Trajo junto a Jardiel, Mihura y Tono la finura y el talento al humor con una gran originalidad
María Asquerino
Ya en 1987 la desaparecida actriz María Asquerino se quejaba de la desaparición del teatro de nuestro protagonista, Edgar Neville, sobre los escenarios españoles. Si ahora volvemos a hablar de él es gracias al buen ojo del actor Pepe Viyuela, ahora también productor, que ha decidido rescatar la que quizás sea su obra cumbre, El baile, que se puede disfrutar actualmente en el Teatro Fernán Gómez. Hoy DESDE MI BUTACA reivindicamos la figura de un dramaturgo y director cinematográfico de primer orden, cuya sombra ha sido aplastada por condicionamientos ideológicos. Se le ha tachado muchas veces de bon vivant y de congraciarse con el régimen franquista, pero es interesante destacar como hacía Marcos Ordoñez en un reciente artículo, que el autor de La vida en un hilo sacó la cabeza por Lorca y se codeó con personalidades como Charles Chaplin, con el que mantuvo una larga amistad que se extendería durante toda su vida. Si nos ceñimos a lo extríctamente artístico, su desaparición de la escena es aún más inexplicable. Dejando a un lado el campo teatral, fue un pionero en la posguerra haciendo películas tan «diferentes» y poco convencionales como La torre de los siete jorobados, que vista desde la perspectiva de un espectador de la época sería cuanto menos insólita. Sin desmerecer tampoco a otra joyita, La vida en un hilo, en la que el autor daba rienda suelta a un humor que huía de los posibles convencionalismos de una época tan ‘pacata’ como la que le tocó vivir. Hay por tantos motivos de sobra para reivindicar su figura como me comentaba Pepe Viyuela en una reciente entrevista.

Reproduzco por su interés el estudio del autor que acompañaba a la Antología del Teatro Español (1939-1958) donde se incluían precisamente varios extractos de El baile y se recalcaba el carácter de hombre de mundo del autor:
«Nace en Madrid en 1899. Abogado, diplomático, guionista y director de cine. Ha viajado por muchos países. Habla varios idiomas. La obra de Edgar Neville- Escritor humorista, llegado al teatro después de pasar por el artículo, el libro y el cine, como director y guionista, aporta a la escena un experiencia de hombre vivido en muchos ambientes internacionales, sin olvidar su madrileñismo de nacimiento. Sus obras rompen lanzas contra la gazmoñería y la vejez de muchas costumbres españolas. La moraleja que del estudio de sus personajes se desprende, es el deseo de una mayor libertad e independencia en las costumbres humanas sin intervenciones que amarguen y hagan difícil una vida que tiene de por sí bastantes problemas. Aparte de esa línea desenfadada y aparente en que se cantan sin exceso las ventajas de la vida agradable, corre a menudo en las obras de Neville, especialmente en El baile y Prohibido soñar en otoño una ternura soterrada, un canto al amor, muchas veces imposible, por la muerte en el primer caso, por la diferente de edad, en el segundo.
Ya el planteamiento de El baile supone una ruptura con los convencionalismos de la sociedad que le tocó vivir. Plantear un trío amoroso que se extiende a lo largo de los años resulta cuanto menos insólito. La destreza dramática de Neville se ve en la construcción de tres actos completamente diferentes en los que se atrevió a tocar el drama, la comedia e incluso se atrevió a redondear su creación con un toquecillo de absurdo. Nuestros tres protagonistas van envejeciendo, pero su amor permanece inamovible. Así describía Neville en la primera acotación esta relación: «Con Adela y su marido Pedro, vive Julián, un amigo de los dos que estuvo enamorado de Adela y que sigue estándolo de una manera platónica». El celoso en esa relación es el amigo y no el marido. Primer cambio de ‘pareja de baile’ que hace el autor y no será el único mientras discuten sobre lo decoroso o no que resulta una clámide (maravilloso traje de escultura griega). Para contar esta historia, para contar este canto al amor imposible con una inusitada ternura, eran necesarios unos actores capaces de transitar con igual fortuna entre el drama y la comedia y en el caso de los hombres con ese puntito de ternura que despiertan los personajes especialmente en el tercer acto, en el ocaso de sus vidas. Si Pepe Viyuela tiene una cualidad es que sabe dotar de humanidad a los personajes. Sólido en drama y comedia, es un actor versátil, capaz de, como solo los grandes cómicos saben hacer, dotar a cada personaje del gesto justo. No es El baile una comedia de gags, sino de seres humanos que en un momento entre la risa y el llanto, son capaces de reírse de su propio destino, ¿Estaba predestinado Julián a ser el eterno enamorado cuando fue a Filipinas y a la vuelta se encontró a su amigo con el amor de su vida? Carles Moreu y Susana Hernández cumplen a la perfección como este particular matrimonio ideal (con invitado) que rezuman amor por los cuatro costados en este montaje que ha dirigido con acierto Luis Olmos.
Esperemos que no sea la única que veamos un Neville en nuestros escenarios en los próximos años…