Ramón Fontseré es en alma y presencia ‘El Rey Que Fue’ en un corrosivo montaje de Els Joglars

La veterana compañía catalana vuelve a brillar tras sus últimos montajes haciendo leña del árbol caído con gracia, chispa y consiguiendo que lo podría quedarse en un mero gag alargado se convierta en un solvente espectáculo teatral lleno de risas durante su poco menos de hora y media de duración.

Nuestro Rey Emérito está esperando en un barco. Esperando a…GODOT… Digo al Jeque. Durante su travesía su mayor preocupación es que se haga la paella dónde y cómo él diga. Tampoco se puede, o sí, zarpar sin que él de la orden. Entra en escena un Ramón Fontseré en el que reconocemos en presencia física -esa forma de andar tan atropelladamente lenta-, su tono de voz y hasta sin hacer mucho esfuerzo podemos olvidarnos del intérprete y ver a Juan Carlos. Sí, el actor por momentos se mimetiza de tal forma que el espectador llega a caer en el maravilloso juego del teatro y ve al ex monarca. El capitán de este barco teatral incluso por un momento se convierte en Franco con la misma presteza y se oyen en el patio de butacas más de un «lo hace igual». Especialmente formidable resulta la escena en que en mitad de la tormenta, se le aparecen los fantasmas del pasado a nuestro borbónico Fontseré.

Nuestro (d)emérito teatral se rodea de un séquito muy especial. Entre ellos está la escritora-amante de un libro sobre él sobre el que nadie le ha consultado y que no se ha leído siquiera, la doña Inés cocinera de Sanxenso, el capitán inglés o su querido Palomo. Entre el veterano y estupendo reparto se cuela el bufón de la corte. Una suerte de ‘cayetano’ que le canta las cuarenta con frases de Shakespeare a ratos y de los propios Boadella y Fontseré en otros. Se trata del joven actor Bruno López-Linares, que se convierte sin duda en la revelación de la función Fanta de Naranja en mano.

En definitiva, este El Rey Que Fue es la constatación de la vuelta de la chispa corrosiva de Els Joglars gracias a un personaje al que unos y otros, izquierdas y derechas, le perdieron la confianza desde aquel «lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir». Risas mediante canalizamos la figura de alguien que fue y que sin duda nunca volverá a ser el mismo en este montaje que permanece en el Teatro Infanta Isabel hasta el 31 de marzo.

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