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Me levanto triste. Se ha ido Amparo Baró, uno de esos nombres imprescindibles en nuestra escena. Yo fui uno de los afortunados que pudo disfrutar de su triunfal regreso a las tablas con Agosto, Condado de Osage. Ese montaje sin duda ha sido el gran acontecimiento teatral de los últimos años. No todos los días se podía ver sobre un escenario a alguien que sabía pisar el escenario con la decisión y la entereza de ‘La Baró’. Grabado en la retina quedará su enfrentamiento con Carmen Machi, otra digna heredera de esta actriz de raza a la que acompañaba mi admirada Irene Escolar. Desde entonces, he soñado con una reposición de Agosto por la posibilidad de volver a verla sobre el escenario. Ya no será posible. Tampoco será posible la entrevista que me hubiese encantado hacerla. Al menos me quedo con ese momento que me hizo vivir en el Teatro Valle Inclán, cuando las luces se apagaron y Amparo Baró mutó en ese personaje al que llenó de vida, ¿Y qué es el teatro más que la narración de la propia vida? Gracias por ese momento, por regalarnos un trocito de tu alma en la piel de Violet. Y recuerda, tenemos una entrevista pendiente, Amparo.
A la salida del Valle Inclán en uno de esos días en que el TEATRO te llena de una forma única.
Es difícil contar algo nuevo sobre alguien como Blanca Portillo. Me podría referir una vez más a su trayectoria ascendente en teatro, cine y televisión. Podría decir que ha trabajado con Almodovar, Tomaz Pandur o Milos Forman entre otros. Podría citar incontables premios como el Nacional de Teatro. Creo que todo ello la hacen merecedora de ganarse el sobrenombre de ‘La Portillo’, como las grandes, al más puro estilo de Nuria Spert. Ella pasará a la historia de nuestra escena no solo por sus trabajos en los que demuestra una y mil veces su superlativo talento, sino por el amor que profesa por su oficio. Y parece hacer suya la frase de su querido Asier Etxeandia: «Para mí el amor es un teatro lleno». Y precisamente, sobre las tablas comparte emociones o, mejor dicho, risas con Fisterra, un texto que se podrá ver el viernes y el sábado en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao. Un lujo que sea la segunda en pasar por Tras la emoción compartida. Pero no se olvida de su Segismundo, que retomará en el Pavón el 19 de marzo. No sabemos si todo podría haber sido un sueño desde que la empezamos a querer en 7 Vidas, pero lo que no queda ninguna duda es que si ella ha llegado a lo más alto es gracias a su constancia y saber hacer encima de los escenarios. Un placer tenerla DESDE MI BUTACA 6 años después, ¡Cómo pasa el tiempo!, de que la entrevistase en un céntrico hotel santanderino durante las representaciones de Afterplay. Siéntense en sus butacas y disfruten de la pura sabiduría de esta maga de la escena.
Fotografía de Javier Naval.
Después de unos años, teatralmente hablando, en que la comedia no ha sido precisamente una cosa continuada en su carrera, ¿Por qué ha aceptado un proyecto como Fisterra?
Pues precisamente por eso. Porque llevaba mucho tiempo sin hacer comedia y me apetecía mucho volver a escuchar la risa del público.
Se incorpora además con la peculiaridad de que el montaje estaba ya muy rodado, ¿Ha sido difícil amoldarse a alguien como Ángeles Martín que ya tenía el espectáculo ‘rodado’?
Todo lo contrario. Trabajar con Ángeles es muy fácil y, además, es una gran profesional, consciente de que, cuando un actor nuevo se incorpora a un espectáculo ya hecho, eso influye en su trabajo. Se ha adaptado y me ha regalado momentos maravillosos. Es una gran compañera y una gran profesional.
¿Qué siente Blanca Portillo Tras la emoción compartida en Fisterra? ¿Se lleva supongo una energía muy diferente a la que tenía con La vida es Sueño no?
Lógico, son obras muy diferentes y personajes muy distintos. No se pueden comparar. Fisterra me deja una energía muy lúdica, con una satisfacción enorme por escuchar la risa del público.
