Susi Sánchez: «La empatía es muy necesaria en nuestra sociedad»

Sin duda, la vida de Susi Sánchez demuestra que la del intérprete es una carrera de fondo. Tras muchos años en que su altura solo la permitía hacer entes en el teatro, dos directores de cine, Ramón Salazar y Pedro Almodovar, pusieron en el lugar que se merecía a una intérprete que este mismo año ganó el Goya. Ahora la podemos ver por partida triple. Sobre las tablas del Pavón- Kamikaze con Los Hijos, donde comparte escenario con Adriana Ozores y Joaquín Climent bajo la dirección de David Serrano. En el cine podemos verla como la perturbadora madre de la protagonista de Legado en los huesos. En Netfix forma parte del reparto de Días de Navidad. Un momento dulce que la intérprete celebra con esa sonrisa y esa vitalidad de la que es imposible no contagiarse.

¿Cómo es Los Hijos?

En escena hay tres ingenieros nucleares que de alguna forma ponen sobre la mesa la posibilidad de intervenir en el mundo actual para dejar una herencia más saludable a los que están por venir. Están viviendo las dificultades un año después de la hecatombe nuclear. Lo que realmente quiere sacar a la luz el autor es el cambio climático que no tiene vuelta atrás. Cuando era joven no existía ese peligro, es ahora tan latente que da miedo.

Decía David Serrano que esta obra trata sobre unas mujeres “a las que no se ha dado las gracias nunca”…

Hasta cierto punto sí. Son mujeres universitarias, que han trabajado y sacado adelante a una familia y eso no se les ha valorado. Muchas mujeres de mi generación han trabajado y a la vez han sido amas de casa y no se ha valorado eso. En cambio, el hombre trabajaba y es más raro que a la vez se encargase de las labores domésticas. Así que sí, pienso que es un homenaje muy potente al sacrificio que han hecho las mujeres de nuestra generación.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un gran lugar para contar historias como la de Los Hijos?

El teatro siempre es el lugar donde el contacto con el público es inmediato. El espectador pude ver a actores vivos que comunican un mundo emocional y ese valor no lo tiene ningún otro medio. Un grupo de adolescentes vino y se conmovió con la función tanto como los adultos. Llega a todos los públicos esta función y eso es maravilloso.

Se habla de Ramón Salazar y Pedro Almodóvar, para los que eres una actriz fetiche, como los que mejor retratan la condición femenina…

Completamente de acuerdo. Tienen un conocimiento de la psicología femenina muy profundo y muy desprejuiciado. Se nota que hay amor hacia la mujer en la visión que tienen. También hay una camada de gente joven que me están proponiendo historias interesantes para mujeres maduras. Dentro de poco la gente de cierta edad seremos mayoria en este mundo, así que que se espabilen los guionistas.

Si pongo sobre la mesa el nombre de Pitita Ridruejo…

Eso fue una recomendación que me hizo Ramón Salazar para que investigara para el personaje de 10.000 noches en ninguna parte. No pude coger mucho del personaje la verdad, pero tiene que ver con su apariencia, con el mundo en que ella vive tan en las nubes, tan irreal… Me sorprende mucho que sepas lo de Pitita la verdad…

Acabas de estrenar en Netflix la espléndida mini serie Días de Navidad, ¿Cómo ha sido introducirte en el universo de Pau Freixas?

En cuanto lo conocí tuvimos una conexión extraordinaria. En el primer ensayo me di cuenta de que nos íbamos a entender perfectamente. Es un hombre con mucha profundidad, que no se queda con lo superficie. Quería un trabajo muy coral. El personaje es una maravilla. Me toca acompañar la historia de estas hermanas en una producción que ha contado con un reparto de excepción. Yo le dije que sí desde el principio a Pau, pero cuando me dijo el reparto le dije que no se había cortado nada. Parecía que se había cumplido toda su lista de deseos.

En este momento tan dulce que estás viviendo supongo que te entra la risa cuando piensas que te dijeron que eras demasiado alta para ser la madre de Tesis y decías que solo te llamaban “para ser fenómenos atmosféricos o entes en el teatro”…

Suelta una risa contagiosa a la que es difícil no sumarse.

Es verdad. Hice la luna en Bodas de Sangre, hice del sol en un espectáculo de calle, de la vista en otro, de la muerte… Todo eran entes… Parecía que no tenía pinta de poder hacer de madre. Afortunadamente ahora sí puedo hacerlo. En el fondo, no estuvo mal, ya que pude explicar mundos muy esotéricos y poco convencionales para una actriz.

