Lo tenía claro desde que con siete añitos disfrazaba a sus hermanos y amigos para ‘jugar’ al teatro. Y aunque casi desde entonces ya tenía claro que ese iba a ser su camino, no consiguió convencer a su familia y amigos hasta el día en que pisó por primera vez las tablas del María Guerrero con sólo quince años. Desde entonces, se han sucedido en su carrera personajes que permanecen ya en el imaginario colectivo del espectador. Desde el mítico 1,2,3 a Compañeros, Lleno por favor o la reciente y tristemente desaparecida Bienvenidos al Lolita. A pesar de sus 49 años de profesión, siente que aún le queda parte del camino por recorrer en la interpretación, donde lo más importante es “ser una esponja” para aprender de compañeros como Miguel Rellán, por el que siente especial devoción. Una devoción que, seguro, sienten los espectadores de Los Misterios de Laura cada martes en La 1 viéndola cómo se inmiscuye en los casos de la Inspectora Lebrel. Siéntense en sus butacas y disfruten de Beatriz Carvajal en estado puro.

¿Qué la atrae a Beatriz Carvajal como espectadora de una serie como Los Misterios de Laura?
Ya era fan desde antes de incorporarme. Me encantan las series de misterio. Es sencilla, familiar, tiene suspense, comedia, drama…
Ahora, pasados casi dos años desde su rodaje, ¿Cómo recuerda Beatriz Carvajal el rodaje de esta temporada?
Hice la segunda y la tercera temporada de la serie y para mí es la felicidad plena. Me lo he pasado muy bien. Me encantan los rodajes en plató, pero sobre todo los exteriores. Es una serie muy sencilla, pero con grandes exteriores.
Uno de los momentos álgidos de esta temporada sin duda ha sido el reencuentro con Miguel Rellán, ¿Qué ha aprendido a nivel personal y profesional durante tantos años como pareja artística en proyectos como Cuentos del burdel, que pude ver en el Maravillas, Compañeros o Paco y Veva?
En esta profesión, quien se crea que lo sabe todo está muy equivocado. Yo procuro aprender de compañeros como Miguel. La gente joven también te enseña. Hay que ser una esponja para seguir aprendido. Lo que pasa con Miguel es que nuestra relación es tan larga y tan fructífera que ya lo único que nos planteamos es disfrutar del trabajo juntos.
¿Cómo ha vivido esa cruenta batalla a la que han sometido a las dos series en las que participaba?
De entrada, fue muy triste. Sentía que estaba engañando a una serie con la otra. Me sentía muy mal por competir con el amor de mi vida, Los misterios de Laura. Es una pena esta lucha feroz por la audiencia. Yo creo que hay cabida para todos, están empeñados en concentrar los series en lunes y martes. Hay días que no sé qué ver con tanto cotilleo. Parece que no son capaces de tomar una decisión como hicieron en su día con Aída, que la pusieron en domingo, donde ha estado bastante protegida. Con Los Misterios de Laura creo que debería hacer lo mismo. Merece un lugar especial en la parrilla una serie que gusta al público y que encima tiene el reconocimiento de la crítica a nivel internacional.
A pesar del punto agridulce de este final anticipado, ¿Con qué se queda de Bienvenidos al Lolita?
Hemos trabajado mucho, pero el rodaje ha sido tan especial… Todo el equipo ha estado volcado con el proyecto. Da mucha pena que haya terminado así la verdad.
Creo que Robert Deniro es uno de sus referentes, pero ¿Con qué actor con el que ha trabajado ha sentido una especial admiración cuando ha tenido la oportunidad de actuar frente a él?
Antonio Ferrandis sin ninguna duda. Fue mi padrino artístico. Eran otros tiempos, entonces yo era mera figuración. José Bódalo, Amparo Soler Leal… Una vez ya profesionalizada, sin ninguna duda con Miguel Rellán, no me he entendido jamás con un actor de la forma en la que lo hago con él.
Comenzó en la interpretación muy jovencita, ¿Qué cree que la llevó a elegir este difícil camino?
No había otra. Con 7 añitos me bajaba con un amiguito a la calle y jugábamos al teatro. Soy la segunda de un montón de hermanos y siempre los tenía disfrazados. Mi entretenimiento favorito era jugar a ser actriz. Lo tenía tan claro que con 14 años empecé a ensayar mi primera función y con 15 debuté en el Teatro María Guerrero.
¿Fue esa puesta de largo en el María Guerrero el momento en el que cree que pasó de ser un juego a un trabajo, a una vocación que hasta entonces permanecía soterrada?
La verdad es que no. Yo lo tenía muy claro desde antes, pero había que convencer a la familia y a la propia profesión. También depende mucho de la actitud con la que te enfrentes a los proyectos. Yo tuve la suerte de debutar nada menos que al lado de María Dolores Pradera. Yo estaba convencida de que quería estar en esta profesión, pero tenía que convencer a mucha gente y parece ser que con el tiempo los he convencido.
Muchos personajes la han acompañado en este viaje artístico, pero creo que Compañeros tiene una especial significación para usted…
Es difícil encontrar proyectos en los que comulgues tanto en la forma de tratar los temas espinosos como el aborto, las madres solteras… Tenían un criterio progresista en los guiones que realmente me encantaba. Sin duda es el personaje televisivo con el que más he disfrutado.

Creo que tiene ‘entre manos’ una nueva función de teatro, ¿Qué nos podría avanzar sobre este proyecto?
Es posible que haga una comedia en efecto, pero aún hay que darle forma al proyecto.
Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias?
El teatro es la verdad de esta profesión. Me gusta el cine y la televisión, pero el escenario es la pureza de esta profesión, puro oficio. En el teatro se abre el telón y tienes que convencer a un público que está a escasos metros de ti. Sin duda, el teatro es la pureza de esta profesión.
Y con casi cinco décadas de carrera ¿Con qué proyectos sueña Beatriz Carvajal?
Solo sueño con seguir en esta profesión hasta que mi salud me lo permita. Podría ser una espinita clavada el cine, pero lo importante es mantenerse en esta profesión. Igual el futuro me depara un personaje en la pantalla grande, nadie lo sabe… Tiene mérito tantos años sin tener que dedicarme a otra cosa. La profesión ha sido muy generosa conmigo.
Al principio de la entrevista le pedimos que se pensase una autopregunta para cerrar la entrevista
¿Qué le gustaría ser de mayor?
Esa no me la han hecho nunca, me han debido ver ya entrada en años. Yo no me siento muy mayor, me queda mucho por vivir. Y en eso que me queda por vivir me gustaría ser… ¡Ministra de cultura! Así podría arreglar un poquito las cosas.
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