El hijoputa del sombrero (Teatro Príncipe Gran Vía) es el último gran estreno de la temporada teatral. No se dejen engañar por el título, sin duda es uno de los mejores textos vistos esta temporada en la cartelera madrileña.
Jackie, un ex convicto reintegrado en la sociedad, se siente pleno. Ha cumplido su misión, será un hombre de provecho, será el último miembro de la clase obrera. Con esa nueva vida, hace planes de futuro, planes en pos de la felicidad. Siente un chute de alegría, de futuro, de buen rollo. Hasta que aparece un sombrero debajo de la cama: «Huele a polla» le dice a su chica. Estos yonkis emocionales solo pueden sincerarse frente a una tarta. Juan Díaz despliega sus armas interpretativo para encarnar a este adicto a la falacia del amor. Un trabajo descarnado, lleno de verdad, y sí ¡Con una proyección de voz destacable! No debería destacarse este aspecto, el teatro es lugar en que el actor debe «proyectar» y a algunos no se les escucha ni entiende. A Díaz se le escucha, se le entiende y, sobre todo, se le siente. Su chica de toda la vida, Verónica, tiene que aguantar los bajones de este atormentado personaje lleno de secretos. Ella, interpretada eficazmente por Bárbara Merlo, también se calla sus frustraciones y los temidos secretos que no se atreve a confesarle.
Para poner luz en mitad de esta pareja llena de claroscuros está Julio, el primo de Jackie adicto al gym y las artes marciales. Alberto Jo Lee debuta sobre las tablas con este ‘chino maricón’ que pone luz a la vida de estos personajes. Se siente unido a Jackie por el pasado, en el que fue defendido por su primo de los que le insultaban por su condición sexual. Entonces, Jackie era su héroe. Eran otros tiempos, sin duda. El ex convicto es un hombre sumido en la miseria de su propia existencia y su primo intentará rehabilitarle. Jo Lee debuta con fuerza en las tablas, sin resultar ‘excesivo’ al amaneramiento del personaje y nos lo pasamos ‘pipa’ viéndole bailar Rabanito.
Jodidos por Rafa. Todos los personajes han ido a peor por Rafa, un vendedor de humo de tercera que les metió en la cabeza sueños que han caído por su propio peso. Él es el padrino en la rehabilitación de Jackie. Aparentemente, lo hace todo por ayudar a los demás, pero es el mayor hijoputa de la función. Es el adaptador del texto, Miguel Hermoso, quien coge el papel de este adicto a la falacia del amor y derivados. Todo un cabrón al que da vida y carne con la maestría a las que no tiene acostumbrados el popular actor. Victoria (Raquel Meroño) lo ha perdido todo. Rafa la engatusó y pasó de ganar 200.000 al año a tener una vida de mierda. Meroño debuta sobre las tablas con este personaje al que da vida con sumo acierto.
Vuelvo a lo de la proyección. Cuidado. En el día del estreno se ‘perdieron’ varias frases del texto. Los momentos que transcurren en la parte trasera del escenario, se escuchan poco o no se entienden. Me imagino que eso se arreglará con el ‘rodaje’ de la función. No quiero terminar con el pero, la función no se lo merece. Un texto duro, crudo, directo a la yugular con momentos para la risa- ¡También te reirás con estos pobres desgraciados!- y para la emoción en una puesta en escena fantástica, dirigida por Juan José Alfonso, en la que la música de El Langui redondea el conjunto.