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La semana pasada dos de las series más longevas de esta nuestra televisión echaron el cierre. La próxima temporada sí volveremos a San Genero, pero no habrá más comedia en Esperanza Sur. Cuentáme cerró una de las temporadas más ‘irreconocibles’ de su historia por todo lo alto y Aída lo hizo para siempre con la vuelta de la protagonista y doble boda.
¿Los Alcántara implicados en un thriller policíaco en Marruecos?, ¿Antonio siendo infiel a Merche? Sí, esto lo hemos visto esta temporada en Cuéntame. Además, un exmiembro de la familia murió de forma súbita en un accidente de tráfico y Tony nos pegó un gran susto, escena de acción mediante. Me sigo asombrando con la capacidad de los guionistas de la serie para conseguir renacer cual ave fénix temporada tras temporada. Este año lo han hecho trastacando la parte emocional de la familia. Otras temporadas, la comedia se instaló en sus vidas, pero ésta ha sido duda una época de cambios o más bien de tránsitos. Y es que en la escena final, vuelven a ser los Alcántara de siempre, esos que nos enamoraron allá por 2001. Un núcleo familiar unido que tras la tormenta decide volver a hacer piña para mirar hacia el futuro con optimismo. Más allá de lo acertado de los guiones, esa trama policíaca de este tramo final de la temporada ha sido simplemente prodigiosa, la serie se sustenta en sus personajes. Es decir, en sus ACTORES. En los últimos capítulos además de disfrutar de la emoción contenida de unos brillantes Imanol Arias y Ana Duato, hemos asistido a un trabajo mayúsculo de Pablo Rivero, que ha recobrado el protagonismo que nunca debía haber perdido. Su personaje tiene carisma y el actor ha crecido actoralmente a la vez que su personaje iba cumpliendo años. No me olvido de otros nombres que siempre es un lujo ver por la serie como Juan Echanove y María Galiana que nos regaló ese momento de delirio psicotrópico que nos hizo saltar las lágrimas… de la risa. Parece que aún les queda mecha para un par de temporadas, que difícilmente me perderé. Cuéntame cómo pasó es una serie de esas que creo va a merecer la pena ver hasta el final.
Creo que sólo he visto la primera temporada completa de Aída y algunas de las múltiples reposiciones sueltas que dan entre FDF y Telecinco. Eso sí, siempre que ha vuelto Carmen Machi y lo ha hecho varias veces desde que se fue, no he podido resistirme a pasarme por el Bar Reynolds. El capítulo final sólo funcionó en el tramo final- con los reencuentros, la doble boda y el inesperado embarazo. El resto estuvo a la altura de la última temporada- un espanto argumental sin sentido con chistes de brocha gorda repetidos hasta la extenuación- Se despidió por todo lo alto en términos de audiencia y el final fue digno. Le han sobrado las últimas dos temporadas, pero bueno, al menos no han alargado aún más la agonía argumental de esta serie que nunca me ha entusiasmado, pero a la que al menos encontraba algún interés en sus primeras temporadas. Hasta siempre Esperanza Sur.
Dice haber sido muy feliz durante la última década siendo uno de los personajes más carismáticos de la serie «Aída», un proyecto que le ha absorbido muchas horas durante estos años, pero para el que solo tiene palabras de agradecimiento. Un agradecimiento que hace extensible a un público que en los escasos metros que van del parking a la entrada del Fernán Gómez no deja de acercarse a él con una sonrisa: «La fama es un tributo que hay que pagar» comenta sin resquemor alguno. Sea como fuere, durante esta larga temporada no ha abondado las tablas y es que como confiesa a DESDE MI BUTACA: «Siempre ha sido mi prioridad». Quizás ahora, un día de esos en los que se había acostumbrado a madrugar para grabar la conocida teleserie se decida a apostar por otro autor maldito de «La otra generación del 27»: José López Rubio. De momento, le queda un mesecito de grabaciones televisivas antes de despedirse de su Chema y seguir El baile de otro autor que merece ser reivindicado, Edgar Neville.
