que llevaba meses e incluso años sin pisar una sala de cine, alarmante cuanto menos, esperemos que no sea un espejismo y que pronto podamos gritar a los cuatro vientos que el Séptimo Arte vuelve a apasionar al gran público. Por la magia del cine, queremos que el cine vuelve a ser ‘de masas’…

Mario Gas: «Desde pequeño veo la vida desde un escenario»

Nace el nuevo Desde Mi Butaca con energías renovadas y, qué mejor que hacerlo con uno de los nombres clave de nuestra escena. Curtido en las tablas desde pequeño, Mario Gas no entiende desde hace mucho su vida sin el teatro. Actor y director de voz reconocible, se ha puesto al servicio de actores como Geofrey Rush para dar vida al ‘muñeco’ que le tocaba acometer. El veneno del teatro sigue instaurado en su ADN y ahora brilla con luz propia como actor en Julio César, pero no olvida la dirección que le ha llevado la pasada temporada a comandar con éxito al equipo de El veneno del teatro. Con los pies en la tierra y viendo lo incierto de nuestra escena no se atreve a hablar de su futuro profesional. Ahora su prioridad es que los espectadores disfruten de la representación de «la sublime escena de la muerte de César en países y lenguajes aún desconocidos».

¿Dónde reside para Mario Gas la grandeza de un texto como Julio César?

La grandeza de Shakespeare está en que consigue crear unos personajes de carne y hueso, que son muy poliédricos. Este personajes realmente solo tiene unas pocas escenas, pero eso te permite que en poco tiempo tengas que mostrar todas las aristas del personaje. Es un placer hacer a grandes autores que como él son capaces de conmover al espectador y hacerlo pensar. Nos habla de la condición humana y es como un tarro de esencias concentradas. Coges una cucharada de su obra, la diluyes en un líquido coyuntural de una actualidad determinada y de ahí sale una obra que parece escrita en el mismo momento de ser representada. Eso es realmente bonito y lo que hace de este autor algo tan especial.

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Paco Azorín ha querido llevar a primer término el texto en su minimalista puesta en escena…

A Shakespeare no le convienen las puestas en escena excesivamente realistas y grandilocuentes. Viene bien llevar el texto a primer término. Lo cierto es que la propia arquitectura de la obra está basada en la dialéctica de los personajes. El texto lleva a la acción y eso es lo que queda siempre en el gran teatro. 

Una faceta no tan conocida del actor y director Mario Gas es su papel en la historia del doblaje, ¿Qué lugar ocupan en su vida los takes?

Ocupa un papel entrañable en mi vida. Lo cierto es que ahora mismo solo doblo a Ben Kingshley y Geofrey Rush. Yo empecé muy joven en el doblaje. Admito que yo soy consumidor de cine en versión original, pero el doblaje bien hecho es algo muy interesante. La verdad es que en ese sentido no me puedo quejar, yo tuve grandes maestros. Aunque modifiques algo tan valioso como la voz de un actor, creo que es  tan válido un buen doblaje como unos subtítulos. Ocupa un espacio muy importante en mi trayectoria vital y artística. Es una profesión a la que quiero mucho, aprendí muchísimo a hablar y a seguir al muñeco de la pantalla. Me ha servido para aprender a usar los cambios de ritmo, respiración y prosodia que luego me han sido de gran ayuda en mi trabajo en el teatro. 

El veneno del teatro ha sido uno de los éxitos de la temporada, ¿Qué balance hace Mario Gas de esta experiencia escénica?

He tenido el honor de trabajar con dos actores extraordinarios. Hago un balance muy positivo de esta aventura teatral a la que aún le quedan unos cuantos meses de gira. Ha sido un reencuentro maravilloso con un teatro de texto muy íntimo con esa maravillosa escenografía de lo más sintética de Paco Azorín. 

¿Por qué cree Mario Gas que el veneno del teatro se ha quedado marcado en su ADN?

