«Veneno» o el triunfo de la televisión de antes con la mirada puesta en los lenguajes del presente

Es paradigmático o quizás… no tanto que las series que más haya disfrutado en este infausto 2020 hayan salido de las entrañas de la tele convencional, esa que ya no molaba. En este contexto en que lo «cool» lleva sello yanki, se llame HBO, Netflix o en menor medida Prime- aunque se ha colocado por su catálogo en una de mis plataformas favoritas-, me he enganchado a El nudo, La Valla y Veneno, tres ficciones de la plataforma de streaming de Antena 3 que, en dos de los casos, finalmente se están emitiendo también en la parrilla de la cadena «convencional» y la tercera terminará llegando también a la pequeña pantalla. Hoy Veneno salta en sus dos primeros episodios a Antena 3 mientras estoy acabando de escribir este post.

Ayer, como cuando nos reuníamos a ver el final de Aquí no hay quien viva, Los Serrano, Farmacia de Guardia o Médico de familia, muchos espectadores esperamos a la hora de la Cenicienta, que tanto marcó a Cristina ‘La Veneno’, para degustar kleenex en mano del desenlace de Veneno. Volvió la televisión evento que ya creíamos olvidada en una época marcada por las series que se suben ‘del tirón’ y que devoramos tan rápido como olvidamos cuando nos dan otro atracón de una serie atractiva para nuestros gustos. Veneno ha sido un evento en cada capítulo, semana a semana y es que los domingos era el día clave en que los seriófilos -por llamarnos de alguna forma- hemos estado ahí pegados con la posibilidad de apaciguar aún más nuestra hambre de buena televisión con ración de la estupenda Patria que solo por disfrutar de Elena Irureta ya nos ha enganchado.

Recuerdo cada momento de aquel primer capítulo que ya reseñé – en pleno confinamiento- de Veneno. Esa mirada a esa tele de los 90 que en alguna ocasión- siempre a escondidas desde el pasillo- confieso haber visto con una edad impropia y sin entender muy bien lo que ocurría, solo recuerdo que te llevaba a otro lugar que la parrilla diurna no te trasladaba. Antes que teatrero o cinéfilo fui un niño eminentemente televisivo que devoraba todo tipo de contenidos incluso del prime time y de los primeros minutos de late night. De repente ver Veneno me ha llevado a ese momento que una parte de la sociedad quiere casi como confesar que no ha existido. Entre el morbo y la caspa hecha con mucha gracia y en parte sin malicia, pero que sin duda aportaron mucha más creatividad televisiva que los chabacanos programas morbosos de la actualidad a los que soy incapaz de engancharme entre supervivientes, tentaciones y gente sin interés, oficio ni beneficio ni mucho menos gracia.

Veneno es la constatación de varias cosas. La primera que la televisión de emisión semanal no ha muerto, ni muchísimo menos. Llevamos comentando muchos meses la serie de ‘Los Javis’. La segunda, que en el fondo aquella televisión de los 90 nos sigue enganchando como sociedad, aunque adaptada a los lenguajes y los mensajes que imperan ahora. Sí, muchas señoras de Cuenca sabían sin darse cuenta lo que era un transexual o un ‘travestí’ como se decía entonces. La tercera, que a veces los prejuicios – ¿de verdad era necesaria una serie sobre ‘La veneno’? se preguntaban muchos- se caen con solo un par de fotogramas de un producto televisivo tan redondo de principio o fin, encabezando sin duda mi ránking de ficción televisiva de este 2020, que parece escrito por el mismísimo Stephen King.

Voy con una de las claves del éxito de Veneno, de incontestable interés para propios y ajenos al universo de Cristina, y es su tono. Entre la comedia más desenfadada -como las propias y esperpénticas apariciones de la musa de Pepe Navarro en tv- mezclado con la dosis justa de drama hondo y, por supuesto, esa especie de realismo mágico que impregna por ejemplo el soñado funeral de la protagonista de este crudo cuento de hadas que como en las historias nada edulcoradas en las que se basarían las películas Disney tiene por supuesto sus luces y sus sombras. Y sí, nuestra particular Cenicienta que tantas veces le pidió a su Paca ver la cinta del zapatito perdido, también tuvo sus luces con sus picos de éxito. Como reza la canción de Leiva: «nunca debiste cruzar el Mississippi» o ¿Quizás sí? La serie deja a juicio del espectador determinar si la fama solo trajo cosas malas a la vida de excesos de Cristina Ortiz.

