Las reseñas de Alberto Morate: «La Cápsula»

Hay que saber llegar a viejo con dignidad. Dejar de ser un desdichado. Saber que tenemos un final y que, a veces, es mejor intentar viajar hasta la luna, o hasta las estrellas, o al firmamento, simplemente. Dejando nuestro cuerpo a buen recaudo en una cápsula espacial (o especial) que sea nuestro féretro, o en una caja de cartón con otros recuerdos, o en forma de humo y ceniza, en forma de un hijo que nos trae a colación para contar nuestra historia y que se sienta orgulloso aunque le haya costado años entenderlo.

Nicolás Scarpino se mete en el personaje de ambos. Padre e hijo. Y también niño, y mujer de repente, y náufrago, y superviviente, y héroe, llegado el caso. Como el padre, como su padre. Con el texto que ha escrito y dirigido Diego Casado Rubio, que es un libreto que mira a las estrellas, que ejecuta con notas musicales el pasado, que se orienta en la oscuridad, que camina hacia la emoción de las relaciones de un hijo con su progenitor, al que nunca entendió porque se considera un ser anodino. Ahora, al rescatárnoslo, se crece en su consuelo, viaja hacia las nubes, lo ama, cuando ya se ha ido.

La cápsula en vez de cerrarse, se ha abierto. Es una carta, es una lágrima, es una anécdota, es un espíritu libre, es un paisaje infinito.

No quiero seguir envejeciendo” dice el personaje que quiere viajar hasta los dioses. Bastantes achaques tengo ya. No quiero que me tengan que cuidar, no quiero ser un estorbo para nadie, quiero irme en mis sueños. Este monólogo a dos voces es un alegato a vencer cuando ya se sabe que se está perdiendo. Es una emoción incontenida. Es un pulso entre el llanto, la ternura y la sonrisa.

Si me nombras, desaparezco”. Es el clamor del silencio, es el derecho al grito, es el epitafio de quien sabe que no tiene sentido seguir errando en la decrepitud de un cuerpo. Pero no es triste este alegato. Es amable, es risueño, incluso divertido. Es la muerte viva, porque no existe vida sin muerte y siempre estarás en mi corazón dividido.

El intérprete, no nos cuenta la historia, nos la vive, nos la lanza, nos la ilumina de sentido en esta función que puede verse los lunes en los Teatros Luchana de la mano de la productora El Tío Caracoles.

Alberto Morate tiene el teatro como modus vivendi. Durante más de 40 años ha sido profesor de dramatización, ha dirigido grupos de teatro, ha escrito obras y ha interpretado ocasionalmente como actor. Desde el año 2014 también reseña funciones y espectáculos. Realiza sus crónicas con un estilo peculiarmente poético, haciendo hincapié en el tema, y comentando las representaciones desde un punto de vista emocional, social y humano.

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