Tras el éxito en la Semana de la Ópera, «El retablo de Maese Pedro» volverá al Teatro Real en enero de 2016

El patio de butacas del Real se puso en pie ayer para aplaudir El retablo de Maese Pedro, el nuevo espectáculo de Títeres Etcétera, que volverá al coliseo lírico del 23 al 30 de enero de 2016

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Contaba Manuel de Falla que de niño jugaba a representar con marionetas las aventuras de Don Quijote. Cuando la princesa de Polignac le encargó que escribiera una obra para orquesta de cámara, no resulta sorprendente que el compositor recurriera a un episodio de la novela cervantina. El fragmento elegido fue el pasaje del titiritero Maese Pedro, que recorría la Mancha con un retablo para representar una historia de amores y persecuciones entre moros y cristianos. Y, cómo no, una vez más, el hidalgo protagonista de la novela, confunde la realidad con la fantasía y acaba emprendiéndola a mandobles con los pobres títeres. Para su estreno (1923), Falla contó con la ayuda de su amigo el pintor, grabador y titiritero Hermenegildo Lanz. El director de escena actual, su nieto Enrique Lanz, creador de la prestigiosa compañía de títeres Etcétera, recoge la tradición de su antepasado, y, en homenaje a dos genios como Cervantes y Falla, desarrolla un espectáculo mágico con marionetas gigantes que la compañía coproduce con  el Teatro Real, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO), el Teatro Maestranza de Sevilla, la Fundación Ópera de Oviedo y la Fundación Teatro Calderón de Valladolid.

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Y de repente se hizo la MAGIA. Esta semana, el Teatro Real está celebrando la Semana de la Ópera. Ayer, los más pequeños fueron los protagonistas por la mañana con la representación de El retablo de Maese Pedro. La compañía Títeres Etcétera, Premio Nacional para la Infancia y la Juventud, es una experta en hacer soñar a los más pequeños de la casa. Ya lo hicieron con espectáculos como Soñando el carnaval de los animales las navidades pasadas en el Fernán Gómez por poner sólo un ejemplo. Como siempre, antes de empezar, algunas llamadas de atención de los mayores a los chavales, pero cuando empieza a sonar la música, silencio sepulcral. Parecen conscientes del lugar en el que están. Vamos, que el público estuvo a la altura del trabajo, del puro oficio de titiriteros de Etcétera. La compañía dignifica el mundo de los espectáculos ‘familiares’, les da sentido. Sus espectáculos crean afición por las artes escénicas, no tengo la menor duda. Sólo hay que ver el mimo que hay en cada uno de sus montajes. Y luego, llega la recompensa. Los niños, los críticos más sinceros y fieros, recompensan el trabajo de músicos, cantantes y titiriteros con una buena ración de aplausos, a la que se une el público adulto que redescubre en ese momento al niño que lleva dentro. Es una gran noticia saber que en enero volverán a hacernos viajar, a hacernos soñar que todo es posible encima de un escenario.

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