Beatriz Carvajal: «De mayor quiero ser ministra de cultura»

Lo tenía claro desde que con siete añitos disfrazaba a sus hermanos y amigos para ‘jugar’ al teatro. Y aunque casi desde entonces ya tenía claro que ese iba a ser su camino, no consiguió convencer a su familia y amigos hasta el día en que pisó por primera vez las tablas del María Guerrero con sólo quince años. Desde entonces, se han sucedido en su carrera personajes que permanecen ya en el imaginario colectivo del espectador. Desde el mítico 1,2,3 a Compañeros, Lleno por favor o la reciente y tristemente desaparecida Bienvenidos al Lolita. A pesar de sus 49 años de profesión, siente que aún le queda parte del camino por recorrer en la interpretación, donde lo más importante es “ser una esponja” para aprender de compañeros como Miguel Rellán, por el que siente especial devoción. Una devoción que, seguro, sienten los espectadores de Los Misterios de Laura cada martes en La 1 viéndola cómo se inmiscuye en los casos de la Inspectora Lebrel. Siéntense en sus butacas y disfruten de Beatriz Carvajal en estado puro. 

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Foto de Pipo Fernández

¿Qué la atrae a Beatriz Carvajal como espectadora de una serie como Los Misterios de Laura?

Ya era fan desde antes de incorporarme. Me encantan las series de misterio. Es sencilla, familiar, tiene suspense, comedia, drama…

Ahora, pasados casi dos años desde su rodaje, ¿Cómo recuerda Beatriz Carvajal el rodaje de esta temporada?

Hice la segunda y la tercera temporada de la serie y para mí es la felicidad plena. Me lo he pasado muy bien. Me encantan los rodajes en plató, pero sobre todo los exteriores. Es una serie muy sencilla, pero con grandes exteriores.

Uno de los momentos álgidos de esta temporada sin duda ha sido el reencuentro con Miguel Rellán, ¿Qué ha aprendido a nivel personal y profesional durante tantos años como pareja artística en proyectos como Cuentos del burdel, que pude ver en el Maravillas, Compañeros o Paco y Veva?

En esta profesión, quien se crea que lo sabe todo está muy equivocado. Yo procuro aprender de compañeros como Miguel. La gente joven también te enseña. Hay que ser una esponja para seguir aprendido. Lo que pasa con Miguel es que nuestra relación es tan larga y tan fructífera que ya lo único que nos planteamos es disfrutar del trabajo juntos.

¿Cómo ha vivido esa cruenta batalla a la que han sometido a las dos series en las que participaba?

De entrada, fue muy triste. Sentía que estaba engañando a una serie con la otra. Me sentía muy mal por competir con el amor de mi vida, Los misterios de Laura. Es una pena esta lucha feroz por la audiencia. Yo creo que hay cabida para todos, están empeñados en concentrar los series en lunes y martes. Hay días que no sé qué ver con tanto cotilleo. Parece que no son capaces de tomar una decisión como hicieron en su día con Aída, que la pusieron en domingo, donde ha estado bastante protegida. Con Los Misterios de Laura creo que debería hacer lo mismo. Merece un lugar especial en la parrilla una serie que gusta al público y que encima tiene el reconocimiento de la crítica a nivel internacional.

A pesar del punto agridulce de este final anticipado, ¿Con qué se queda de Bienvenidos al Lolita?

Hemos trabajado mucho, pero el rodaje ha sido tan especial… Todo el equipo ha estado volcado con el proyecto. Da mucha pena que haya terminado así la verdad.

Creo que Robert Deniro es uno de sus referentes, pero ¿Con qué actor con el que ha trabajado ha sentido una especial admiración cuando ha tenido la oportunidad de actuar frente a él?

Antonio Ferrandis sin ninguna duda. Fue mi padrino artístico. Eran otros tiempos, entonces yo era mera figuración. José Bódalo, Amparo Soler Leal… Una vez ya profesionalizada, sin ninguna duda con Miguel Rellán, no me he entendido jamás con un actor de la forma en la que lo hago con él.

Comenzó en la interpretación muy jovencita, ¿Qué cree que la llevó a elegir este difícil camino?

No había otra. Con 7 añitos me bajaba con un amiguito a la calle y jugábamos al teatro. Soy la segunda de un montón de hermanos y siempre los tenía disfrazados. Mi entretenimiento favorito era jugar a ser actriz. Lo tenía tan claro que con 14 años empecé a ensayar mi primera función y con 15 debuté en el Teatro María Guerrero.

¿Fue esa puesta de largo en el María Guerrero el momento en el que cree que pasó de ser un juego a un trabajo, a una vocación que hasta entonces permanecía soterrada?

La verdad es que no. Yo lo tenía muy claro desde antes, pero había que convencer a la familia y a la propia profesión. También depende mucho de la actitud con la que te enfrentes a los proyectos. Yo tuve la suerte de debutar nada menos que al lado de María Dolores Pradera. Yo estaba convencida de que quería estar en esta profesión, pero tenía que convencer a mucha gente y parece ser que con el tiempo los he convencido.

Muchos personajes la han acompañado en este viaje artístico, pero creo que Compañeros tiene una especial significación para usted…

Es difícil encontrar proyectos en los que comulgues tanto en la forma de tratar los temas espinosos como el aborto, las madres solteras… Tenían un criterio progresista en los guiones que realmente me encantaba. Sin duda es el personaje televisivo con el que más he disfrutado.

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Rellán y Carvajal a su paso por «Compañeros»

Creo que tiene ‘entre manos’ una nueva función de teatro, ¿Qué nos podría avanzar sobre este proyecto?

Es posible que haga una comedia en efecto, pero aún hay que darle forma al proyecto.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias?

El teatro es la verdad de esta profesión. Me gusta el cine y la televisión, pero el escenario es la pureza de esta profesión, puro oficio. En el teatro se abre el telón y tienes que convencer a un público que está a escasos metros de ti. Sin duda, el teatro es la pureza de esta profesión.

Y con casi cinco décadas de carrera ¿Con qué proyectos sueña Beatriz Carvajal?