Hay dos razones. Primero, yo vengo de una familia del mundo del teatro y de la  música. Desde pequeño veo la vida desde un escenario. Era difícil que yo me escapase de eso, aunque es cierto que tuve una época en la que quise ser arquitecto, diplomático e incluso estudié las carreras de Derecho y Filosofía, que por supuesto no acabé… Me integré entonces en el teatro independiente con una ideología muy marcada y con un intento de renovación formal. De ahí ya pasé al teatro profesional. En segundo lugar creo que el veneno del teatro sigue dentro de mi por qué me gusta esa manera de transitar por la vida. Me encanta esa ficción que se convierte en realidad, ese poder de la palabra para preguntarnos cosas que no entendemos. En definitiva, me atrapa del teatro crear esos mundos de ficción que te conectan con la realidad.

Si miramos hacia este futuro incierto de nuestra escena, ¿Qué proyectos tiene en mente Mario Gas?

El proyecto inmediato es Julio César hasta finales de junio. He montado muchos proyectos en colaboración con productoras de amigos o con teatros públicos. Claro que voy a seguir así, a tenor de los tiempos y trabajando con la gente que me apetece estar. Cuando tienes una responsabilidad pública, es un punto y seguido en tu carrera. Sabes que después van a venir otros proyectos por tu cuenta. Tengo proyectos aún por firmar y uno de hecho acaba de caer por desavenencias con un teatro, pero lo cierto es que hay bastantes cosas a la vista.

Antonio Dechent: "El ministro se cree que todos somos vedettes de revista"

Llevaba tiempo queriendo ‘celebrar’ la entrevista número 400, que en realidad ya ha pasó hace unos meses. No podía ser una entrevista cualquiera, ni mucho menos una simple promoción de la película o espectáculo de turno. Después de años en que nunca se habían dado las circunstancias oportunas para tal encuentro, me acerqué al Teatro Bellas Artes a charlar un rato con Antonio Dechent. Le pillo en mitad del ensayo técnico que interrumpe para atender a DESDE MI BUTACA. Cada noche, se encuentra a si mismo en el escenario, su hábitat natural. Reconocido principalmente por su trabajo en el cine, Dechent dice sufrir la enfermedad del rojo y el oro, ese color que caracterizaba históricamente a los telones del teatro. Y en las penumbras del Bellas Artes, su mente lúcida y crítica se abre paso para hablar de un oficio que le ha llevado a interpretar a todo tipo de ‘generalotes’ y duros personajes que se alejan mucho de la imagen que tiene de si mismo. Él se ve más como el protagonista de La Voz Humana, un hombre roto por el amor que busca recuperar en una última llamada desesperadamente a su enamorada. Siéntense en sus butacas y disfruten de sus palabras. No les defraudará. 

 

¿Cómo es esa última llamada al amor que refleja La voz humana?

La idea de hacer esta función surge del espacio para el que fue creado. Se realizó para esa pequeña sala que han montado en el Mercado de Triana. Tenía que hacer algo íntimo, que el público tuviese la sensación de que estaba invadiendo la intimidad del personaje. Me vino a la cabeza La voz humana, pero al momento lo deseché. Luego, lo pensé bien y me decidí por convertir al personaje en un hombre en un marco de una relación heterosexual. De hecho, ya la habían interpretado hombres haciendo de homosexuales e incluso travestidos de mujeres. El desamor no tiene género. Creo que esta función hace mucho por la igualdad de género, el dolor es el mismo y los sentimientos también.

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«La voz humana», los martes a las 20:30h en el Teatro Bellas Artes.

¿Ha tenido que recurrir Antonio Dechent a su particular “armario de las emociones” para hacer La voz humana?

En este caso he tenido que ir… al fondo del armario. Ojalá conserváramos siempre esa ingenuidad que te dan los sentimientos profundos. El amor es una enfermedad que te hace olvidar todo lo demás. La vida conforme va pasando no te permite vivir de una forma tan profunda. Me ha venido muy bien, he recuperado emociones que en la vida real ya habían desaparecido casi por completo. Conforme nos hacemos mayores, nos creamos una coraza para que no nos hagan daño. Todos hemos vivido esa capacidad de transformarse para complacer al otro. Envidio mucho a los que aún tienen esa capacidad de darlo todo por los suyos.

¿Tenía ganas de quitarse los galones de militar y meterse en la piel de un personaje que es pura emoción?

