Actriz y directora, Natalia Menéndez, al frente del Festival Internacional de Teatro Clásico, se define como una mujer de teatro. Una todoterreno del arte escénico, vaya. Nos recibe como directora del festival de teatro clásico más importante del mundo, pero no quiere dar una imagen excesivamente institucional. Prefiere improvisar una foto fuera del despacho y ‘asomarse’ a los clásicos tratándolos de igual a igual. No es el único miedo que se ha quitado ahora en la gestión: «También he aprendido a perder el miedo a la parte económica». El año pasado dejó claro que si hubiese una nueva rebaja en el presupuesto se iría. Para su sorpresa, este año el presupuesto subió ligeramente. Lo disfruta, pero admite que necesita dirigir algún montaje. Echa de menos poner en pie montajes como Realidad, la que supuso la vuelta a los escenarios de Javier Cámara tras una larguísima temporada centrado en el cine y la televisión. Vivió desde pequeña la dureza de este oficio, pero admite que no lo cuentan mucho: «Si lo contásemos se perdería la magia». Cuando esta entrevista termina, esta «olímpica de la escena’ continua su jornada maratoniana en su despacho antes de pasar por el Corral de Comedias donde esa noche disfrutaría de Bobas y Gallegas.
El lema de este año del festival es “Un clásico, un regalo”, ¿Cuál es el mejor regalo que le depara al espectador esta edición del festival?
Los dos certámenes son niños mimados. Almagro Off es una plataforma de investigación y difusión de obras que prácticamente no se han visto en España. Los directores noveles cuentan con una nueva mirada, bajo la cual rescatan en ocasiones textos un tanto olvidados. Con Barroco Infantil traemos al teatro al público de hoy, que no es sólo un público infantil, sino de cualquier edad. A partir del público de hoy, construiremos el del futuro. Hacemos además un jurado con niños y adultos, equiparando la opinión infantil a la de los mayores. A esos tres pequeños miembros del jurado les ofrecemos la oportunidad de ver teatro de una forma distinta. Se llevan una impresión del teatro bien distinta.
Son también esenciales las coproducciones como Los brillantes empeños, Amleto, La Hermosa Jarifa, Bobas y Gallegas, cuatro miradas muy diferentes utilizando todo tipo de autores. Pero la verdad es que te podría justificar la presencia de cualquiera de los espectáculos. Creo que era imprescindible que Misántropo, uno de los mejores espectáculos de teatro clásico de España, cerrara uno de los espacios, Áurea.+

Las lecturas dramatizadas no se me podían escapar tampoco. Algo así como el músico que mira su partitura. Poner sobre el escenario la importancia de la oralidad con textos como El poema del Mio Cid, que lo había leído, pero nunca me había llegado de esta forma. A través de la oralidad, el viaje es muy distinto. Así mismo, me gustaría destacar la parte mística en el festival con autores como Santa Teresa de Jesús, lo que igual nos indica que necesitamos conocernos un poco más íntimamente a nosotros mismos y a nuestro arte.
Como directora de un festival de teatro público, ¿Qué debe y que no debe hacer?
Tengo claro lo que yo debo o no debo hacer. No hay normas genéricas para dirigir un festival. Al final de la edición pasada dije que si me bajaban el presupuesto me iría, pero lo cierto es que nos han subido finalmente un poquito el presupuesto para esta edición. A las Fundaciones antes se nos devolvía el IVA después de pagarlo, pero ahora lo tenemos que pagar. Es un gasto que no tiene retorno, lo que nos produjo un descalabro económico el año pasado, ya que teníamos cerrado el programa en el momento en que lo supimos. Este año, uno de nuestros patronos, el Ministerio de Cultura, ha decidido subir un poco la partida presupuestaria. Por eso hemos conseguido sobrevivir. No voy a contratar ni por un DNI, si no tienen nivel los espectáculos de la zona no tiene sentido que los contrate, ni tampoco voy a dar voz a los montajes amateurs, creo que eso desprestigiaría mucho al festival. Hay muchos profesionales que deberían poder vivir de su profesión. Así mismo, tampoco voy a contratar espectáculos que no me pueda permitir económicamente.
¿Cuál es el primer recuerdo de Natalia Menéndez en Almagro?
El Corral de Comedias es uno de esos lugares que me sigue estremeciendo cada vez que lo piso. Vine la primera vez en el 81 sin un duro con unos amigos de la RESAD. Vinimos a ver obras de teatro, alquilamos una habitación en la casa de una almagreña. Sobrevivíamos todo el día con los desayunos que nos hacía ella. Nos refugiábamos del calor en la iglesia, que se estaba muy fresquito.