Solo sueño con seguir en esta profesión hasta que mi salud me lo permita. Podría ser una espinita clavada el cine, pero lo importante es mantenerse en esta profesión. Igual el futuro me depara un personaje en la pantalla grande, nadie lo sabe… Tiene mérito tantos años sin tener que dedicarme a otra cosa. La profesión ha sido muy generosa conmigo.

Al principio de la entrevista le pedimos que se pensase una autopregunta para cerrar la entrevista

¿Qué le gustaría ser de mayor?

Esa no me la han hecho nunca, me han debido ver ya entrada en años. Yo no me siento muy mayor, me queda mucho por vivir. Y en eso que me queda por vivir me gustaría ser… ¡Ministra de cultura! Así podría arreglar un poquito las cosas.

Unos Goya entre la emoción y el bochorno

Pocos años he estado tan, sorprendentemente, de acuerdo con el Palmarés de los Goya. Pocos años, por no decir ninguno, me ha provocado tal sopor el espectáculo visto anoche por más de 3.500.000 de espectadores, les superó RED, tiene narices la cosa… Aunque, en realidad, lo comprendo. Si uno ponía puntual, a eso de los 22h, la gala, y veía a un maestro de ceremonias afectado, excesivo e incluso ¡afeminado! haciendo reiterados chistes sin gracia que caían en los tópicos que la gente tiene de nuestro cine patrio, pues lo único que podías hacer es echarte a correr… o pasarte a ver el peliculón de la tercera… Sí, Manel Fuentes se lució ayer y de lo lindo. De poco le sirvió encomendarse a la gran Rosa María Sarda. El guión de la gala fue bochornoso y él entró en el juego del patético texto. Si a esto le añadimos que, un año más, se desaprovechó la oportunidad del número musical…. Sí, señores, en este país hay actores que saben cantar y bailar como los ángeles. Vayan a ver cualquier musical y se darán cuenta. Bueno, sí, que en el numerito hubo dos infiltrados que, imagino, estarían pensando: «Tierra, trágame». Me refiero a Adrián Lastra y Javier Godino, que ellos sí que cantan, bailan e interpretan a la perfección. Corramos un tupido velo, a excepción de los chanantes con Raúl Arévalo como extra de lujo y algún momento de Alex O’Dogherty la gala fue para echarla a la hoguera. Hablemos de los premiados, que aquí sí  que estoy satisfecho. Ha sido el año de la justicia poética, ¿Cómo es posible que Terele Pávez no tuviese un Goya? Y solo por ese momento emocionante en que dedicó el premio a su hijo ya mereció la pena ‘tragarse’ la bochornosa gala. Tampoco me olvido del emocionado abrazo en el que fundió con Javier Bardem, impagable.

Foto: Agencia EFE
Foto: Agencia EFE

Javier Cámara que había soñado muchas veces con subir a ese escenario, que agradeció el premio a todos los que tuviesen una sonrisa en ese momento por su premio, yo era uno de ellos, desde luego. Y no era el único al que por fin reconocieron. Ahí estaba David Trueba, ese director lúcido, inteligente y dotado de una mirada tan especial que merecía por fin un reconocimiento unánime. Una de sus actrices, la bellísima Natalia de Molina, nos regaló una de las frases de la noche: «Nos lo quitarán todo, pero no nuestra capacidad de hacer nuestros sueños realidad». Vivir es fácil con los ojos… abiertos cuando uno puede disfrutar de una película tan optimista, ¡Qué falta nos hace!, como la de un David Trueba que agradeció uno de sus premios a los periodistas que intentamos ‘colar’ el cine en los medios. Gracias por la modesta parte que me toca. Y me gustó ver a un Javier Pereira, nervioso y emocionado. Lleva muchos años y, por fin, le dieron su merecido minuto de protagonismo. Otro nombre que no se me olvida es el de Roberto Álamo, me alegro tanto que se premiase el TALENTO de este inconmensurable intérprete.  Y hasta aquí mi crónica y, sí, he huido de los chistes horrorosos a lo no presencia del ministro que hizo el amigo Manel. Esperemos que la cosa mejore el año que viene. Cualquiera de los anteriores presentadores de los Goya, presentes en un jocoso vídeo, lo podría haber hecho mejor, esa es la verdad, pero tranquilo, Manel, que el Goya a la peor caracterización del año te lo llevas tú este año. Y qué narices, ¡Viva el cine español!

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Pilar Castro: «Sueño con crear una compañía que haga teatro que despierte a la gente»

Tras varios años centrada en el cine, Pilar Castro ha vuelto al teatro por la puerta grande. Fue la llamada de Miguel del Arco con El inspector la que abrió esta nueva etapa. Lo siguiente fue su debut como directora en Microteatro por dinero con Los enamorados. Y ahora la vemos, hasta el 2 de febrero, como la inquietante ama de llaves de Carlota en el María Guerrero. DSCF6626

¿Qué papel ocupa Velda Manning en Carlota?

Es el ama de llaves de Carlota. Es muy importante, ella siempre está a su lado advirtiéndola. Mihura construyó un personaje antipático y nos hace creer desde el principio que ella es la asesina de la protagonista, pero a la vez ella quiere mucho a su señora. Es alguien que tiene dos aristas contrapuestas, lo que le hace un papel muy disfrutable.

¿Cómo habéis trabajado con Mariano de Paco para no hacer que los personajes estén ‘pasados de rosca’?

Siempre se debe trabajar desde la verdad y más en una obra con unos personajes tan excesivos. Es una comedia rara, es difícil trabajarla. Hay que representar muy bien las situaciones de misterio. En ese sentido, Mariano nos ha dejado mucha libertad para trabajar y siempre trabajando con el otro. Es un gran elenco la verdad. Con Carmen había trabajado hace años en una serie.

La anterior experiencia escénica fue El inspector dirigida por Miguel del Arco…

Llevaba mucho tiempo sin hacer teatro, pero a una propuesta tan tentadora como la de Miguel del Arco no se podía decir que no. Tuve que afrontar mis miedos tras tanto tiempo sin subirme a un escenario. Fue un regalo poder trabajar con un capitán de barco tan excepcional del que pude aprender tanto. Es un placer volver a estar encima de un escenario. El teatro es el medio de expresión vivo más importante que existe. En estos momentos, es el único lugar en el que el público y los actores se sienten vivos.