Y de repente después de tantos años llega el Goya…

Aunque algunas compañeras me decían que me lo iban a dar, para mí fue una cosa bastante inesperada. Yo me sentía tan fuera de onda con el grupo de nominadas que había que pensé que sería imposible. Tuve esa fortuna y la verdad es que estoy muy contenta. Ha sido el regalo de mi vida. A estas alturas nunca te piensas que te vaya a llegar un regalo así.

“Cuando abres la cabeza y el corazón ante un personaje con características oscuras hay una necesidad de comprensión en nuestro trabajo”. En una sociedad tan poco empática como la nuestra, ¿Cuánto lleva a su día a día Susi Sánchez esa máxima que tiene en la interpretación?

Yo lo hago, yo lo necesito en mi día a día. Yo voy al mercado y charlo con las señoras que me cuentan cómo hacen tal o cual plato. Me río incluso con gente a la que no conozco de nada. Esto antes no me pasaba. La búsqueda de empatía es necesaria por lo que tú decías. Vivimos en un mundo en el que no nos conocemos los unos a los otros, ni siquiera a nuestros vecinos. Me encanta ir al bar o al mercado y que me saluden. Es como si hubiese un afecto universal flotando por el aire al que todos tenemos acceso en un momento dado y del que está bien que podemos tirar de él de vez en cuando.

¿Qué te llevó finalmente a coger la senda de la interpretación?

Yo jugaba como todos los niños, pero no pensaba en que eso podía llegar a ser mi profesión. Lo que me incentivó para ser actriz fue el poder de comunicación que tiene un escenario. Los actores tenemos la suerte de poder comunicarnos con otros seres humanos a otro nivel sensorial, mucho más allá de las palabras. Eso es algo que estoy seguro que todo ser humano desearía tener.

Con el Goya se ha puesto el foco también en tus palabras, en tu significación social…, ¿Cómo llevas eso de que lo que pienses sea analizado con lupa?

La verdad es que no me preocupa mucho. Siempre digo lo que pienso. Soy muy sincera, no miento en lo que expreso. Por supuesto, puedo obviar ciertas preguntas, pero todo el mundo sabe que soy de izquierdas. Eso no quita para que yo haga un personaje de derechas y no lo pueda disfrutar muchísimo.

Antes de acabar me gustaría volver a Cuando deje de llover, esa obra que emocionó tanto al público…

Lo primero que me viene a la cabeza es la muerte de mi madre. Empecé a ensayar esa función a los tres días de su muerte. Fíjate que su pérdida fue la inspiración para entrar de la forma en que lo hice en esa obra. Entré muy limpia, muy desasistida en esa función por su muerte. Con el tema de las constelaciones ocurría algo mágico. El público se conmocionaba mucho con esa función. El teatro es lo que tiene que produce casi katarsis, era una obra mágica.

¿Con qué proyectos te gustaría seguir jugando en tu profesión?

Me ha gustado siempre mucho el trabajo de investigación. Me gusta estar con directores que se meten a fondo haciéndonos preguntas. Tengo un proyecto con Fernando Rubio, con el que hice Todo lo que está a mi lado. Me ha propuesto escribir algo para hacer un proceso. Seguramente estrenaríamos un anteproyecto en el próximo Festival de Otoño y seguiríamos con ello para que el espectador sea partícipe del proceso. Lo que me queda por hacer se va a llamar.

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Terele Pávez: El legado de una actriz de raza

Este oficio te hace un regalo cuando tienes delante a una entrevistada del nivel de Terele Pávez. Aún recuerdo la primera imagen congelada que tengo de ella en mi imaginario. Se trata de una escena de El Día de La Bestia, que vi diría que indebidamente demasiado niño. Me quedé fascinado por el universo de esta película y me fijé en esa actriz que decía «El mundo está lleno de hijos de puta». Desde entonces, asocié a esta actriz al universo de un director, Álex de la Iglesia, que le regaló otra frase que se ha quedado en la memoria de las nuevas generaciones y que está poblando desde ayer las redes sociales: «A mi no me dan miedo las brujas. A mí lo que me dan miedo son los hijos de puta». Y a Terele, esa conexión con el público joven la encantaba: «Me encanta cuando me dice algún chaval que las películas de Álex les han hecho interesarse por mi trabajo y que por eso han visto películas tan distintas como Los santos inocentes». 