Una de sus experiencias más gratificantes como directora creo que ha sido Realidad con Javier Cámara y María Pujalte como protagonistas…
Javier Cámara y María Pujalte son dos animales escénicos. Javier es un primer actor, el que establece la manera de trabajar en la compañía. Siempre tiene buen humor, es un trabajador nato. De hecho, con él hice mi montaje de Fin de Carrera de Dirección Escénica: La isla de Athol Fugard. Desde entonces no había trabajo con él. María es una gallega con mucha ironía y muy trabajadora, por eso conecta muy bien con Javier. De hecho, es de las pocas actrices a las que he dirigido en varias ocasiones. Me gustó mucho el trabajo emocional del espacio, ayudaba mucho al texto con las proyecciones. Estoy muy agradecida a Gerardo Vera por ofrecérmelo en ese momento.
Dirigió y adaptó un texto de Yasmina Reza, Tres versiones de la vida, ¿Qué cree que hace que conecte con los espectadores de todo el mundo?
Tiene una arquitectura teatral impecable en cuanto a ritmo, los tiempos… Además, conecta con los temas de la burguesía y creo que de alguna forma el espectador de teatro también lo es, por lo que se produce una especie de flechazo instantáneo. Habla de temas como la amistad o la pareja, busca situaciones que pueden ser muy extrañas, pero que están en nuestro imaginario.
Sabiendo por su padre que es un oficio tan duro, ¿Tuvo reparos para decirle que quería dedicarse a este mundo?
Yo me examiné para la Escuela de Arte Dramático sin que mi padre lo supiera de hecho. Estaba de gira y cuando se lo dije, se produjo un silencio esclarecedor. A mi hermana y a mi él nos decía que fuésemos fontaneras, que ahí no se pasaba tanta hambre. Él comprobó de primera mano que éste es un oficio muy duro. Se pasa mal, pero no lo contamos mucho para que no se vaya la magia. Nosotros somos creadores de magia, pero a veces para conseguirlo no se pasa nada bien. Yo he visto a mi padre en paro, cuando era una primera figura. He visto muchos momentos duros en casa. Me ha hecho creerme poco las cosas y saber buscar una dirección y trabajar en ese sentido.
Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es el mejor lugar para contar historias para Natalia Menéndez?
No encuentro otro lugar mejor para contar historias. Creo mucho en el directo, que no va a pasar de moda nunca. Siempre va a estar vivo, necesitamos el directo y creo que es un lugar donde con cierta distancia podemos encontrar una respuesta o un interrogante más sobre la vida. También sirve para divertirse. Hay muchos tipos de teatro, tiene que haber de todo. Me he educado entre vodeviles y teatro institucional. Yo empecé haciendo teatro independiente y no tengo prejuicios con el teatro comercial la verdad, como otros compañeros. Me encanta montar a Yasmina Reza o un montaje de clásico.
Volviendo al Festival de Almagro, con el desgaste que supone, ¿Se atrevería a enfrentarse a otro proyecto de gestión?
Ha cambiado mi visión de un año para otro. Hemos conseguido solventar temas muy peliagudos de un año para otro. He descubierto que me gusta la gestión. Exige mucho esfuerzo físico eso sí. Tienes que estar en pie desde por la mañana hasta la madrugada. Me siento una olímpica teatral. He perdido el miedo a lo económico. Ahora creo que puedo defender algo de muchas maneras. Tienes que estar muy segura de tu proyecto, van a intentar malear tus principios. Tienes que hacerte fuerte y eso te viene bien para tu vida. Eso sí, he perdido mucha ingenuidad alrededor de este mundo del espectáculo. Lo mejor es que he conocido a gente maravillosa, he aprendido mucho de propuestas y gentes que no hubiese tenido la oportunidad de conocer. He entregado a este festival mucho en estas cinco ediciones. De hecho, sólo he dirigido La amante inglesa últimamente y tuve que enfrentarme a la dolorosa muerte de Pepe Sancho. Me estoy ahogando ahora y necesito dirigir ya mismo. Si no pudiese compartir ambas facetas no se si me apetecería seguir en el camino de la gestión.
Si miramos hacia el futuro, ¿Con qué tipo de proyectos le gustaría seguir ‘jugando’ a hacer teatro?
Me gustaría jugar con personas arriesgadas, con vista de pájaro y mirada al detalle. En el fondo, el teatro se hace en equipo. Sí me gustaría dirigir y actuar o incluso gestionar algo más adelante. Lo fundamental es que el teatro es un encuentro entre personas, estás contando algo a otras personas. Me gustaría encontrarme con gente maravillosa por el camino.
Y en ese ‘juego’, ¿Dónde queda ahora la interpretación?
La interpretación no queda lejos, pero siento que de alguna forma me ‘anularon’ como actriz cuando empecé a dirigir. Y ya ni te cuento cuando empecé a llevar la gestión del festival… Soy y me siento actriz, soy ante todo… una mujer de teatro. Me siento todo lo que llevo toda mi vida haciendo. Me encantaría hacer una gran trágica o una gran comedia.
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