Pocos creadores han representado el alma de un país como el nuestro como lo hizo, siempre con un afilado sentido del humor, ese genio llamado Luis García Berlanga. El otro día, escuchaba en los premios Días de Cine que en su centenario no serán suficientes los homenajes que se le puedan hacer al cineasta valenciano. Es imposible no atesorar en la memoria, como le pasa a Luis Alegre, esa primera vez que vimos uno de los títulos en mayúsculas del director de El verdugo. Tras diferentes publicaciones sobre Berlanga, el citado Alegre de la mano de las ilustraciones de El Marqués nos da una mirada sintética y no por ello menos profunda del cineasta español que mejor supo reflejar la picaresca que llevamos en nuestro ADN en ¡Hasta siempre, Mr Berlanga!

Por las escasas, en el buen sentido de la palabra, páginas de esta interesante publicación de Random Comics, se esconden las claves de un cine con una mirada distinta, aquella que distingue a un cineasta de un absoluto prodigio de nuestra cinematografía como lo fue el realizador de La Escopeta Nacional. Todo en su vida le llevó a construir una personalidad de imbatible pesimista que partía del, falso, hecho de que había nacido el día del Desastre de Annual. Parece ser que nadie se lo desmintió. Para sumergirnos en esas primeros años de vivencias marcados por esos Postres Martí nada mejor que las magníficas ilustraciones de El Marqués. Tampoco faltaban las primeras pillerías: «A los catorce, yo ya era un viejo verde», habría confesado hace años. El libro está trufado de anécdotas que probablemente desconocíamos de su vida personal como que perteneció a la quinta del biberón.
Bienvenido, Mr. Berlanga es la historia de un joven con una timidez espantosa que un día confesó a su familia que quería dedicarse al cine. Con el tiempo encontraría a dos personajes que marcarían su carrera: Juan Antonio Bardem y Rafael Azcona, con el que pudo exprimir todas sus posibilidades narrativas. Además, con Azcona se atrevió a tocar temas tan espinosos como la muerte, la soledad. Nadie como esta pareja había conseguido mostrar ante el espectador las «grietas de la vida».
El libro incluye también además de la propia vida de Berlanga, un apartado dedicado a diseccionar sus películas. Desde las más recordadas a otros títulos más desconocidos como Novio a la vista, una de las primeras películas en las que podemos ver en un brevísimo papel a José Luis López Vázquez. Para esta cinta, Berlanga quiso contar con una entonces desconocida Brigitte Bardot, pero la impaciencia de Perojo hizo que tuvieran que optar por Josette Arnó, a la que Berlanga cogió una manía terrible. De esa película es importante la colaboración con otro genio de nuestra cultura, demasiado incomprendido en la actualidad, como es Edgar Neville.

Con el paso del tiempo nos puede parecer increíble cómo consiguió sortear a la censura con películas con mensajes tan implícitos unas veces y explícitos otras veces. Quizás después de leer este libro seamos capaces de desentrañar un poquito más de esa mirada que consiguió zigzagear a un sistema para sacar lo mejor de sí mismo. Como recomendación (y goce absoluto) para esta lectura recomiendo revisionar la filmografía del director. La mayoría de sus trabajos- faltan La Escopeta Nacional que el día 1 llega a Filmin y Moros y Cristianos que incluso está descatalogada en DVD- se encuentran en la interesante plataforma de streaming FlixOlé, que incluye una gran selección de los hitos del cine español. Por cierto, si quieren saber a qué viene la mención al imperio austrohúngaro en su cine tendrán que leer el libro.