Si la memoria de Terele hablase…

Antes de entrar a la clausura del Festival Internacional de Cortometrajes de Torrelavega, una persona se acerca a la homenajeada, Terele Pávez, y la pregunta «¿Qué vas a decir?» y ella no sabe qué contestarle. A la entrada del Teatro Municipal Concha Espina se agolpan premiados, invitados y curiosos que cada año acuden a la cita festivalera de la Capital del Besaya. Carlos Iglesias, Eloisa Vargas, Alexandra Jiménez, Alejandro Tejería y algunas autoridades como Susana de la Sierra, Directora del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), posan para los medios antes de entrar en la gala. 

1-

1929 historias compartidas. De los 1929 trabajos presentados en esta XV edición fueron premiadas Alacranes y Año Jubilar Lebaniego entre otras cintas. La Democracia de Borja Cobeaga fue premiada como mejor comedia, premio que recogió el cántabro Alejandro Tejelia, que hace un papel en el citado corto, sin duda uno de los mejores trabajos del año. Para Miguel Ángel Carmona, director del corto triunfador de la noche: «Este premio es un paso adelante para poder seguir contando historias». Su corto, Subterráneo, cerró las proyecciones de un festival en el que también fueron premiados los trabajos interpretativos de los actores Alexandra Jiménez y  Víctor Benjumea. 

2-

Mario Camus entregó a Terele Pávez el Premio Demetrio Pisondera. Con él compartió uno de los momentos más importantes de su dilatada carrera artística con la película Los santos inocentes.

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«Cuando he subido al escenario no me salían las palabras, me ha dado hasta un pequeño mareo y no sabía cómo agradeceros este premio». Terele Pávez ha mirado con emoción el recorrido por su carrera que ha hecho un vídeo previo: «Si la memoria hablase, si el corazón hablase se acordaría de todos esos rodajes». La actriz dedicó el premio a su hijo y a Mario Camus. Finalmente sólo pudo decir GRACIAS: «Esa es la palabra más adecuada para este momento».  Si os apetece disfrutar de sus palabras, podéis leer la entrevista que la hicimos DESDE MI BUTACA hace unos meses. 

4-

Clive Arrindell protagoniza «Cowboys»

Phil es un actor acabado que vive de las rentas de la celebridad que disfrutó pocos años atrás. Divorciado, sin amigos y con un hijo al que no trata desde hace más de un año, son las pruebas de que su vida personal no es más que el reflejo de la profesional. Un día recibe una oferta que su agente no le permitirá rechazar: hacer de acompañante de un niño de 5 años en un concurso de disfraces en un parque de atracciones.

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Durante años, Arrindell se convirtió en uno de los rostros más representativos de la Navidad en España. Era ‘El calvo de la Lotería’ que cada año repartía suerte a través de la pequeña pantalla. Bernabé Rico juega con la idea de que, precisamente, la suerte no hubiese acompañado a este actor británico. Es importante reseñar que lo que cuenta el cortometraje Cowboys es una mera ficción, producto de la creación del director que ha trabado en este cortometraje una montaña rusa de emociones, que acaba con un emotivo e inesperado final. Un trabajo cuidado, con una fotografía impecable, en la que destacan también los trabajos de Richard Collins Moore y el niño Rodrigo Martínez Rico, en un debut sobre las cámaras lleno de verdad, muy especialmente en la última escena de este trabajo que ha coproducido Tal y Cual Cinema con La Claqueta P.C.

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Clara Lago: «Procuro tomarme con calma y con humor el acoso de los paparazzis»

David Serrano, al que tendremos muy pronto DESDE MI BUTACA, ha juntado a una pareja de ensueño para «La venus de las pieles». En mitad de la vorágine por el éxito de «Ocho apellidos vascos», Clara Lago compone una Vanda magnética, de la que sólo puede caer perdidamente rendido el Diego del Pino de Diego Martín. Los protagonistas de uno de los fenómenos teatrales de la temporada atendieron en exclusiva a DESDE MI BUTACA.  Muy pronto, la crítica del montaje que se puede ver en las Naves del Matadero de Madrid…

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DIEGO MARTÍN

– Vuelves a trabajar con David Serrano, ¿Qué tiene de especial como director?

David es alguien que tiene mucha importancia en mi trayectoria tanto profesional como personal. Es alguien con quien me es muy fácil comunicarme, y ahora he podido disfrutar del comienzo de una madurez como director  (porque lo de antes era mera precocidad) que se adivina fantástica. Espero seguir siendo merecedor de su confianza, de la libertad total con la que se trabaja con él, y de su talento.

– Es la segunda experiencia de Clara Lago sobre las tablas, ¿Qué has descubierto de ella como actriz en esta Vanda?

La Vanda de Clara está llena de matices, de capas que se suceden y aumentan la fascinación del público por ella, fascinación que comparto como compañero suyo. Su libertad, precisión, sensualidad, madurez, frescura y desvergüenza y un poso de dama veterana  del escenario, inundan la función y nos lleva a todos por delante.