Aunque había tenido un breve encuentro con ella anteriormente, la primera vez que pude mirar a los ojos de Terele y charlar con ella fue hace relativamente poco en el Teatro Español, en el 2014, un año especialmente celebrado por los premios que recibió y en el que tuve la suerte de encontrarme con la intérprete en tres ocasiones. La primera vez que nos vimos fue durante las representaciones de El Cojo de Inshmaan y tuve la suerte de acompañarla en su camerino hasta sólo unos minutos antes de subir el telón. Como decía antes, desde niño me cautivó su fuerza en la gran pantalla y ese día pude ver en primera persona que eso no dejaba de ser una extensión de su propia vida. Me acuerdo que era la primera en llegar al teatro, me la encuentro con un café y sólo puedo parafrasear lo que dije en su día: «Ella hechiza en las distancias cortas, te atrapa y te contagia de un pedacito de esa energía de vivir que la caracteriza». Cuando llegó el momento de la foto descubrí la camiseta que llevaba puesta con su foto y esa frase de Las Brujas de Zugarramurdi que sólo podía ella decir con esa raza. Inevitablemente le apareció una sonrisa de lado a lado que cada vez que nos encontrábamos volvía a aparecer como si nos conociéramos de toda la vida y era entonces cuando me pedía que la diese un beso en la mejilla. Compartí con ella también uno de los reconocimientos más emotivos que recibió por su trabajo en Las Brujas de Zugarramurdi en el Festival Internacional de Cortometrajes de Torrelavega. Su relación reciente con el teatro continuó, de nuevo en el Español, donde volví a tener la suerte de entrevistarla.

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Gracias por tanto, Terele. Nos queda tu inmenso legado en imágenes y esos momentos mágicos que me regalaste en cada encuentro.

¡Cuánto deberían aprender muchos de Antonio y de Javier!

Este oficio de cómicos, este oficio de actores, de intérpretes de mil y una emociones puede convertir a algunos de sus miembros en ególatras irredentos. No es el caso de dos actores llenos de sapiencia a los que, creo, nunca verán subidos a un pedestal de intocables.

Simplemente memorable fue el speech que se marcó Antonio Banderas al recoger su Goya de Honor: «Me subí a ese tren por ser la cultura y el arte la mejor forma de entender el mundo que me había tocado vivir». Un actor que parece no olvidar sus raíces- fue significativo escuchar cómo su acento malagueño parecía acentuarse aún más en el discurso. La guinda fue la mención a su hija, a la que por compromisos profesionales quizás no dedicó el tiempo suficiente.

Todas las quinielas apuntaban a su nombre: Javier Gutiérrez debía y merecía llevarse el Goya por su extraordinario trabajo en La isla mínima. Tienen un aura especial los que son GRANDES en este oficio. Gutiérrez lo tiene y, por eso, su premio habrá sido celebrado por mucha gente que le conoce o que, simplemente, le haya visto en un capítulo de Aguila Roja. Por el atril de ganadores también pasaron unos cuantos ‘teatreros’ más, actores curtidos en las tablas y que nos hacen disfrutar también en la Gran Pantalla. Mágica estuvo Bárbara Lennie, Carmen Machi – casualidades de la vida, pareja teatral de Gutiérrez en Los Mácbez– agradeció que se galardonara una interpretación de comedia. Y es que la comedia – Dani Rovira mediante- estuvo bien servida en una gala, eso sí, excesivamente larga. Casi 4 horas – Y eso que no hay publicidad- es una verdadera salvajada. Deberían echar un ojo a la Gala de los Forqué. Aún así- adoro a Miguel Poveda, pero un microconcierto a la 1:15 de la madrugada no venía a cuento- ha sido una de las galas más entretenidas. Wert aguantó estoicamente los -escasos- envites que le lanzaron (el más sonado el del manchego más universal) en una noche en que el número musical (mejor que otros años al incorporar a algunos cantantes como Ana Belén y Lolita) superó la media de los espantosos números anteriores. De las parejas de entregadores me quedo sin duda con la formada por mi querido Secun de la Rosa y la simpar Loles León. No me olvido tampoco de mentar el triunfo de Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo. Más que nada por estar detrás Javier Fesser, uno de los mejores representantes de la Marca España en el campo cinematográfico. Ahora solo esperemos que el año que viene no sea necesario lanzar envite alguno y en que en los próximos Goya hablemos del triunfo de la razón. Y es que no olvidemos que como se dijo a lo largo de la gala que la cultura crea miles de puestos de trabajo. Para acabar sólo poner en palabras lo que siento día a día cuando veo las historias que se cuentan en nuestras pantallas: Viva el talento del cine español, tenemos motivos para estar orgullosos.