Te has convertido en una actriz habitual en el cine de Daniel Sánchez Arévalo, ¿Qué te atrapa del trabajo de este director?

Es un creador muy especial con un talento excepcional para escribir personajes femeninos, aunque lo haga poco. Es una persona que, teniendo un universo muy particular, consigue llegar a todo el mundo. Eso es realmente complicado y él lo consigue. Lo que me gusta de trabajar con él es que te deja experimentar y solemos tener mucho tiempo para los ensayos.

Debutaste recientemente en la dirección de una función de Microteatro por dinero, ¿Cómo fue la experiencia de Los enamorados?

Hacer una obra de microteatro es más complicado de lo que parece y llega a ser hasta estresante. Gracias a esta experiencia he aprendido a apreciar aún más el trabajo de los directores. Es muy difícil hacer seis pases de la misma microfunción para que no se deteriore.

¿El juego es lo que llevó a Pilar Castro a esta profesión?

Soy actriz por la simple razón de que me encanta disfrazarme. Me gusta el juego que implica este oficio y sentirme otra desde mis vivencias. Mi padre cantaba y nos ponía a actuar y yo estuve en el Conservatoria haciendo Danza cuando era pequeña. Todo hacía presagiar que terminaría metida en este oficio.

Y si miramos hacia el futuro, ¿Con qué proyectos sueña Pilar Castro?

Me gustaría hacer más cine y montar una compañía de teatro con la que hacer un teatro muy vivo que despierte a la gente. 

Luis Varela: «Solo con los años te das cuenta de la responsabilidad que implica esta profesión»

Aunque a veces le gustaría pedirle al día… 30 horas, se nota que lo de Luis Varela es algo completamente vocacional. No sabría muy bien explicar el motivo de cómo se enganchó al “juego” teatral, pero desde que comenzó como Luisito Varela a los ocho años, no ha dejado esta profesión en la que ha soñado tanto. Y la Zarzuela ha sido esencial en su camino. Ha interpretado decenas de piezas de nuestro reivindicable género lírico tales como La del Manojo de Rosas, que representó hasta el domingo pasado en el Teatro de la Zarzuela. Y ahora le vemos o, mejor dicho, le disfrutamos cada semana en la serie Bienvenidos al Lolita. Y los proyectos que están por venir… Efectivamente, necesitaría alargar el día para cumplir con todos sus compromisos.  
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¿Qué supone un título como La del manojo de Rosas en la carrera de Luis Varela?

Empecé a hacerlo hace veinte años. Es un espectáculo maravilloso. Me encanta hacer el personaje de Espasa, un tipo con mucho ingenio. Es una delicia, me ha dado muchas satisfacciones y éxito. Es un personaje muy castizo, muy mentiroso, habla a base de mentiras. He vivido tanto en este teatro durante estos años… Tengo el honor de hacer una producción al año aquí.

Entiendo que tiene una vinculación muy especial con este Teatro de la Zarzuela, ¿No?

El Teatro de la Zarzuela es uno de los teatros más emblemáticos del mundo. Fue el primer teatro de Zarzuela del mundo. Viene gente de todo el mundo para conocer nuestro género. Es un lujo, un placer estar en este espacio tan especial.

¿Por qué para Luis Varela el teatro es un buen lugar para contar historias?

Desde los griegos se cuentan historias encima de un escenario. Hoy en día se cuentan muchas historias en televisión y en el cine también, pero la madre de contar historias al público es el teatro. Aquí no se puede cortar una escena como en la televisión o en el cine. Sales al escenario y si te equivocas, pues tienes que tirar para adelante con todas las consecuencias.

Acaba de estrenar Bienvenidos al Lolita, que recupera un género tan poco habitual en la televisión como el musical, ¿Qué tiene de especial esta serie para enganchar al público?

Me gusta mucho ser parte de esta serie. Me parece que tiene un planteamiento muy interesante, siendo capaz de reflejar a la sociedad actual. Todo sazonado con un puñado de buenos números musicales y un reparto fabuloso. Es un placer compartir escenas con gente como mi sobrino en la serie, Carlos Santos, un actor que crece trabajo a trabajo. Ahora estamos descansando de la serie. La televisión tiene una rutina muy dura, hay que madrugar mucho y meter muchas horas, pero por series como ésta merece la pena.

Comenzó siendo Luisito Varela cuando era un niño, ¿Cómo fueron esos primeros pasos en la profesión?

Empecé a los ocho años, pero no por una cosa vocacional, fueron una serie de casualidades. En ese momento, no sabes a lo que te vas a dedicar en la vida y lo afrontas como un juego. No era consciente de la responsabilidad que implica esta profesión. Ahora cuando veo a esos dos niños en Bienvenidos al Lolita me viene a la memoria mi niñez. Ellos juegan y se lo pasan muy bien, pero sí sigues en esta profesión te das cuenta de la responsabilidad que implica ser parte de este oficio. Al final, en mi caso, he seguido todos estos años en activo, algo tendrá esta profesión que me ha atrapado de esta forma.

Y tras muchos años encima de un escenario, primero el cine con Crimen Ferpecto y acto seguido la televisión con Cámera Café le hacen convertirse también en un actor popular para el público joven…

Efectivamente, a mi me conocía la gente de mi generación por mis trabajos en los Estudio 1, pero la gente joven no me conocía. Con Crimen Ferpecto, los más jóvenes empezaron a conocer mi trabajo. Fue un placer trabajar con Álex de la Iglesia y a continuación lo encadené con Cámera Café, un espacio televisivo ya mítico. Todo ello me hizo estar de vuelta en la actualidad mediática, por así decirlo.

¿Qué papel ocupa el doblaje en la carrera de Luis Varela?

Significa mucho por la simple razón de que empecé a doblar con sólo diez años. Necesitaban a un niñito muy espabilado y decidieron coger a Luisito Varela. En la primera película que doblé, Todo es posible en Granada, hacía de un gitanito. Muchos años después fui uno de los protagonistas de Todo es posible en Granada, en la versión que protagonizó Manolo Escobar. Esas casualidades maravillosas que tiene esta profesión…

¿Qué proyectos tiene y con qué proyectos sueña?