– Te has incorporado a Velvet, la última producción de Bambú que tiene fama de cuidar mucho las producciones, ¿Ese fue el motor de que aceptases?

Efectivamente el cuidado con el que se aborda la producción, y un amor por el detalle que se veía cada vez menos en televisión, y si añadimos que le dan mucha importancia a los repartos que confeccionan, pues el resultado es que uno está feliz de pertenecer a ese grupo, y que estoy disfrutando cada día de encarnar a un personaje que me divierte mucho hacer, rodeado de gente por la que me siento muy cuidado.

CLARA LAGO

-¿Cómo ha sido el trabajo junto a David Serrano, Diego Martín y el resto del equipo en los ensayos?

Ha sido muy relajado. Extrañamente «fácil». David estableció desde el principio ese clima de tranquilidad y relax a la hora de trabajar. A mi me ha dado mucha confianza, al igual que Diego. Ha sido una experiencia muy bonita, la verdad. Casi que no daba la sensación de ir a «trabajar». Ha sido todo desde el disfrute.

-Aunque con una larga carrera en el panorama audiovisual es tu segunda experiencia sobre las tablas, ¿Ha sentido ya por fin ‘el veneno del teatro’ Clara Lago con esta experiencia teatral?

La verdad es que sí. Creo que también ha tenido mucho que ver en ambos casos la compañía y el texto. Cuando el proyecto es tan apasionante y la gente con la que trabajas se convierten en amigos, es fácil que se convierta en una experiencia que uno quiera repetir.

-Te has enfrentado en plenos ensayos al ‘extra’ de tener puesto el ojo mediático sobre tus pasos, ¿Cómo estás afrontando este fenómeno mediático que ha supuesto Ocho apellidos vascos?

Bueno, el mundo paparazzi es bastante nuevo para mi. Es incómodo a ratos, pero intento no darle demasiada importancia, tomármelo con calma y con humor, porque uno ya sabe que se pasará. Se acabarán cansando. Y también tener en cuenta que esto responde al fenómeno de la película, que es algo por lo que estar muy agradecido.

La Firma Invitada: Tirso Calero

El próximo 6 de junio llegará a las salas la película Blockbuster, el sentido homenaje que ha querido hacer Tirso Calero a actores como Sancho Gracia, Paco Rabal y tantos otros inolvidables intérpretes. Hoy es La Firma Invitada un director que ha conseguido reunir en esta cinta a mitos de nuestro cine como Manolo Zarzo, Luis Varela, Jesús Gusmán y Fernando Esteso entre otros.

 

Un homenaje al séptimo arte, en general y al mundo de los actores, en particular. Ese era mi principal objetivo cuando me puse a escribir el guión de Blockbuster  y, posteriormente, cuando dirigí la película.

¿Y cuál fue el origen? Mi amistad con Sancho Gracia. Su vitalidad, sus ganas de luchar contra la enfermedad, su admiración por los actores veteranos, su respeto por el mundo del teatro… A pesar de nuestra gran diferencia de edad, nos hicimos muy buenos amigos. Compartimos confidencias, risas, viajes… Escribí el guión expresamente para él pero, lamentablemente, Sancho no pudo seguir luchando contra una enfermedad que le perseguía desde hacía varios años. Fue el propio Sancho, gravemente enfermo, quien me recomendó a Manolo Zarzo como alternativa.

Y Manolo ha sido un gran protagonista para Blockbuster. Interpreta a un veteranísimo profesional de la interpretación que es un compendio de grandes nombres como Sancho Gracia, Paco Rabal, Juanjo Menéndez, Fernando Rey, Juan Luis Galiardo o Carlos Larrañaga… Todos ellos ya fallecidos y para los cuales va dedicada esta película.

Lo que quería es que el espectador se emocionara, riera y llorara al lado de un actor que interpreta a un actor pero, en el fondo, no es más que un ser humano… Porque los actores, desnudos de ropajes y maquillajes, son tremendamente vulnerables. Es el lado menos conocido de la profesión. Lo que queda cuando se apagan las luces y los teatros se vacían.

Como referentes para abordar Blockbuster, debería citar a John Wayne que, en el ocaso de su carrera tuvo su homenaje-despedida en El último pistolero”o a Henry Fonda, que hizo lo propio en El estanque dorado.

Para mí, ha sido un honor poder dirigir a nombres míticos de la interpretación española como Jesús Guzmán, Luis Varela, María José Alfonso, Fernando Esteso…

Un momento del rodaje.
Un momento del rodaje.

El argumento de la película es sencillo. La aventura de un veterano actor que está de vuelta de todo y de un apasionado chaval que, queriendo aprender qué es el cine… descubrirá qué es la vida.

La película habla de la gente del cine, de lo que fue y de lo que es, de los sueños olvidados, de las promesas incumplidas… Es una historia de aprendizaje y de superación. Y de amistad. Todos los personajes del film, de alguna u otra manera, se mueven por sentimientos, por impulsos… Bien sea para vivir o para morir.

