La casualidad ha llevado a que en la última semana un nombre haya sido una constante en mis salidas culturales: Gabriel Olivares. Es la primera vez que se da la insólita circunstancia de que puedo ver en pocos días 2 obras de teatro y el debut en el cine del mismo director. Ahora que lo pienso, no creo que sea casualidad, más bien producto del esfuerzo de un director que se lo curra y mucho.
El otro día caía la cuenta de que quizás sea el director del que más obras he visto en los últimos años. Escojo una de ellas como muestra de un trabajo que llevo ya mucho tiempo aplaudiendo: Our Town, cuyo resultado entendí muy bien tras ver El debut. La primera película de Olivares tiene mucho del teatro que le gusta al director de Burundanga. Nos muestra las entrañas de su TeatroLab con el que ha creado joyas como Cuatro corazones con freno y marcha atrás, que ahora se exhibe con ovaciones diarias en el Galileo. En la cinta, este director que incluso coqueteó con Hollywood participando en Muere otro día, nos presenta a un grupo de actores que se sumergen en un taller de interpretación del que seguro saldrán removidos. El objetivo es crear una futura película y el argumento es la historia de dos toreros que descubren su homosexualidad, ahí es nada. Lo ‘orgánico’ reina en el proceso de creación de un director con su laboratorio de investigación teatral, en el que lo ‘físico’ es esencial como vemos en esta cinta que todo actor debería ver. En Madrid se puede ver en los míticos Cines Renoir Princesa.
Y tras salir del cine me fui al Patio del Teatro Galileo a escuchar la palabra de Jardiel Poncela pasada por el barniz ‘físico’ de Olivares. Hay tantas cosas que uno comprende de su trabajo tras ver El Debut que casi no existe un plan mejor que juntar la experiencia cinematográfica y teatral en la misma tarde, se lo aseguro. Una vez que me olvido de ese inconfundible olor a patatas bravas que cada verano me atornilla en el Patio del Galileo me sumerjo sin contemplaciones en el texto de Jardiel y en la propuesta del TeatroLab de Olivares. Que se represente de nuevo a este autor para mí siempre es un motivo de celebración. Conservar el patrimonio teatral, que no se pierda y, sobre todo, que llegue a los jóvenes espectadores, me parece esencial.
Nada más satisfactorio que comprobar cómo Olivares con su propuesta ha conseguido que Jardiel Poncela le hable a los espectadores del 2017. A mi lado, un matrimonio con una hija adolescente. Los tres disfrutaron de lo lindo, pero la quinceañera aún más, por sus risas lo se bien. César Camino lleva el ritmo de la función con asombroso tino, pero en este caso quiero nombrar al reparto completo, sin todos y cada uno de ellos no funcionaría igual esta comedia: Patrick Martino, Silvia Acosta, Chusa Barbero, Eduardo Alejandre, Esperanza de la Vega, Pedro Forero, Asier Iturriaga, Guillermo Sanjuán y Mateo Rubinstein. Si por algo se ha caracterizado el trabajo de Olivares es por saber llevar el ritmo de la comedia de una forma impresionante. Aquí, de nuevo el espectador no tiene respiro y las carcajadas se suceden. Y aunque «una eternidad poética es insufrible» escuchar de nuevo la palabra lúcida de Jardiel siempre será un placer. Ya saben que si no les convence lo de la fórmula de la eterna juventud siempre podrán pedir «una muerte a plazo fijo».
Hace unos días vi otra propuesta teatral de Olivares. En el Marquina pude disfrutar de Pareja Abierta: El Musical. A partir de la obra original de Dario Fo se ha creado un musical made in spain. La comedia funciona como un tiro bajo la dirección de Olivares con dos intérpretes estupendos: Carmen Conesa -a la que veremos en septiembre en el Galileo con La Duda y en octubre en el Calderón con La Familia Addams- y Víctor Ullate. A esto hay que sumar la música estupenda de Ferrán González que se consolida como autor tras éxitos como Pegados.
Y dejo para el final lo que nos espera a la vuelta de verano con su TeatroLab. Se trata de Gross Indecency que trata el idilio entre Oscar Wilde y Lord Alfred Douglas, alias Bosie, figura con letras de oro en los anales del desorden amatorio. Moisés Kauffman ha reunido los hasta ahora inaccesibles autos del sensacional pleito y construye en torno a ellos un fascinante relato sobre la colisión entre el gran seductor y el mundo al que había seducido con su palabra. El irlandés de la sentencia fulgurante era, por encima de todo, un inigualable conversador que también escribía.
En esta función “oímos” por primera vez su conversación con una fuerza dramática y retórica no atenuada por la literatura. Wilde despliega aquí toda su agudeza sin enredarla en los artificios de la ficción. Gross Indecency es una “tragedia legal” comparable al juicio de Sócrates narrado por Platón. Nada más y nada menos.
Tras ver el trailer de esta producción que se podrá ver en la Sala Jardiel Poncela del Fernán Gómez del 14 de septiembre al 8 de octubre sólo puedo vaticinar que sin duda será una de las obras de la temporada como ya lo fue Our Town hace varias temporadas, también en la misma sala.
Otro nombre que me gustaría añadir al de Gabriel es el de su mano derecha, Venci D. Kostov, que en su labor de ayudante de dirección de Olivares ha sido una constante en su trayectoria. Destacar su trabajo como director en la espléndida La Velocidad del Otoño que pudo verse en el Teatro Lara con Esperanza Elipe y Javi Martín.
Sin duda en la nueva temporada, Gabriel Olivares será un director sin freno y sin marcha atrás que seguro nos seguirá sorprendiendo con grandes comedias y emocionantes trabajos con su TeatroLab.
Totalmente de acuerdo. Yo también he disfrutado estos días de vacaciones por Madrid de dos de sus obras: «Pareja Abierta» y «Cuatro Corazones» y ha sido un placer combinar la risa y un buen texto. Pena no haberlo completado con la película «el Debut». Me queda pendiente para mi próxima escapada.