Epílogo. Cuando todo ha terminado, parece que todo puede volver a comenzar. La amenaza de un atento terrorista. El miedo antes del miedo. La sospecha. Las imágenes grabadas en la mente, en la televisión, en los móviles, en internet,… demasiado escabroso. Aviones que vuelan bajo una lluvia de grisáceo sentimiento que no nos deja ver la ciudad a la que nos aproximamos. O ese paseo con grandes piedras para que no se cuele una furgoneta y arramble con todo ser humano viviente. O un estallido en un restaurante, no por una olla exprés, sino por una bomba que se activa a distancia.
Parece que vamos asumiendo este tipo de contratiempos aciagos, aunque sea difícil normalizarlos. Jamás se podrá normalizar una situación como las anteriormente descritas. Ni una guerra que es una invasión, ni una avioneta estrellándose contra un rascacielos, ni un tren saltando por los aires. Por mucho que nos digan en inglés, en francés, en castellano, que “en caso de despresurización, tiren de la mascarilla, colóquensela y respiren con normalidad”. No se puede respirar con normalidad cuando se grita, cuando se llora, cuando se queda uno sordo por la detonación, cuando se ha perdido la vida.
Julio Provencio escribe, dirige e interpreta este texto que nos pone en antecedentes de los miedos personales, de ciertas fobias, de desconfianza en el que viaja al lado, de los colectivos de transporte donde nos conducen como ganado por donde las autoridades pertinentes nos indican.
Le ayuda en la dirección Josete Corral, porque cuatro mentes ven más que dos. Y aún ven más los que asistimos, como viajeros, a ese vuelo de intriga que nos hace sospechar hasta de los mensajes en inglés, de los que no levantan la vista de su teléfono, de los que no abren los ojos disimulando que están durmiendo, de los que leen el periódico, de los que hablan mucho y de los que están en silencio, de los que leen poesía y de los que hacen teatro.

¡Por Dios!, hacer teatro con lo que nos está ocurriendo. Todos terroristas por pensar de más, por crear ficción de la realidad, por contarnos la actualidad como si estuvieran fingiendo. ¿Dónde se ha visto tamaña desvergüenza? Sí, …and breathe normally (…y respiren con normalidad) trata sobre todo eso, sobre la angustia de los tiempos que estamos viviendo, París, Bruselas, Niza, Nueva York, Madrid, atentados que se sufrieron y que fueron “detonantes para este espectáculo”, (literal transcribo de la sinopsis de la compañía), pero en realidad habla de detonadores, de no principios, de miedos, de desconfianza, de locura, de fanatismo,… y que, por favor, no todo vuelva a empezar, que termine de una vez esta sinrazón, al tiempo que acaba nuestro vuelo, que el lenguaje sea una sonrisa, no un desprecio, que no haya guerras santas, que no haya bombas, que no haya trampas, que nos dejen respirar con normalidad hasta que dejemos de hacerlo, porque no haya más remedio, no porque nos lo impidan los demás.
Mientras, respiren con normalidad, pero que sea dicho, y hecho.
Alberto Morate tiene el teatro como modus vivendi. Durante más de 40 años ha sido profesor de dramatización, ha dirigido grupos de teatro, ha escrito obras y ha interpretado ocasionalmente como actor. Desde el año 2014 también reseña funciones y espectáculos. Realiza sus crónicas con un estilo peculiarmente poético, haciendo hincapié en el tema, y comentando las representaciones desde un punto de vista emocional, social y humano.