¿Cómo llega a sus manos una obra como El baile?
Estaba buscando un texto para montar y cayó en mis manos El baile. Me encanta esa “generación perdida”, la otra generación del 27, que forma Neville con Mihura, López Rubio… Cuando me hablaron de esta función, me di cuenta de que como productor era sostenible, una obra sencilla de montar. Además, no me explicaba que llevase tantos años sin ponerse en escena…
¿Cree que han sido los condicionamientos ideológicos los que han hecho invisible a este autor invisible durante años?
Completamente, no es una imaginación mía, algunos programadores no le querían programar. Este tipo de censuras están basadas en los prejuicios y en el escaso conocimiento de autores tan ricos como Neville. Era muchas más cosas que alguien de derechas. Era un hombre muy inteligente con un exquisito sentido del humor, que vivió conforme a sus principios ideológicos y morales. Tuvo incluso una relación amorosa con Conchita Montes teniendo esposa. Era contrario al mundo eclesiástico e incluso tuvo problemas de censura en su cine. Hasta era amigo de Lorca y le reivindicó con un artículo. Era un personaje poliédrico, con muchas caras, que era un gran artista. Su cine ha sentado las bases del futuro de nuestra cinematografía. Se movió en Hollywood y conoció a Chaplin. Fue un ave rara del franquismo. Ahora se le tacha de fascista y no nos damos cuenta de que el arte cuando es bueno tiene que superponerse a los condicionamientos ideológicos.
¿Es la poesía que destila el texto lo que más ha atraído a Pepe Viyuela?
Desde luego. El autor tiene una gran delicadeza, un humor y una inteligencia muy sofisticada. Además, fue muy valiente por plantear un tema como éste en mitad de una España tan pacata, tan corta de miras. Y como actor, tenías el mismo personaje en tres etapas distintas y eso es muy instructivo de cara al juego que siempre debe ser el teatro.
Uno de los aspectos que se han adaptado del texto original son las épocas en que transcurre, distintas a la obra de Neville…
En realidad creo que se podría haber contextualizado en las épocas inicialmente planteadas, pero bueno… Creo que la “almendra” de la historia es completamente atemporal, se podría situar en cualquier época. En el original el primer acto transcurría en 1900, lo que escapaba un poco al mundo de los espectadores de hoy. Lo fundamental era que el espectador sintiera muy cercanos a los personajes, por lo que decidimos correr 50 años la obra y acabamos en nuestros días.
La anterior experiencia teatral fue Los habitantes de la casa deshabitada curiosamente también en Teatro Fernán Gómez, ¿Con qué se queda de esa experiencia?
En principio fue una responsabilidad por dos cosas: Recuperar esta obra de Jardiel y saber que grandes actores de nuestra escena lo habían representado, pero en el fondo creo que lo más importante es que me lo pasé francamente bien. Con El baile cierro de alguna forma el círculo de esos autores entre los que también estaba Mihura o Gómez Rubio, que se debería reivindicar, esa otra generación del 27. Ahí están en las fotos que tengo en este camerino, aunque me falta Jardiel la verdad. Incluso una espectadora muy amable me traje una foto de un montaje de la obra (arriba a la izquierda).
El actor señala una instantánea de la adaptación cinematográfica de «El baile» que protagonizó el recordado Alberto Closas.
¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Pepe Viyuela?
Es sin duda el lugar para contar historias con mayúsculas. Una historia se cuenta mucho mejor mirando a los ojos de la gente, sintiendo el pulso del que te la está contando. Para mí, el audiovisual es teatro enlatado, sometido a un tratamiento tecnológico. El teatro es el momento mágico en que uno se sienta en una butaca para que le cuenten una historia. El teatro es vivo, fresco y el espectador respira un aire especial. Quien no lo ha probado, no sabe lo que es este rito que se produce desde hace miles de años. Nos reunimos para que nos cuenten una historia.