Yo ya no sueño con ningún proyecto actualmente. No he dejado nunca de soñar en esta profesión la verdad. Me siento un afortunado, ya que he tenido la suerte de poder hacer tantas cosas que ya no se me ocurre nada. Estoy conforme con los proyectos que tengo y que me sigan llamando tanto. Tengo un largo con Antonio del Real y otro con uno de los directores de Bienvenidos al Lolita, Fernando González. No tengo tiempo para hacer teatro ahora mismo, la verdad. Estoy por pedirle a una firma de relojes que me diseñe uno con días de 30 horas. 

Juan Cavestany: «El teatro es el verdadero refugio de la palabra»

Juan Cavestany vuelve a estar de actualidad. Ese “Viaje emocional que va de la risa a la oscuridad y la continua sorpresa” que es Gente en sitios no deja de darle alegrías. Como la que sintió en el Festival de Toronto donde descubrió que “lo que a mi me parecía un humor muy local conectaba muy bien con todo tipo de públicos”. El próximo viernes 20 se estrena en Madrid y Barcelona, pero antes ha pasado por ciudades como Santander, donde este fin de semana se puede ver en la Filmoteca de Cantabria. Una película extraña, oscura y luminosa a la vez que te hace enfrentarte a la vida con otra mirada. Pero, por supuesto no deja de lado el teatro “El refugio de la palabra”, donde nos ha regalado esta temporada esa joyita llamada El traje. Y apunta maneras su adaptación de Macbeth para el CDN, que transcurre en la Galicia contemporánea y tiene a dos de sus habituales compinches, Andrés Lima a la dirección y Javier Gutiérrez como protagonista.

Con parte del equipo en una foto del rodaje.
Con parte del equipo en una foto del rodaje.

¿Cuáles son las claves de este rara habis que es Gente en Sitios?

Es una película normal, pero con personajes y tramas sin continuación. El espectador se queda a la expectativa de si se resolverán las escenas más adelante. Representa una serie de vivencias fragmentadas, con cantidad de estímulos para el espectador.

El género de su cine es etiquetado por la crítica como “post humor”, ¿Qué significa para usted esa etiqueta?

En efecto, yo no he creado esa etiqueta y cuando pregunto nadie se hace responsable de ella. A base de oirla, creo que entiendo a qué se refiere. Es algo como una ramificación de la comedia que se hace aquí y ahora con una mirada al humor desde la extrañeza, el desconcierto y la rareza. Es un humor que no siempre provoca la carcajada, pero provoca cosas ambiguas, difíciles de explicar. Es un humor identificable, creo que está entroncado con series como The Office.

Una película coral, llena de grandes nombres del cine y el teatro, ¿Cómo ha conseguido que cuadrasen sus agendas?

La película está hecha a lo largo de seis meses, rodando un par de días por semana. Se ha ido forjando poco a poco, como una especie de mosaico en el que me he ido adaptando a las agendas de los actores. He puesto todas las facilidades del mundo para que la película haya sido posible. Hubiese sido imposible rodarla en unas pocas semanas. La he hecho compatible con mi propia vida y la de los actores, que estaban enfrascados en otros proyectos. Se ha creado por cruces de ideas, que van apareciendo de una forma viva, lo que le da a la película una frescura que creo que es la seña de identidad de la película.

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Cavestany se ha rodeado de un elenco de lujo con nombres como el de Nuria Gallardo o Maribel Verdú entre otros.

Hace cine, pero sobre todo ha trabajado para la escena, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Juan Cavestany?

Yo era periodista y empecé a escribir ficción en el teatro gracias a mis amigos de Animalario. Empecé con la vista puesta en la escena, en el diálogo. De hecho, Los lobos de Washington era una obra de teatro, aunque luego se convirtiese en película. He terminado en el cine accidentalmente. El teatro me ha dado grandísimas alegrías y la oportunidad de valorar y poner en primer término el texto frente a lo audiovisual. Ante todo me considero escritor y el teatro es el verdadero refugio de la palabra.

Sin duda, El traje ha sido uno de los mejores montajes de la temporada, ¿Cómo surgió este texto?

Queríamos hacer algo desde hace mucho tiempo Luis Bermejo, Javier Gutiérrez y yo. La verdad es que sintonizamos mucho y llevábamos un tiempo dándole vueltas a un posible proyecto. Llegó un momento en que tenían la agenda un poco más libre y me pidieron que les escribiera una obra de temática libre, me dieron carta blanca para contar lo que quisiese. Fue muy liberador, pero daba vértigo. Hice varios intentos dramatúrgicos hasta que di con estos personajes. Tuvo mucho que ver también que Javi estaba un tanto obsesionado con la trama Gurtel, pero no quería hacer una obra sobre corrupción política. Está claro que lo de los trajes me sirvió de inspiración, pero para nada tiene que ver con la citada trama, como me han intentado ‘hacer ver’ en algunas críticas. Mi intención última era apostar por un teatro de palabra y personajes. Muy loca, pero creíble. Rara, pero pegada a la realidad. Esas serían por así decirlo las premisas que seguí a la hora de escribir esta obra. Es una combinación de elementos que me gusta hacer y con la que mis actores conectan muy bien. Ellos llevan muy adentro este texto.

Concha Velasco: «He entregado más al teatro que a mis seres queridos»

Cuando llega Concha Velasco a la entrada de artistas del Teatro Arriaga en taxi, un par de fans la esperan en la puerta. Accede a hacerse la foto amablemente y entra comentando la conversación que ha tenido con un taxista: “Parecía que me quería sonsacar algo malo de Bilbao y esto me pasa también en otras ciudades, la verdad. Cuando he llegado al Arriaga le he dicho que era uno de los más bonitos de Europa y me ha contestado que no sería para tanto”. Ella está feliz de volver a ser la protagonista “no tanto por vanidad, sino por ser los protagonistas los que más sufren y los que más ríen en escena”. Está radiante con un vestido verde a sus 74 años que ‘luce’ con coquetería: “Déjame que me pinte un poco para las fotos, tengo que salir guapa siempre” comenta con una sonrisa antes de reencontrarse con José Pedro Carrión, uno de sus compañeros en Hécuba, que dice “cumplir un sueño al poder trabajar con una de las grandes de la escena”.