En definitiva, una película hecha desde el corazón para llegar al corazón de los espectadores. Un film humilde, sencillo, con un presupuesto muy ajustado y, sobre todo, con mucha verdad.

Una escena de la película.
Una escena de la película.

Sólo por ver el recital interpretativo de estos grandes veteranos, ya ha valido la pena el esfuerzo de invertir tres años de mi vida para levantar un proyecto tan arriesgado como Blockbuster.

http://www.youtube.com/watch?v=TpU1rd7gOzE

Roberto Álvarez: «El teatro de Peris Mencheta es mágico»

 El director del grupo de teatro de su colegio no supo ver en él cualidad interpretativa alguna en este niño que miraba con cierta envidia a sus compañeros. Ni el Catecismo le dejaban leer. Pero la vida le tenía guardada muchas sorpresas. Cuando pensaba que la interpretación no iba a ser su camino entró en el Teatro de la Danza y ahí comenzó en una profesión en la que espera seguir jugando con proyectos como «Continuidad de los parques», que se podrá ver hasta este domingo en las Naves del Matadero de Madrid. 

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¿Qué le atrajo de un proyecto como Continuidad de los parques?

De base lo que me atrajo fue el nombre de Sergio Peris Mencheta, yo quería trabajar con él. Yo provengo de la compañía Teatro de la Danza que sentó todo un precedente al bailar los textos teatrales. En aquellos espectáculos había algo de sorpresa, de espectáculo total y eso lo veía en los montajes de Sergio. Propuestas inéditas, mágicas, que llamaban mucho la atención como fueron Tempestad e Incrementum.

¿Qué tiene de especial trabajar a las órdenes de un creador como Sergio Peris Mencheta?

Quizás lo más característico que tenga es su capacidad para jugar con todos los elementos que tiene en sus manos. Y en los ensayos también me encontré que escondía una filosofía detrás de ese trabajo práctico. Creo que entiende el proceso como algo terapéutico y esto se entiende muy bien cuando cuento que empezamos el proceso con un curso de clown y algunos juegos entendiendo el teatro como algo ceremonial. Y ese espíritu ha estado presentado durante toda el montaje. Se nota muchísimo la preparación previa que supongo que ha tenido en distintas escuelas a la hora de abordar el trabajo de una forma tan concienzuda.

En la obra se mete en multitud de personajes…

Los ensayos han sido duros por tener que transitar entre las emociones de tantos personajes, pero ahora es una gozada poder mutar cada noche en tantos personajes. Como espectador pienso que es muy entretenido vernos cambiar de personaje en este juguete escénico que le estamos ofreciendo.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para usted?

La televisión ahora está marcada por determinados estándares comerciales y algo parecido ocurre en el cine que ha perdido el carácter experimental y se ha vendido al mercado, pero todo ello lo digo sin menospreciar ninguno de estos dos campos desde luego. En el teatro se conserva la capacidad de jugar y eso es muy gratificante.

¿Cómo llega a este oficio Roberto Álvarez?

Yo iba a un colegio de curas y me encantaba ver a los niños actuar. El cura no me veía cualidades artísticas y no me permitió entrar en el grupo de teatro. Me rechazaron incluso para leer el catecismo. Yo nunca pensé que me dedicaría a esto. De hecho, estudié Ingeniería de Telecomunicaciones. Cuando estaba estudiando la carrera, hice un curso de pantomima y de ahí pasé al Teatro de la Danza, del que ya te hablé antes. Creo que la profesión me eligió a mi de alguna forma. Me comentó un psicólogo, al que he ido sólo dos veces en mi vida, que sobre los 22 años vivimos una etapa de indefinición personal que nos lleva a tomar un camino determinado por circunstancias familiares. Y quizás, de alguna forma, el hecho de que algunos familiares hubiesen cultivado su vena artística aunque no fuese de una forma profesional, potenció en mí la posibilidad de ser actor. Así, entré en Teatro de la Danza, me cogieron para hacer Mefistófeles y comenzó mi vida profesional en la interpretación.

Hace poquito se ha estrenado Dos francos, 40 pesetas, ¿Cómo fue ese rodaje?

Fue un lujo poder rodar en Zúrich. Por curiosidad, quise informarme de cómo se abría una cuenta en Suiza, en aquellos años que era ‘la moda’ ir a poner allí a buen recaudo el dinero. Entré a una oficina y me mandaron a otro imponente edificio para poder abrir una cuenta. Cuando entré, me metieron en una habitación y vino un mayordomo a atenderme. Me sentí como mi personaje que iba con su maletín a llevar sus dineros a Suiza. La escenografía real era impresionante. Había un montón de salas de reuniones vacías.

Una escena de la película de Carlos Iglesias.
Una escena de la película de Carlos Iglesias.