¿Fue el juego infantil lo que le llevó en este oficio?
Yo, como todos los niños niños, jugaba. Ya en la adolescencia, cuando los juegos infantiles habían pasado a un segundo plano, haciendo teatro me di cuenta de que en realidad el teatro era una derivación natural de ese juego al que pones voz y carne para ser otro. La verdad es que ni siquiera entonces tenía claro que éste iba a ser mi lugar, que iba a ser mi profesión. Fue una vez acabada la escuela de Arte Dramático cuando me di cuenta de que éste sería mi camino. De hecho, trabajaba en otras cosas y por las tardes hacía funciones de teatro. Y de repente un día se convirtió en mi profesión, así que miel sobre hojuelas…
Y en esa profesión tan expuesta, ¿No le ha llegado a saturar fama en los momentos más delicados de su día a día?
No, desde luego que no. La fama es un tributo que hay que pagar y si no te dejan comer un día es por el cariño que te tiene la gente. La popularidad tiene más ventajas que inconvenientes, no te ponen en situaciones incómodas al menos en mi caso.
Quizás, su ligazón con personajes “bonachones” tenga mucho que ver con ese cariño del público…
Desde luego, a mi nunca me ha tocado ser el malo de la película y eso hace que la gente me mire con una sonrisa. Me asocian con la comedia y se acercan a mi siempre con buenas palabras.
Y entre esos personajes buenazos destacar sin duda a ese payaso de la silla que lleva tantos años encima de los escenarios, ¿Cuáles son las cualidades del clown que lleva dentro Pepe Viyuela?
Tiene un gran afán de superación, se crece ante las adversidades y es lo suficientemente tierno como para despertar simpatía en el espectador. No se rinde, se equivoca e intenta mejorar su situación.
¿Cómo va a cambiar la vida de Pepe Viyuela tras una década en el Barrio de Esperanza Sur de Aída?
Van a cambiar mis horarios, tendré que madrugar menos y voy a echar mucho de menos a mis compañeros. Supone finalizar una etapa en la que he sido muy feliz, pero me ha ocupado demasiadas horas. Eso sí, he encontrado amigos que voy a necesitar seguir teniendo relación con ellos para ser feliz. En el fondo, todo lo que tengo para Aída son buenas palabras. Además, hemos tenido la sensación de que se acababa en febrero, pero de repente nos comunicaron que nos renovaban y aún nos queda un mesecito de rodaje. Supongo que ya no lloraremos, ya lo hicimos cuando creímos que era el final de la serie en febrero.
¿Tendrá el gran final que merece una serie tan longeva?
Es muy difícil cerrar una serie. A mi me gusta cómo termina la serie, pero no es un final apoteósico. Es digno, en la línea de las tramas de estos años. Creo eso sí que no va a defraudar.
¿La vuelta de Carmen Machi sería la forma de cerrar el círculo de la serie?
La verdad es que no, su vuelta no hace que sea un final redondo, no es el factor más determinante de la trama. Su vuelta no era definitiva ni determinante, de hecho se han llamado a otros antiguos compañeros y unos han podido y otros no.
Y si miramos hacia el futuro, ¿Con qué proyectos le gustaría seguir jugando a Pepe Viyuela?
El teatro siempre ha sido mi prioridad. De hecho, he combinado la serie siempre con el teatro. Además, yo era consciente que lo de la tele es algo circunstancial, que pasaría a mejor vida antes o después.
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Un profesor que utiliza las canciones de los Beatles para enseñar inglés en la España de 1966, se entera de que John Lennon está en Almería rodando una película. Decidido a conocerle, emprende el camino y en su ruta recoge a un chico de 16 años que se ha fugado de casa y a una joven de 21 que aparenta estar también escapando de algo. Entre los tres nacerá una amistad inolvidable.