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José Carlos Plaza, un maestro. Concha Velasco vuelve a estar a las órdenes de un director con el que ya ha trabajado en varias ocasiones. Para ella lo que le hace especial es que: “Sabe tanto, conoce tanto a los actores, que saca lo mejor de nosotros”. Y ella ha vuelto a disfrutar cada momento de las lecturas de mesa con este maestro de la escena que “me enseña cosas de los personajes que yo como actriz soy incapaz de ver”.

Tras la emoción compartida en Hécuba. Cada noche, la madre protagonista de la obra de Eurípides tiene un final aciago. Se entierra viva junto a sus hijos por la culpa que le pesa por haberse tomado la justicia por su mano. Esa imagen se quedó grabada en la memoria de su nieto, que la regaló un dibujo que la actriz guarda con cariño. A Concha Velasco le cuesta mucho ‘quitarse’ el personaje cada noche, es un texto durísimo que la exige un trabajo físico de altura. Y nada más acabar, en su camerino, están preparadas unas toallas para una inmediata ducha con la que intentará deshacerse de esos sentimientos tan hondos con los que ha emocionado al público.

En Cine de Barrio recuerdo la historia del cine español y mi propia carrera”. Ya desde los tiempos de Parada, Concha soñaba con presentar Cine de Barrio, “un programa en el que creo que es un acierto que se escoja a actrices como presentadoras, ya que nosotras lo vivimos en primera persona”. Está feliz por la experiencia, pero hastiada de “Una TVE llena de recortes que ha convertido a nuestro programa en un puente entre la película de la sobremesa y ese telediario que lamentablemente no nos llena la cabeza más que de noticias malas. Tengo que cortar mucho las entrevistas a mis compañeros y eso me da mucha rabia”.

Demasiado pronto para poner punto y final a su carrera. Los últimos dos años Concha ha recorrido España con Yo lo que quiero es bailar, un one woman show en el que la artista repasaba su carrera al más puro estilo Broadway. Pero, no ha sido más que un punto y seguido. Ahí sigue subida a un escenario y advierte: “Tengo que hacer la segunda parte dentro de unos años”.

Creo que el Goya me ha marcado para no dar ningún paso en falso”. Y por fin, llegó el Goya para ‘La Velasco’. Uno de los momentos más ansiados de su carrera. Dice que la ha marcado para bien, que teniendo en sus manos ese ‘cabezón’ siente una responsabilidad extra que la hace mirar hacia el futuro con la responsabilidad de no deshacer el camino recorrido, de no errar en los próximos pasos de su carrera.

Mi mayor ilusión sería hacer un musical infantil de gran formato”. Marcada por su nieto, por el que dice sentir verdadera devoción, su ambición es hacerle feliz con un espectáculo que se aleje de la imagen que se ha podido crear de ella viendo un espectáculo tan duro como Hécuba. Eso sí, ella no se atrevería a producirlo: “No se puede perder todo por hacer teatro como en los tiempos de Marsó”.

De Concha a Concha. Al principio de la charla, DESDE MI BUTACA le ofreció la oportunidad a la polifacética artista de que se pensase una pregunta con la que le gustaría que se cerrase esta entrevista y éste fue el resultado del juego dialéctico.

P: ¿He sido feliz simplemente siendo una primera actriz o hubiese hecho falta algo más?

R: Creo que he entregado más al teatro que a mis propios seres queridos. Por eso, mis seres queridos no me dieron lo que realmente necesitaba de ellos. Ahora que estoy sola con mis dos hijos y mi nieto me doy cuenta de todo ello. Siempre se piensa que soy muy cuadriculada, muy de Valladolid, pero el carácter castellano nos da esa cosa ‘seriota’. Todo lo planifico y eso es un problema. He tenido que renunciar a muchas cosas de mi vida personal por ello, a lo mejor no está la felicidad encima de los escenarios. Mi vida hubiese sido muy distinta si me hubiese casado con un militar y hubiese ido a misa los domingos como hizo mi madre.

Esa otra vida imaginada no ocurrió nunca. Si no nos hubiésemos perdido una de las carreras más prolíficas de nuestra escena, ahí es nada. Afortunadamente, tenemos Concha Velasco para rato: «¿Cómo se llama el teatro en el que actuamos en Cantabria?», Concha Espina la respondo. Está ultimando su maquillaje a solo unos minutos de subirse al escenario, pero no se le olvida recordarme: «Mándale la entrevista a Pentación para el clipping de prensa, no se te olvide». 

Pedro Casablanc: «Es inquietante ver lo poco que hemos evolucionado desde Valle Inclán»

Un día, rodando Policías, Pedro Casablanc se encontraba junto al maestro Pou y le dijo: «Con lo mayores que somos y aquí estamos jugando a policías y ladrones». De eso, de juego, tiene mucho una profesión en la que no es siempre fácil huir del foco mediático. Casablanc es uno de los rostros más reconocibles de la pequeña pantalla, pero ha intentado apartarse de ese falso oropel que suele rodear al show business. Todo lo ha podido una vocación que le ha llevado a interpretar a Valle Inclán sobre las tablas del Español con Tirano Banderas (hasta el 8 de diciembre en el templo escénico de la Plaza de Santa Ana).  El cine también ha llamado a su puerta con proyectos como Viral, que se acaba de estrenar en las salas españolas. Con este actor, crítico con una España en que no se valora demasiado la educación y la cultura, habló DESDE MI BUTACA. 

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¿Por qué cree Pedro Casablanc que Viral puede convertirse en un éxito?

La verdad es que habla de un mundo, el de las redes sociales que no comprendo y no me interesan mucho la verdad, pero el género de terror no muere nunca. Siempre acudiremos a él los que nos gusta pasar un mal rato en el cine. Además, es muy interesante al poner sobre la mesa la relación de la gente joven con las redes sociales, a las que mucha gente vive realmente enganchada.