En cuanto al rodaje fue una gozada. De hecho, yo le había pedido directamente a Carlos Iglesias que me escribiese un papel cuando vi su primera película, Un franco, 40 pesetas. Lo que más me sorprendió era la verdad que había sacado de los actores. Sirva como ejemplo el hecho de que yo estaba convencido de que las protagonistas eran alemanas y cuando conocí a una de ellas en el estreno me dijo que era ¡De Móstoles!

¿Cómo viviste un éxito tan arrollador como el de Ana y los 7?

Llegaron a verla once millones de espectadores, pero nunca me ha molestado la fama. El 99% de las personas se acercaban con un gesto agradable y eso es muy gratificante. Es cierto que pierdes intimidad, pero cuando pones en la balanza las cosas buenas y malas de este oficio te das cuenta de que merece la pena. Aún me siguen reconociendo por ese personaje supongo que por las continuas reposiciones y sólo puedo estarle agradecido a esta serie.

¿Se te cayeron los ‘mitos’ del personaje que se ha creado Ana Obregón al rodar con ella?

En la época de Ana y los 7, yo tenía varias ofertas para televisión. Era ‘mi momento’, había hecho muchas películas y tenía bastante curro. Antes de aceptar pregunté a un par de amigos por ella y me dijeron que era encantadora y así es. Es una mujer con un gran sentido del humor y una gran sensibilidad. Trabajaba con un gran respeto por el equipo. Es muy vitalista, muy dulce y trabajadora.

Un éxito que TVE quiso seguir explotando con esa secuela que nunca vio la luz…

Ana quería dejar la serie en un punto álgido, no quería que se quemase y dijo que no a una posible continuación. Yo también estaba saturadillo del éxito también la verdad. Así que decidieron hacer una segunda parte en la que nuestros personajes morían en un accidente de avión y continuaban el resto de personajes. Se rodaron cuatro capítulos y esta historia es mucho más complicada de lo que pueda parecer…

¿Qué proyectos tiene y con qué proyectos le gustaría seguir soñando a Roberto Álvarez?

Me gustaría que todo lo venga tenga la calidad de Continuidad de los parques. Mi gran motivación ahora mismo es mi mujer para la que me encuentro escribiendo ahora mismo. Quiero hacer obras que sorprendan, en la línea de las experiencias que he tenido en Microteatro. La estructura del montaje será similar a la de Continuidad de los parques.

Ese fenómeno llamado «8 apellidos vascos»

¿Se han dado cuenta de que Telecinco promociona ahora la serie ByB únicamente con escenas de Dani Rovira?, ¿Y ese anuncio en el que intercambia recomendaciones cinematográficas con Carlos Iglesias? Antena 3 prepara una serie que explotará las diferencias norte-sur y que supuestamente llevaba en el cajón un par de años, ¿Les suena el argumento?

Vi 8 apellidos vascos cuando aún era un éxito «de pequeño formato» por así decirlo. Y es que lo histórico, lo que hace realmente destacable el éxito de la película es que el fenómeno se haya creado en las semanas siguientes a su estreno, que tuvo su importancia, pero del que era imposible deducir que llegaría a tal tsunami triunfal.

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¿Las claves del éxito?

1.- La mastodóntica campaña de promoción del Grupo Mediaset. Recuerdo que ¡En enero! vi la primera promo de la película en Telecinco. Otra cosa no, pero vender saben vender muy bien en la casa mediática de Paolo Vasile.

Me lamento que Antena 3 no haya sabido vender un producto tan digno como Kamikaze también con la inconmensurable Carme Machi, que estrena miniserie, Sin identidad, el próximo martes en competencia directa con El príncipe. Seguro que el influjo de los apellidos ayudará a la ficción de Antena 3 por la presencia de la actriz.

2.- El boca a boca, potenciado por las redes sociales. Esa campaña creó una necesidad en el espectador por ver la película y los que fueron se encontraron con una gran ración de risas. Resultado: Se lo cuento a mis amigos, lo digo en Twitter, me retuitean y ¡Zas! Bombazo absoluto, aunque el bombazo ha sido tal que creo que no entraba en los cálculos ni de la propia Telecinco.

¿Es la película del año?

Pues lo que se dice en números desde luego lo va a ser. Ir a la peluquería y que te pregunten si has visto una película es tan poco habitual como una discusión sobre Redes en el Tuenti. Y ya si en la cola del cine, un grupo de personas que llevan «Desde Avatar sin ir al cine» te dicen que es la película que le gusta a todo el mundo, pues miel sobre hojuelas.

¿Es la (mejor) película del año?

Desde luego que no. Disfruté cuando vi la película, especialmente con el aroma al primigenio Vaya Semanita que inunda los momento «Borroka», y desde luego que me reí. Además está Karra Elejalde, al que considero un verdadero MITO de nuestro cine y Clara Lago, a la que espero que el éxito de la película sirva para dar aún mayor relieve mediático a la esperadísima obra La venus de las pieles, con dirección de David Serrano, el próximo mayo en las Naves del Matadero.

