Richard Collins Moore, Más allá del «Guiri Ideal».

Richard Collins Moore, tras estudiar Moda y Textil en la Universidad de Manchester, decidió trasladarse a un Londres a sus ojos muy gris. Marcado por el Thatcherismo, decidió poner tierra de por medio tras encontrarse con un compañero del instituto que estaba en España dando clases de inglés. Y tras varias intentonas, consiguió un puesto como profesor en una escuela de Sabadell e inesperadamente volvió a encontrarse allí con su amigo del instituto: “Yo no sabía que daba clases allí ni tan siquiera sabía dónde estaba Cataluña la verdad” comenta este actor que tras intentarlo en su país natal, consiguió encontrar un hueco en los escenarios españoles. Ha sido el “guiri ideal” en multitud de series y programas de gran éxito, pero el teatro sigue siendo el mejor lugar para contar historias para él: “Quizás lo es por el morbo de tener a tanta gente pendiente de ti. La magia del teatro reside en que los sentimientos puestos en escena te atrapan, sientes lo que pasa en primera persona”.

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Un día recibió la llamada de ‘Los Javis’, como se les conoce ya en el gremio teatral a Javier Ambrossi y Javier Calvo, para hacer un musical en el que haría de Dios cantando canciones de ¡Whitney Houston!, un reto musical con el que buena parte del público ha descubierto esta faceta suya que, en realidad, ya había explotado en musicales de Dagoll Dagom y en la zarzuela. El resto de la historia es bien conocida. Arrasaron en el hall del Lara, pasaron a la sala principal y se acaban de llevar 9 premios Broadway World. Nos encontramos con él en las inmediaciones del teatro para charlar sobre este fenómeno teatral delante de una humeante taza de café en una gélida mañana madrileña. 

Cuando Ambrossi me dijo que iba a hacer de Dios cantando canciones de Whitney me descojoné de risa”. La primera vez que Richard Coolins Moore leyó La llamada solo pudo preguntarse: “¿De verdad quieren montar esta frikada?” Pensaba que no tenía ningún sentido, pero dejarse guiar por las apariencias no suele ser lo más acertado: “En la primera lectura en casa de ‘Los javis’ ya nos dimos cuenta de que éramos parte de algo especial”.

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Foto promocional de «La llamada».

La naturalidad, la pauta a seguir. Tocar un tema como la vocación religiosa no ha dejado de ser un tabú en pleno siglo XXI. Si La llamada ha funcionado es por la intención última de Javier Ambrossi y Javier Calvo: “Los personajes no debían ser paródicos, no hay intención de ofender a nadie con esta obra”, comenta un resfriado Collins Moore. En el fondo, La llamada es una historia sobre la búsqueda personal y todo lo que estamos dispuestos a hacer por conseguir nuestros objetivos.

Es una terapia hacer La llamada, nos hace felices”. En la noche de los Broadway World, donde La llamada arrasó, materializaron una frase que este particular Dios repite recurrentemente: “En esta compañía hay tanto amor que da grima”. Todos van en un mismo barco, transmiten una sensación de equipo muy unido que disfruta con cada función. Y este ‘amoroso’ equipo ha pasado del ‘alternativo’ Hall del Lara a la sala principal. La mayor dificultad con la que se han encontrado en el cambio de espacio ha sido la voz. Y es que, no es lo mismo actuar a tres metros de distancia que ante el público de un teatro al uso como el Lara. Pero eso solo fue en las primeras representaciones, ahora ya se sienten como pez en el agua en la sala grande, donde cada fin de semana “se crea un ambientazo impresionante”.

La llamada llega a las librerías

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El último hito de este atípico musical es su lanzamiento en papel. Ediciones Antígona en su extraordinaria difusión de la dramaturgia española contemporánea acaba de editar la obra que cuenta con prólogo de Miguel del Arco: «Había entusiasmo y energía suficiente como para hacer que no vuelva a pensar en dios como un triángulo ciclópeo sino en un tipo con un traje de lentejuelas y leve  acento británico que canta por Withney Houston». La llamada, todo un grito a ser uno mismo, que ahora también se puede disfrutar en las librerías. 

El personaje de La noche H secuestró mi nombre”. Hizo un casting junto a Fernando Gil, su compañero en el espectáculo de Monthy Phyton, para entrar en el programa de la famosa presentadora. La idea en principio era que hiciese un personaje al estilo de los reporteros del mítico CQC. Finalmente, decidieron que el personaje se llamase como él mismo y tras un año en el programa, se saturó: “No quería que me asociasen con ese gilipollas con pajarita. Eso sí, era facilísimo, lo leía del telepronter”, comenta entre sonoras carcajadas. 