La verdad es que no. Creo que es más una cuestión de superar la imagen que tiene el público de mi. Es un espectáculo ideado por mi, lo que demuestra que yo no me veo tanto en ese roll que me ponen siempre de militar ni el más macho de los machos con el que siempre me identifican. He escogido un personaje que de alguna forma es similar a mi. Es un hombre frágil, débil y roto. De alguna manera, sé que crea una cierta curiosidad ver como el ‘generalote’ se puede acercar a este texto.

¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Antonio Dechent?

El teatro es mi hábitat natural. Siento que es mi particular microcosmos. Soy parte de las bambalinas. Decían que Cocteau tenía la enfermedad del rojo y el oro, el color de los telones del teatro. Tengo esa enfermedad. Me encuentro cada noche a mi mismo en las penumbras del teatro.

Uno de los autores que más ha trabajado ha sido Valle Inclán con sus esperpentos tanto en el teatro como en esa ‘curiosa’ y espléndida adaptación cinematográfica que vimos hace unos años, ¿Qué le ‘toca’ del teatro de Valle Inclán a Antonio Dechent?

No sé si considerarlo un elogio, pero alguien me dijo una vez que soy un actor esperpéntico -sale a relucir una grave y cálida risa que acompaña a buena parte de la entrevista- Valle Inclán es el padre y maestro mágico de todo lo demás. Me dedico a esto por no tener talento para inventarme las historias. Tengo que contar las historias que escriben otros. El lenguaje de Valle es el mayor placer que puede sentir un actor. Si fuera inglés diría Shakespeare, pero en España es nuestro dramaturgo por excelencia. Puedes hacer muchas veces la misma función, pero siempre encontrarás cosas nuevas. Define muy bien al género humano, cómo ve a las personas con ese crisol de ternura tan maravilloso.

Cuando leo el término ‘actor-obrero’ con el que se autodefine en algunas entrevistas me acuerdo de ver su nombre en 2006 por todas partes. Hasta en 4 películas en menos de dos meses, ¿Podría entender su vida sin un oficio tan absorbente?

Mi vida es bastante aburrida cuando no trabajo. Cuando más vivo estoy es cuando interpreto a otras personas. No me molesta estar trabajando de una forma tan intensa. Colaboro con un montón de proyectos por amor al arte. No puedo estar parado, me lo paso muy bien. Es lo que me mantiene vivo, igual es una forma de apagar mis carencias vitales, pero es lo que hay la verdad.

Uno de los últimos hitos de su excelsa carrera ha sido ese vendedor hastiado de la vida de A puerta fría

Ese señor mayor me salió muy bien. Fue una apuesta muy arriesgada. El personaje fue escrito para mi pensando en esa imagen de hombre castigado y duro que doy en cámara. Es un punto y aparte en mi carrera junto a mi trabajo en Smokin Room. Se rodó en mi Sevilla y no pude volver a mi casa a llevar mi vida familiar con mujer e hijos. Una experiencia muy absorbente y decidí por ello quedarme en el hotel. Paseaba por los mismos pasillos que el personaje y tomaba una caña en el mismo abrebadero que el personaje. Queda explícitamente marcado en pantalla ese cansancio físico y vital de este hombre que se queda atrapado en un callejón sin salida.

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Cine, teatro, pero también televisión, ¿Cómo fue la experiencia de La familia mata?

Fue durillo. Puede que pensasen en mi por ser una persona en apariencia divertida, pero la verdad es que a las seis y media de la mañana no tengo mucho de eso. Es una experiencia envidiable, tener un trabajo diario lo es. Eso sí, a veces tenía la sensación de que con más tiempo las cosas hubiesen salido mucho mejor. Conservo buenos amigos como Pepe Ruíz- al que vi en el patio de butacas el pasado martes- al que sigo llamando ‘Papá’.

¿En qué momento se le metió el veneno del teatro en el cuerpo a Antonio Dechent?