¿Cómo ha sido el rodaje nocturno en un lugar tan reconocible como la Fnac de Callao?

No ha sido nada cómodo. Rodar de noche no me gusta nada, me cuesta mucho la verdad. Además, tenía todas las tardes una función de teatro, pero en el fondo ha sido un rodaje más, sin nada reseñable.

Estás acabando las representaciones de Tirano Banderas en el Español, ¿Qué le dice a Pedro Casablanc un autor como Valle Inclán en estos tiempos tan inciertos que estamos viviendo?

Me encanta que me hagas esta pregunta, soy un verdadero fanático de Valle. He tenido la suerte de hacer varias obras de este autor. Lo que más me inquieta es que su tiempo es demasiado similar a lo que está ocurriendo en nuestros días. Es alucinante ver como los males que criticaba en los años 20 y 30 se siguen repitiendo en pleno siglo XXI. Seguimos teniendo el mismo tipo de gobernantes y políticas caciquiles. Sus denuncias siguen sirviendo para el aquí y el ahora, eso le hace un autor valiosísimo. Además, es un artesano de la lengua que utiliza la palabra como nadie. Es el heredero de Rubén Darío y del Modernismo, palabras mayores.

¿Qué balance haces de la experiencia en el Teatro del Odéon?

Para mi, trabajar en el Odéon ha sido algo mágico, un sueño. Solo puedo sentir esta experiencia como un regalo. He sido invitado a una producción francesa- afortunadamente yo hablo francés perfectamente- con un director alemán de la categoría de Peter Stein, al que yo admiraba desde hace años…

Se dice que los franceses miman mucho su cultura, ¿Has tenido esa percepción en tu etapa allí?

Yo cogía el metro para ir al teatro y en la parada del Odéon había una estatua de Danton que rezaba: “La primera necesidad del pueblo después del pan es la educación”. Yo creo que eso se tiene muy en cuenta allí en Francia. Aquí, estamos viendo a qué niveles de educación se está llegando. La cultura empieza en el colegio y desde muy pequeños. Tiene que haber una necesidad por parte del país de que culturizar a la población es algo necesario. Yo creo que en Francia eso lo tienen muy claro. Siempre han tenido claro que preservar su cultura es la base, eso hace más libres a los ciudadanos. Más libres para decidir, para pensar, para comportarse cívicamente… Puede que tengan muchos defectos los franceses, pero tienen un mimo por su cultura realmente loable.

A pesar de ser parte de éxitos televisivos muy sonados, has sabido evitar toda esa parte de photocalls y flashes, ¿Ha sido muy difícil evitar la presión mediática o todo lo puede la vocación?

Tengo claro que éste es un trabajo vocacional, yo he querido ser actor toda mi vida. No me han regalado nada en mi carrera, me lo he currado mucho la verdad. La parte ‘mediática’ de mi oficio está ahí, pero no la he necesitado. Empecé haciendo teatro independiente de una forma muy artesanal y la verdad es que me he enfrentado a los proyectos como retos que he sabido aprovechar. El teatro siempre ha sido mi casa, donde más he aprendido y bien es verdad que le debo mucho a la televisión con series como Policías. No he parado de hacer series de un cierto nivel. No me ha interesado nunca estar en el foco mediático, he intentado evitarlo y cuando me invitan a eventos y a festivales no suelo poder, siempre estoy haciendo teatro la verdad. Es una escusa buenísima desde luego. Con la parte vocacional cuentan unos políticos a los que no les interesa el teatro. Está claro que vamos a seguir haciéndolo a pesar de las dificultades, es imposible liberarse de algo tan apasionante como este oficio. 

Has tenido la suerte de To play (jugar) en proyectos históricos donde, imagino, has vuelto a encontrar el sentido último de esta profesión, ¿No?

Está muy bien la reflexión que haces. En francés también se dice jugar. Aquí decimos interpretar o actuar. Son como palabrejas muy grandes para lo que hacemos encima de un escenario, aunque sí es cierto que cada día me doy cuenta que la gente, que el público necesita de nosotros para que le contemos buenas historias. Hacer un histórico como en el caso de la mini serie que estoy haciendo ahora sobre el asesinato de Prim, con vestuario del XIX te da la oportunidad de redescubrir que esta profesión es un juego. Yo recuerdo que cuando hacía Policías con José María Pou, al que admiro muchísimo, le decía mientras estábamos corriendo escaleras abajo con una pistola que mira que somos mayores para jugar a estas cosas… Estamos al servicio de una cámara, pero en el fondo estamos jugando a ser policías deteniendo a unos malos que ni siquiera estaban ahí, ya que rodaban otro día.

Tras una larga carrera, ¿Con qué proyectos sueña Pedro Casablanc?

No tengo grandes sueños con respecto a la profesión. Yo solo le pido a este oficio poder seguir teniendo cierta estabilidad, vivir de esto en definitiva. Quiero que mi familia tenga un futuro. Está todo muy negro, pero no debemos perder la pasión ni la esperanza de que las cosas pueden ir a mejor. Me gustaría poder seguir contando buenas historias en todos los formatos, que no se privaticen los teatros y que la cultura por fin se convierta en un bien de interés nacional. Tengo la esperanza de que en el futuro se enseñe en las escuelas a amar el buen teatro y el buen cine…

¿Podrá el cine español conseguir un éxito «Viral»?

Hoy viernes se estrena una de las películas españolas más atractivas del año. Viral juega con el género mezclado con humor. La premisa es sencilla: Un espacio tan cotidiano como la Fnac de Callao se convierte en el escenario principal. De día, un lugar lleno de bullicio, pero cuando las luces se apagan, una nueva vida comienza en el mítico espacio de compras. Allí habitará por una semana un friki que si supera la prueba ganará 15.ooo euros en compras. Podría ser un éxito viral para nuestro cine. Cuenta con los ingredientes necesarios: Es divertida, inquietante, entretenida y cuenta con un puñado de buenos actores como Pablo Rivero, Pedro Casablanc, Aura Garrido y Juan Blanco. Todo ello hecho con un presupuesto lowcost y un uso del product placement hasta ahora inédito en España, haciendo de la marca la verdadera protagonista de esta película con final abierto y vocación de convertirse en trilogía. DESDE MI BUTACA estuvo en la presentación de la película en Madrid y habló con algunos de sus protagonistas…

Aura Garrido y Juan Blanco.
Aura Garrido y Juan Blanco.