Volviendo precisamente al Segismundo, le ha traído un reconocimiento que, supongo, tendrá como uno de los más queridos de su carrera, el Premio Nacional de Teatro, ¿Qué le vino a la cabeza cuando le dieron esa noticia?
Pues la verdad es que no me lo creía. Fue muy emocionante. Pero no creo que sea el premio más querido. Tengo la fortuna de haber recibido unos cuantos y todos ellos tienen algo muy especial para mí.
Viendo el éxito de Carmen Machi o el suyo propio y el de tantos actores de 7 vidas, ¿Piensa que esa serie ha sido «el mejor trampolín» para dar a conocer a muchos intérpretes que sin la ayuda de la tv no hubiesen llegado a ser lo que son hoy?
Es obvio que la televisión la ven muchas más personas, eso es un hecho incuestionable. Pero creo que también influyó el hecho de que, en Siete Vidas, éramos todos gentes de teatro, con un curriculum detrás y eso, junto a unos excelentes guiones, hizo que mereciera el cariño y el respeto del público. Yo, personalmente, no sé si no hubiese «llegado a ser lo que soy”. En cualquier caso, lo que hubiera sido, estaría bien. Pero le aseguro que la televisión no es un seguro de continuidad profesional, ni muchísimo menos. Cuando la gente valora una serie, luego hay que seguir trabajando y haciéndolo bien, porque si no no llegas a ningún lado, desapareces…
Su trabajo de construcción de personaje en la reciente Niños robados demuestra que se pueden hacer grandes trabajos en la pequeña pantalla, ¿Qué nota le pondría a nuestra ficción?
En televisión se pueden hacer grandes trabajos. Yo creo que tenemos una muy buena ficción, prueba de ellos es que son muchos los países que compran nuestras series y se está empezando a coproducir con otros países. Es injusto que no sepamos valorarla. Yo le pongo una nota alta, sin duda.
Cine, televisión, pero ante todo TEATRO, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Blanca Portillo?
Porque el público está ahí, a tu lado, para decirte si le has convencido o no.
Y si miramos hacia el futuro, ¿Qué proyectos tiene y con que proyectos sueña?
Sueño con lo mismo que soñaba cuando salí de la Escuela de Arte Dramático: seguir trabajando en esto. Y proyectos… pues… muchos, ¡Afortunadamente! Dados los tiempos que vivimos es un auténtico lujo.
Hace tiempo que quiero escribir sobre nuestras series. Es conocido por los lectores más fieles mi querencia por las series de Bambú y un programa del Plus, España en serie, me parecía una buena escusa para reivindicar la calidad de nuestro ficción televisiva. A través de cuatro episodios, la cadena de pago mostrará la riqueza de nuestras series con testimonios de actores y creativos detrás de éxitos como Crematorio, Farmacia de Guardia, Pulseras Rojas, Águila Roja…
Parece que somos poco dados a hablar bien de lo que se cuece en nuestra industria. Algunos solo ven series americanas, que son los que más saben de estas cosas. Por supuesto que es imposible igualar a la ficción norteamericano, ya querrían las productoras tener la mitad de presupuesto que The Newsroom por poner un ejemplo. El mérito de nuestra ficción es conseguir productos dignos con presupuestos muy ajustados. Y, a veces, hasta se consiguen productos de la calidad de la HBO, véase Crematorio, un producto televisivo de una calidad inconmensurable. Una producción brillante con un reparto magnífico y unos guiones indiscutiblemente sensacionales. Precisamente son sensacionales por ser el reflejo de lo que somos como sociedad. Refleja un momento concreto de nuestra historia de una forma descarnada, cruda y lo hace con maestría, ¿Cómo no recordar el reciente pelotazo inmobiliario y todos esos que se lo llevaron ‘a manos llenas’ ? Todo ello redondeado con el quizá sea el mejor trabajo de Pepe Sancho, un actor de raza al que echamos y mucho de menos.