No lo recuerdo exactamente, el teatro siempre ha estado presente en mi vida desde que hacía teatro en el colegio y llegué a ser coordinador. Lo que sí recuerdo es que era una mente muy cambiante. Estudié Psicología, viví en Lisboa y he tenido multitud de trabajos de diverso pelaje, que combinaba muchas veces con la interpretación, que aún no era mi oficio. De vez en cuando me planteo hacer otras cosas, pero en el fondo… Me he dado cuenta de que solo sé hacer esto.

Supongo que el to play de los ingleses cobra aún más sentido cuando se trabaja con capa y espada en proyectos como Alatriste

Estoy encantado de hacer un trabajo tan íntimo como esta obra, pero amigo mío, me encantaría montarme en una nave especial y descubrir nuevos mundos…

Dejó la carrera de Psicología, pero ¿No le hubiesen venido bien esos estudios para conocer a los personajes o es la profesión de actor directamente una de locos o inconscientes?

Es mucho más loco lo de la Psicología que el trabajo de actor, algunos estudian para intentar entenderse a si mismos. Las carreras universitarias están anclados en la memorización. De hecho, sacaba unas notas estupendas, pero luego lo olvidaba, no adquirí ningún conocimiento la verdad. El conocimiento académico sirve para poco en esta profesión. Es el conocimiento de las personas el fundamento de este oficio.

¿Hacia dónde va un país que ‘acribilla’ su cultura con medidas como el 21%?

Según el ministro, la cultura no existe. El arte es entretenimiento por lo visto. Somos todos vedettes de revista según el ministerio. Hay que estar muy loco para hacer teatro en estos tiempos. De lo poco que me llevaría de la entrada, encima me quitan el 21%. Debo tener un problema por querer hacer algo con tanta pasión cuando sé que el rédito económico va a ser escasísimo. Esto viene de lejos. Me hace gracia que se llame subvención a las ayudas a la cultura. Hay ayudas en todos los sectores, incluido el de la banca, y a nadie le molesta precisamente por el término ‘ayuda’. Todo es un suma y sigue. Algunos nos llaman ‘titiriteros’ y se permiten el lujo de criticar el cine español sin ver ni una sola película. ¿Por qué quieren ser ignorantes? ¿Por qué se autolobotomizan? Es como si digo que no leo literatura traducida. No creo que les haga mucho bien esa actitud. Es una barbaridad.

Ha participado en decenas de cortometrajes, ¿Piensa que el futuro del largometraje está en manos de estos talentos emergentes?

Antes había que gastarse una pasta para hacer un corto, ahora hay una gran eclosión de pequeños cineastas con la revolución tecnológica. Algunos sí que lo conseguirán, pero otros se quedarán por el camino. Todos no van a conseguir triunfar. La semilla está ahí y hay gente muy buena en ese campo.

¿Cuál es el proyecto más inmediato de Antonio Dechent?

Estoy con Tomar Partido de Ronald Harwood, el guionista de El pianista y El Cuarteto. Es un texto maravilloso. Es sobre unos juicios paralelos a los Juicios de Nuremberg que se hicieron a la gente de la justicia y de la cultura. Es el espectador el que debe tomar partido y sacar sus propias conclusiones en este montaje.

Para acabar, ¿Con qué proyectos sueña Antonio Dechent?

No están las cosas para soñar… Con conseguir que me de para vivir con este montaje yo sería feliz. No quiero ser una estrella ni ganar mucho dinero. Soy un trabajador como bien dijiste antes. Estoy muy de acuerdo con el Papa Francisco cuando dice que no tener trabajo es indigno. Solo pido vivir de esto sin que me toquen las partes nobles.

El (excesivo) aquelarre conyugal de Álex de la Iglesia corona la taquilla

Llevamos unas semanas en que el cine español ha vivido el feliz acontecimiento de ver como La gran familia española se ha colocado como número 1 en taquilla. Ayer, se estrenaba Las brujas de Zugarramurdi y de nuevo nuestro cine se ha colocado en lo más alto de la taquilla, esperemos que siga la racha…