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Enrique González Macho: «Creo en la presunción de inocencia»

En el trascurso del curso «El audiovisual en español y las nuevos tecnologías» de la UIMP. que este año homenajea a Juan José Campanella, charlamos con el Presidente de la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas, Enrique González Macho.

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¿Qué tiene de especial el cine de Juan José Campanella para que conecte de esa forma con el público de todo el mundo?

Hay dos factores claves: Son personajes universales y sus historias hablan de emociones que todos hemos experimentado.

¿Cómo fue el primer encuentro con Juan José Campanella?

Yo le conocí en el Festival de Cannes. Era un jovencito en aquel entonces, allá por 1991, me le encontré en el mercado del Festival, donde él iba con una película debajo del brazo. Así nació nuestra relación que se materializaría con la distribución en España de la película El niño que gritó puta . En la Seminci de Valladolid la reacción del público fue extraordinaria. Me acuerdo que el público completaba el título de la película al unísono: El niño que gritó… ¡Puta!

¿Por qué ha decidido continuar finalmente al frente de la Academia a pesar de que en principio había decidido no presentarse?

Han sido unos años difíciles los que he estado al frente de la Academia, pero he decidido seguir precisamente por eso. Mi objetivo es seguir hasta que las cosas se estabilicen un poco. Quiero que la Academia siga siendo un referente en el que la sociedad pueda ver reflejado el mundo del cine. Otro reto es saber vendernos como industria y saber encontrar a los posibles compradores.

Con respecto a la supuesta ‘politización’ de los Goyas…

Lo único que te puedo decir es que aunque saliésemos rezando el Rosario, nos seguirían tachando de ser de izquierdas. Hay un interés por parte de ciertos políticos y medios de ver el cine español como algo ‘izquierdoso’. Cada persona que pertenece a la Academia tiene su opción política definida, sea cual fuere, y tiene derecho como ciudadano a manifestarla.

Frade compra las entradas de su propio filme para obtener la subvención, ¿Qué respuesta da a este titular como Presidente de la Academia?

Tengo claro que desde la Academia no podemos penar la actuación de una persona física. Aún no conozco muchos detalles del caso, pero creo en la presunción de inocencia. Esta noticia ha sido un pequeño volcán que ha aparecido así de repente y no me atrevo a juzgarlo hasta que se conozcan todos los datos.

¿Cuáles han sido los hitos de estos años como distribuidor en Alta Films?

La distribución es una de las partes más bonitas del cine. Me encanta descubrir películas y traerlas a España. Entre los hitos de Alta Films creo que ha estado traer el cine soviético y las películas de Campanella. También es una satisfacción haber creado espacios como los Cines Princesa donde se vive, se disfruta y se saborea el buen cine.

Juan José Campanella, nuevo protagonista dominical DESDE MI BUTACA…

El próximo domingo 13 de julio, el director de El hijo del novia será el protagonista del espacio dominical que dedicaremos durante todo el verano a la entrevista. Este creador de historias emocionantes nos confiesa sin rubor que Toy Sory 2 es una de las mejores películas de los 90. Admirado por su trabajo en el cine Berlanga, su mayor referente en el cine español, dirigió a José Luis López Vázquez en Luna de Avellaneda y vivió un momento mágico en ese rodaje junto a uno de los miembros del equipo. Ahora, después de tanta tecnología en su exitosa Metegol (Futbolín en España) se ha visto embrujado por Talía. Está dirigiendo Plaza de Avellaneda en Buenos Aires y ya la ha visto ¡150 veces! Pero no os preocupéis, su mente creativa en constante ebullición ya está planeando una nueva película, cuya música, antes incluso de tener el guión, ya está casi lista…

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Unos Goya entre la emoción y el bochorno