Más allá de ese bendito milagro de la televisión de pago, hay buenos ejemplos de ficción de calidad- me dejaré alguna por el camino seguro- que arrasan fuera de España. Es uno de los puntos que se resalta en la serie, aún por estrenar, del Plus. Series como El internado, Aquí no hay quien viva o Los serrano triunfan en países tan aparentemente diferentes a España como Rusia y, ojo al dato, ¡Finlandia! Incluso hacen versiones autóctonas de nuestras series, ¿Tan malas no serán no? Por intentar ordenar un poco este artículo, me referiré a la línea de ficción de las tres principales cadenas.
La 1. Siempre se ha dicho que el perfil del público de la cadena de todos los españoles es tirando a edad avanzada. Si eso quiere decir calidad, compro. Creo que es la cadena de la que más series he seguido. Desde luego Cuéntame cómo pasó me parece un producto brillante, pero también me lo pareció Desaparecida, una de las mejores series producidas en España sin ninguna duda. Detrás de esa serie se encontraba Ramón Campos, uno de los creativos televisivos a los que más admiro. Una producción de primera con un reparto de calidad superlativa. Carlos Hipólito, Luisa Martín y Miguel Ángel Solá, palabras mayores. No sigo Isabel ni Águila Roja, no me han enganchado, pero admito el mérito de levantar producciones así. Y volvemos a Campos. Gran Reserva, culebrón de viñedos con buenos guiones, un nivel de producción de primera y un reparto… ¿Quién sería capaz de juntar a Emilio Gutiérrez Caba, Ángela Molina, Manuel Galiana y Gloria Muñoz? Otros productos dignísimos han sido Amar en tiempos revueltos y Herederos o cómo hacer un culebrón con estilo y elegancia. Otra serie fantástica, Pelotas, estuvo dos temporadas en antena y podría haber durado bastante más. Gran trabajo del tándem Juan Cruz- José Corbacho. Otra más, Mujeres, vista por La 2 y La 1. Una serie gracias a la cual descubrí a actores maravillosos como Inma Cuevas, Carmen Ruiz o Victor Clavijo.
Antena 3. La cadena de Farmacia de Guardia, sin duda un punto y aparte en nuestra ficción, ha optado por series de diversa temática. Comedias como la brillante Aquí no hay quien viva o incluso misterio, véase El internado o Luna, el misterio de Calenda. Bambú, la productora de Ramón Campos, ha producido Hispania, Imperium y Gran Hotel entre otras series para la cadena. Hispania e Imperium, dos producciones difíciles de levantar en plena crisis. Para la segunda, que lamentablemente no funcionó, se fueron a rodar a los míticos estudios Cine Cittá. El hotel cerrará sus puertas muy pronto también. Concha Velasco, Adriana Ozores, Manuel de Blas, Juan Luis Galiardo y recientemente Lluís Homar. Solo por ver los últimos minutos en pantalla de Galiardo junto a la Velasco ha merecido la pena seguir esta serie. También me gusta actualmente Con el culo al aire, verdadera picaresca de nuestros tiempos con unos fantásticos Paco Tous, Carmen Ruiz y Raúl Arévalo.
Telecinco. Quizás sea la cadena en la que menos series he seguido. Médico de familia, Cámera café y poco más. Bueno, 7 vidas, la mejor sitcom producida en España, sin ninguna duda. Y actualmente también sigo las aventuras de los inquilinos de Mirador de Montepinar, véase La que se avecina.
Tv movies. En este último bloque me refiero a las películas para televisión. En este campo hay varios ejemplos de brillantez. Empecemos por la reciente Carta a Eva. Buen reparto, buen guión y, importante, un nivel de producción a la altura de una película hecha para la pantalla grande. Lo mismo podría decir de 23 F, Los últimos días de Franco, Tarancón y El Solitario entre otras. Funcionan relativamente bien a nivel de audiencia y crean industria. Ya estoy deseando ver Concepción Arenal, la visitadora de cárceles con Blanca Portillo.
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Un profesor que utiliza las canciones de los Beatles para enseñar inglés en la España de 1966, se entera de que John Lennon está en Almería rodando una película. Decidido a conocerle, emprende el camino y en su ruta recoge a un chico de 16 años que se ha fugado de casa y a una joven de 21 que aparenta estar también escapando de algo. Entre los tres nacerá una amistad inolvidable.