Sin duda, la vida de Susi Sánchez demuestra que la del intérprete es una carrera de fondo. Tras muchos años en que su altura solo la permitía hacer entes en el teatro, dos directores de cine, Ramón Salazar y Pedro Almodovar, pusieron en el lugar que se merecía a una intérprete que este mismo año ganó el Goya. Ahora la podemos ver por partida triple. Sobre las tablas del Pavón- Kamikaze con Los Hijos, donde comparte escenario con Adriana Ozores y Joaquín Climent bajo la dirección de David Serrano. En el cine podemos verla como la perturbadora madre de la protagonista de Legado en los huesos. En Netfix forma parte del reparto de Días de Navidad. Un momento dulce que la intérprete celebra con esa sonrisa y esa vitalidad de la que es imposible no contagiarse.

¿Cómo es Los Hijos?
En escena hay tres ingenieros nucleares que de alguna forma ponen sobre la mesa la posibilidad de intervenir en el mundo actual para dejar una herencia más saludable a los que están por venir. Están viviendo las dificultades un año después de la hecatombe nuclear. Lo que realmente quiere sacar a la luz el autor es el cambio climático que no tiene vuelta atrás. Cuando era joven no existía ese peligro, es ahora tan latente que da miedo.
Decía David Serrano que esta obra trata sobre unas mujeres “a las que no se ha dado las gracias nunca”…
Hasta cierto punto sí. Son mujeres universitarias, que han trabajado y sacado adelante a una familia y eso no se les ha valorado. Muchas mujeres de mi generación han trabajado y a la vez han sido amas de casa y no se ha valorado eso. En cambio, el hombre trabajaba y es más raro que a la vez se encargase de las labores domésticas. Así que sí, pienso que es un homenaje muy potente al sacrificio que han hecho las mujeres de nuestra generación.
Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un gran lugar para contar historias como la de Los Hijos?
El teatro siempre es el lugar donde el contacto con el público es inmediato. El espectador pude ver a actores vivos que comunican un mundo emocional y ese valor no lo tiene ningún otro medio. Un grupo de adolescentes vino y se conmovió con la función tanto como los adultos. Llega a todos los públicos esta función y eso es maravilloso.
Se habla de Ramón Salazar y Pedro Almodóvar, para los que eres una actriz fetiche, como los que mejor retratan la condición femenina…
Completamente de acuerdo. Tienen un conocimiento de la psicología femenina muy profundo y muy desprejuiciado. Se nota que hay amor hacia la mujer en la visión que tienen. También hay una camada de gente joven que me están proponiendo historias interesantes para mujeres maduras. Dentro de poco la gente de cierta edad seremos mayoria en este mundo, así que que se espabilen los guionistas.
Si pongo sobre la mesa el nombre de Pitita Ridruejo…
Eso fue una recomendación que me hizo Ramón Salazar para que investigara para el personaje de 10.000 noches en ninguna parte. No pude coger mucho del personaje la verdad, pero tiene que ver con su apariencia, con el mundo en que ella vive tan en las nubes, tan irreal… Me sorprende mucho que sepas lo de Pitita la verdad…
Acabas de estrenar en Netflix la espléndida mini serie Días de Navidad, ¿Cómo ha sido introducirte en el universo de Pau Freixas?
En cuanto lo conocí tuvimos una conexión extraordinaria. En el primer ensayo me di cuenta de que nos íbamos a entender perfectamente. Es un hombre con mucha profundidad, que no se queda con lo superficie. Quería un trabajo muy coral. El personaje es una maravilla. Me toca acompañar la historia de estas hermanas en una producción que ha contado con un reparto de excepción. Yo le dije que sí desde el principio a Pau, pero cuando me dijo el reparto le dije que no se había cortado nada. Parecía que se había cumplido toda su lista de deseos.