La llamada de Shakespeare. En estos últimos meses, el actor británico ha vuelto a sorprender al respetable como protagonista de una obra del autor bardo. En Tomás Moro, una utopía hacía el personaje de narrador, un trabajo duro a las órdenes de Tamzin Towseand. A pesar de ser padrino de una de las hijas de la directora, Richard no había trabajado nunca con ella hasta ahora: “Es muy exigente, pero no cruel como otros directores. Lo que necesita es entender lo que quieres comunicar, si vas con el piloto automático te para y más en un texto clásico como es el caso, aunque yo hiciese un personaje que hablaba con vocabulario moderno”. Y llegó el momento de elegir y decidió seguir con La llamada, un proyecto para el que solo tiene buenos comentarios. Van a seguir hasta finales de enero y después habrá gira, aunque antes de despedirse hace un llamamiento popular: «Que sepan los jefes de casting que estoy libre entre semana. Aquí tienen a su guiri ideal» comenta con jocoso desparpajo. Más de veinte años encima de los escenarios españoles demuestran que él con su humor tan poco ‘british’ es algo más que ‘el guiri ideal’. 

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Un éxtasis musical en el hall del Lara

teatro-actores-obra-Los intentos de inventar musicales de creación española han tenido desiguales resultados en el gran formato, con honrosas excepciones como el maravilloso Mar y cielo. Ahora bien, han surgido unos cuantos milagros en el pequeño formato, siguiendo un poco los pasos del homónimo neoyorquino, el Off  Broadway. Pegados, La barraca del Zurdo y Por los ojos de Raquel Meller demuestran que se puede hacer un musical «muy nuestro» sin necesidad de grandes presupuestos ni aparatajes técnicos. No olvidemos que no hay que hacer una diferencia entre el teatro de texto y el musical. La clave de su éxito debe radicar en que cuente algo. Una mera sucesión de números musicales sin sentido es otra cosa. Un espectáculo sí, pero no una obra de teatro en la que debe primar la historia, una buena historia,  ¿Puede tenerla un musical sobre una adolescente que recibe la llamada de Dios que le canta temas de Whitney Houston? Pero, ¿Qué invento es éste?, que diría  nuestra querida Saritísima. Lo mismo podría ser un espanto, lo más probable, o convertirse en una de esas joyitas escénicas en las que se convierten las obras estrenadas en el ya mítico hall del Lara que ha acogido espectáculos como La función por hacer, que se repondrá en el Teatro de La Abadía desde la próxima semana.

La llamada, por de pronto, contaba con un argumento original. Un campamento religioso de verano en decadencia poblado por canis adictas a Juan Magán y compañía. En mitad de ese desolador panorama vemos la luz, recibimos la llamada… de Richard Collins Moore. Él es Dios. Un ser todo poderoso que canta a la Houston. Su primera y sorprendente aparición deja prendado al público. Desconocía que detrás de ese grandísimo actor característico se escondía un chorro de voz de ese calibre,  de ovación el número de I have nothing. María (Macarena García) queda hipnotizada por el influjo de las canciones de «la negra esa que cantaba». Ella sigue un poco a lo suyo. Con su grupo, SUMA, pero él se la vuelva a aparecer y aquello ya es el acabose. García, con su ingenuidad y dulzura nos enamora con su deliciosa poligonera con aspiraciones divinas. Si no se habían enamorado de ella en Blancanieves lo harán con La llamada. Su amiga del alma, Andrea Ros, tiene una voz potente y un magnetismo especial con el público. Para poner orden en ese barullo está la hermana que interpreta Llum Barrera que, junto a Belén Cuesta, forman una pareja cómica deliciosa. Ojo al numerito de Viviremos felices en la fe o a su recurrente lema : «La música hace milagros, Milagros». El libreto corre a cargo del tándem Javier Ambrossi y Javier Calvo. Han creado unos personajes humanos, a los que terminas cogiendo cariño y esa es una de las claves del éxito del espectáculo. El espectador empatiza con unos personajes que no resultan nunca excesivos. Dudo bastante que alguien pueda salir ofendido por motivos religiosos de esta función. Está escrita con estilo y, sobre todo, con clase, sin entrar en estridencias ni estereotipos maliciosos. Divertida, ingeniosa y plagada de buena música en directo. No tengo ninguna duda de que he tenido una revelación divina. La llamada entra, por derecho propio, en la lista de sucesos teatrales de la temporada. Que nadie se la pierda, que las entradas vuelan.