Con este tono tan bien equilibrado, Javier Calvo y Javier Ambrossi han demostrado una madurez creativa que, estoy seguro que es solo el comienzo de un futuro prometedor. Con respeto y cariño por el personaje, se han rodeado de personajes que en algunos casos no se habían puesto nunca delante de una cámara pero que dan una verosimilitud al relato cuando confluyen con actores de primera fila que aparecen por la serie aunque sea simplemente para hacer un pequeño papel episódico o cameos como los que hacen los personajes reales, desde Pepe Navarro a Machús Osinaga- a ver si la encuentran- o Valeria Vegas. Del reparto de secundarios de lujo me quedo con Elvira Mínguez, Maite Sandoval- a la que también pueden ver en la excelente Señoras del Hampa– y Lola Dueñas, sin olvidarme de Israel Elejalde que sin imitar a Navarro…se convierte en él y un irreconocible Jorge Usón.

Para mí, las reinas de esta particular fiesta televisiva son dos, en diferente tono. Me refiero a ‘Paca la piraña’ interpretándose a sí misma como si las cámaras hubiesen sido lo suyo siempre y la actriz Isabel Torres. La intérprete se ha llevado el aplauso de público y crítica interpretando la etapa menos mediática de ‘La Veneno’ en en sus últimos años. Nos ha cautivado en cada plano con esa luz que ha desprendido incluso tras conocer el cáncer que le han diagnosticado en este infausto año. Les recomiendo su paso por Late Motiv para saber un poco más sobre ella.

-Tienes más info sobre la serie en este post del blog de junio.

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Los Javis celebran el Orgullo con su ‘Cenicienta’ particular

  • Alerta Spoiler: El primer párrafo hace referencia a distintos pasajes del segundo episodio de Veneno, por lo que te recomendamos ver el episodio antes de leer la crítica

Érase una vez un niño, Joselito, que era la oveja negra de un pueblo en blanco y negro. Él quería sacar lo que llevaba dentro. Se vestía con la ropa de su madre, cuyo amor nunca creyó encontrar. Ella castigaba sus actitudes que consideraba se salían de la norma, del rebaño de ese pueblo anclado en el pasado. Como si fuera la madrasta de un cuento de hadas de la que sabía nunca iba a conseguir afecto, el joven Joselito decidió salir a esas calles en las que le gritaban ‘maricón’ junto a su buen amigo Manolito decidido a ser quien quería ser. Una noche aciaga en su localidad natal antes de sonar las 12 y perder el zapatito de cristal, todo acabó mal y la que su madre había pintado como la mala del cuento, como la bruja que quería engatusarlo, tornó en hada para reivindicar también al tío de ese niño que luchaba por ser quien quería ser en un lugar hostil para el ‘diferente’ del que sí, no le quedará más remedio que salir huyendo.

Este podría ser el comienzo de la historia de ‘La Veneno’ o quizás no. En la narrativa del segundo episodio de Veneno, ‘los Javis’ han querido dejar claro que se trata de una ficción basada en las memorias del célebre personaje televisivo que ya de por sí, estaban bastante ‘exageradas’, como lo era la protagonista de este cuento de hadas que disfrutaba como una niña en sus últimos años sentada delante del televisor disfrutando de La Cenicienta. Vemos ese toque de ficción buscada en momentos como cuando nuestra protagonista fantaseaba diciendo que había 4000 prostitutas en su zona de acción, hecho que contradicen sus compañeras que dicen que no pasarían de las 40.