Es entretenida, mero entretenimiento, que está claro que falta nos hace. Y sí, se habla de una posible secuela y todas las productoras querrían encontrar otro bombazo y fenómeno sociológico como éste, pero la experiencia demuestra que fabricar un éxito de este calibre parece casi imposible. Bueno, el señor Torrente seguro que también hace buena caja, aunque a tenor del teaser parece que al «amiguete» Santiago Segura se le están acabando las ideas. Seguro que el fenómeno vasco-andaluz seguirá creciendo esta Semana Santa, ¿Cual será el próximo récord en batir?

Entre un viaje al centro de la risa (y el ego) y una activista de la muerte asistida

Esta semana se estrenan con una distribución bastante reducida dos propuestas cinematográficas para públicos muy distintos. En Miel nos encontramos ante una cinta sobre el siempre tabú tema de la eutanasia. En el documental El culo del mundo, debut en la dirección del showman Andreu Buenafuente, nos encontramos ante un documental sobre la risa y, ante todo, sobre el propio creador de espacios como En el aire.

De entrada, Miel, que plantea una red secreta de «enfermeras muerte» que se dedican clandestinamente a dar muerte a las personas con una enfermedad terminal, resulta dura, cruda, como todas las películas que tratan este espinoso tema. Lo que quizás hace de la mirada de su protagonista y directora Valeria Golino es que no se presta a hacer un juicio de valor hacia un lado o hacia otro. Simplemente, nos cuenta la historia de nuestra protagonista que vive en una encruzijada desde que descubre que uno de sus «pacientes» le ha mentido y no tiene enfermedad alguna. A partir de ahí, se replantea su profesión y su propia existencia. Miel es un ejercicio de estilo, cine de autor en toda regla, bajo la mirada de esta cineasta que traspasa la pantalla con este personaje al que dota de voz y carne con una sensualidad inusitada al tratarse de un tema tan delicado. Es cruda, pero contra todo pronóstico se convierte en una experiencia cinematográfica «disfrutable» y que no debería pasar desapercibida en la cartelera.

El próximo 23 de abril Cameo lanza en DVD El culo del mundo, que hoy se estrena también en algunas (escasísimas) pantallas de toda España. Cuando Andreu Buenafuente probó el prime-time con escaso éxito en Antena 3, tuvo un tiempo de inflexión en el que se replanteó muchas cosas sobre su oficio y más después de recibir un email de un espectador desde «el culo del mundo». Que alguien tan lejano a España le dijese que le hacía reír le hizo poner en marcha este documental que solo funciona a ratos. La cinta no funciona a grandes rasgos por un simplísimo hecho: ¿Se puede concebir hacer una película sobre uno mismo en la que tus trabajadores te digan que eres el mejor jefe del mundo? Por poderse se puede hacer, a los hecho me remito, pero convierte a la cinta en el súmmum del ombliguismo pleno. Más aún cuando intenta quitarse importancia con frases del tipo: «Mi historia es la historia de un viaje colectivo» y en ese momento, ¡Qué casualidad!, se oye a su hija llorar y va a ejercer de padrazo. Cuando sí funciona el experimento es cuando de verdad se mete en el «meollo» de la comedia, cuando por ejemplo Leo Bassi nos cuenta su anécdota con el dedo roto, una pena que esos momentos ocupen la menor parte del metraje la verdad y se entretenga en contarnos lo terapeútico que es su programa para gente como la siempre maravillosa Concha Velasco.

Antonio Gil: «Dunia Ayaso ha dejado huérfana a la familia de Mujeres»

 Hay historias que tienen una capacidad innata de calar en los espectadores y una serie sin grandes cifras de audiencia como fue «Mujeres», consiguió emocionar a sus seguidores. En la taquilla del Teatro Valle Inclán dos señoras se acercan a Antonio Gil y le cuentan que vienen a verle por la serie de Félix Sabroso y Dunia Ayaso y se le hincha el pecho por el reconocimiento por una serie tan «de verdad». Y más ahora que Dunia, la madre de esa familia televisiva nos ha dejado demasiado pronto. Esa serie fue la primera que Gil hizo en España tras un largo periplo europeo que le llevó a trabajar junto a creadores del calibre de Peter Brook. Este niño de orígen rural que «jugaba» a las batallitas sigue experimentando y divirtiéndose con un oficio que le lleva ahora ahora a encarnar «El viaje a ninguna parte» en el que parece que los actores vuelven a estar de nuevo embarcados.

 

Foto de Charo Guerrero.
Foto de Charo Guerrero.

¿Cuáles son los ingredientes de este montaje que cree que atraerán más al público?

Lo que universaliza esta obra es que resiste a la perfección al lenguaje teatral, es su medio natural. Es la historia de unos personajes muy entrañables y creo que el reparto es muy atractivo para el público. Lo hacemos con mucho amor, es un desafío contar las palabras de ese genio encima de un escenario.

¿Qué ha aprendido de este oficio que le ha tocado en suerte a Antonio Gil con El viaje a ninguna parte?

