Son las tres de la tarde de un sábado más en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid. En apenas una hora comenzará la representación de Aladín, un musical genial, uno de los dos espectáculos que copan actualmente el espacio escénico de la Plaza Tirso de Molina. Y por los pasillos se escuchan ya las voces del elenco que está ya poniéndose los micrófonos antes de subir al escenario a probar sonido…
Ahora ya es momento de probar sonido y el elenco prepara las «telas» que utilizan en uno de los números del musical más mágico de la cartelera… Jafar (Aitor Caballer) está en su punto álgido, ahora ya es el hechicero y el aya (Fátima Gregorio) afronta con una sonrisa el destino del futuro amor de Yasmín…
Y de vuelta a los camerinos, Marino Muñoz, Ángel Crespo y Naim Thomas ultiman los detalles de maquillaje y vestuario. Hay que reseñar que todos los actores tienen varios cambios de ropa, por lo que deben tenerlo todo preparado para que los citados cambios se hagan lo más rápido posible…
Rápidamente volvemos al patio de butacas cuando el espectáculo está a punto de comenzar. Muchos niños acuden acompañados por sus padres que seguro esperan ver el típico musical infantil que les suele dejar literalmente dormidos en la butaca. Pero cuando se levanta el telón de Aladín, un musical genial se sorprenden y mucho. Empezando por la escenografía fija, diseñada por Luis Crespo, que se adapta a los diferentes espacios con sumo acierto. Siguiendo por las partituras originales de José Domenech que no puedes dejar de tararear cuando sales del teatro, muy especialmente ese número al más puro estilo del Broadway clásico, El genio vuelve a actuar. Y una diferencia esencial, es un espectáculo para todos los públicos, no un infantil. Me explico: El libreto de Josep Mollá tiene sus guiños al público adulto y más de un padre sale con una sonrisa después de ver el espectáculo y rememorar la magia de su añorada infancia. Aladín, un musical genial cubre un hueco en las propuestas de teatro musical actual. Un musical de formato medio para toda la familia, creo que sería una buena definición. Un espectáculo que sostiene un fantástico reparto de ocho actores. Lidera el reparto Naím Thomas, consagrado ya como una de las figuras de nuestro teatro musical, compone un Aladín lleno de energía (ojo a las piruetas que se marca) y con un amplio registro vocal como demuestra en Hoy ha cambiado mi vida. Su dulce y menos ñona que en el cuento partenaire es Erika Bleda, de cuya voz solo podemos enamorarnos, ¡No sabes cómo te entendemos Aladín! Aitor Caballer es un Jafar con una imponente presencia escénica, Mariño Muñoz es un divertido Sultán, Víctor Lucas se lleva una gran ovación del público con la comicidad que transmite su Yago, Fátima Gregorio es una entrañable Aya de la que solo puedes encariñarte y Ángel Crespo se mete con asombroso tino en los diferentes personajes que le tocan acometer. Y no, no me he olvidado del Genio. Carles Montoliu es un mágico ser lleno de estilo que brilla con luz propia en su número estrella, El genio vuelve a actuar. Y además, la alfombra vuela, hay números de magia y ¡un elefante gigante en escena! Y cuando suenan las últimas notas del musical, entra en la sala Juan Fernández, protagonista de El nombre de la rosa, que saluda animadamente a la compañía. Y entonces, caigo en la cuenta, de alguna forma esta experiencia será como una de esas sesiones continuas que había antiguamente en la que los espectadores podían »empalmar» varias películas seguidas…
*Horarios Aladín, un musical genial, ¡Sólo hasta el 30 de marzo!
Sábados 16h
Domingos 12 y 16h
Y cuando baja el telón, volvemos a subir a los camerinos y tras felicitar a Jose Tomás Cháfer por una función «redonda» de Aladín, un musical genial, llamamos a la puerta del camerino de Juan Fernández, que ya nos espera maquillándose y nos confiesa de entrada que le encantaría hacer un musical por la energía que derrochan repartos como el del musical con el que comparten cartel en el Nuevo Apolo…Si os apetece podéis rescatar la entrevista con el actor que publicamos hace unos días…
Dejamos al actor dando los últimos retoques cuando ya está a punto de empezar El nombre de la rosa, la adaptación a los escenarios de la celebrada novela de Umberto Eco. Era difícil trasladar al teatro el universo de una novela instalada ya en el imaginario colectivo gracias a su adaptación cinematográfica, ¿Cómo olvidar la presencia de Sean Connery? En este aspecto, Juan Fernández decidió desechar la película, son lenguajes bien diferentes, y centrarse en la novela para construir a su Guillermo de Baskerville. Y como siempre, el actor de Tierra de lobos sale ‘indemne’ encima de los escenarios, donde su imponente y reconocible voz se ajustan a un personaje al que dota de una gran presencia escénica. Todo el reparto cumple a la perfección, pero si hay que destacar otro trabajo en la función es, sin duda, el de Cipriano Lodosa, un actor harto camaleónico. Dota a su Jorge de Burgos, claro trasunto borgiano, de un andar y una forma de decir el texto que inevitablemente llegan al espectador que al final de la función reconocerá su impecable trabajo interpretativo con un sonoro aplauso. El otro «problema» que tenía que dirimir Garbi Losada en la traslación al teatro eran los espacios, ¿Se pueden recrear todos los espacios de la abadía sin necesidad de hacer una escenografía «grandilocuente» ? Ante la aparente sencillez escenográfica de un simple libro del que «nacen» literalmente los personajes, van saliendo espacios recordados como el scriptorium o las cuadras donde vemos (bueno, si están en uno de los laterales del patio de butacas del teatro no lo verán) a una de las «víctimas». El portentoso e imaginativo trabajo escenográfico lo firma Markos Tomas. En conjunto, El nombre de la rosa y Aladín, un musical genial son dos buenas propuestas para verlas incluso «en sesión continua» como hice yo. Solo les quedan dos semanas por delante, no me las perdería desde luego.
*Horarios de El nombre de la rosa, ¡Sólo hasta el 30 de marzo!
Miércoles y jueves 20h
Viernes 20:30h
Sábados 19 y 22:00h
Domingos 19:00h
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