«La Llamada» lleva su éxtasis musical al Teatre Poliorama de Barcelona

Un artículo original de Carlos Rivera Díaz

«En mitad de ese desolador panorama vemos la luz, recibimos la llamada… de Richard Collins Moore. Él es Dios. Un ser todo poderoso que canta a la Houston. Su primera y sorprendente aparición deja prendado al público»

Un éxtasis musical en el hall del Lara

Corría el año 2013. Una propuesta inaudita llamó mi atención en el hall del Teatro Lara de Madrid. El título, La Llamada, con su cartel característico y su propuesta aparentemente sin pretensiones de unos entonces pseudo desconocidos Javier Calvo y Javier Ambrossi me llamó poderosamente la atención. Estuve ahí en el comienzo del fenómeno y de hecho hice la primera reseña de un musical del que seguimos hablando 11 años después y los tuve en mi programa radiofónico junto a su celestial personaje. Hace solo unos días volví a recibir La Llamada, esta vez en Barcelona, en donde permanecerá hasta el 26 de julio. Y sí, tuvo algo de aroma a aquella primera vez y es que retomó su papel celestial Richard Collins Moore, el mismo que tenía que dar a un pedal para que saliera el humo en aquel emblemático hall del Lara. Han pasado los años, pero el encanto y el desprejuiciamiento de esta propuesta escénica sigue conservándose intacto.

Mi primera vez fuera del Lara. Lo primero que me impactó de esta por ahora última vez es cómo el espectáculo cambia cuando sale de su lugar natural durante muchos años, el Teatro Lara. Precisamente el personaje de Dios es el que más lo nota. En la emblemática sala principal del espacio escénico madrileño se instalaba la gran escalera al cielo en el patio de butacas (y no puedes evitar darte la vuelta para ver sus apariciones). En cambio, en el Poliorama una gran cruz preside la puesta en escena y oculta la parte más ‘celestial’ que se abre para dar paso al magnético Collins Moore que nos atrapa de nuevo a ritmo de I have nothing o Step by step, el momento de mayor éxtasis de la función. También entonces descubrimos a la estupenda banda, algo que está desde el principio de este espectáculo y que es un canto a la música en directo, tan necesario en estos tiempos.

En el patio de butacas sorprende que incluso en una ciudad donde el espectáculo ha estado puntualmente ocurra exactamente lo mismo que en Madrid y es que a mi alrededor escuchaba que repetían muchos jóvenes, ese público que afortunadamente que sí acude al teatro cuando se le ofrecen propuestas así que les hablan de tú a tú.

Un reparto en estado de gracia. Marta Valverde y Estrella Xtravaganza repiten en sus rolles eclesiales. Las tablas, la entrega, la energía, la voz y el buen saber hacer de Marta Valverde nos regalan algunos de los momentos -todos somos tus fans o tú el nuestro, ¿Cómo era eso Sor Bernarda?- más desternillantes de la función. El súmmum desde luego llega con el ya emblemático Estoy alegre al que Valverde y Xtravaganza se entregan en cuerpo y alma.

Precioso el trabajo de la artista de Drag Race cuando nos muestra a la hermana Milagros más vulnerable a ritmo de Todas las flores a dúo con Angy Fernández, que vuelve a ser uno de los momentos más hermosos de este espectáculo lleno de risas, pero también de esos ‘pellizquitos’ que te llegan al corazón y de eso Estrella tiene mucho. Puro corazón dentro y fuera del escenario.

Nerea Rodríguez y Angy Fernández, pura química en escena. Ya se han convertido en dos rostros imprescindibles de este musical. Con un buen número de funciones a sus espaldas, las dos jóvenes intérpretes nos siguen encandilando con su ternura y su presencia escénica. Se notan y mucho las tablas que dan ya unos cuantos años haciendo musicales a pesar de su juventud. Un gusto disfrutarlas también cantando las canciones más melódicas del musical y ¿Cómo no? Dándolo todo a ritmo de Suma Latina.

Tras salir del espectáculo, tengo la misma sensación que hace 11 años. Presiento que a estos personajes tan maravillosamente imperfectos les queda aún cuerda para rato. Felicidades a todos los que hicieron posible un título como este empezando por su productor Mariaño Piñeiro y por supuesto a Antonio Fuentes del Teatro Lara y ¿Cómo no? A los padres de la criatura, Javier Calvo y Javier Ambrossi.

Agradecimientos: Cristina Belmonte (K Comunicación) y Mariano Piñeiro

Los artículos de Desde mi butaca están patrocinados por Carlos Rivera Comunicación

Deja un comentario