Sea realidad o «fruto del desarrollo creativo y adaptación para la creación de la obra», lo que queda claro es que Veneno va a ser -por favor, reactiven el rodaje para tener más capítulos, se lo ruego- el proyecto más profundo de ‘Los Javis’ hasta la fecha. Más allá del mensaje reivindicativo, necesario más que nunca ante las ideologías opresoras que quieren imponer su realidad cerrada, Veneno es un estupendo producto de ficción que aporta y mucho a la ficción española. Un ‘pelotazo’ para AtresPlayer Premium tras las excelentes El Nudo y La Valla y la entretenida Benidorm. Un último apunte, el reparto de nuevo vuelve a brillar desde los dos protagonistas infantiles a Paca ‘La Piraña’- recomiendo su Paca ‘La Piraña’ ¿Dígame? para echarse unas risas tras este duro episodio- y ante todo y por encima de todo Isabel Torres, una actriz superlativa que le ha tocado encarnar la edad más difícil de la otrora estrella de Pepe Navarro. Cuando vean el capítulo, sabrán qué momento me ha emocionado de su excelente trabajo. La intérprete sabe combinar a la perfección la memoria ‘fantasiosa’ de Cristina con la emoción más verdadera cuando se le remueve algo muy profundo en sus adentros.

Hoy más que nunca, Feliz Orgullo de ser quien cada uno quiera ser. Bendita ‘Veneno’, ¡Cuántas lecciones sigue dando a los intolerantes incluso años después de su muerte!

Yo vi a Lope de Vega en Prime Time

Cuando TVE decidió cambiar de día El ministerio del tiempo a las primeras de cambio sinceramente no me pareció una buena estrategia. Y más si has conseguido un resultado correcto en la primera marca de audiencia. Además del cambio de día, la pública se enfrentó a un estreno de TeleVasile: Los nuestros. El resultado es que la audiencia bajó. Vale que el dato no es estrepitosamente malo, pero una serie de la calidad de El ministerio del tiempo merecería grandes datos de audiencia. Aunque pensándolo bien, ¿No son los espectadores habituados a la ficción extranjera los que están elogiando especialmente la serie?, ¿No son precisamente ese tipo de productos los que se consumen mayoritariamente en nuestro país a través de la red?, ¿Sherlock tiene audiencias millonarias en España? Me temo que no, que Sherlock es un producto para (amplias) minorías aquí.

Ahora bien, ¿No debería nuestra cadena pública regirse principalmente por la calidad? Vale que el público manda en la ley de la selva televisiva, pero estoy seguro que El ministerio del tiempo va a encontrar su sitio. Puede que no sea el de los grandes números- que sólo deberían obsesionar a las privadas- pero sí el de un público fiel y entregado a la ficción. Otra cosa importante y que no se nos debe escapar es que esta serie puede tener vida más allá de nuestras fronteras, es un producto televisivo tan exportable como cualquier serie de la HBO. Anoche vi a Lope de Vega en Prime Time (en la piel de un espléndido Víctor Clavijo) y no, no fue un sueño de Resines. Fue la demostración de que se puede hacer ficción con mayúsculas en nuestro país. Muchas felicidades a Javier Olivares y a su hermano Pablo por luchar y sobre todo por SOÑAR que una historia así podría realizarse en España. Deseando que llegue el próximo lunes para abrir una nueva puerta- esa que nos llevará a una hipotética entrada de España en la 2ª Guerra Mundial- de El ministerio del tiempo.

emdt

Series made in spain

Hace tiempo que quiero escribir sobre nuestras series. Es conocido por los lectores más fieles mi querencia por las series de Bambú y un programa del Plus, España en serie, me parecía una buena escusa para reivindicar la calidad de nuestro ficción televisiva. A través de cuatro episodios, la cadena de pago mostrará la riqueza de nuestras series con testimonios de actores y creativos detrás de éxitos como Crematorio, Farmacia de Guardia, Pulseras Rojas, Águila Roja

TELEVISOR

Parece que somos poco dados a hablar bien de lo que se cuece en nuestra industria. Algunos solo ven series americanas, que son los que más saben de estas cosas. Por supuesto que es imposible igualar a la ficción norteamericano, ya querrían las productoras tener la mitad de presupuesto que The Newsroom por poner un ejemplo. El mérito de nuestra ficción es conseguir productos dignos con presupuestos muy ajustados. Y, a veces, hasta se consiguen productos de la calidad de la HBO, véase Crematorio, un producto televisivo de una calidad inconmensurable. Una producción brillante con un reparto magnífico y unos guiones indiscutiblemente sensacionales. Precisamente son sensacionales por ser el reflejo de lo que somos como sociedad. Refleja un momento concreto de nuestra historia de una forma descarnada, cruda y lo hace con maestría, ¿Cómo no recordar el reciente pelotazo inmobiliario y todos esos que se lo llevaron ‘a manos llenas’ ? Todo ello redondeado con el quizá sea el mejor trabajo de Pepe Sancho, un actor de raza al que echamos y mucho de menos.