Miguel Ángel Muñoz.
Miguel Ángel Muñoz.

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Escucha la entrevista a Pablo Rivero haciendo click en la foto.

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Lucas Figueroa dirige la cinta.

*Pronto subiremos la entrevista a otro de los protagonistas, Pedro Casablanc.

Así es el «Agosto» cinematográfico

Muchos espectadores aún recuerdan con cariño el montaje de Agosto visto en el Valle Inclán. No es para menos, sobre las tablas se reunió a un reparto inolvidable: Carmen Machi, Amparo Baró, Irene Escolar y Sonsoles Benedicto encabezaban el reparto de una función que ahora llega a la gran pantalla. El próximo 10 de enero de 2o14 llegará a las salas españolas una cinta que cuenta con un reparto encabezado por Meryl Streep, Julia Roberts y Ewan McGregor.

Los Weston viven en una gran mansión en las afueras de Pawhuska, en Oklahoma. La desaparición del padre en extrañas circunstancias hace que la familia se reúna y que todas sus miserias salgan a la luz en  la adaptación de Agosto, obra de Tracy Letts que ganó el Tony y el Pulitzer.

agosto

Tras la emoción compartida de Manuela Velasco y Fran Perea

Sus carreras se han desarrollado en buena medida en el cine y en la televisión, pero la función teatral Todos eran mis hijos fue el punto de encuentro de un equipo creativo con vocación de compañía teatral a la antigua usanza. Ellos eligen el texto y se encargan de todos los aspectos de la producción, que se convierte en algo de unión colectivo. A sabiendas de que es difícil que otros les dejen contar las historias que realmente les interesan, decidieron montarse en esta suerte de empresa teatral que podríamos etiquetar a medido caballo entre las coproducciones habituales y una especie de cooperativa teatral, en la que todos hacen de todo. El primer hijo de esta unión ha sido una de las mejores funciones teatrales de la pasada temporada, Feelgood, una sátira política que bebe sin duda del David Mamet más lúcido. Han conseguido sacarla de gira gracias al apoyo de una distribuidora que les hará recorrer en 2014 buena parte de la geografía española.  Con dos de sus protagonistas, Fran Perea y Manuela Velasco, hablamos Tras la emoción compartida en el último bolo de la gira hasta ahora, que tuvo lugar en Villena. 

20131114_Manuela Velasco y Fran Perea_Desde mi butaca_Feelgood

¿Qué fue lo que los atrajo de esta sátira política? 

Manuela: Después de leer muchas obras, lo que que me enamoró de Feelgood es su estructura dramática. Tiene una estructura teatralmente engrasada. Se nota que Alistair Beaton es un hombre de teatro. Tiene un ritmo y una mala leche que desde el principio hizo que me enganchase este proyecto.

Fran: Me atrajo la manera en que mezcla el humor con la política. Estamos acostumbrados a que nuestros gobernantes nos hagan llorar. En Feelgood, nos vamos a reír un rato, aunque sea de situaciones que, fuera de este contexto, nos darían mucha rabia. Ésa es la magia de esta función, y la gran habilidad de Alistair Beaton, el autor.

Uno de los aspectos que hacen especial a esta función es el tipo de producción en el que os habéis embarcado, con los medios justos, pero con una pasión que se nota encima de las tablas, supongo que habrá supuesto un plus de aprendizaje extra, ¿No?

M: Empezamos por lo bien que nos compenetramos el equipo de Todos eran mis hijos. Desde que comenzamos esta aventura, cada día nos enfrentamos a nuevos retos, es un aprendizaje continuo. Estamos aprendiendo no desde cero, pero la relación entre nosotros es muy diferentes al también productores. Ahora nos hemos comprometido como ‘padres de la criatura’ y todos compartimos responsabilidades. Cada día tenemos que buscar e inventar soluciones a los problemas que nos van surgiendo. Cuando algo sale mal, hablamos y aprendemos de nuestros errores.

F: Por supuesto. Estamos aprendiendo muchísimo. De hecho, cada día lo hacemos. No es fácil poner a tanta gente de acuerdo en algo. Somos diez productores, que, además, formamos parte de todos los departamentos, como quien dice. Cargamos, descargamos, actuamos, vamos al banco a firmar, hablamos con abogados… Es toda una aventura. Pero, la verdad, es muy reconfortante saber que estamos generando empleo.

Este proyecto nace de otro, Todos eran mis hijos, ¿Creéis que participar en ese montaje ha sido un punto y aparte en vuestra carrera? 

F: Sí, totalmente. Es verdad que antes dimos los pasos necesarios, creo, para llegar a Todos eran mis hijos en condiciones óptimas… Y, efectivamente, enTRAMAdos le debe mucho, mucho a Ana Jelín, a PTC, a Claudio Tolcachir y a Timbre 4. El germen de todo estuvo en aquel montaje y en la gira posterior.

M: Es el regalo más bonito de mi carrera. Es un punto de inflexión en mi carrera. El grupo humano que nos juntamos en ese montaje estábamos muy a gusto trabajando juntos. Creó en mí una necesidad de ser parte de todo el proyecto artístico montando nuestros propias aventuras escénicas.

En "Todos eran mis hijos" se comenzó a fraguar el proyecto de "Feelgood".
En «Todos eran mis hijos» se comenzó a fraguar el proyecto de «Feelgood».

En estos tiempos difíciles, ¿cómo os las estáis arreglando para conseguir ‘bolos’?

M: En Madrid invitamos a los distribuidores a vernos en el Matadero. Queríamos repetir la experiencia tan maravillosa que habíamos tenido con Todos eran mis hijos en la gira. Había que sacar el espectáculo fuera de Madrid. Nos encanta ver diferentes públicos y sus formas de reaccionar. Hay que destacar que la mitad de la obra es el público, que reacciona ante lo que ocurre en escena. Traspasos Kultur se interesó por nuestra obra y está interesando mucho el proyecto quizás por la temática que trata.

