Un fallido intento de cine indie a la española y un "Reality" con subrayado final

Tenía bastante interés en comentar dos de los estrenos cinematográficos de la semana: «Buscando a Eimish» y «Reality». La primera película citada trata sobre la búsqueda de una chica que deja plantado a su novio, Óscar Jaenada. Ella es la actriz con la mirada más profunda del cine español, la maravillosa Manuela Vellés. Tengo la sensación de que esta historia podría haber funcionado como cortometraje. La narración, con continuos viajes al pasado, es demasiado monótona y lenta. Cuando miras varias veces el reloj durante la sesión, algo malo pasa. Y aquí lo malo es que no ‘entras’ en la historia ni te llegas a creer del todo a los personajes. «Al final, las personas a las que más amamos son a las que, sin querer, hacemos más daño», una de esas frases que chirrían en la película, por manidas y por ser un intento de filosofar sobre el amor, hecho del que peca en exceso esta película de Ana Rodríguez Rosell. Para rematar tiene una banda sonora que no es precisamente una maravilla, por mucho que obsequien a la prensa con cd de la misma, solo la escena en la que vemos en el escenario a Manuela Vellés merece la pena de la música que escuchamos. En algún momento, parece que la película puede remontar el vuelo, pero es solo una ilusión pasajera. Melosa y amarga a partes iguales, Buscando a Eimish es un loable intento de cine indie a la española, pero se queda en eso precisamente, en un intento fallido.

El otro estreno es Reality, cuyo protagonista ha ocupada decenas de páginas en los últimos meses. Aniello Arena está en la cárcel por un error del pasado y el teatro se ha convertido en una liberación para él. Con Reality entra por la puerta grande en el mundo del celuloide. Es un pescadero aburrido que se empeña en participar en el GH italiano. Se obsesiona, cree que le vigilan antes de escoger a los concursantes que vivirán la experiencia de entrar en el confesionario más televisivo del mundo. El director,  Matteo Garrone, juega con los resortes de la telerrealidad, mete al ojo que todo lo ve en las vidas de esta sencilla familia. Aparece un personaje realmente creíble, por su semejanza con un tal Rafa Mora. Ese personaje introduce al sencillo Luciano en el casting. ¿Conseguirá entrar en Gran Hermano? En un intento de recuperar la buena comedia italiana de antaño, el director nos regala algunos divertidos y delirantes momentos, que es mejor no adelantar. Reality solo la pifia cuando llega al desenlace, que tiene una especie de mensaje, un subrayado de una idea que por si solos los espectadores pueden sacar por si solos. A veces, en el cine como en la vida, es mejor insinuar que mostrar, no hay que intentarlo decirlo todo explícitamente. Ese es el único pero que encuentro a esta película, por lo demás es una cinta muy digna y recomendable para pasar un buen rato.

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