Pocos años he estado tan, sorprendentemente, de acuerdo con el Palmarés de los Goya. Pocos años, por no decir ninguno, me ha provocado tal sopor el espectáculo visto anoche por más de 3.500.000 de espectadores, les superó RED, tiene narices la cosa… Aunque, en realidad, lo comprendo. Si uno ponía puntual, a eso de los 22h, la gala, y veía a un maestro de ceremonias afectado, excesivo e incluso ¡afeminado! haciendo reiterados chistes sin gracia que caían en los tópicos que la gente tiene de nuestro cine patrio, pues lo único que podías hacer es echarte a correr… o pasarte a ver el peliculón de la tercera… Sí, Manel Fuentes se lució ayer y de lo lindo. De poco le sirvió encomendarse a la gran Rosa María Sarda. El guión de la gala fue bochornoso y él entró en el juego del patético texto. Si a esto le añadimos que, un año más, se desaprovechó la oportunidad del número musical…. Sí, señores, en este país hay actores que saben cantar y bailar como los ángeles. Vayan a ver cualquier musical y se darán cuenta. Bueno, sí, que en el numerito hubo dos infiltrados que, imagino, estarían pensando: «Tierra, trágame». Me refiero a Adrián Lastra y Javier Godino, que ellos sí que cantan, bailan e interpretan a la perfección. Corramos un tupido velo, a excepción de los chanantes con Raúl Arévalo como extra de lujo y algún momento de Alex O’Dogherty la gala fue para echarla a la hoguera. Hablemos de los premiados, que aquí sí  que estoy satisfecho. Ha sido el año de la justicia poética, ¿Cómo es posible que Terele Pávez no tuviese un Goya? Y solo por ese momento emocionante en que dedicó el premio a su hijo ya mereció la pena ‘tragarse’ la bochornosa gala. Tampoco me olvido del emocionado abrazo en el que fundió con Javier Bardem, impagable.

Foto: Agencia EFE
Foto: Agencia EFE

Javier Cámara que había soñado muchas veces con subir a ese escenario, que agradeció el premio a todos los que tuviesen una sonrisa en ese momento por su premio, yo era uno de ellos, desde luego. Y no era el único al que por fin reconocieron. Ahí estaba David Trueba, ese director lúcido, inteligente y dotado de una mirada tan especial que merecía por fin un reconocimiento unánime. Una de sus actrices, la bellísima Natalia de Molina, nos regaló una de las frases de la noche: «Nos lo quitarán todo, pero no nuestra capacidad de hacer nuestros sueños realidad». Vivir es fácil con los ojos… abiertos cuando uno puede disfrutar de una película tan optimista, ¡Qué falta nos hace!, como la de un David Trueba que agradeció uno de sus premios a los periodistas que intentamos ‘colar’ el cine en los medios. Gracias por la modesta parte que me toca. Y me gustó ver a un Javier Pereira, nervioso y emocionado. Lleva muchos años y, por fin, le dieron su merecido minuto de protagonismo. Otro nombre que no se me olvida es el de Roberto Álamo, me alegro tanto que se premiase el TALENTO de este inconmensurable intérprete.  Y hasta aquí mi crónica y, sí, he huido de los chistes horrorosos a lo no presencia del ministro que hizo el amigo Manel. Esperemos que la cosa mejore el año que viene. Cualquiera de los anteriores presentadores de los Goya, presentes en un jocoso vídeo, lo podría haber hecho mejor, esa es la verdad, pero tranquilo, Manel, que el Goya a la peor caracterización del año te lo llevas tú este año. Y qué narices, ¡Viva el cine español!

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Emilio Gavira, nominado al Goya revelación con 48 primaveras

Nació en 1964. Comparte año de nacimiento con el personaje y el director que le han dado la fama. Rompetechos, el célebre personaje nacido de la pluma de Francisco Ibáñez, llegó al mundo el mismo año que Javier Fesser, uno de los directores más personales de nuestro cine. Gavira estudia desde entonces piano, canto y no deja de formarse para mejorar en la interpretación. Una profesión que le apasiona y en la que admite que su 1,28 metros no han sido un problema.  El protagonista de Orquesta de Señoritas, que actualmente recorre España, es una persona optimista. Si no fuese por su particular físico no hubiese podido acudir al casting que Javier Fesser anunciaba como “solo para físicos extraordinarios”. Desde entonces, ha entablado una relación muy especial con el director de Camino. Tal es así, que se presentó vestido de Rompetechos “con un traje alquilado y un bigotito” a un casting que hizo el director. Desde entonces, a Rompetechos se le asocia directamente con este actor: “He hecho las dos películas e incluso el musical”.  La suya podría ser perfectamente una de esas historias de superación personal que tanto gusta en el cine norteamericano. Quizás, esa hipotética película daría mayor visibilidad social a una enfermedad que parte de la sociedad ha decidido ignorar. Gavira ve positivo que se vea a “enanos” en puestos de trabajo normales y gente como Galindo han ayudado a que estén presentes en los medios de comunicación. “Seguro que no harían tantos chistes con minusválidos ni negros”. Las expresiones a veces no son las correctas. Piensa Gavira que “expresiones como ‘me crecen los enanos’ son totalmente vejatorias contra nuestro colectivo”. Las cosas parecen haber mejorado, pero aún queda mucho camino por recorrer.

