Las reseñas de Albero Morate: ME LO DIJERON MIL VECES. No debía de quererte.

Y, sin embargo, te quiero” ¡Vaya letra, la de esta copla! “Me lo dijeron mil veces y yo no quise poner atención”, porque es lo que se hacía antes. Un hombre nos daba todo aunque nos engañara vilmente, aunque se fuera con otras, aunque llegara tarde. No había reproches, “te quiero más que a mi vida”, ya por ahí vamos mal, “no debía de quererte”, hasta que, por fin, me dé cuenta de ello.

Esa era la actitud generalizada de las mujeres que tragaban porque no tenían independencia, ni libertad, y ellos decían que ni criterio.

Las cosas van cambiando, aunque despacio. Demasiado despacio. Incluso hay ciertas regresiones. No lo permitamos. Ya no estamos en la época de la guerra civil, ni en la del franquismo, ni en la transición en la que tampoco cambió nada. El tiempo transcurrido nos hace ver que el conformismo se ha acabado, que la amargura, aunque aparezca de vez en cuando, tiene que terminarse, que la frustración no tiene sentido. El estado de ánimo lo forja una misma, solo hay que saber escucharse.

Cada vez se va tomando más conciencia de que tengo voz y palabra, de que mi tiempo es mío, de que comparto mi espacio con quien quiero.

No niego el amor, ni el ensimismamiento pasajero, pero quiero hacerme entender al igual que yo soy capaz de comprenderte.

Y mis referentes son Lorca y Almodóvar, ¿por qué no? Pero otros poetas también, ellos saben expresar lo que yo siento y se lo agradezco.

Así nos lo hace entender Elena Díaz Barrigón que escribe y dirige este texto reivindicativo con humor y mucho acierto. Esa es la función de la dramaturgia en estos tiempos. Sin perder el ánimo, apoyándose en las amigas, recordándonos con canciones que la vida está marcada por encuentros y desencuentros, por distancias y ausencias, por recuerdos y proyectos. La historia no termina nunca, nos dice el personaje masculino en un momento. No termina, porque detrás vendrán otras ilusiones, y deberemos, como mujeres, afrontar lo bueno y lo malo, no aceptar un destino que no queremos.

A Pepe Alacid le toca enfrentarse con esas mujeres, pasionales, sí, pero también inteligentes y sensitivas que son capaces de darlo todo y no quedarse a merced del viento. Ellas son Elena Díaz, que también lleva todo el peso de la función asumiendo que el destino lo elige ella y no solo valen los “y sin embargo, te quiero”. La acompañan Mechi Oliverio, Gloria Rodríguez y Amaia Vargas, como auténticas amigas al quite de bajones, dudas y rígidos sentimientos.

Me lo dijeron mil veces, pero esta vez sí voy a hacer caso. Pero no a los otros, sino a mí misma, pasando de la presión que ejerza la sociedad, queriendo, pero de verdad, queriendo porque quiero pero, a la mínima, ahí te quedas con tus limitaciones de hombre que no sabe lo que quiere, porque solo se quiere a sí mismo.

En la medida de lo posible, cantaré, aunque sean coplas de sumisión, para no caer en los peligros que estoy temiendo, porque yo sí leo las letras y pongo atención a lo que están diciendo.

Alberto Morate tiene el teatro como modus vivendi. Durante más de 40 años ha sido profesor de dramatización, ha dirigido grupos de teatro, ha escrito obras y ha interpretado ocasionalmente como actor. Desde el año 2014 también reseña funciones y espectáculos. Realiza sus crónicas con un estilo peculiarmente poético, haciendo hincapié en el tema, y comentando las representaciones desde un punto de vista emocional, social y humano.

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