En este momento tan dulce que estás viviendo supongo que te entra la risa cuando piensas que te dijeron que eras demasiado alta para ser la madre de Tesis y decías que solo te llamaban “para ser fenómenos atmosféricos o entes en el teatro”…
Suelta una risa contagiosa a la que es difícil no sumarse.
Es verdad. Hice la luna en Bodas de Sangre, hice del sol en un espectáculo de calle, de la vista en otro, de la muerte… Todo eran entes… Parecía que no tenía pinta de poder hacer de madre. Afortunadamente ahora sí puedo hacerlo. En el fondo, no estuvo mal, ya que pude explicar mundos muy esotéricos y poco convencionales para una actriz.
Y de repente después de tantos años llega el Goya…
Aunque algunas compañeras me decían que me lo iban a dar, para mí fue una cosa bastante inesperada. Yo me sentía tan fuera de onda con el grupo de nominadas que había que pensé que sería imposible. Tuve esa fortuna y la verdad es que estoy muy contenta. Ha sido el regalo de mi vida. A estas alturas nunca te piensas que te vaya a llegar un regalo así.
“Cuando abres la cabeza y el corazón ante un personaje con características oscuras hay una necesidad de comprensión en nuestro trabajo”. En una sociedad tan poco empática como la nuestra, ¿Cuánto lleva a su día a día Susi Sánchez esa máxima que tiene en la interpretación?
Yo lo hago, yo lo necesito en mi día a día. Yo voy al mercado y charlo con las señoras que me cuentan cómo hacen tal o cual plato. Me río incluso con gente a la que no conozco de nada. Esto antes no me pasaba. La búsqueda de empatía es necesaria por lo que tú decías. Vivimos en un mundo en el que no nos conocemos los unos a los otros, ni siquiera a nuestros vecinos. Me encanta ir al bar o al mercado y que me saluden. Es como si hubiese un afecto universal flotando por el aire al que todos tenemos acceso en un momento dado y del que está bien que podemos tirar de él de vez en cuando.
¿Qué te llevó finalmente a coger la senda de la interpretación?
Yo jugaba como todos los niños, pero no pensaba en que eso podía llegar a ser mi profesión. Lo que me incentivó para ser actriz fue el poder de comunicación que tiene un escenario. Los actores tenemos la suerte de poder comunicarnos con otros seres humanos a otro nivel sensorial, mucho más allá de las palabras. Eso es algo que estoy seguro que todo ser humano desearía tener.
Con el Goya se ha puesto el foco también en tus palabras, en tu significación social…, ¿Cómo llevas eso de que lo que pienses sea analizado con lupa?
La verdad es que no me preocupa mucho. Siempre digo lo que pienso. Soy muy sincera, no miento en lo que expreso. Por supuesto, puedo obviar ciertas preguntas, pero todo el mundo sabe que soy de izquierdas. Eso no quita para que yo haga un personaje de derechas y no lo pueda disfrutar muchísimo.
Antes de acabar me gustaría volver a Cuando deje de llover, esa obra que emocionó tanto al público…
Lo primero que me viene a la cabeza es la muerte de mi madre. Empecé a ensayar esa función a los tres días de su muerte. Fíjate que su pérdida fue la inspiración para entrar de la forma en que lo hice en esa obra. Entré muy limpia, muy desasistida en esa función por su muerte. Con el tema de las constelaciones ocurría algo mágico. El público se conmocionaba mucho con esa función. El teatro es lo que tiene que produce casi katarsis, era una obra mágica.
¿Con qué proyectos te gustaría seguir jugando en tu profesión?
Me ha gustado siempre mucho el trabajo de investigación. Me gusta estar con directores que se meten a fondo haciéndonos preguntas. Tengo un proyecto con Fernando Rubio, con el que hice Todo lo que está a mi lado. Me ha propuesto escribir algo para hacer un proceso. Seguramente estrenaríamos un anteproyecto en el próximo Festival de Otoño y seguiríamos con ello para que el espectador sea partícipe del proceso. Lo que me queda por hacer se va a llamar.