Vive a caballo entre Alcázar de San Juan, su pueblo natal, y Madrid. Al llegar a la capital tuvo que adaptar su casa a su tamaño. Odia subirse a una escalera para tener que hacer cosas cotidianas. Hizo una nueva cocina, a su medida. Con todo a mano para poder disfrutar de la cocina. “Estamos creando una sociedad que es la escusa perfecta para los que menos tienen tengan menos todavía, eso me preocupa” . Gavira como buen ciudadano está preocupado por este momento incierto que nos ha tocado vivir. Además, se preocupa por la falta de árboles en la zona de la Meseta. Según comenta el actor : “Solo haría falta que cada uno pusiésemos nuestro granito de arena, si reforestásemos un árbol cada uno,el mundo sería un poquito mejor”

UN MENSAJE OPTIMISTA

“Siempre es difícil hablar para los demás. Todo se supera, hay más gente buena que mala en este mundo. Solo se vive una vez. Por el hecho de medir menos que los demás, no tienes que dejar de hacer las cosas que te apasionan. Que no se queden en casa por medir menos que los demás, se trata de que prime la calidad por encima de la cantidad. Que nada te impida que tus sueños se hagan realidad. Hay que salir a la calle a disfrutar de lo que realmente te apasione. Me siento feliz desde mi 1’28 en la medida en que cualquiera puede ser feliz”.
Con solo siete años ya se dio cuenta que lo suyo era “puro teatro”. En sus años del colegio disfrutó encima de un escenario, pero también fueron los años más duros. En aquel tiempo “veía como los demás crecían y yo me quedaba atrás”. Gavira supo sobreponerse al grito de “Lo que no te mata, te fortalece”. Ha desarrollado una carrera impecable en cine, teatro y  televisión y admite que aún le quedan muchas historias que contar como esa Blancanieves muda que le ha dado por fin una nominación al Goya. DESDE MI BUTACA es nuestro favorito, se lo merece por una carrera llena de constancia y dedicación a un oficio al que demuestra que ama desde lo más hondo de su alma en cada trabajo.

De Goyas a dos familias televisivas

Ayer se juntaron dos acontecimientos que atañen a DESDE MI BUTACA: las nominaciones a los Goya y el estreno de Familia, en Telecinco.

A las once de la mañana conocíamos a los nominados de este 2013 a los Premios Goya. Como era de esperar, Blancanieves se llevó buena parte de las nominaciones. Entre las agradables sorpresas: Emilio Gavira, todo un veterano en el mundo del cine al que nominan como ¡actor revelación! y Josep Maria Pou, un actor normalmente más aplaudido por sus maravillosos trabajos en teatro. Antonio de la Torre podría llevarse hasta dos estatuillas como actor protagonista y de reparto. La gran decepción ha sido la excelente Una pistola en cada mano, que merecería más reconocimiento. ¿Será el año de Lo imposible, El artista y la modelo o el año de la muda adaptación del cuento clásico?

En el ámbito televisivo se estrenó la comedia Familia ayer mismo con un buen dato de audiencia. Las expectativas que tenía puestas en este producto eran mínimas. ¿Otra comedia familiar? Del primer capítulo puedo decir que dentro de lo poco original que resulta este producto, es más que digno. Se han contado todas las historias familiares desde prismas más o menos realistas, pero cuando cuentas con un puñado de actores dotados de verdad eso levanta mucho a los proyectos. Santiago Ramos, que pone la notita dramática a la serie, es un pater familias al que dota de una verdad adquirida durante décadas en el territorio natural de la palabra, el teatro. Será un placer verle cada semana frente a frente con Mabel Rivera. A medio camino entre las típicas comedias familiares y el tono tragicómico de Frágiles, Familia es una serie solvente, lejos aún de ser brillante, pero el tiempo nos dirá el camino que recorrerá esta aventura televisiva.

Por último destacar la vuelta de Gran Reserva. Solo decir que sigue en plena forma: desde unos guiones que atrapan a un reparto al que se suma nada más y nada menos que Manuel Galiana. Ha vuelto con algunos espectadores menos, pero esperemos que corra tan buena suerte como las anteriores temporadas. Un producto ‘de cine’ que merece un largo recorrido.