Tiene la capacidad este director, de los pocos en nuestro cine, de haber creado un universo propio con sus aciertos y sus… excesos. El director se sumerge en el mundo de la brujas sacando lo mejor y lo peor de si mismo como creador superlativo. Tras una espectacular escena de arranque con ¡Bob Esponja con una recortada en plena Puerta del Sol!, mira que le gusta Madrid como escenario de rodaje al director de La comunidad. Pues sí, Madrid es una ciudad «de cine», uno de los escenarios naturales más interesantes de nuestra geografía como ya demostró el cineasta en El día de la bestia. Y de ahí, con unos atracadores que simulan ser estatuas humanas de esas que poblan las calles del centro de Madrid, emprendemos la huida a Zugarramurdi, el lugar donde se dice que comenzó la brujería en España. Y conocemos a una tabernera que confiesa que a ella no le dan miedo las brujas, sino los hijos de puta. De la Iglesia, aún moderado, en estado puro. La frase la suelta una de las actrices más libres de nuestro país, Terele Pavez, sin duda alguna lo mejor de la cinta. La acompaña Carmen Maura en un registro muy diferente al que nos tiene acostumbrado últimamente. Pasa una cosa con las grandes, me da la impresión. Llega un momento en que, conscientes de lo buenas que son y los directores que se lo permiten, ponen el piloto automático en su modo de interpretación. Álex de la Iglesia hace divertirse a la actriz y eso se nota y mucho en su, de nuevo, gran trabajo interpretativo. Del resto del reparto destacar al siempre eficaz Enrique Villén, Manuel Tallafé y María Barranco, a la que se ve demasiado poco en el cine últimamente. Las cualidades interpretativas de Carolina Bang, como de costumbre, son limitadas. Curiosamente, Las brujas de Zugarramurdi funciona mejor como relato de un padre que intenta conseguir la custodia compartida que como excesivo aquelarre de brujas. De la Iglesia mezcla su realidad, es padre separado, con su universo de una forma que en ocasiones brilla y en otras se pasa de rosca. Todo transcurre de una forma brillante hasta que llegamos a la excesivamente alargada escena del aquelarre. Las primeras secuencias son de infarto, impecables técnicamente con un montón de extras y efectos especiales de gran nivel, pero cuando el chicle se estira, te termina explotando en las narices. Pienso sinceramente que esta cinta hubiese funcionado mucho mejor con un tijeretazo. A nivel global es una película notable, divertidísima… Una pena que, al final, los excesos del director en la indagación de su propio universo hagan que la cinta no sea redonda.

La vida no es una comedia musical

La vida de La gran familia española parece una almibarada comedia musical clásica al estilo Siete novias para siete hermanos, pero una serie de catastróficas desdichas convierten esta historia en una tragicomedia… como la vida misma. Sánchez Arévalo le toma el pulso a esta cinta llena de, marca de la casa, personajes ‘especiales’, ¿Qué decir de un niño que declara su amor eterno a los 10 años y se va a casar con su chica a los 18? ¿Y de un patriarca que parece sacado del citado musical? ¿Y de un personaje que solo se tranquiliza comiendo un quesito? Partiendo de la máxima de que lo normal en una familia es que no haya nadie normal nos regala una nueva cinta que va más allá de ese solaz esparcimiento que fue Primos. La gran familia española es una divertidísima comedia con poso y que, sin darnos cuenta, nos hace pasar de la carcajada sonora a una lagrimilla que nos cae en el tramo final de la misma. En el tramo cómico destaca un delirante diálogo en el que los contrayentes y los invitados dan unas réplicas de lo más delirantes. Y ese paso de la comedia al drama se hace con naturalidad como ocurre en nuestra propia vida. Y es que no todo son risas en nuestra existencia y eso lo sabe bien un creador con una mirada personal que consigue que esta película se convierta en algo más que una simple distracción de domingo por la tarde. Para ello se rodea de un puñado de ACTORES. Sí, encima elige bien los casts y es un director de actores espléndido. Todo lo tiene medido este creador en sus rodajes, algo de esto sé ya que tuve la suerte de trabajar como extra en Gordos y vi lo planificado que tenía todo en los rodajes. El pater familias de esta historia es uno de los mejores actores de este país, Héctor Colomé, cuya emoción nace de muy adentro, uno de esos intérpretes que consiguen hacer creíble lo increíble.

