Antonio Gil: «Dunia Ayaso ha dejado huérfana a la familia de Mujeres»

 Hay historias que tienen una capacidad innata de calar en los espectadores y una serie sin grandes cifras de audiencia como fue «Mujeres», consiguió emocionar a sus seguidores. En la taquilla del Teatro Valle Inclán dos señoras se acercan a Antonio Gil y le cuentan que vienen a verle por la serie de Félix Sabroso y Dunia Ayaso y se le hincha el pecho por el reconocimiento por una serie tan «de verdad». Y más ahora que Dunia, la madre de esa familia televisiva nos ha dejado demasiado pronto. Esa serie fue la primera que Gil hizo en España tras un largo periplo europeo que le llevó a trabajar junto a creadores del calibre de Peter Brook. Este niño de orígen rural que «jugaba» a las batallitas sigue experimentando y divirtiéndose con un oficio que le lleva ahora ahora a encarnar «El viaje a ninguna parte» en el que parece que los actores vuelven a estar de nuevo embarcados.

 

Foto de Charo Guerrero.
Foto de Charo Guerrero.

¿Cuáles son los ingredientes de este montaje que cree que atraerán más al público?

Lo que universaliza esta obra es que resiste a la perfección al lenguaje teatral, es su medio natural. Es la historia de unos personajes muy entrañables y creo que el reparto es muy atractivo para el público. Lo hacemos con mucho amor, es un desafío contar las palabras de ese genio encima de un escenario.

¿Qué ha aprendido de este oficio que le ha tocado en suerte a Antonio Gil con El viaje a ninguna parte?

Hemos aprendido muchísimo, nos sentimos muy cercanos a los personajes. A pesar de que las circunstancias para la mayor parte de nosotros son mucho mejores, sí que nos une la dignidad por el oficio que hacían. Me ha hecho redescubrir las razones por las que hacemos este oficio. Además, he descubierto la riqueza del Fernán Gómez autor: La riqueza de los personajes, la profundidad de sus palabras, su sentido del humor, su inmensa cultura…

La suya es una trayectoria “curiosa” a caballo entre París, Londres y España, ¿Cómo ven el teatro que se hace en nuestro país fuera de nuestras fronteras?

Es una cuestión muy difícil de responder. La verdad es que sólo pueden valorar el trabajo de los grupos que salen fuera de España. Se admira mucho el teatro clásico, pero creo que lo que se hace ahora es poco conocido. Siento que estamos un poco aislados geográficamente y culturalmente. Arrastramos de alguna forma aún lo que supuso el franquismo para nuestra cultura, consiguió cercenar nuestras aspiraciones artísticas.Y aún no hay una política cultural que valore y promueva fuera nuestro trabajo (la subida del IVA es más bien lo contrario) Nos queda mucho camino hasta que nuestra cultura sea apoyada desde las instituciones al nivel que lo está en países del norte de Europa. Aún así, artísticamente hablando seguimos nuestro camino. Gracias a eventos tan importantes como el Festival de Otoño o Una mirada al mundo, u otros festivales que han enriquecido tanto a los profesionales como al público, y al trabajo de investigación e intercambio con el exterior de compañías y autores, se tiene cierta percepción de que aquí ya no sólo se hace teatro convencional, también puede haber una gran libertad creativa y a la vez un rigor y exigencia cada vez mayores. También creo que hay que reivindicar y valorar aquí profesionales españoles que trabajan más fuera que aquí, pero ese es otro tema…

Quizás el montaje más ‘celebrado’ que ha hecho en España fue ese diría que ‘mágico’ Agosto en este mismo teatro Valle Inclán, ¿Con qué se queda de esa experiencia?

Ponerte al servicio de una obra tan bien escrita con ese reparto es un lujazo. Cuando es tan sólido el texto tienes el desafío de hacerle justicia, y  Gerardo fue muy generoso, dejó que la obra floreciese en voz y carne de los actores y eso creo que se notó en escena.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para ti para contar historias?

Creo que todos los géneros que permiten compartir un momento ‘mágico’ para contar historias son igualmente válidos. El teatro eso sí es el lugar donde se vive de una forma más intensa. Me cuesta abstraerme de la reacción del público cuando le lanzo preguntas en la piel de Carlos Galván en El viaje a ninguna parte. El teatro, como dice el personaje de Rellán: “No morirá nunca”.

¿Cómo es el trabajo junto a un creador de la magnitud de Peter Brook?

Esa es la gran pregunta a la que nunca he encontrado una respuesta certera. Es mucho más simple de lo que pudiese parecer. El primer día pasé terror, pero a los diez minutos sentí alivio. Tiene una visión privilegiada y tuve el sentimiento de que confía en tu trabajo. Lo que plantea es complejo por su simplicidad. Despojarte de todo lo que sobra. Normalmente no confiamos en la esencia del teatro: Unos seres humanos contándole una historia a otros seres humanos.

Acabamos de perder a Dunia Ayaso que le dirigió en la serie Mujeres, ¿Con qué recuerdo se queda de ella?

Me dices eso y solo me entra un hondo pesar. El día en que realizamos esta entrevista tenemos una reunión la familia de Mujeres para hacerla un homenaje íntimo y darnos un abrazo. Nos sentimos huérfanos sin Dunia. Era un ser humano realmente excepcional, era una madre por naturaleza. Félix y ella crearon esta familia que tuvimos la suerte de encarnar. Fue mi primera serie en España, pensaba que todo sería así, pero la verdad es que no. Consiguieron retratar a la gente sencilla, era muy de verdad lo que contábamos. Era un tándem de verdad el que formaba con Félix. Aportaron su talento y su amor por nosotros. Seguimos siendo una gran familia, que ha trascendido la pequeña pantalla.

Y de alguna forma se convirtió en una serie de culto con las reposiciones y la famosa edición en dvd con la lata de tomate…

Desde luego y también creo que tuvo mucho éxito en sus emisiones en el Canal Internacional. A mi, lo que de verdad me conmueve es que se me acerque la gente y me diga que ha venido a verme al teatro por mi trabajo en la serie. Parece que se quedó como una serie minoritaria, pero lo cierto es que caló muy hondo en los que la vieron.

Volviendo a este oficio de cómico que le tocó en gracia, ¿Cree que desde el juego infantil estaba predestinado a este oficio?

Sí, desde luego, fue una evolución natural. Nadie en mi familia se dedicaba a esto. Yo nací en un entorno agrario y en las vacaciones de verano recuerdo cómo con mis primos teatralizábamos chistes, hacíamos marionetas… Luego, empiezas a hacer obras de niño y no piensas que esto va a ser tu profesión, que tú vas a dedicarte a otra cosa, que vas a tener una vida “normal”. Aunque si lo pienso bien creo que esto ya lo tenía muy metido dentro desde pequeño. Recuerdo paseos que me daba haciendo batallitas. Este trabajo es pura evolución del juego infantil y el día que deje de divertirme con esto dejaré este oficio, que me apasiona.

Y si miramos hacia el futuro, ¿Qué proyectos tiene y con qué proyectos sueña Antonio Gil?

Me siento muy afortunado por los proyectos que me han llegado en España desde Hispania a Plutón Brbenero… Lo que quiero es seguir teniendo la oportunidad de experimentar nuevos terrenos. Van a estrenar Los tres cerditos en Antena 3, tengo proyecto teatral con Stefan Metz y otras cosas que están en el aire.

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