Más allá de ese bendito milagro de la televisión de pago, hay buenos ejemplos de ficción de calidad- me dejaré alguna por el camino seguro- que arrasan fuera de España.  Es uno de los puntos que se resalta en la serie, aún por estrenar, del Plus. Series como El internado, Aquí no hay quien viva o Los serrano triunfan en países tan aparentemente diferentes a España como Rusia y, ojo al dato, ¡Finlandia! Incluso hacen versiones autóctonas de nuestras series, ¿Tan malas no serán no? Por intentar ordenar un poco este artículo, me referiré a la línea de ficción de las tres principales cadenas.

La 1. Siempre se ha dicho que el perfil del público de la cadena de todos los españoles es tirando a edad avanzada. Si eso quiere decir calidad, compro. Creo que es la cadena de la que más series he seguido. Desde luego Cuéntame cómo pasó me parece un producto brillante, pero también me lo pareció Desaparecida, una de las mejores series producidas en España sin ninguna duda. Detrás de esa serie se encontraba Ramón Campos, uno de los creativos televisivos a los que más admiro. Una producción de primera con un reparto de calidad superlativa. Carlos Hipólito, Luisa Martín y Miguel Ángel Solá, palabras mayores. No sigo Isabel ni Águila Roja, no me han enganchado, pero admito el mérito de levantar producciones así. Y volvemos a Campos. Gran Reserva, culebrón de viñedos con buenos guiones, un nivel de producción de primera y un reparto… ¿Quién sería capaz de juntar a Emilio Gutiérrez Caba, Ángela Molina, Manuel Galiana y Gloria Muñoz? Otros productos dignísimos  han sido Amar en tiempos revueltos y Herederos o cómo hacer un culebrón con estilo y elegancia. Otra serie fantástica, Pelotas, estuvo dos temporadas en antena y podría haber durado bastante más. Gran trabajo del tándem Juan Cruz- José Corbacho. Otra más, Mujeres, vista por La 2 y La 1. Una serie gracias a  la cual descubrí a actores maravillosos como Inma Cuevas, Carmen Ruiz o Victor Clavijo.

Antena 3. La cadena de Farmacia de Guardia, sin duda un punto y aparte en nuestra ficción, ha optado por series de diversa temática. Comedias como la brillante Aquí no hay quien viva o incluso misterio, véase El internado o Luna, el misterio de Calenda. Bambú, la productora de Ramón Campos, ha producido Hispania, Imperium y Gran Hotel entre otras series para la cadena. Hispania e Imperium, dos producciones difíciles de levantar en plena crisis. Para la segunda, que lamentablemente no funcionó, se fueron a rodar a los míticos estudios Cine Cittá. El hotel cerrará sus puertas muy pronto también. Concha Velasco, Adriana Ozores, Manuel de Blas, Juan Luis Galiardo y recientemente Lluís Homar. Solo por ver los últimos minutos en pantalla de Galiardo junto a la Velasco ha merecido la pena seguir esta serie. También me gusta actualmente Con el culo al aire, verdadera picaresca de nuestros tiempos con unos fantásticos Paco Tous, Carmen Ruiz y Raúl Arévalo.

Telecinco. Quizás sea la cadena en la que menos series he seguido. Médico de familia, Cámera café y poco más. Bueno, 7 vidas, la mejor sitcom producida en España, sin ninguna duda. Y actualmente también sigo las aventuras de los inquilinos de Mirador de Montepinar, véase La que se avecina.

Tv movies. En este último bloque me refiero a las películas para televisión. En este campo hay varios ejemplos de brillantez. Empecemos por la reciente Carta a Eva. Buen reparto, buen guión y, importante, un nivel de producción a la altura de una película hecha para la pantalla grande. Lo mismo podría decir de 23 F, Los últimos días de Franco, Tarancón y El Solitario entre otras. Funcionan relativamente bien a nivel de audiencia y crean industria. Ya estoy deseando ver Concepción Arenal, la visitadora de cárceles con Blanca Portillo.