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Y su hijo mayor, el que se supone que tendría que llevar el rumbo familiar si su padre faltase, es otro actor talismán para Sánchez Arévalo, el magnético Antonio de la Torre que con una mirada es capaz de dejarte sin respiración. Les siguen a la zaga trabajos como el de Quim Gutiérrez. un actor que trabajo a trabajo ha ido evolucionando de una forma impresionante. En esta, además, se apunta el tanto de emocionar al público. El personaje de Roberto Álamo, otro intérprete con letras mayúsculas, nos remite inevitable a su también brillante trabajo en la obra De ratones y hombres, donde también hizo un papel de disminuido, pero en un registro mucho menos amable eso sí. Y siempre es un placer ver como los actores que se han curtido en los musicales, véase Miquel Fernández, empiezan a despuntar en el cine. Los que cada noche se desgarran sobre el escenario cantando, bailando y, sobre todo, interpretando. Talento en nuestros escenarios hay de sobra. Solo hay que ver cualquiera de los musicales que hay y habrá en cartel en los próximos meses. Un breve repunte referido a los actores que demuestran que no hay papel pequeño solo actores pequeños. Y los personajes de Raúl Arévalo, Rodrigo Poisón, Pilar Castro y Teresa Lozano demuestran el mimo con que Sánchez Arévalo elige a sus repartos. Todos están bien y eso no es fácil. Ojo a esa revelación que va a ser Patrick Criado y a su partenaire femenina, la bellísima y deslumbrante Arantxa Martí. Y al final cuando menos te lo esperas cantas el «Iniesta de mi vida» y ¿Te casas ese día? Eso solo lo sabrán si se pasan por el cine y disfrutan de este feliz reencuentro con el universo del director de Azuloscurocasinegro.

Javier Cifrián: "Cuando pisé el teatro por primera vez…Cupido me lanzó una flecha"

 “Me preguntaron que si eras famoso y yo les dije que no veía la tele”. A la orilla del mar, en una terracita costera de Santander, el camarero desconoce la identidad de nuestro entrevistado cuando unas jóvenes y su madre se acercan a Cifrián para pedirle una foto. Y eso que se ha convertido en una cara conocida no solo de la televisión, sino también del cine. En la pequeña pantalla nos ha hecho reír con Agitación + IVA y nos ha hecho sacar el Sherlock Holmes que llevamos dentro con Hermanos y Detectives. Esta historia de una pasión comenzó la tarde en que este cántabro descubrió El tartufo de Moliére y entonces el veneno del teatro se le quedó clavado en lo más hondo. Televisión, pero también cine. El próximo Oriente le abrió las puertas del Séptimo Arte de la mano de nada menos que Fernando Colomo. Aunque admite que hace menos teatro de lo que le gustaría por compromisos familiares, evocó recientemente sus tiempos de estudiante con la obra Roma en la Sala Azarte de Madrid. Ahora, le veremos por partida doble. En Vive cantando desde el próximo martes en Antena 3 será un futbolista retirado por una lesión. Una serie que ha conseguido emocionar al protagonista del cortometraje Oxitocina. Y solo un mes después vivirá una gran aventura evocando los tebeos de Zipi y Zape. 

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¿Cómo ha sido trabajar a las órdenes de Óskar Santos en Zipi y Zapi y el club de la canica?

Ha sido una experiencia fantástica. Aquí los protagonistas son los niños y Javier Gutiérrez. Mi personaje es de apoyo, pero a los actores nos gusta decir que no hay personaje pequeño. Trabajar con él ha sido una gran experiencia, tenía muy clara la película. Enriqueció muchísimo su dirección la idea que tenía yo sobre el personaje y la puesta en escena de cada secuencia de la película. 

Haces de un profesor de gimnasia tartamudo, ¿Ha sido difícil huir de los clichés?

Hemos huido de buscar la comicidad a través de su tartamudez. No queríamos que se convirtiese en un motivo de chufla. Tiene ese defecto debido a una timidez casi enfermiza, tiene sus motivos. Me preparé con un logopeda y con la ayuda de algunos amigos intenté encontrar la verdad del personaje. Falconetti impone un régimen carcelario en el colegio y mi personaje apuesta por un modelo de educación muy diferente. Él quiere que los niños crezcan en un entorno sano, lleno de valores. Como es muy diferente su punto de vista al de las altas instancias de la institución, de alguna forma chocará con ese sistema y, por ello, será relegado a un segundo plano.