Hemos aprendido muchísimo, nos sentimos muy cercanos a los personajes. A pesar de que las circunstancias para la mayor parte de nosotros son mucho mejores, sí que nos une la dignidad por el oficio que hacían. Me ha hecho redescubrir las razones por las que hacemos este oficio. Además, he descubierto la riqueza del Fernán Gómez autor: La riqueza de los personajes, la profundidad de sus palabras, su sentido del humor, su inmensa cultura…

La suya es una trayectoria “curiosa” a caballo entre París, Londres y España, ¿Cómo ven el teatro que se hace en nuestro país fuera de nuestras fronteras?

Es una cuestión muy difícil de responder. La verdad es que sólo pueden valorar el trabajo de los grupos que salen fuera de España. Se admira mucho el teatro clásico, pero creo que lo que se hace ahora es poco conocido. Siento que estamos un poco aislados geográficamente y culturalmente. Arrastramos de alguna forma aún lo que supuso el franquismo para nuestra cultura, consiguió cercenar nuestras aspiraciones artísticas.Y aún no hay una política cultural que valore y promueva fuera nuestro trabajo (la subida del IVA es más bien lo contrario) Nos queda mucho camino hasta que nuestra cultura sea apoyada desde las instituciones al nivel que lo está en países del norte de Europa. Aún así, artísticamente hablando seguimos nuestro camino. Gracias a eventos tan importantes como el Festival de Otoño o Una mirada al mundo, u otros festivales que han enriquecido tanto a los profesionales como al público, y al trabajo de investigación e intercambio con el exterior de compañías y autores, se tiene cierta percepción de que aquí ya no sólo se hace teatro convencional, también puede haber una gran libertad creativa y a la vez un rigor y exigencia cada vez mayores. También creo que hay que reivindicar y valorar aquí profesionales españoles que trabajan más fuera que aquí, pero ese es otro tema…

Quizás el montaje más ‘celebrado’ que ha hecho en España fue ese diría que ‘mágico’ Agosto en este mismo teatro Valle Inclán, ¿Con qué se queda de esa experiencia?

Ponerte al servicio de una obra tan bien escrita con ese reparto es un lujazo. Cuando es tan sólido el texto tienes el desafío de hacerle justicia, y  Gerardo fue muy generoso, dejó que la obra floreciese en voz y carne de los actores y eso creo que se notó en escena.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para ti para contar historias?

Creo que todos los géneros que permiten compartir un momento ‘mágico’ para contar historias son igualmente válidos. El teatro eso sí es el lugar donde se vive de una forma más intensa. Me cuesta abstraerme de la reacción del público cuando le lanzo preguntas en la piel de Carlos Galván en El viaje a ninguna parte. El teatro, como dice el personaje de Rellán: “No morirá nunca”.

¿Cómo es el trabajo junto a un creador de la magnitud de Peter Brook?

Esa es la gran pregunta a la que nunca he encontrado una respuesta certera. Es mucho más simple de lo que pudiese parecer. El primer día pasé terror, pero a los diez minutos sentí alivio. Tiene una visión privilegiada y tuve el sentimiento de que confía en tu trabajo. Lo que plantea es complejo por su simplicidad. Despojarte de todo lo que sobra. Normalmente no confiamos en la esencia del teatro: Unos seres humanos contándole una historia a otros seres humanos.

Acabamos de perder a Dunia Ayaso que le dirigió en la serie Mujeres, ¿Con qué recuerdo se queda de ella?

Me dices eso y solo me entra un hondo pesar. El día en que realizamos esta entrevista tenemos una reunión la familia de Mujeres para hacerla un homenaje íntimo y darnos un abrazo. Nos sentimos huérfanos sin Dunia. Era un ser humano realmente excepcional, era una madre por naturaleza. Félix y ella crearon esta familia que tuvimos la suerte de encarnar. Fue mi primera serie en España, pensaba que todo sería así, pero la verdad es que no. Consiguieron retratar a la gente sencilla, era muy de verdad lo que contábamos. Era un tándem de verdad el que formaba con Félix. Aportaron su talento y su amor por nosotros. Seguimos siendo una gran familia, que ha trascendido la pequeña pantalla.

Y de alguna forma se convirtió en una serie de culto con las reposiciones y la famosa edición en dvd con la lata de tomate…

Desde luego y también creo que tuvo mucho éxito en sus emisiones en el Canal Internacional. A mi, lo que de verdad me conmueve es que se me acerque la gente y me diga que ha venido a verme al teatro por mi trabajo en la serie. Parece que se quedó como una serie minoritaria, pero lo cierto es que caló muy hondo en los que la vieron.

Volviendo a este oficio de cómico que le tocó en gracia, ¿Cree que desde el juego infantil estaba predestinado a este oficio?

