Los intentos de inventar musicales de creación española han tenido desiguales resultados en el gran formato, con honrosas excepciones como el maravilloso Mar y cielo. Ahora bien, han surgido unos cuantos milagros en el pequeño formato, siguiendo un poco los pasos del homónimo neoyorquino, el Off Broadway. Pegados, La barraca del Zurdo y Por los ojos de Raquel Meller demuestran que se puede hacer un musical «muy nuestro» sin necesidad de grandes presupuestos ni aparatajes técnicos. No olvidemos que no hay que hacer una diferencia entre el teatro de texto y el musical. La clave de su éxito debe radicar en que cuente algo. Una mera sucesión de números musicales sin sentido es otra cosa. Un espectáculo sí, pero no una obra de teatro en la que debe primar la historia, una buena historia, ¿Puede tenerla un musical sobre una adolescente que recibe la llamada de Dios que le canta temas de Whitney Houston? Pero, ¿Qué invento es éste?, que diría nuestra querida Saritísima. Lo mismo podría ser un espanto, lo más probable, o convertirse en una de esas joyitas escénicas en las que se convierten las obras estrenadas en el ya mítico hall del Lara que ha acogido espectáculos como La función por hacer, que se repondrá en el Teatro de La Abadía desde la próxima semana.
La llamada, por de pronto, contaba con un argumento original. Un campamento religioso de verano en decadencia poblado por canis adictas a Juan Magán y compañía. En mitad de ese desolador panorama vemos la luz, recibimos la llamada… de Richard Collins Moore. Él es Dios. Un ser todo poderoso que canta a la Houston. Su primera y sorprendente aparición deja prendado al público. Desconocía que detrás de ese grandísimo actor característico se escondía un chorro de voz de ese calibre, de ovación el número de I have nothing. María (Macarena García) queda hipnotizada por el influjo de las canciones de «la negra esa que cantaba». Ella sigue un poco a lo suyo. Con su grupo, SUMA, pero él se la vuelva a aparecer y aquello ya es el acabose. García, con su ingenuidad y dulzura nos enamora con su deliciosa poligonera con aspiraciones divinas. Si no se habían enamorado de ella en Blancanieves lo harán con La llamada. Su amiga del alma, Andrea Ros, tiene una voz potente y un magnetismo especial con el público. Para poner orden en ese barullo está la hermana que interpreta Llum Barrera que, junto a Belén Cuesta, forman una pareja cómica deliciosa. Ojo al numerito de Viviremos felices en la fe o a su recurrente lema : «La música hace milagros, Milagros». El libreto corre a cargo del tándem Javier Ambrossi y Javier Calvo. Han creado unos personajes humanos, a los que terminas cogiendo cariño y esa es una de las claves del éxito del espectáculo. El espectador empatiza con unos personajes que no resultan nunca excesivos. Dudo bastante que alguien pueda salir ofendido por motivos religiosos de esta función. Está escrita con estilo y, sobre todo, con clase, sin entrar en estridencias ni estereotipos maliciosos. Divertida, ingeniosa y plagada de buena música en directo. No tengo ninguna duda de que he tenido una revelación divina. La llamada entra, por derecho propio, en la lista de sucesos teatrales de la temporada. Que nadie se la pierda, que las entradas vuelan.
Me gustaría preguntar y poder recibir una respuesta sincera por parte de las personas que hayan visto la obra, si las personas que no creen en Dios disfrutarán de igual manera de La llamada. En pocas palabras es si un ateo podrá disfrutar tanto como un creyente. Muchas gracias. Un besazo:)
Hola! yo he tenido la oportunidad de verlo, y me ha parecido ESPECTACULAR, de las que merecen la pena. Es una obra que, desde mi punto de vista, gustará a creyentes y ateos.
Muchisimas gracias por tu respuesta Anna 🙂
Por cuiosidas, ¿tú eres creyente o atea?