Aunque el gran público le conozca por sus trabajos en la pequeña y gran pantalla, Luis Zahera se «envenenó» de este oficio viendo teatro e incluso guarda el programa de mano de aquella primera vez. Tres décadas después de esa primera ‘llamada’ de la vocación, picotea trabajos en los distintos ámbitos, lo que le permite ser rotundo cuando afirma sentirse un afortunado en esta profesión de actor. Ahora su prioridad única es que el teléfono siga sonando como lo hizo con jugosos personajes como los de «Celda 211″ o los distintos rolles que le han tocado en suerte en el nuevo acontecimiento teatral de Sergio Peris Mencheta, «Continuidad de los parques».

¿Qué fue lo que le atrajo de un proyecto como Continuidad de los parques?
En la primera lectura me di cuenta de que era un proyecto francamente raro, un tanto infantil, un tanto naíf, pero si te llama un creador al que admiras tanto como Sergio no puedes decir que no. Está gustando.
Me imagino que al meterse en tantos personajes se ha resucitado el espíritu casi natural del juego que lleva implícita la interpretación…
Desde luego, es un privilegio poder mutar a una velocidad así, es muy buena señal. Por el condicionamiento del tiempo de ensayos supimos desde el principio supimos qué personajes tendríamos que hacer, aunque Sergio hubiese preferido que hubiésemos rotado.
¿Cómo es la mirada del Sergio Peris Mencheta director?
Tiene un toque-estilo especial, un duende que pocas veces se puede ver. Al ser actor también sabe relacionarse muy bien con nosotros, conoce nuestra problemática y es muy jugón, nos hace jugar en escena.
¿Cree que el público hace de alguna forma la función con sus reacciones?
Desde luego, es una obra particular que tiene un recorrido particular con el público. Al público le cuesta entrar en la propuesta, pero una vez que se meten de lleno se desmelenan y juegan con nosotros. Lo que más me llama la atención es que el público no se ríe al unísono.
¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias?
Es la pureza de este oficio, te enfrentas al fuego a diario, tiene algo hipnótico…
Acaba de participar en la serie Alatriste…
Nunca había estado en un plató de esas dimensiones, una superproducción en toda regla. He hecho un capitular de un atontado, que se aleja de los papeles de malote para los que me suelen llamar.
¿Hay un momento en el que te diste cuenta de que éste iba a ser tu camino?
El 14 de febrero de 1981 comenzó mi pasión por este oficio. Fue la primera vez que fui al teatro- aún conservo la entrada de hecho. La obra fue Angelica en el umbral del cielo de Blanco-Amor. Me quedé alucinado al ver ese montaje de la compañía Zascandil.
Tus comienzos están muy ligados a los cortometrajes de Alber Ponte…
Desde luego, hice unos diez cortos con él. Me alegro de que le vaya tan bien y que esté ahora de lleno con su largometraje. Era algo especial hacer un corto en una época en que no se hacían más de 40 o 50 al año. Ahora, esa cantidad se ha multiplicado por 10. No tengo muy claro si entonces ya tenía claro que me podría dedicar a esto, pero el interés por este oficio ya estaba ahí.
¿Qué proyectos tiene y con qué proyectos le gustaría seguir jugando a Luis Zahera?
Una tv-movie sobre el robo del Códice Calixtino y un papelito en la película de Gerardo Herrero. Voy picoteando trabajos en distintos ámbitos y ahora solo espero que siga sonando el teléfono. Hay que ser realistas en estos tiempos tan difíciles.
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