F: Fuimos muy prudentes a la hora de empezarla, porque no sabíamos si íbamos a poder asumir el gasto que supone cada ‘bolo’, ya que, desgraciadamente, hay muchos ayuntamientos que tardan en pagar, o, directamente, no te pagan. Al final las ganas que teníamos de sacarla de gira pudieron más y gracias a Traspasos Kultur podremos anunciar muy pronto las fechas de la gira de 2014.

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Los actores toman notas en los ensayos en una foto de Charo Guerrero.

¿Cómo os sentís «Tras la emoción compartida» en Feelgood?

F: Muy orgullosos de lo que hemos ido construyendo paso a paso. Y, además, sabiendo que lo que hemos hecho, gusta. La gente nos dice cosas estupendas y participa durante toda la función. Una maravilla.

M: Mi personaje, Elisa, va a contracorriente de este mundo del gabinete del presidente que reflejamos en la obra. Yo personalmente acabo hecha polvo, me enfrento a aspectos tan cruciales como si sería capaz de renunciar a mis valores. Nada más terminar la función, necesito quedarme un poquito sola conmigo misma para tener un rato de camerino y soltar. Eso sí, cuando salgo del teatro y me encuentro con el público, me da un subidón de energía. Veo que la obra llega y le hace pensar. El público se ríe mucho, pero a la vez salen removidos por haberles puesto un espejo delante que refleja un sistema político tan podrido. Genera mucho debate esta función. Me voy muy llena al saber que hemos removido conciencias.

Y a pesar del iva y de lo «heroico-suicida» que tiene hacer teatro en estos tiempos, ¿Por qué para vosotros el teatro es un buen lugar para contar historias?

F: Porque el teatro se desarrolla ‘aquí y ahora’. Es irrepetible. Cada espectador ve un espectáculo nuevo y para nosotros es nuevo cada día también. Esa novedad facilita que desconectes de lo de fuera. Que entres en la historia que se está contando, que no quieras perderte ningún detalle.

M: El teatro es el lugar con mayúsculas para contar historias. Es verdad que repites el texto, pero lo que sucede en escena y con el público es muy diferente. Es un acto que sucede en comunión con el público. Implica además una atención total. Vas y te metes en una historia que, además, en este caso te hace cuestionarte los valores establecidos.

Cine, teatro, pero también televisión, ¿Qué habéis aprendido de vuestra profesión gracias a la ficción televisiva?

F: Mucho. La importancia del trabajo en equipo, de cumplir unos plazos, de trabajar contrarreloj, de reducir el proceso creativo sin que el resultado se vea afectado…La televisión en este país crea ‘industria’. Hay mucha gente que vive del audiovisual gracias a la ficción televisiva, que aprende un oficio y lo puede llevar a cabo en un plató de televisión. Ahora, estoy grabando de nuevo una serie para Telecinco con la productora Globomedia: B&B. De boca en boca, con un magnífico grupo artístico y técnico de los que sigo aprendiendo mucho.

M: En la televisión se aprende técnica y oficio. Se graba muy rápido, tienes que aprender a coger oficio. También debes tener una gran ejercicio de trabajo previo, hacer los deberes en casa. No tienes tiempo de ensayo, hay que hacerlo bien directamente. Sirve para ejercitar la memoria y poner en práctica todos tus recursos interpretativos.

¿Hubo un momento en que Manuela y Fran dijeron aquello de Mamá quiero ser artista o no sabéis muy bien cuando la interpretación se cruzó en vuestras vidas?

M: Por mi padre y mi tía he vivido en contacto constante con el mundo del cine y del teatro. El teatro me fascinaba desde pequeña, esa es la verdad. Creo, eso sí, que fue el cine el que me hizo plantearme que me podía dedicar a esta profesión. Cuando terminé La ley del deseo con 8 años, yo le dije a mi madre que no quería al colegio, que yo lo que deseaba era seguir rodando la película…

F: En mi caso, sí. Mientras estudiaba en el instituto, ya hacía teatro en una escuela de Málaga. Cuando terminé la secundaria e hice la selectividad, les dije a mis padres que quería estudiar la carrera de Arte Dramático. Al principio no les terminó de hacer gracia, pero, al final, cedieron y, mira, aquí estoy…

Jorge Usón junto a Perea en uno de los ensayos en otra imagen de Charo Guerrero.
Jorge Usón junto a Perea en uno de los ensayos en otra imagen de Charo Guerrero.

Manuela, me es inevitable preguntártelo y más con los ‘piropos’ que te hace cuando hablo con ella, ¿Cuánta culpa de tu pasión por tu oficio tiene Concha Velasco?

M: A lo dicho anteriormente, habría que sumar la suerte de poder ver las obras de mi tía Concha desde todos los ángulos posibles: Desde el palco, ‘entre cajas’, en el gallinero… Me encantaba estar con la gente del teatro, debían ver en mi a la niñita pequeña a la que mimar. No me aburría nunca de ver la función. Cada día veía cosas nuevas sobre el escenario. Esa alegría y energía que se respiraba fue el motor de que me dedique a esta profesión.

Si miramos hacia el futuro, ¿Qué proyectos tenéis y con qué proyectos soñáis? 

F: La verdad es que este presente que tengo, me gusta bastante. Si pudiera pedir algo… Quizá poder seguir compaginando el teatro con el audiovisual, y, además, poder seguir haciendo música. Casi nada. También me encantaría, en el futuro, poder ir a Argentina a trabajar con los compañeros de Timbre 4, durante un tiempo. Y, por supuesto, me encantaría que enTRAMAdos, la compañía que hemos creado para representar Feelgood, siga viviendo con nuevos proyectos teatrales.

M: Rec: Apocalipsis y Galerías Velvet de Bambú Producciones son las dos cosas más inmediatas. Coincido con Fran en que espero que el proyecto enTRAMAdos no se quede en Feelgood, que haya mucho más proyectos. Estoy leyendo con Alberto, el director, otras obras para ver qué es lo próximo que se nos ocurre.