Víctor Clavijo: «Pandur es un niño que juega con un lienzo en blanco y te pide que colorees con él»

Víctor Clavijo se introduce en el ‘juego’ del siempre controvertido Tomaz Pandur en Fausto, que ultima sus funciones en el Teatro María Guerrero, donde podrá verse hasta el 11 de enero. Compartimos con el actor un ratito de charla en estas fechas navideñas. 

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¿Cómo es ponerse a las órdenes de un creador como Tomaz Pandur?

Es un esfuerzo creativo, supone saltar a la piscina de alguna manera. Te ofrece la oportunidad de jugar con él, entrando en un terreno de riesgo. Como dice mi compañero Roberto es un abismo y el paraíso al mismo tiempo. La creatividad y la capacidad de jugar a las atmósferas que él propone podría ser la mejor forma de definir su trabajo. He tenido la suerte de entrar muy bien en su particular universo. Él propone, pero nos deja cierta libertad. Él lanza pistas para que crees con ello. De algún modo, te da un material creativo con el que tú juegas. Pandur es un niño que juega con un lienzo en blanco y te pide que colorees con él. Es muy poco analítico racional. Es un Kandinsky, lanza brochazos de muchos colores y surgen cosas muy bonitas en su proceso.

¿Cómo se siente Víctor Clavijo «Tras la emoción compartida» en Fausto?

Se produce un fenómeno curioso. Estás agotado, pero con una gran adrenalina por las emociones vividas. Tiene algo de catarsis. Se necesita mucha energía para sacar adelante a la obra antes de la función, pero una vez que te pones en el carril, la cosa va rodada.

Pandur es un autor de esos que suscitan grandes amores… y odios

Los artistas cuando se atreven a posicionarse en un lugar muy concreto, muy personal, siempre suscitan opiniones encontradas. Él no busca gustar a todo el mundo.

Un momento de "Fausto".
Un momento de «Fausto».

¿Por qué el teatro es un gran lugar para contar historias?

El teatro cuando invita a soñar, cuando no nos da todo mascado, es maravilloso. Es el lugar de la magia. Lo que me más me gusta es la capacidad de viajar con un personaje durante dos horas de nuestra vida.

¿Cómo fue ser parte de la familia televisiva de la serie Mujeres?

Cuando Dunia y Félix me propusieron hacer este personaje no me lo podía creer. La verdad es que se salía de lo que había hecho hasta entonces y les pedí que estuviesen muy encima de mí para que no me pasase de rosca. Son tan creativos que llegó un día en que me vi capacitado de proponer y me empezaron a dejar algunas escenas muy abiertas. Y del reparto, ¿Qué te voy a contar? Ahí estaban Teresa Lozano, Inma Cuevas, Carmen Ruíz, Gracia Olayo, Chiqui Fernández… Todas estas Mujeres tenían unos caracteres muy marcados, eran simplemente irrepetibles, llenas de verdad y de frescura. Creamos una familia alrededor de estos directores maravillosas.

Te hemos visto recientemente en dos producciones como Los tres cerditos y Prim, el asesinato de la calle del turco, ¿Se está quitando por fin esa sensación de espíritu de inferioridad que teníamos con respecto a las series americanas?

Tenemos un sentido de inferioridad a nivel de producción. Falta un poco de riesgo, pero eso no depende de los creadores. Hemos evolucionado en talento, originalidad, dirección… Nos falta apostar unas historias que no busquen gustar al público mayoritario.

¿Cuánto tiene que ver con el origen de tu vocación ese juego infantil de querer ser otro?

Mi origen de actor está en cuando era niño y jugaba a ser otro. Empecé con quince años en una compañía independiente, pero el juego estaba ahí desde siempre. Luego ese juego se transforma en algo a lo que añades.

No todo el mundo conoce tu faceta más fotográfica, ¿Cómo nace esa pasión por la fotografía?

Siempre me ha gustado. Yo jugaba con la cámara de mis padres. De hecho mi madre estudió Fotografía. Cuando estudiaba Derecho, di rienda suelta a la afición de la fotografía para paliar de alguna forma mis necesidades creativas. Cuando dejé la carrera, que no me gustaba nada, y me vine a Madrid a hacer teatro, dejé esta afición por ser demasiado cara la verdad. Hace cuatro años me reencontré con esta afición, que ahora ocupa la mayor parte de mi tiempo libre. No me he propuesto nunca exponer, pero me lo propusieron en Cabra este año. A escasos metros de este Teatro Valle Inclán tengo una exposición llamada Instante, detente… eres tan bello, frase de Fausto, que se puede ver en la sala Argentum.  Además estoy preparando otra para el año que viene, que se podrá ver en AISGE.

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