Me comentaba Javier Gutiérrez que más que una adaptación fiel al espíritu de los tebeos era una traslación de ese universo al género de aventuras y misterio de películas familiares como El club de los cinco o Los Goonies...

Totalmente. Es importante señalar que no es una adaptación de ninguno de los tebeos, es una historia totalmente nueva. Una historia familiar llena de misterio y muchas aventuras.

Vive cantando es más que una comedia… una tragicomedia como la vida misma en donde has tenido la oportunidad de interpretar un personaje, Mariano, con el que por fin vas a explotar tu vena más dramática…

Es una comedia dramática. Pretende reflejar un estrato de la vida social de nuestro país. Vemos cómo afrontan los problemas en un barrio bajo el prisma de un director que imprime su alma en cada proyecto, Miguel Albadalejo. Mariano es un hombre noble venido a menos. Es un ex jugador del Rayo Vallecano que tuvo que dejarlo todo por una lesión. Entonces, cambiará su vida completamente cuando monte el “Bar El Caño”. Empieza a ver la vida de otra manera. El triunfo nubla a la gente, pero él se ha dado cuenta de que la vida real es muy difícil de llevar. Tengo que dar las gracias por esta ‘golosina’ de personaje. Es una suerte tener un personaje dramático… sin abandonar la comedia eso sí. Esta serie me gusta por reflejar que no todo en la vida es drama ni todo es comedia. Y la guinda a esos guiones lo pone que nos hacen cantar… 

Precisamente, ¿Es el karaoke se convierte en el punto de encuentro de los personajes verdad?

Sí, desde luego, aunque en mi caso yo tengo mi propia localización que es el bar. El karaoke, el bar y las casas de los vecinos del barrio van a ser las principales localizaciones.

Hablaba hace unos días con toda una veterana de las tablas como Aurora Sánchez que decía que era difícil a veces que la vieran en otro tipo de papeles, ¿Has tenido miedo al encasillamiento?

Para nada, ¿Alguna vez le dijeron a Humphrey Bogart que estaba encasillado? Lo dudo. Por esa regla de tres, un fontanero también lo está. Yo creo que lo importante son los guiones. Si estás especializado en comedia, bienvenido sea. A mi de todas formas, me gusta más la comedia. Me lo paso muy bien la verdad. Y si haces drama al final sufres. De todas formas pienso que los actores que somos capaces de hacer reír podemos hacer llorar más fácilmente. Estoy seguro que va a sorprender al público mucho si logro conmoverlos con mi personaje en la serie, aunque es un placer que me reconozcan por ser un actor que les hace pasar buenos momentos. 

Volviendo a Vive cantando en el reparto se encuentran veteranos como Manuel Galiana que se mezclan con una debutante como Roko, ¿Va a ser una mezcla explosiva de intérpretes?

Desde luego y Roko va a ser la revelación de la serie. Tiene cierta formación como intérprete y eso se nota en cada una de las canciones que interpreta. Lo ha trasladado a la interpretación y hace un trabajo realmente bueno en la serie. 

Y si te ocurriese como a Mariano y tuvieses que dejar tu profesión, ¿Podrías entender tu vida sin este oficio y ‘conformarte’ con otra cosa?

Está claro que algo muy trágico le tiene que pasar a un actor para que deje su oficio. La verdad es que nunca me lo he planteado y espero no tener que hacerlo nunca. Sería algo realmente duro para mi. 

"Vive cantando", una de las grandes apuestas de Antena 3 para esta temporada.
«Vive cantando», una de las grandes apuestas de Antena 3 para esta temporada.

Previamente tuviste dos experiencias reseñables en la pequeña pantalla, Hermanos y detectives y Agitación + IVA, ¿Cómo recuerdas esos dos trabajos televisivos?