Sí, desde luego, fue una evolución natural. Nadie en mi familia se dedicaba a esto. Yo nací en un entorno agrario y en las vacaciones de verano recuerdo cómo con mis primos teatralizábamos chistes, hacíamos marionetas… Luego, empiezas a hacer obras de niño y no piensas que esto va a ser tu profesión, que tú vas a dedicarte a otra cosa, que vas a tener una vida “normal”. Aunque si lo pienso bien creo que esto ya lo tenía muy metido dentro desde pequeño. Recuerdo paseos que me daba haciendo batallitas. Este trabajo es pura evolución del juego infantil y el día que deje de divertirme con esto dejaré este oficio, que me apasiona.

Y si miramos hacia el futuro, ¿Qué proyectos tiene y con qué proyectos sueña Antonio Gil?

Me siento muy afortunado por los proyectos que me han llegado en España desde Hispania a Plutón Brbenero… Lo que quiero es seguir teniendo la oportunidad de experimentar nuevos terrenos. Van a estrenar Los tres cerditos en Antena 3, tengo proyecto teatral con Stefan Metz y otras cosas que están en el aire.

La Firma Invitada: Carlos Iglesias

Hace varias décadas que descubrimos el talento interpretativo de Carlos Iglesias, pero con 1 franco, 14 pesetas también demostró su valía para hacer cine. Repitió como director, guionista y actor en Ispansi y ahora retoma su primer éxito con una secuela que llegará a los cines el 28 de marzo con el título de 2 francos, 40 pesetas. Para celebrar los nueve años DESDE MI BUTACA tenemos el placer de contar con él como «Firma Invitada». 

Cada película tiene su color, sus sensaciones, y su perfume. Ésta nace de mis propios recuerdos de adolescente, confrontados con otros que me ayudaron a organizar los míos. El 70% de la película está inspirada en sucesos reales, y curiosamente, la mayoría de éstos, son los más estrambóticos y peculiares de la película. Aunque muchos de sus protagonistas han fallecido o les he perdido la pista, a otros los sigo viendo y mantengo una fuerte amistad con ellos. La película se ambienta en plena crisis del petróleo en 1974, en unas circunstancias similares a las que estamos padeciendo hoy.

Iglesias junto a Javier Gutiérrez en un momento del rodaje.
Iglesias junto a Javier Gutiérrez en un momento del rodaje.

La derecha suiza, también quiso en aquel momento cerrar sus fronteras a los inmigrantes, pero al final no ganaron el referéndum por muy poco y los emigrantes siguieron allí. El tono, pese a todo, es la comedia, en ella me siento cómodo y se puede hacer crítica sin heridas innecesarias. Las localizaciones se dieron principalmente en el cantón de St. Gallen y Appenzell, en escenarios de una gran belleza paisajística y con un alto grado de colaboración por parte de las autoridades y particulares de la zona. Pasamos siete semanas deliciosas en unas localizaciones de ensueño, alternando días de fortísimos calores, hasta 40º, con ligeras nevadas a 1.000 mts de altura… y tremendas tormentas alpinas. Pretende trasmitir un mensaje de esperanza en un futuro mejor y nos tranquiliza contándonos que ha habido otras crisis, y que de todas hemos salido…

Luz Valdenebro: «Mi Pepito Grillo me dice que no me conforme»

Luz Valdenebro se convirtió en actriz el día que descubrió que esto del teatro se podía estudiar. Ella estaba estudiando danza cuando vio el cartel de «Escuela de arte dramático de Córdoba» y se lanzó a la aventura. Desde entonces, la hemos visto en series de éxito, en teatro y con algún coqueteo con el cine, que confiesa que es su asignatura pendiente. Ella no quiere quedarse con nada que decirle a los suyos, como su Chelsea de En estanque dorado. Sincera, divertida y llena de vibrante emoción desgrana para DESDE MI BUTACA algunos bonitos momentos que le han deparado esta función y su paso por el televisivo Gran Hotel, al que de alguna forma volvía el pasado fin de semana al regresar a Santander, donde se rodaron los exteriores de la serie. Ese día su Whatsapp echaba humo, sus compañeros televisivos querían saber cómo estaba siendo la experiencia de volver a la ciudad. Habrá larga vida para En el estanque dorado. Por de pronto, pueden disfrutarla en el Teatro Bellas Artes de Madrid. 

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En la obra En el estanque dorado compartes escenario nada menos que con Lola Herrera y Héctor Alterio…

Ha pasado volando desde que estrenamos y ya llevamos más de cincuenta representaciones. El día del estreno, se me acercó Lola Herrera, respiró hondo y me dijo que ella también lo pasaba mal. Y entonces, pensé que si alguien como ella se pone nerviosa, es algo normal esto de las cosquillas en el estómago. Ellos son maravillosos, simplemente con verles actuar es un deleite, siempre aportan algo nuevo a la función, eso te da una gran confianza. Que ellos estén en escena al principio de la obra te da seguridad para salir a escena, eso sí que es estar a favor de obra.

¿Cómo es la irrupción de Chelsea en la vida de nuestra pareja protagonista?