Agitación + IVA ha sido mi niño pequeño, mi primera experiencia en el primetime. Tengo un recuerdo maravilloso de esa época llena de grandes compañeros y amigos. Es un producto que habla por si solo. Nos divertíamos mucho grabándola. Me levantaba todos los días con una sonrisa por ir a pasármelo bien con mi trabajo. La verdad es que soy un afortunado. Nunca he tenido la sensación de ir a trabajar. Intento que cada experiencia sea un juego. En el programa la clave del éxito estaba en que nuestros sketches llegaban a todo tipo de públicos. Una persona se podía ver identificado con uno y otras con otro. Me siento muy orgulloso de que la gente la siga recordando con cariño gracias a las reposiciones de La 7. Con Hermanos y Detectives tuve mi primer gran trabajo en televisión, tengo un gran cariño a esa serie y a mis compañeros. 

Saltamos al cine donde debutaste con El próximo Oriente, ¿Cómo fue trabajar a las órdenes de uno de los grandes de nuestro cine, Fernando Colomo?

Trabajar con él ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Como es arquitecto, tiene la película pensada a la perfección. Como vivíamos muy cerca, nos íbamos juntos al rodaje. Todos los días le preguntaba si le había jodido la película y él me contestaba que estaba muy bien. Lo que pasa es que yo tenía muy poca confianza. Mi experiencia había sido televisiva y el cine es un medio mucho más lento, pero me gusta mucho poder preparar el personaje con detenimiento. En televisión solo se repite por motivos de fuerza mayor, pero el cine es mucho más detallista. 

Y del cine al cortometraje donde has participado en trabajos como Oxitocina de José Luis Santos, ¿Crees que el cortometraje es el mejor campo de pruebas de los jóvenes talentos?

Desde luego, no hay un director de cine que no haya hecho cortometrajes. Es fundamental que reciban apoyos. Deberían saber algunos de los que mandan que apoyar la cultura es sinónimo de buena imagen de un país fuera de nuestras fronteras. El mundo del cortometraje es muy diferente al del cine solo a nivel de medios. Yo venía de rodar Zipi y Zape, una superproducción, y, de repente, pasar a un corto con 600 euros de presupuesto es algo mágico. Entonces salir a pagar la OLA del coche se convierte en la principal preocupación. Es un contraste maravilloso. Estoy abierto a cualquier tipo de proyectos, son los guiones lo que me atrapa. Eso me pasó con José Luis. Me llegó el guión por alguien al que tengo muchísimo cariño como es mi amigo Paco España de Sotocine y al leerlo no pude decir que no.

Y del corto al teatro, medio en el que has participado recientemente en la obra Roma, donde una sala como Azarte os llevaría a un contacto directo con el público, ¿Cómo fue respirar con el público?

Me llevó a otro tiempo. Recordé la época en que hice teatro bar durante la carrera de Arte Dramático. Es casi otro género. Estar en una sala alternativo es algo que no tiene comparación. Oyes la respiración y, si tienes los sentidos bien agudizados, puedes escuchar los latidos de su corazón. Tiene una magia muy especial. 

Me imagino que tus comienzos estarían ligados precisamente al teatro aquí en Cantabria, ¿No?

Te sorprenderá, pero nunca me he subido a un escenario en Santander. Un amigo me invitó al teatro y a los cinco minutos ya sabía qué hacer con mi vida. Quería ser actor. El veneno del teatro se quedó muy dentro de mi. Con El Tartufo de Moliere, Cúpido me lanzó una flecha y aún hoy la tengo clavada en el corazón. Cuando llevo tiempo sin trabajar, me doy cuenta de que lo necesito, es algo totalmente vocacional. Después de esa función, me apunté a la escuela del Palacio de Festivales y comencé con el curso ya empezado. Al acabar el año académico, me apunté a la escuela de Arte Dramático de Canarias, ideal para trabajar con profesores de toda Europa. 

Y si miramos hacia el futuro, ¿Con qué sueña Javier Cifrián?

Mi sueño más inmediato es que el público disfrute como yo lo hago con Vive cantando. Es la primera vez en mi vida que me emociono leyendo un guión. Se me caían las lágrimas cuando me llegaron los dos primeros capítulos a casa. Y por supuesto espero que funcione Zipi y Zape, ya que tiene una factura que parece una película de Hollywood. Estoy superorgulloso de haber participado en esa película.