Cada día entiendo cosas nuevas de Chelsea. Puede parecer un personaje que viene a perturbar la paz de los protagonistas, pero viene por petición de la madre. Ella viene marcada por haber sido el blanco de los macabros chistes de un padre que en el fondo quería tener un hijo y no una hija. Viene a echárselo en cara con un niño, para que vea la guerra que dan los varones, pero contra todo pronóstico, se convierte en el centro de atención del padre. De alguna forma, él quiere recomponer los lazos afectivos entre ellos a través de este adolescente. Lo que me atrae de este personaje es que sabe decir lo que le duele, por qué le duele, sabe reconocer sus errores y pedir perdón. Está abierta a arreglar las cosas, a continuar dando pasos para esa plausible reconciliación.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para ti?

La gente tiene miedo a expresar lo que piensa y a nosotros muchas veces nos toca ser su voz encima del escenario. Nuestro objetivo principal es que el público salga con un tema del que hablar, que se genere el debate. Se echa de menos el ambigú, donde la gente comentaba la obra y se generaba conversaciones muy interesantes. Si conseguimos ese debate, nuestra misión está más que cumplida. Con En el estanque dorado me pasó una cosa muy fuerte…

Y de repente, la emoción se instala en su rostro…

Una señora se me acercó después de la función y me dijo que se había sentido muy ‘tocada’ por la obra. Ella no le pudo decir a su padre todo lo que sentía y ahora estaba muerto. Entonces me di cuenta de que yo no quiero caer en ese error. Yo no quiero irme sin decirle a mis seres queridos todo lo que siento. En el fondo, creo que el teatro sirve para despertarte algo que estaba dormido, algo que no te habías atrevido a decir hasta ahora.

¿Es el laboratorio la mejor seña de identidad del trabajo con una compañía como Animalario?

Desde luego. Las obras se preparan con mucho tiempo. Hicimos un taller un año antes de Urtain, pero sin saber si íbamos a estar en la obra. De hecho, muchos que no participaron finalmente en el montaje vieron reflejadas algunas de sus aportaciones sobre el escenario. Además, me encanta que sean tan inconformistas, no se callan, dicen lo que piensan. Animalario es mi cuna. Ya los admiraba de antes, fue un sueño hecho realidad poder trabajar con ellos. Ahora me estoy acordando de cuando vinimos a Santander con Marat- Sade, la que se lió… Un señor no me pegó de puro milagro. Alberto San Juan fue mi salvador. Me parece increíble que la gente vaya al teatro sin informarse, sin saber lo que se significan los actores de Animalario… Yo cuando voy a ver algo que me desagrada, pues me voy, pero discretamente, no montando el numerito. En el fondo, generó debate y eso le vino bien a la función. Se generaron dos corrientes de opinión, los partidarios de Marat y los de Sade. 

¿Con qué recuerdo te quedas de una experiencia como Gran Hotel?

Pues el recuerdo que se ha quedado grabado en mi mente es la última escena que rodé con Fele Martínez en el Palacio de la Magdalena. Los marqueses dejaban el Gran Hotel para siempre y, en ese momento, se fundieron realidad y ficción y nos dimos cuenta en la última secuencia de la escena de que esta aventura terminaba. Ahí fuimos conscientes de que se terminaba la serie. Miramos por última vez a la que había sido nuestra casa durante estos años y, acto seguido, Fele y yo fuimos conscientes de lo bonito que había sido ser parte de esa serie.

Y en esos recuerdos me imagino que también está Juan Luis Galiardo, que compartió su último trabajo con vosotros…

Coincidí con Juan Luis en su último viaje a Santander y la verdad es que es, lo ves aún le tengo presente, un tipo muy enérgico y carismático. Era un tipo arrollador, he conocido pocas personas así. Son las oportunidades que te da trabajar con Ramón Campos y toda la gente de Bambú.

Desde luego que los repartos de primera fila son una seña de identidad de Bambú…

Sí, de hecho, yo en la serie pude trabajar con alguien a quien admiraba tanto como Adriana Ozores. Cuando el primer día se me acercó y me dijo que yo era su favorita de Hispania, no me lo podía creer. El día de la despedida pedí una llave dorada que simulaba la llave maestra que llevaba Doña Teresa y se la entregué a Adriana. En ese momento, me dio un abrazo y me dijo que la habían preguntado por el mejor recuerdo que tenía de la serie. Ella había dicho que lo mejor había sido el beso que nos dimos el día en que nos conocimos. No me lo podía creer… Es una compañera excepcional y un ser humano maravilloso. Es mi ejemplo a seguir.

¿Qué proyectos tiene y con qué proyectos sueña Luz Valdenebro?

Todos los días me levanto con un pequeño Pepito Grillo que me dice que no me conforme, que siga luchando y trabajando para conseguir vivir de esta carrera de fondo que es la interpretación. Cuando tienes una gira tan larga, los productores no te llaman para hacer otras cosas. Tienes que decirles que estás aquí y que se puede compaginar con otros proyectos. Quizás, el cine sea mi asignatura pendiente. Quiero hacer algo de acción y si me tengo que rapar el pelo… Pues casi que mejor. (Risas)